Repetidas amenazas de muerte y varias persecuciones obligaron a la periodista mexicana Verónica Basurto a exiliarse en España, donde apenas lleva un año. Tiempo suficiente para darse cuenta de «varias circunstancias en contra de los periodistas y la libertad de expresión. México tiene otras formas, hasta violentas, pero no significa que lo que ocurra en […]
«Cada uno podrá interpretar como quiera las miserias del presente», escribe a modo de invitación Pedro J. Ramírez en su última carta como director de El Mundo. Lo que ha venido después ha sido precisamente la interpretación, reinterpretación y sobreinterpretación de su segunda destitución al frente de un periódico nacional, tras la sufrida en 1989 con Diario 16. La secuencia está aderezada por su artículo de opinión para The New York Times, en el que denuncia haber sido sustituido por «hablar claro», cuando «la democracia está en su momento más frágil desde la muerte de Franco». Después sucedió que el periodista acusó al diario estadounidense de manipulación. Y finalmente (al menos por ahora) ha llegado la réplica de la cabecera neoyorquina, que ha enviado una nota a la Agencia EFE desmintiendo los cambios y asegurando que «fue traducido cuidadosamente».
Alrededor, pero más allá de los dimes y diretes que esconde el cambio de cromos al frente de El Mundo (el cargo lo ha asumido el hasta ahora vicedirector del rotativo), se acumulan las explicaciones de quienes cuestionan la libertad de prensa en el Estado español. El Confidencial ha querido que sean los medios, organizaciones y periodistas extranjeros quienes diagnostiquen la salud o la enfermedad de la libertad de prensa española. Con matices y excepciones, hay consenso en que el notable bajo en el que parecía instalado el periodismo nacional está de capa caída y corre el inminente riesgo de caer en picado.
Puesto 36 de 179 países
La última clasificación mundial de Reporteros Sin Fronteras (RSF) sitúa a España en el puesto 36 en cuanto la libertad de prensa, posición que corrige a la baja el listado de Freedom House, retrasándola hasta el puesto 52. La puntuación de ambas oenegés corresponde a sus últimos informes, los publicados en 2013 con datos del ejercicio anterior, es decir, cuando la crisis ya azotaba a las empresas de comunicación pero, entre otras cosas, Mariano Rajoy todavía no había comparecido a través de una pantalla de plasma ni se había producido el primer cierre de un canal autonómico, Radiotelevisión Valenciana.
El vaso está medio lleno considerando que RSF analiza un total de 179 países y que Freedom House hace lo propio con 197. La libertad de prensa en España figura en todo caso en la parte noble de la tabla y, como recuerda la experta en comunicación política e investigadora del Gigapp (Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Públicas) Palmira Chavero, «no se puede decir que no hay ninguna libertad de prensa, pues sería obviar los logros alcanzados. Esperar alcanzar el ideal es un error, por cuanto los medios tienen muchos factores de los que dependen directamente, en primer lugar, las grandes empresas de las que forman parte y que en muchos casos nada tienen que ver con la comunicación».
Pocas dudas admite también la comparación con la realidad que viven países como los sudamericanos, entre los que apenas Uruguay mantiene una situación análoga a la española, lo que podría explicar la buena percepción que tienen algunos profesionales latinos al respecto del panorama mediático español. «Los medios privados informan e informan bien, como demuestra la cobertura del caso Gürtel, el de Bárcenas y el de la Casa Real», subraya el periodista y profesor ecuatoriano Jorge Aguirre. Una opinión similar tiene el investigador Eduardo Albán, quien considera que «en los noticieros españoles, a pesar de su relación con el mercado y el poder, todavía existe esa facilidad de que los periodistas critiquen al político en el cargo. No han perdido esa facilidad de hablar ni siquiera en el canal público». «Hay libertad de publicar y de difundir ideas, aunque el caso de Pedro J. ha recordado que hay que seguir trabajando para consolidar esa libertad de prensa», concluye, por su parte, el comunicador social mexicano Luis Enrique Pacheco.
A la cola de Europa occidental
El vaso queda medio vacío tras un análisis más exhaustivo de las puntuaciones de RSF y Freedom House, que evidencian que la libertad de prensa en el Estado se sitúa a rebufo de los países de Europa occidental, apenas por delante de las valoraciones de Grecia e Italia (y por escaso margen también superando a Francia, en el caso de RSF), y lejos de los puestos cabeceros. Finlandia, Países Bajos, Noruega o Islandia copan las posiciones privilegiadas en ambas listas. Según explica la periodista hispanoislandesa Alda Ólafsson, «la diferencia fundamental tiene que ver con que Islandia goza de una larga tradición de defensa de los valores democráticos. Es fácil ser periodista en Islandia porque son 320.000 habitantes y no es extraño acceder a los personajes públicos con facilidad».
Su análisis lo completa el periodista de la Radio Nacional de Islandia Kristinn R. Ólafsson: «Formalmente sí hay libertad de prensa en España y muchos ejemplos de cómo la prensa actúa con libertad, exponiendo asuntos espinosos. Lo que lastra la prensa, no sé si me atrevo a decir la mayoría de los medios españoles, es que muy a menudo las noticias se tratan desde un punto de vista político e ideológico preconcebido».
El informe de Freedom House divide a los países en tres categorías: con libertad de prensa, sin ella y parcial. El baremo es de 0 a 100, en un rango en el que una puntuación nula simboliza la situación ideal. España alcanza una calificación de 27, la misma que Cabo Verde y la República de Kiribati, tan solo tres puntos por encima de la línea que separa a las naciones que disfrutan de libertad de prensa de las que sólo la tienen en parte.
«Tomamos nota de la politización de la radiotelevisión estatal, con periodistas despedidos por razones políticas. Y también tuvimos en cuentalos problemas que tienen los medios españoles por la crisis económica», especifica el vicepresidente de investigaciones de Freedom House, Arch Puddington, para explicar la puntuación española.
Ni gota de agua tiene el vaso que presenta el documentalista y periodista independiente Unai Aranzadi, quien pone en tela de juicio valoraciones como la de RSF y está convencido de que «en España no hay libertad de prensa real. El director de Egin sigue en la cárcel por un cierre que hasta los juzgados declararon no procedente. Y aún no se ha compensado de ninguna forma a Egunkaria tras ganar el juicio; además, hace pocos meses la Unión Europea denunció las torturas sufridas por su director, Martxelo Otamendi. Esto es único en la UE».
El filtro de los gabinetes y las ruedas de prensa sin preguntas
Las anteriores son las diferentes gradaciones del debate acerca de una libertad de prensa que los corresponsales extranjeros en España sufren en su propia piel, día sí y día también. El presidente del Círculo de Corresponsales Extranjeros en España, el alemán Hans-Günter Kellner, echa en falta «la filosofía de que la información es pública. Los gabinetes de prensa administran las fuentes como premios a los periodistas que consideran dignos de esa atención. Es el mayor problema que tenemos. Es realmente grave y cada vez va a peor, provocando que tardemos mucho en acceder a la información, lo que no entienden muchos de los medios para los que trabajamos. Sería algo impensable en Alemania».
Colaborador de la radio Deutschlandfunk y de la agencia EPD, Kellner aclara que «sucede con este Gobierno y sucedía ya con el anterior. Aunque siempre hay excepciones personales, es un problema de cultura democrática». Denuncia además que «se abusa» de las ruedas de prensa sin preguntas («una excepción en otros países») y del off the record, «que se ha convertido en habitual cuando lo contrario debería ser la regla, actitud que se corresponde con una información cocinada en círculos pequeños y cerrados». Califica de «gestión muy desafortunada de los jefes de comunicación» las apariciones de Mariano Rajoy a través de la pantalla de plasma, pero entiende que «no se trata de una censura, sino simplemente de que en los discursos que antes se producían en el seno del PP ni siquiera existía esa pantalla. Fue un malogrado intento de trasparencia, agravado porque se produce en un contexto en el que es muy difícil realizar preguntas al presidente del Gobierno, que concede contadas entrevistas y poquísimas ruedas de prensa».
La crisis económico-financiera ha debilitado la libertad de prensa en numerosos países, con declives notables en el Sur de Europa, tal y como reflejan los análisis de Freedom House sobre Grecia y España: «Esto conduce a una sensación de que los medios de masas ya no son capaces de realizar su función de vigilantes ni de informar adecuadamente a los ciudadanos. La diversidad mediática en España se ha visto afectada, mientras el mercado publicitario se ha contraído, han cerrado cabeceras, se ha recortado personal y los salarios se han reducido», enfatiza su informe Libertad de Prensa 2013.
Un panorama que recae, recuerda la investigadora del Gigapp, «sobre la propia crisis interna de la profesión periodística». Palmira Chavero no olvida el apagón de Canal Nou el pasado 29 de noviembre y hace hincapié en que el cierre de medios de comunicación públicos es «una manera de atentar contra la libertad de prensa, por cuanto el Estado ha de asumir la responsabilidad de formar una sociedad crítica y autónoma. Es un recorte de derechos sociales a largo plazo, porque la formación de una sociedad instruida y crítica es la espina dorsal para el futuro de un país».
La labor de los periodistas ha estado ya en el punto de mira de las fuerzas de seguridad, «que presionaron y dificultaron su trabajo», critica Reporteros Sin Fronteras en su Informe Anual 2013, que desgrana las «actuaciones más comunes»: el abuso de relegar a los reporteros a posiciones alejadas, rechazar sus credenciales, exigir a los freelancer un chaleco identificativo que no es obligatorio, «y en ocasiones incluso se llegaron a efectuar cargas contra ellos y hubo denuncias por desacato, lo que suele derivar en multas y procesos judiciales».
Debilidad de la profesión y dos leyes controvertidas
En el eclipse de la libertad de prensa también hay autocrítica. La de los propios profesionales que, como la mexicana Verónica Basurto, consideran que «la censura en España se volvió cómoda; es decir, si como periodista tengo garantizado mi sueldo, entonces parece que no importa ser vocero del partido o del Gobierno de turno. No justifico a los políticos pero el cierre de la televisión también lo permitieron los comunicadores. Es un juego perverso que daña al periodismo en general. Por esos periodistas no creo que haya mucho que hacer».
Dos normativas han calado en este contexto. La primera es la Ley de Transparencia, Acceso a la Información y Buen Gobierno, aprobada por el Parlamento en noviembre y que, a juicio de RSF, es «una ocasión perdida y un paso atrás en el derecho a la información». El Informe Anual de 2013 de RSF la considera «insuficiente, ya que no reconoce el acceso a la información como un derecho fundamental, no afecta a todos los estamentos del Estado, excluye muchos tipos de información pública, y además establece como respuesta válida el silencio negativo. Por último, crea un organismo de revisión que no es independiente, no tiene poder vinculante y no establece sanción relevante por ocultar información».
La segunda normativa es el proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana, aprobado por el Gobierno pero pendiente aún de pasar por el Parlamento. El presidente del Círculo de Corresponsales Extranjeros ve «un paralelismo peligrosísimo con Ucrania, donde hay que recordar que uno de los motivos de las protestas era la intención de recortar la libertad de manifestarse. Es de esperar que los diputados sepan corregir esos problemas durante el trámite parlamentario». La que algunos tachan de nueva ‘ley mordaza’ «pondría serias dificultades para informar sobre cualquier actuación policial en la calle y abriría la puerta a la censura», asegura RSF.
Posible salida de los países con libertad de expresión
En los próximos días RSF actualiza su clasificación de libertad de prensa, y para mayo debería estar listo el informe 2014 de Freedom House. Su vicepresidente de investigaciones adelanta que «la combinación de la crisis económica y la presión impuesta por el Gobierno de Rajoy sobre los medios puede perfectamente conducir a un declive de España más allá de uno o dos puntos. Habrá que ver si España cae directamente en la categoría de los países con libertad de prensa parcial».
Desde su exilio, Verónica Basurto alerta de que en España «está creciendo la censura y la autocensura. Con mi experiencia he aprendido que a veces tenemos que preguntarnos si podemos con las consecuencias de una información. Es una pregunta que en mi contexto significa que si no lo hago puede que me maten… en el contexto de ustedes implica una agresión menor, pero agresión contra el periodista y la libertad de prensa. A veces me da la impresión de que el periodismo, en España, se acabó».
Fuente original: www.elconfidencial.com.