Traducido para Rebelión por Rafael Morales
De Sartre a Rothschild. El periódico fundado en 1973 por Sartre y por intelectuales maoístas cae en manos del barón Edouard de Rothschild que con una inversión de 20 millones de euros es desde ayer el principal accionista. Con el beneplácito del 57’3% de la plantilla de «Libé«.
El hecho tiene un fuerte contenido simbólico. El periódico fundado en 1973 por Sartre y por intelectuales maoístas cae en manos del barón Edouard Rothschild -cuarenta y siete años, banquero internacional- que, gracias a una inversión de 20 millones de euros, se convierte en el principal accionista del diario con el 37% del capital; en cambio, la parte de la sociedad que reúne a la plantilla del periódico, aunque conserva por el momento la minoría de bloqueo en el derecho a voto (33’34%), baja del 36’4% al 19%. La decisión fue sometida al voto de los empleados: la propuesta de Rothschild fue aprobada por el 57’3%. Con algunas diferencias entre la redacción (de 252 periodistas que votaron, 161 dijeron sí, 81 no), los «administrativos» (28 sí, 55 no y 5 votos en blanco) y los técnicos (que rechazaron la propuesta con solo 7 votos a favor, entre 35 votantes). ¿Traición de los «cuellos blancos»? En absoluto. Según la opinión de Jean Guisnel que ha trabajado en Libération durante veinticuatro años y que es autor del libro Libération: la biographie (La Découverte, 1999) «hace años que hay participaciones importantes, como el grupo Chargeurs o un fondo de inversión inglés. Es una decisión de orden simbólico no obstante el símbolo haya desaparecido hace mucho tiempo. En todo caso no se trata de una revolución porque aunque la inversión llegue del exterior, la redacción conserva el poder». Guisnel bromea acerca de lo que define como «guiño» a la historia del periódico: «entre los fundadores de Libération había uno procedente de la prensa hípica y a Rothschild también le interesa la hípica», teniendo en cuenta que ha sido propietario de caballos de carreras y es actualmente el presidente de France Galop, la sociedad que organiza las carreras.
«Ha prevalecido la cruda realidad», se comenta en la redacción. Según el gerente del colectivo de empleados, Hervé Nathan, la decisión se ha tomado teniendo en cuenta la necesidad de nuevos aires financieros que eviten el cierre y permitan el desarrollo, «en un clima general de prensa claudicante» y, añade: «habrá que vigilar activamente los valores del periódico». El capital de Rothschild se unirá a los de Seydoux (que baja del 21’77% al 17’3%), el fondo de inversión ingles 3i (que pasa del 20’77% al 10’8%) y el accionista histórico Communications et Participations (del 13’06% al 10’4%). Edouard de Rothschild asumirá el cargo de vicepresidente del consejo de administración donde colocará algunos de sus colaboradores (Agnés Touraine y Guillaume Hannezo, ex Vivendi Universal, entrarían como administradores además de Lionel Zinsou, ex Danone de la época de Antoine Riboud y que financió Libération en otros tiempos).
El banquero prometió no interferir con las decisiones de la redacción expresando su voluntad de «desarrollar plenamente el papel de accionista, sobre todo en lo que se refiere al ámbito de la gestión financiera». El banco Lazard , al que la dirección del periódico había confiado el encargo de encontrar un nuevo accionista, recurrió a Edouard de Rothschild después del fracaso de las negociaciones iniciadas con el financiero Vicent Bolloré (que al parecer pretendía demasiado y tenía la intención de utilizar Libération para lanzar una TV digital el próximo mes de marzo). Edouard de Rothschild afirma que para él «comienza una nueva vida», después de haber sido «consejero para los demás» por fin se convierte en «empresario». El objetivo de Rothschild es construir un «grupo de prensa» en torno a Libération que representa «una firma sólida, dotada de gran notoriedad». Por el momento, sin contar con el proyecto de bajar el precio del periódico (ahora cuesta 1’20 euros) y aumentar los suplementos, no hay ideas concretas. Uno de los proyectos es la creación de un «comité de desarrollo», sobre el que pesará la «longa manus» del principal accionista al no formar parte del mismo los representantes del personal que serán en todo caso informados y consultados. Además, Rothschild tendrá la posibilidad de aumentar su participación del 37% al 49% si las exigencias de rentabilidad -situadas en un nivel alto para un periódico- no fueran respetadas. Si bien Edouard de Rothschild prometió verbalmente no superar el 40%, esta posibilidad ha empujado a la CGT y al sindicato Sud a solicitar el voto negativo al ingreso del financiero. Edouard de Rothschild será además quien nombrará al sucesor del director Serge July -en el cargo hasta el 2012- si bien el colectivo de empleados podrá ejercer el derecho de veto.
Se abre así una nueva fase de la historia de Libération, colofón de una serie de decisiones tomadas en los últimos años. «¿Qué queda de mayo del 68?», se preguntaba Jean Guisnel en la introducción de su libro del 99. «El periódico fundado en el 73 por los maoístas y Jean Paul Sartre es sin lugar a dudas la más sorprendente aventura de prensa de la posguerra en Francia. Al principio fue una idea completamente enloquecida y alejada de la realidad más allá de lo racional. Pero la revuelta estudiantil algo había enseñado a sus protagonistas: la utopía puede ser racional, se puede intentar lo imposible. En estas condiciones no hay que extrañarse si la historia del periódico se confunde con la de los últimos treinta años». Este ultimo episodio -Rothschild- forma parte de la historia actual así como el incremento de los costos de producción de la prensa, cada vez más altos en un mundo cada vez más competitivo. «Libération es una aventura moderna», escribía Guisnel y nos guste o no el ingreso de Rothschild es uno de sus aspectos.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes desde que, tras un breve experimento como agencia de prensa, el 18 de abril de 1973 apareció el primer ejemplar de cuatro páginas dirigido por Jean Paul Sartre, «periódico diario enteramente libre» y que estaría en los quioscos un mes después, el 22 de mayo. La primera crisis llegaría en el 81 cuando «Libé» suspende las publicaciones y se ve obligada a efectuar despidos. El periódico se recupera con la victoria de Mitterrand. Pero algunas cosas han cambiado: donantes privados que echan mano a la cartera (entre otros la actriz Isabell Huppert) y la aceptación de la publicidad en el 82.
El 82 es también el año de la diferenciación de los sueldos en el interior del periódico que comenzó con la igualdad de salarios. Once años después llegará la apertura a los «capitalistas» Antoine Riboud Danone, Serge Trigano Club Méditerranée y Jerome Seydoux Chargeurs. Durante otra crisis con una reorganización de capital seguida de despidos, el grupo Chargeurs se hace con el control de periódico en el 96. La estructura del capital será reorganizada nuevamente en el 2001: entonces el colectivo de empleados se convierte en el principal accionista (36’4%del capital) junto con Pathé (Seydoux), el fondo de inversiones 3i y Communications et participations . En treinta años el pequeño diario de cuatro paginas se ha convertido en un periódico de treinta y seis con una tirada diaria aproximada de ciento setenta mil ejemplares. Pero la crisis amenaza en general a toda la prensa escrita francesa.