Pascual Serrano, periodista valenciano, fundó hace once años Rebelión y desde hace uno y medio es miembro del Consejo Asesor de TeleSur, el proyecto de información alternativa puesto en marcha por los gobiernos de Venezuela, Cuba, Argentina y Uruguay, al que se ha sumado Bolivia. Pascual Serrano se acercó a Euskal Herria para explicar el […]
Pascual Serrano, periodista valenciano, fundó hace once años Rebelión y desde hace uno y medio es miembro del Consejo Asesor de TeleSur, el proyecto de información alternativa puesto en marcha por los gobiernos de Venezuela, Cuba, Argentina y Uruguay, al que se ha sumado Bolivia.
Pascual Serrano se acercó a Euskal Herria para explicar el proyecto de TeleSur, impulsado por cinco estados latinoamericanos y al que probablemente se van a incorporar Nicaragua y Ecuador, con el que pretende ser la alternativa de los pueblos del Sur a la hegemonía informativa de los grandes medios.
Un proyecto que se ha extendido como un reguero por toda América Latina y las comunidades hispanas de EEUU y que en un plazo de dos o tres meses, calcula Serrano, se captará también en Europa, tras desembolsar, eso sí, entre 750.000 y un millón de dólares al año, que es, resalta, «lo que cuesta la libertad de expresión en Europa».
¿Con qué objetivos nace TeleSur?
TeleSur recoge el guante del Informe McBride de la UNESCO, que denuncia el control de la información por parte de los países del Norte. Por primera vez, cuatro estados, que ya son cinco, deciden crear un medio internacional, en este caso, una televisión, que reivindique el protagonismo de los pueblos del Sur en el panorama informativo dominado por el Norte.
¿Ha encontrado muchas trabas?
El primero, el control del mercado de las tecnologías. El Sur, aunque tenga gobiernos dispuestos a dedicar recursos, no tiene un satélite y eso complica la emisión en la otra parte del mundo, en Europa. Otra traba es el control que tienen las empresas de distribución de la señal por cable en el continente americano. Hace falta una empresa que distribuya tu contenido. Y, respecto a los contenidos, te das cuenta de que aunque tu agenda informativa y tus enfoques sean diferentes, las imágenes las controlan cuatro agencias de comunicación y, en televisión, si no hay imágenes no hay noticia.
¿Cómo se soluciona? ¿Colaborando con medios alternativos?
Creando corresponsalías. En todas las capitales de América Latina y en Washington hay corresponsalías, y en muchas ciudades latinoamericanas hay colaboradores. Las colaboraciones con los medios alternativos están costando mucho, porque no tienen unos parámetros técnicos válidos y los mecanismos para enviar imágenes son complejos en América Latina… Para bien o para mal, TeleSur funciona con cánones técnicos muy altos. No queríamos el modelo de la televisión comunitaria, en el que la calidad técnica se deja en un segundo plano.
¿Se ha logrado realmente poner en marcha un modelo alternativo de información?
Se ha conseguido hacer todo e incluso más de lo que se puede conseguir en año y medio. Lo que ocurre es que poner en marcha una televisión de contenidos informativos de ámbito internacional es muy complejo. Los periodistas tienen que cambiar su mentalidad y no dejarse llevar por la agenda de los grandes medios, se tiene que crear una infraestructura de corresponsalías que resuelva el oligopolio de imágenes de las grandes agencias, consolidar una estructura de distribución de tu señal…
¿Puede un modelo como el de TeleSur competir con los grandes medios de comunicación o se queda en algo marginal?
Ya no es marginal. Hasta ahora los proyectos alternativos tenían asumido que eran alternativos al modelo dominante. El salto de TeleSur rompe esa situación de humildad obligada. Se tiene la vocación de conseguir que los demás sean los alternativos. Es decir, la CNN puede ser la alternativa y nosotros, el medio predominante. Eso se puede conseguir porque hay cinco estados que apuestan por TeleSur y le dedican recursos, porque la agenda política contempla a TeleSur de una forma predominante a la hora de establecer coberturas informativas, porque tenemos corresponsalías y acuerdos con todas las grandes agencias… Por primera vez, ahora nos hablamos de tú a tú con los grandes medios.
¿El mismo objetivo de crear un modelo alternativo de información está detrás de la creación de Rebelión?
En once años Rebelión ha conseguido dos patrimonios importantes: saber crear una agenda informativa propia diferente a la dominante y crear sus contactos con analistas, intelectuales y especialistas de habla hispana de todo el mundo. Esos dos valores son lo que ha tenido en cuenta TeleSur para establecer un puente conmigo.
¿Pero coinciden Rebelión y TeleSur en sus objetivos?
Rebelión, hace once años, no sabía qué quería ni qué iba a ser y tampoco sabíamos qué iba a ser internet. Entonces no esperábamos tener público lector, queríamos ser una agencia y suministrar a medios alternativos. ¿Cómo íbamos a pretender que alguien se enterase de que existía Rebelión si no había buscadores ni los grandes medios tenían web? Al final, todo estaba en internet y acabamos dirigiéndonos a la población en general. Ahora sabemos lo que somos pero nunca supimos lo que íbamos a ser.
Ha resaltado la incapacidad de crear una verdadera alternativa comunicacional. ¿Rebelión y TeleSur tampoco lo son?
Seguimos teniendo muchas limitaciones en la información alternativa. Necesitamos mejorar mucho la calidad y tener mucho más rigor informativo, superando fases panfletarias. Tenemos que mejorar mucho, tanto en Rebelión como en TeleSur. Con el tiempo vamos avanzando. Los grandes medios están perdiendo poco a poco su inmerecida crebilidad y los medios alternativos avanzamos en rigor y capacidad. TeleSur avanza más, porque tiene unas conexiones que no tiene Rebelión ni ningún otro, pero me indigna ver cómo los medios alternativos seguimos siendo insuficientes. Con el tiempo nos hemos dado cuenta de que las cosas hay que hacerlas bien, con calidad y con rigor informativo, con un estilo que no sea panfletario.
La realidad informativa de Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Colombia, EEUU o Cuba es muy diferente ¿Sirve el mismo modelo para todos?
Sí, debe servir. Los cubanos también tienen que ver cosas diferentes a las que ven en los medios cubanos. También a ellos les hace falta una bocanada de aire fresco desde fuera. El mecanismo de la información cubana es manifiestamente mejorable y para Cuba es necesaria TeleSur. Para los países del Tercer Mundo, por unas razones, y para los del Primer Mundo, por otras, porque el control de las grandes agencias, que son las mismas, se da en todos.
¿Cree necesario un modelo similar en otros lugares del mundo, como puede ser Europa?
Similar sería en la medida en que los gobiernos de esos países demuestren el nivel de soberanía, dignidad y decencia de los que han creado TeleSur y no parece fácil. Es una condición sine qua non. Cuando nuestros gobiernos consideren más importante informar desde el punto de vista del pueblo boliviano que desde el punto de vista de los intereses de Repsol, tendremos un medio que responda no a los intereses de Repsol sino a los del pueblo boliviano.
Recientemente se ha suscitado una nueva polémica en Venezuela relacionada con la no renovación de la licencia a un medio de comunicación.
Lo que va a pasar es que se le ha caducado la licencia al canal RCTV y no se le va a renovar. Las licencias son una potestad de los gobiernos, no sólo en Venezuela, para, en base a los mecanismos de pluralidad o equilibrio, dárselas a quien consideren oportuno. Se está presentando como un cierre por razones ideológicas, lo que, evidentemente, es mentira. Las razones para no renovarla están objetivadas en la legislación: no sólo apoyó un golpe de Estado en abril de 2002, sino que además no cumple determinadas normas sobre responsabilidad civil de los medios de comunicación. Esa licencia se le va a dar a otro medio. Todos los días cierran medios y nunca merece ninguna atención. En Venezuela, las únicas televisiones que se han cerrado lo han hecho grupos opositores a Chávez.
¿Ha sido Chávez un revulsivo para América Latina?
Sin duda. Además, Chávez ha dejado en evidencia a los que decían que Cuba y el socialismo son sistemas dictatoriales. Si tanto apuestan por la democracia representativa y las elecciones, éstas las sigue ganando Chávez. También se evidencia su doble rasero, para ellos quien más elecciones gana en América Latina es un dictador porque es de izquierda. A ellos no les molesta que se hagan o no elecciones, que se ganen o no, lo que les molesta es que los que ganan sean de izquierda. Ahora también lo es Evo Morales, en Bolivia. En pocas palabras, lo que les molesta es el socialismo, no que haya o no elecciones, lo que les molesta es que se nacionalicen los recursos naturales.
En su último libro habla de la manipulación de los medios de comunicación. ¿Es general o excepcional?
Estamos avanzando mucho en dejar en evidencia la miseria de los dominantes. Se les puede pillar todos los días, pero hay que ir formando a la ciudadanía para que se defienda de los medios y recordarle constantemente cómo engañan, manipulan y tergiversan. Nos lo ponen muy fácil, porque todos los días hay ejemplos elocuentes.
¿Algún país se salva de la manipulación informativa?
No se salva nadie, pero en algunos no han conseguido manipular tanto por cuestiones culturales. Por ejemplo, a los indígenas de Bolivia (y algunas comunidades indígenas de Chiapas) no les engañaron porque la mayoría tienen su propia lengua, su cultura y no tienen televisión. Algunas discronologías culturales han permitido que no se les colonice mediáticamente.
¿Recuerda alguna «perla informativa» reciente?
El dominical del «El País» de hace dos semanas publicó un reportaje sobre las mujeres violadas en Ruanda. La información empezaba con algo así como que lo que pasó en Ruanda fue un tsunami que duró tres meses, dejó 800.000 muertos y se fue. Es el modo más claro de eximir de responsabilidades a los que vendieron las armas, a las empresas que sacaron de allí los diamantes y el contal, a los enfrentamientos de las potencias francófonas y la anglofonía… Una masacre de 800.000 muertos en Ruanda es un tsunami inevitable. No hay culpables.
«Que la verdad resplandezca en los medios, que la ficción no siga siendo noticia y que la opinión no sustituya a la realidad» debería ser una máxima del periodista. ¿Es una utopía?
Cada vez más la gente va a ir reaccionando y los medios cabe la posibilidad de que adapten o mejoren sus mecanismos de manipulación. Pero esto es una carrera entre nuestra capacidad de defendernos de su manipulación y su capacidad de ir refinando sus técnicas. Por eso es muy importante formar a la gente y crear anticuerpos frente a sus métodos.