Este miércoles 22 de diciembre, a las 17 horas, el Tribunal Oral Federal Nº 1 dio a conocer las sentencias en el juicio que se les sigue a Jorge Rafael Videla, Luciano Benjamín Menéndez y otros 30 imputados en Córdoba, por crímenes de lesa humanidad cometidos en la provincia durante la última dictadura cívico-militar. Son […]
Este miércoles 22 de diciembre, a las 17 horas, el Tribunal Oral Federal Nº 1 dio a conocer las sentencias en el juicio que se les sigue a Jorge Rafael Videla, Luciano Benjamín Menéndez y otros 30 imputados en Córdoba, por crímenes de lesa humanidad cometidos en la provincia durante la última dictadura cívico-militar. Son de público conocimiento, y no las detallo.
Alguno de los más dramáticos episodios ocurrieron en la Unidad Penitenciaria San Martín (UP1), en la capital de la provincia, como el ocurrido al militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) José René Moukarzel.
El mediodía del 14 de julio de 1976, el teniente Gustavo Adolfo Alsina sorprendió a Moukarzel cuando recibía un paquete de sal de un preso común, al que conocía por ser santiagueño como él. El preso común fue a los calabozos de castigo, el guardiacárcel que permitió la transacción castigado con ocho días de arresto, y Moukarzel fue arrastrado hasta el patio del pabellón 14, donde alojaban a las mujeres, y estaqueado desnudo.
Durante todo el resto del día fue golpeado con un bastón de goma, y mojado con baldes de agua. «Desnudo sobre el barro, en un momento observé cómo el verdugo, arrimaba piedras y cascotes con el pié, bajo los riñones de Moukarsel», relató la presa política Irma Fuentes de Salis. La tortura fue permanente. Durante toda esa tarde y esa noche se escucharon quejidos hasta cerca de la medianoche en que se hizo un silencio total. «La temperatura era bajísima, quizás la más fría de ese nefasto invierno.»
A medianoche fue llevado a la enfermería, pero el teniente Alsina impidió que se le efectúe cualquier maniobra de reanimación. Este médico, que viajó de su Santiago natal para estudiar en Córdoba, y allí se recibió, militó, se casó, tuvo una hija, encontró la muerte a la una de la mañana del día 15. Tenía 27 años, y sus amigos y compañeros lo llamaban «El Turco».
Si bien es cierto que la dictadura de el «Proceso» llevó a niveles de paroxismo la crueldad y la barbarie, pueden encontrarse antecedentes en nuestra historia, en las que el miedo a perder los privilegios lleva a quienes los detentan, a instrumentar e instigar prácticas de terrorismo represivo aparentemente sin proporción.
Encontramos un antecedente en la historia de nuestro pueblo, que se asemeja a lo acontecido al Turco Moukarsel. Está relatado por Emilio Corbiere en «Historia de los gráficos» un texto escrito en 1987, con motivo de los 130 años de la formación del primer sindicato argentino: la Sociedad Tipográfica Bonaerense.
Dice: «En 1921, cuando se eligió el último consejo federal de la FORA, seis gráficos fueron nominados para ocupar cargos directivos: Miguel Briuolo, Ruggiero Rúgilo, Juan Greco, Vicente Todaro, José F. Penelón y Bartolomé Senra Pacheco
La huelga de junio de 1921 llevó a muchos dirigentes foristas a la cárcel y tanto Marotta como Rúgilo relataron cómo Bartolomé Senra Pacheco, subsecretario de la FORA, enfermo, fue expuesto a la intemperie en una terraza del Departamento de Policía, razón por la cual sufrió una bronconeumonía que lo llevó, pocos días después, a la muerte. «Con él -decía. Marottala- la clase obrera Argentina y su movimiento sindical perdieron a un militante de relevantes cualidades morales e intelectuales, en plena madurez, ya un idealista alentado por honda pasión de combatiente.» Los gráficos habían dado otro mártir en la lucha por la liberación de los trabajadores.»
Separados por 55 años, estos dos episodios no son parangonables, quizás, desde el punto de vista de la crueldad activa puesta en obra en el caso del Turco: estaqueo, golpes, frío, negarse a la atención. Pero si lo son desde el desprecio a la vida, la violación de toda norma legal o ética que llevó -y lleva- a los represores a transgredir cualquier límite en defensa de un orden injusto.
Eduardo Pérez es militante gráfico, autor y periodista
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.