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Las Radios comunitarias en México y la consolidación de la democracia

Fuentes: Rebelión

La Ley Federal de Radio y Televisión sólo reconoce dos formas de explotar el espectro electromagnético de la nación: la concesión y el permiso. La concesión, que es la fórmula atractiva de hacer negocio en cuanto basa en la venta de publicidad su existencia y el permiso, la vertiente marginal porque la venta de publicidad […]

La Ley Federal de Radio y Televisión sólo reconoce dos formas de explotar el espectro electromagnético de la nación: la concesión y el permiso. La concesión, que es la fórmula atractiva de hacer negocio en cuanto basa en la venta de publicidad su existencia y el permiso, la vertiente marginal porque la venta de publicidad es causal de revocación o retiro del permiso. No hay a partir de ahí nada más, a pesar de que la experiencia comparada y la realidad mexicana indican otras formas de aprovechar la radio y la televisión.

Los medios públicos, por un lado, y los medios comunitarios, particularmente radios, por otro, son dos vías alternas que no han sido reguladas hasta el momento. No es lo mismo la radio comunitaria que el medio público conceptualmente, si bien en ambos casos existe la preeminencia de cumplir un cometido social y una participación ciudadana en su gestión. La radio comunitaria es la expresión organizada de la sociedad en la gestión de un medio como instrumento para la satisfacción de derechos humanos fundamentales, independientemente de que haya o no mercado atractivo para los medios electrónicos de naturaleza privada. Y es que en comunidades alejadas o sin comunicación entre sí, el aporte de la radio comunitaria va mucho más allá de propósitos políticos o culturales. Sirve como vía para advertir sobre problemas meteorológicos, para comunicarse con el médico, el ingeniero o enviar mensajes de interés local y personal. En una palabra, hace las veces de polea de transmisión para que la sociedad pueda vivir y convivir en comunidad.

La Carta de Radios Comunitarias y Ciudadanas emitida por la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) establece con nitidez el propósito de este modelo mediático:

-«13. Lo que define a las radios comunitarias y ciudadanas es su rentabilidad sociocultural. Así como hay lugar en el espectro para radios comerciales que buscan la rentabilidad económica y para radios estatales que buscan la rentabilidad política, debe haber espacio para emisoras que no pretenden la ganancia ni el proselitismo, sino la construcción de ciudadanía, el ejercicio de derechos y el cumplimiento de deberes, la creación de consensos en torno a causas nobles, la mejoría en la calidad de vida de la gente».

-«14. Las radios comunitarias y ciudadanas representan los intereses de su comunidad, sea ésta una pequeña localidad o un amplio sector social. Pueden ser intereses barriales o campesinos, sindicales o gremiales, étnicos, de género o de generación, intereses de una comunidad universitaria o de un grupo de ecologistas, artísticos o deportivos, intereses de los niños, de iglesias progresistas, de organizaciones populares, de movimientos sociales inconformes con la distribución de la palabra y las riquezas, que buscan un mundo más equilibrado y más feliz».

Aleida Callejas, representante de AMARC en México, ha coordinado los esfuerzos para explicar el porqué y para qué de estos medios y pugnar por una reforma normativa. No ha sido una tarea fácil; antes bien, sinuosa y complicada. Durante mucho tiempo, el régimen ha estigmatizado la figura de la radio comunitaria: la presenta como enemiga del orden público (del status quo en realidad) por ofrecer supuestos contenidos subversivos. Hoy en día esa consigna política ha caído por su propio peso. Contra viento y marea, algunas radios comunitarias subsisten como ejemplo de trabajo en equipo. Es el caso, de Radio Teocelo, de Veracruz, cuya dedicación fue reconocida por el jurado del Premio Nacional de Periodismo, entregándole en consecuencia el galardón este año. Sin embargo, una golondrina no hace verano.

O bien radios que han subsistido en la ciudad de México o su área conurbada,  como En Neza Radio, La Voladora Radio, Radio Zapote entre otras ; quienes han venido luchando, como lo indicaba en mi anterior artículo, por la democratización de los medios, aún a pesar de las múltiples carencias que tienen para hacer su trabajo. No por ello demeritándolo.
Es necesario, por tanto, adoptar reglas jurídicas que den reconocimiento y protección a las radios comunitarias en México. Reglas que  aún no se adoptan por la gran presión que han ejercido los grandes grupos radiofónicos en toda la república mexicana. No se trataría, en modo alguno, de un asunto inédito o de un aporte mexicano a la comunidad internacional. No sería así por desgracia, sino sólo de ubicar a México en una situación de menor atraso en la materia, lo que sería ya un avance. En países cercanos al entorno nacional se han dado avances en esta dirección.

Así, por ejemplo, en Bolivia donde no hay un Congreso con mayoría afín al titular del Poder Ejecutivo el 14 de mayo de este año, el presidente Carlos Mesa Gisbert expidió el decreto supremo número 27489 mediante el cual se regula el funcionamiento de las radios comunitarias bajo la consideración de que «prestan servicios a la comunidad, incentivando la cultura, la educación y el uso de lenguas originarias y que estos medios contribuyen al desarrollo productivo local, regional y nacional y, por tanto, es deber del gobierno nacional establecer el marco adecuado para su funcionamiento, recogiendo la importancia de su aporte». Ahora que en México existe un clima para la discusión, por lo menos, de la reforma de los medios electrónicos, la radio comunitaria no debería quedar fuera de este debate que les interesa a las personas de carne y hueso y con ello al país en general.