El golpe de Estado del pasado 30 de septiembre en Ecuador ha vuelto a dejar en evidencia el papel de los medios de comunicación. Lo más curioso de los medios españoles es que, cuando unas fuerzas de seguridad secuestran al presidente de un país, le llaman revuelta y titulan sobre el estado de excepción: «Estado […]
El golpe de Estado del pasado 30 de septiembre en Ecuador ha vuelto a dejar en evidencia el papel de los medios de comunicación. Lo más curioso de los medios españoles es que, cuando unas fuerzas de seguridad secuestran al presidente de un país, le llaman revuelta y titulan sobre el estado de excepción: «Estado de excepción en Ecuador para frenar la revuelta de policías» (ElPaís.com), «Corrrea Decreta el estado de excepción para frenar una protesta policial que ha desatado el caos» (ElMundo.es). La agencia Efe dijo que Correa «quedó atrapado» para referirse al secuestro por parte de agentes armados.
En cuanto a los medios ecuatorianos es de destacar una anécdota sucedida con Teleamazonas, un canal privado muy hostil hacia Rafael Correa, que ya había sido sancionado el pasado año por la Superintendencia de Telecomunicaciones de Ecuador por haber publicado informaciones falsas que provocaron alteraciones del orden público. También en 2008 se supo que Teleamazonas llevaba siete años sin pagar impuestos. En otra ocasion Correa acusó a Teleamazonas de cometer un «atentado a la seguridad nacional», al difundir, en connivencia con el opositor Partido Sociedad Patriótico (PSP) del ex presidente Lucio Gutiérrez, grabaciones privadas del gobierno. Pero vayamos a lo sucedido el 30 de septiembre. Cuando Correa se encontraba secuestrado por los policías en el hospital, el periodista de la Radio del Sur, desde Caracas, Marcos Salgado logra contactar con un periodista de Teleamazonas que se encuentra en el hospital, en una habitación contigua al presidente ecuatoriano. El centro sanitario está rodeado de policías rebeldes que hirieron al presidente hasta el punto de requerir asistencia médica. Salgado le pregunta si considera que Correa está retenido en el hospital contra su voluntad o no, el periodista de Teleamazonas le responde que no, que simplemente está allí resguardado por decisión propia sin que se le impida salir, aunque reconoce que los policías del exterior no permiten el acceso de los ciudadanos que de forma masiva están llegando para expresar su apoyo y garantizar su seguridad. Marcos Salgado le expresa su extrañeza porque la decisión de Correa sea voluntaria si fuera hay decenas de policías armados y hostiles contra él, sin embargo el periodista de Teleamazonas sigue insistiendo en que la presencia de Correa en el hospital es por propia voluntad. Ya terminada la conversación entre los dos periodistas, Marcos Salgado comparte con la audiencia lo sospechoso de que, mientras que los ciudadanos no pueden acceder al hospital, tampoco los miembros del gobierno, y algunos equipos de prensa como el de Telesur fueron agredidos cuando lo intentaron, el periodista del canal opositor Teleamazonas pueda estar tranquilamente en la habitación contigua del presidente. El desenlace de los hechos demostró a las pocas horas que Rafael Correa estaba secuestrado. Tan secuestrado que se necesito un operativo militar para rescatarlo. El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, leal al gobierno, emitió un comunicado en el que aseguró que «unidades de elite de las Fuerzas Armadas rescatan al señor presidente y lo llevan a Carondelet», sede del Ejecutivo en el centro histórico de Quito. El operativo fue tan violente que se saldó con al menos la muerte de un miembro del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la policía, y cinco militares heridos. Podemos concluir por tanto que Teleamazonas, propiedad del banquero ecuatoriano Fidel Egas Grijalva principal accionista del Grupo Pichincha, fue cómplice del golpe en la medida en que sus profesionales se dedicaron a negar el secuestro del presidente del país, incluso ante otros medios de comunicación, a pesar de que conocían la realidad por encontrarse en el lugar de los hechos de una forma sólo comprensible por su connivencia con los sectores armados golpistas.
También es de destacar, una vez más, el papel de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el consorcio patronal de medios americanos que combate las iniciativas públicas de algunos gobiernos latinoamericanos por desarrollar medios de comunicación públicos. Con el presidente de Ecuador secuestrado por los agentes armados y la represión policial de los golpistas con los periodistas, la SIP se dedicaba a condenar la violación a la libertad de prensa que implica la obligatoriedad de enlazar a la televisión y la radio privada, a la señal de la cadena estatal. Se trataba de una orden del Ejecutivo para que la televisión privada estuviera enlazada a la pública ante la contingencia nacional que implicaba el secuestro del Presidente de la República y así el gobierno legítimo poder dirigirse a la ciudadanía (en España se hace para escuchar al rey en Navidad). Por su parte, el presidente de la SIP, Alejandro Aguirre, subdirector a su vez de Diario de Las Américas, de Miami, se refirió a al golpe en Ecuador como «la situación de convulsión que atraviesa».
Mientras la SIP emitía este pronunciamiento, en Quito los golpistas trataban de derribar las torres de transmisión de los canales nacionales.
Para terminar, vale la pena hacer algún comentario sobre el papel de los medios alternativos y comunitarios. Entre ellos, es de destacar el magnífico trabajo que hicieron desde Radio del Sur donde, gracias a su emisión en vivo por internet y sus conexiones en directa al lugar de los hechos, desde cualquier lugar del mundo pudimos escuchar de primera mano los acontecimientos de Ecuador. En cambio, una vez más, cómo sucede desde su creación, la emisión de vídeo por internet de Telesur volvió a caerse por exceso de tráfico, algo que se repite siempre que pasa algún acontecimiento trascendente en América Latina.
Pascual Serrano es periodista. Sus últimos libros son «El periodismo es noticia» (Icaria) y Desinformación (Península).
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