A pesar de las «interrupciones técnicas», tan inoportunas ellas, acabo de terminar de presenciar la entrevista realizada por la entrevistadora «estrella» de CNN; Patricia Janiot, a Hugo Chávez, candidato a la relección presidencial en Venezuela. Anoche tuve ocasión de ver- sin interrupciones técnicas-la entrevista con su principal opositor, Manuel Rosales, que, contraria a la de […]
A pesar de las «interrupciones técnicas», tan inoportunas ellas, acabo de terminar de presenciar la entrevista realizada por la entrevistadora «estrella» de CNN; Patricia Janiot, a Hugo Chávez, candidato a la relección presidencial en Venezuela. Anoche tuve ocasión de ver- sin interrupciones técnicas-la entrevista con su principal opositor, Manuel Rosales, que, contraria a la de Chávez, fue transmitida simultáneamente a toda Venezuela por el «canal asociado» a CNN: Globovisión. Otra notable diferencia entre los dos encuentros es que la entrevista con Rosales la finalizó Janiot con un efusivo deseo de «muchos éxitos» en las elecciones del domingo. A Chávez: bueno, las gracias.
Los dos episodios periodísticos, en que una multicorporación de las noticias pretendía brindar un panorama «objetivo» acerca de lo que está en juego el domingo, fueron realmente muy diferentes. Mientras que a Rosales se le hacían todos los gestos y las preguntas «amables» posibles, de sus proyectos, sus intenciones, la «maldad» del gobierno bolivariano, las que se dirigían a Chávez parecían sacadas del más burdo guión antichavista: que si la «indigenización» (perdón, ideologización), que si se trata de un «gobierno militar» (aunque haya ganado ya unas diez elecciones democráticas), que si Chávez «concentra todo el poder», que si se usan textos cubanos en las escuelas, que porqué los magistrados de la Corte Suprema de Justicia de Venezuela salen vestidos de rojo coreando «Uh ah Chávez no se va» , que si en las misiones se «discrimina» a quienes no son del gobierno, etc, etc. (aunque se hayan hecho ya, por ejemplo en la Misión Barrio Adentro, decenas de millones de consultas médicas) Fue realmente sorprendente, para quienes hemos visto otras entrevistas conducidas por esta periodista, el nivel tan burdo y básico de una entrevista montada sobre absurdos «dimes y diretes» típicos de las más burdas versiones oposicionistas (porque habría muchas cosas serias que se podrían discutir), en que la conductora parecía incomodarse progresivamente al irse desmontando, uno tras otro, los elementos del guión.
Los sectores bolivarianos podrían, sin embargo, estar muy satisfechos con esta entrevista. Porque muy a pesar de las evidentes intenciones de quienes la orquestaron, le permitió a la figura principal del proceso bolivariano ir desgranando, con gran habilidad, y sin evadir ninguna temática, algunos de los argumentos más burdos y básicos que se han intentado utilizar para alarmar a incautos, difundiendo exageraciones y mentiras.