Si hay algo que caracterizan los tiempos que corren es que nos encontramos rodeados de mentiras y por lo tanto también de mentirosos, situación que es posible verificar en las redes sociales y también en los grandes medios de comunicación integrantes del establishment, que estructuran un mecanismo para manipular a la población a través de la desinformación con la intención que no surjan reclamos que pongan en cuestión los privilegios que detentan los sectores más poderosos de la sociedad.
Cuando hablamos de mentiras no nos referimos a errores, algo que todos podemos cometer producto del desconocimiento, sino a aquel que es deliberado porque busca causar un efecto determinado, este mentiroso posiblemente conozca la verdad, pero opta por ocultarla o tergiversarla.
Tan difundida es la costumbre de lanzar mentiras para el consumo humano que las hemos naturalizado, ya no nos sorprende ni nos causa estupor que en un canal de noticias se difunda una noticia falsa, la aceptamos como si fuera parte de nuestra vida y hasta se justifica por la ideología del emisor.
Cuando el fallecido operador del Clarín, Julio Blank, reconoció que esa corporación realizó periodismo de guerra contra el kirchnerismo, es sabido que en toda guerra la primera víctima es la verdad, por lo cual también estaba reconociendo implícitamente que estaban dispuestos a recurrir a la mentira para salir victoriosos de ese combate, y así lo hicieron y de la manera más descarada, convirtiendo a sus clientes y consumidores en cómplices de esos engaños porque estaban dispuestos a aceptarlos con el objetivo de defenestrar al odiado enemigo, “mentime que me gusta” bien podría haber dicho cada lector de Clarín o telespectador de TN al consumir la desinformación que la corporación le entregaba.
Cuando se habla de mentiras se suele recurrir al ministro de Propaganda nazi, el siniestro Joseph Goebbels, y a su famosa frase “miente, miente que algo queda” pero no fueron los nazis los primeros en instrumentar la mentira como poderosa herramienta política.
Muchos medios de comunicación que se muestran a sí mismos como paladines de la libertad de prensa han adoptado algunos de los postulados de Goebbels, aun cuando se nieguen a reconocerlo, como por ejemplo: “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad” o “Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil”.
Fue el imperialismo británico el primero en instaurar un Ministerio de Información durante la Primera Guerra Mundial con la intención de difundir falsas noticias de sus enemigos, presentándolos como sádicos y crueles, con ese fin procedían a inventar noticias sobre hechos que nunca sucedieron de tal manera que la población marchara al frente de combate sin resistencia y estuviera dispuesta a matar al enemigo sin remordimientos.
Casi de inmediato el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, organizó un comité de Información Pública, en este caso para convencer a una población que permanecía favorable a la neutralidad a cambiar sus ideas y mostrarse favorable a la participación del país en la guerra y para eso fue necesario hacerles llegar noticias falsas de atrocidades cometidas por uno de los bandos.
Más recientemente se justificaron las guerras que llevó adelante el imperialismo norteamericano en la primera guerra del Golfo se inventaron supuestos actos crueles de soldados iraquíes contra bebes en Kuwait y la invasión a Irak después del atentado a las Torres Gemelas fue justificado por la supuesta tenencia de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Sadam Husein, engaño que no tardó en salir a la luz, una vez que Irak ya estaba invadida y destruida.
Internet y las redes sociales
Las redes sociales han posibilitado que la circulación de falsas noticias tenga un crecimiento exponencial, una investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) realizado en 2018 muestra que las falsas noticias circulan mucho más rápido y llegan más lejos que los hechos comprobados.
La explicación que han dado algunos especialistas, es que el ser humano tiene la tendencia a buscar la confirmación de sus propias creencias antes que a determinar la verdad, por eso es que si recibe alguna noticia que se encuentra dentro de la propia línea de pensamiento la difunde sin detenerse a reflexionar sobre su veracidad.
La web produce el efecto de alentar el agrupamiento de aquellas personas que piensan igual, favoreciendo la confluencia en lo que se podrían denominar tribus que viven en una especie de burbuja que los alejan de sus semejantes que piensan distinto, esa sensación tribal produce un efecto de autoengaño en el sentido de creer que dichas ideas son predominantes en una sociedad.
Es ese autoengaño que han mostrado en los últimos tiempos que convocatorias a manifestaciones que parecen multitudinarias en las redes luego en la calle muestran una inocultable insignificancia, la participación de trolls con varias falsas identidades y robots permite el engaño en cuanto a la cantidad, pero en la calle cada persona se cuenta por uno.
Algunas de esas tribus han sido las promotoras de las más descabelladas ideas, dentro de un siglo que creíamos signado por el avance ilimitado de la ciencia, han surgido grupos que cuestionan adelantos significativos del ámbito científico, es así como pululan sectores como los antivacunas, los terraplanistas y últimamente los anticuarentena.
Precisamente los anticuarentena han mostrado una asociación alarmante con grupos de la ultraderecha los cuales han resurgido en muchos países intentando buscar una salida a la pandemia, con mayor desigualdad, racismo y violencia.
Las redes han llegado a cumplir un rol fundamental en determinadas circunstancias cuando se realizaron elecciones como el plebiscito por el Brexit en Gran Bretaña o las elecciones que ganó Donald Trump en los Estados Unidos.
Un caso muy disparatado se dio en la ciudad de Veles en Macedonia donde un grupo de jóvenes crearon en 2016 gran cantidad de páginas web con falsas noticias que beneficiaban a Donald Trump y perjudicaban a Hillary Clinton, esas páginas fueron ampliamente difundidas por los encargados de campaña de Trump y llegaron a millones de estadounidenses, en realidad a esos jóvenes no les interesaba el resultado de la elección sino hacer dinero, pero sin duda tuvieron influencia en la campaña electoral.
Esto permite deducir que aunque muchas veces se presenten a las redes como un lugar de expresión democrática donde todos los individuos se pueden expresar con absoluta libertad y en condiciones de igualdad, también es un ámbito donde los poderosos siguen ejerciendo su supremacía cada vez que se lo proponen.
Incluso muchos de los que se presentan como influencers no dejan de ser trolls que actúan al servicio del poder económico, en nuestro país el macrismo fue un claro ejemplo de cómo las redes eran utilizadas por los poderosos para difamar a la oposición e instrumentar campañas de odio contra sus adversarios.
En 2018 Amnistía Internacional realizó una investigación de la utilización de trolls y robots por parte del gobierno macrista, también mostró que personajes conocidos de la derecha como el diputado Fernando Iglesias y el periodista Eduardo Feinmann participaban activamente de las campañas de odio y desprestigio.
Precisamente son estos personajes de la derecha quienes más han ensuciado las redes dando rienda suelta a la violencia verbal a través de manifestaciones de racismo y sexismo, sin embargo, la mayoría se ocultan detrás de anonimato para descargar todo su odio.
La zoncera de Jauretche “lo dice La Prensa, lo dice La Nación” que se utilizaba a esos diarios como fuente irrefutable de algún acontecimiento, ahora ha mutado hacia formas como “Lo vi en internet”, o “lo leí en twitter”, cuando estas fuentes son de dudosa credibilidad.
Cuando las redes y los medios alternativos juegan un papel claramente democrático denunciando el papel de los poderes imperiales como ha ocurrido con las filtraciones de Julián Assange, Edward Snowden, Chelsea Manning y Glenn Greenwald los gobiernos han tratado de acallarlos y establecer algún castigo ejemplificador.
Julián Assange responsable de la filtración de Wikileaks donde quedó al descubierto los atropellos y actos criminales del gobierno de los Estados Unidos en todo el mundo, debió pasar 7 años encerrado en la embajada de Ecuador en Gran Bretaña hasta que desde abril de 2019 está detenido en Londres, actualmente se está desarrollando un juicio donde se determina si será extraditado a los Estados Unidos, producto de tanto encierro su salud está muy deteriorada.
Chelsea Manning, analista de inteligencia del ejército de los Estados Unidos responsable de la filtración de Wikileaks pasó 7 años en prisión, fue condenada a 35 años de prisión, pero resultó indultada por Barack Obama.
Mientras que Edward Snowden, consultor tecnológico de los Estados Unidos, mostró con su filtración como la Agencia de Seguridad Nacional (SNA) espía a los ciudadanos en su país y en el extranjero, violando la privacidad de las personas, actualmente vive exiliado en Rusia
El prestigiosos periodista Glenn Greenwald que colaboró con Snowden debió padecer la detención de su esposo a modo de presión, como vive parte del año en Brasil fue el encargado de poner en evidencia la presión del juez Moro a los fiscales para que acusaran a Lula sin pruebas, varias veces Bolsonaro amenazó con detenerlo.
Las corporaciones mediáticas
Los medios de comunicación, lejos de ser los encargados de poner algo de claridad ante tanta mentira circulante, también son una fuente constante de falsa información, una de las consecuencias ha sido que un número creciente de ciudadanos desconfíen de lo que aparece en los medios y que la profesión de periodista se encuentre entre las más desprestigiadas, con una creciente sospecha que son muy pocos los medios que pueden mostrar un mínimo de objetividad a la hora de informar.
Una de las consecuencias de la escasa credibilidad en los medios es lo que ha permitido que surjan las teorías conspirativas más disparatadas que desafían todos los conocimientos científicos que la Humanidad ha adquirido a través de los siglos, en vez de avanzar a veces parece que retrocediéramos cuando vemos a personas que creen que la Tierra es plana retornándonos a los tiempos de Colón.
Salvo honrosas excepciones, los medios de comunicación son los voceros de las clases dominantes, por eso se han convertido en cómplices de ese sistema de engaño con el que se ha tratado de manipular a los ciudadanos, Clarín y La Nación en Argentina ya forman parte de esa clase oligárquica que trata de mantener al pueblo alejado de las decisiones, mientras tratan de ubicar en el gobierno, muchas veces con mecanismos nada democráticos, a políticos dóciles al cuidado de sus intereses económicos.
El crecimiento del descrédito de los medios de comunicación ha posibilitado que algunos de sus candidatos como lo fueron Mauricio Macri y María Eugenia Vidal que contaron con la adhesión incondicional, aunque no desinteresada, de los grandes medios han perdido las elecciones de 2019 de manera contundente.
En Estados Unidos el surgimiento de ese esperpento que es la cadena Fox News, un canal de noticias furiosamente derechista y por lo tanto defensor de las satrapías de Donald Trump, ha sido una clara demostración de la decadencia de los medios de información, procediendo a un grado de manipulación descomunal hasta el extremo que una encuesta realizada en 2011 muestra que los televidentes de Fox News están mucho menos informados que aquellos que no consumen canales de noticias.
Lo mismo pasaría en la Argentina si se hiciera una encuesta entre los espectadores de los canales de la derecha como A24 y TN, se demostraría que están peor informados que las personas que no ven ningún canal de noticias.
En los últimos días han quedado develadas muchas de las mentiras inventadas por los grandes medios previamente a la campaña electoral de 2015, una de ellas fue la operación “Aníbal es la morsa”, donde se acusaba al candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, Aníbal Fernández , de ser el responsable de un triple crimen vinculado con la droga, algunas escenas de ese monumental engaño fueron grabadas en el departamento de Elisa Carrió para el show de la mentira que es el programa de Jorge Lanata.
Otro de los engaños fue el de la tragedia ferroviaria de la Estación de Once que terminó con la vida de 51 personas, se sostuvo falsamente que se produjo por la falta de mantenimiento de los trenes, pero ahora se sabe que el maquinista desactivó el mecanismo que podía haber evitado la tragedia, el juez macrista Bonadío procesó a los cinco peritos que dijeron que los frenos funcionaban, esos peritos fueron sobreseídos dos años después.
También se podría agregar la mentira del periodista de Clarín, Daniel Santoro, actualmente procesado por ser cómplice del falso abogado D’Alessio y el fiscal macrista Stornelli por extorsión, que inventó que Máximo Kirchner y Nilda Garré tenían una cuenta en los Estados Unidos, la desmentida de ese país tardó tres años en llegar, pero Santoro nunca se disculpó por la falsa noticia y el intento de difamación.
La capacidad de daño
Así se llegó a las elecciones de 2015 donde Cambiemos ganó en la Nación, la Provincia y la ciudad de Buenos Aires con una porción de la población creyendo que un candidato a gobernador era un asesino y un traficante, que la ex presidenta había mandado a asesinar al fiscal Nisman, que la tragedia de Once era producto de corrupción del gobierno, que Cristina Fernández tenía una cuenta en Seychelles, mientras que su hijo y una de sus ministras tenían cuentas en los Estados Unidos.
Nada de eso era cierto, pero sirvió para que los medios de comunicación, en particular el grupo Clarín, incidieran en el resultado de las elecciones, permitiendo que por primera vez la derecha llegara al gobierno mediante el sufragio, claro que manipulado por las corporaciones mediáticas.
Si bien los medios fueron derrotados en 2019, sigue habiendo una importante porción de la población que está secuestrada por ellas y responden a sus consignas que llevan a desestabilizar a todo gobierno popular.
Vemos a gente enloquecida por esos medios marchando contra las medidas de cuidado de la salud que requiere la pandemia que está castigando a todo el planeta, los vemos con argumentos propios de novelas de ciencia ficción, algunos sosteniendo las más descabelladas teorías conspirativas, muchas de las cuales surgen de las usinas de los grupúsculos de ultraderecha.
El poder económico del monopolio Clarín se incrementó considerablemente en los cuatro años de gobierno de Macri que le concedió todo lo que reclamó, además de pagarle una pauta publicitaria sideral, por eso su capacidad de daño sigue siendo enorme, aunque no pueda digitar todas las elecciones como es su intención.
Ya estamos viendo a diez meses del gobierno de Alberto Fernández a esas corporaciones que integran la elite económica conspirando para desestabilizar o al menos obtener un cambio de rumbo, para eso necesita romper esa alianza electoral y de gobierno que fue el Frente de Todos, en eso están concentrados sus esfuerzos, inventando peleas entre el presidente y la vice, para al otro día señalar que la vice maneja al presidente.
La movilización popular, que la pandemia ha frenado por ahora, y leyes que recorten el poder de las corporaciones son los únicos antídotos que pueden frenar la actuación antidemocrática de dichos agentes de la desestabilización.
Publicado en www.elforjista.com.ar