En el mes de Junio de 1977, un abogado irlandés, Premio Nobel de la Paz, de nombre Sean Mac Bride dirigió un polémico discurso en la sede de la Unesco sobre la importancia, los problemas y las tendencias de los medios de comunicación en la organización de la sociedad de esa época. El discurso, entre […]
En el mes de Junio de 1977, un abogado irlandés, Premio Nobel de la Paz, de nombre Sean Mac Bride dirigió un polémico discurso en la sede de la Unesco sobre la importancia, los problemas y las tendencias de los medios de comunicación en la organización de la sociedad de esa época. El discurso, entre otros temas, se orientó principalmente a denunciar la manifiesta debilidad de los medios frente al asedio y los intereses del poder económico y político dominante. Este discurso dio origen a la conformación de una comisión internacional para analizar la problemática y el papel de los medios de comunicación masiva a nivel mundial. Este acontecimiento sin precedentes causó una férrea oposición de los Estados Unidos y sus aliados temiendo que se afectarían sus intereses económicos y geopolíticos. La Comisión, al final, elaboró un informe titulado «Un solo Mundo, Voces Múltiples» en donde planteó el establecimiento de un nuevo modelo comunicacional para la sociedad que promoviera la paz y un equilibrado desarrollo de la sociedad; igualmente denunció la inconveniencia de los monopolios en los medios de comunicación por ser contraproducentes al derecho y a la libertad de las personas, la eliminación de los desequilibrios en el uso de los recursos tecnológicos comunicacionales y la igualdad en el acceso y la difusión de la información. Este contundente informe desnudó por primera vez ante la comunidad internacional el creciente proceso de control sobre la dinámica de la información y la comunicación que se venía gestando a nivel mundial por parte de las grandes corporaciones mediáticas fuertemente apoyadas en esta orientación por los gobiernos de los países desarrollados. Dicho informe fue la causa de que la Casa Blanca decidiera retirarse de la Unesco como un rechazo a las conclusiones de esta comisión no sin antes hacer una feroz campaña de descrédito contra Mac Bride y su informe que terminaron ahogando esta iniciativa en un océano de confusiones, tergiversaciones y calumnias.
Los análisis realizados por la Comisión Mac Bride evidenciaron que existían severas distorsiones de contenido en las noticias y un marcado monopolio en los flujos de información y comunicación desde los países desarrollados hacia el resto del mundo y viceversa por efecto de la acción de grandes conglomerados mediáticos comprometidos con los intereses económicos y políticos de estos países dominantes con lo cual se podría, como de hecho ha sido, modificar y desplazar los valores culturales propios de los pueblos receptores de estos flujos de información. Igualmente se corría el riesgo cierto de manipular y fragmentar la conciencia de los pueblos para imponer criterios, conceptos y patrones de consumo y comportamiento foráneos incompatibles con la autodeterminación y el desarrollo nacional autónomo, lo cual eran un paso previo para aplicar modelos de dependencia y dominación económica y política. Las investigaciones también demostraron que, al igual que hoy, la producción, emisión y distribución de información y noticias se encontraban centralizadas en grandes corporaciones mediáticas con sede en solo tres países: Estados Unidos, Francia e Inglaterra, por lo cual el manejo informativo de los acontecimientos mundiales nunca fue ni ha sido objetivo o neutral, casi siempre se incurrió en ocultamientos, prejuicios, omisiones y distorsiones intencionalmente generadas con el fin de sacar provecho y favorecer sus intereses comerciales, políticos y geoestratégicos.
En razón de estas investigaciones y análisis en el Informe Mac Bride se plantearon algunas conclusiones que hoy continúan estando vigentes y que son muy importantes y esclarecedoras para entender e impulsar la modificación de la dinámica comunicacional imperante:
1-. Todos los pueblos del mundo tienen el inalienable derecho a recibir informaciones adecuadas y objetivas;
2-. Se debe garantizar el libre acceso a las tecnologías y recursos comunicacionales;
3-. Se reafirma el derecho de los estados a organizar, promocionar y diversificar el establecimiento de medios de comunicación y su deber de orientarlos a través de la ley hacia el beneficio de la sociedad y de sus ciudadanos a fin de contrarrestar el poder y la influencia de las grandes corporaciones mediáticas;
4-. Propone establecer estrictas medidas de control y evaluación de los monopolios de la información para que no atenten contra la libertad colectiva de información y expresión;
5-. Se propone reforzar la democratización de la actividad comunicacional como elemento esencial para garantizar la identidad cultural, la dignidad humana y el libre ejercicio de los derechos de los pueblos;
6-. Se debe garantizar la protección y el libre ejercicio de la actividad periodística y su independencia de criterio frente a los intereses y presiones económicas y políticas;
7-. El ejercicio del periodismo debe ajustarse a un código de ética basado en el respeto a los valores democráticos, a los derechos humanos y la dignidad de las personas, la denuncia de las injusticias, la promoción de la igualdad social y la imparcialidad en el manejo de la información.
Todas estas contundentes conclusiones y recomendaciones apuntaban claramente hacia el establecimiento de un nuevo orden mundial más justo y equilibrado en el proceso de información y comunicación de masas. Hasta ese momento ningún organismo internacional ni ninguna personalidad relevante había promovido un debate y un documento denunciando los peligros del proceso de concentración de los medios de comunicación y de la evidente manipulación de la información que en favor de oscuros intereses político-económicos había comenzado a gestarse con fuerza inmediatamente después de la segunda guerra mundial. A la luz de estas polémicas recomendaciones era previsible la intensa y activa oposición de los factores dominantes, desde hacía muchos años el imperio y sus estamentos de poder habían comprendido la importancia de manejar los medios de comunicación como instrumento indispensable para alinear la conciencia de los pueblos a favor de sus intereses, entendieron que la forma más eficaz de controlar la opinión pública y mantener a los ciudadanos del mundo en un estado mental pasivo era interviniendo masiva y repetitivamente el conciente y el subconciente de las personas con el fin de anular su capacidad de reflexión y criterio propio, manipulando sus emociones y tergiversando sus conceptos culturales a fin de hacerlos inertes victimas fácilmente controlables y en permanente beneficio del sistema imperante. Así pues, los estadounidenses y sus más cercanos aliados de la vieja Europa emprendieron una belicosa cruzada mediática, diplomática y política anti-Mac Bride para sepultar los resultados de esta polémica Comisión. Ellos jamás renunciarían a sus planes de dominación planetaria y el control de los medios de comunicación era uno de sus más importantes objetivos para concretar estos planes y ciertamente así lo han hecho en los últimos 60 años.
La sociedad actual vive en todos los ámbitos un dinámico y traumático proceso de reordenamiento de las vigentes estructuras de dominación, en este globalizado proceso nada queda al azar, todo es planificadamente concebido siguiendo una definida macro-estrategia diseñada por los «Amos del Mundo» y que muchos han definido como el Nuevo Orden Internacional. Este nuevo orden se concibe ante la posibilidad cierta del colapso del actual modelo de dominación, se pretende con la implantación de estos objetivos evitar a toda costa la pérdida del inmenso poder y riquezas que hoy detenta un reducido y codicioso grupo de personas. En esencia no se trata de un cambio radical del modelo actual, lo que se pretende es reforzar los mecanismos de dominación a través de una «metamorfosis» que acentuara sin lugar a dudas la opresión y la pérdida de libertades, se está planificando un sistema político-económico sustentado en la consolidación del poder bajo la falacia de poner orden en el mundo, con pocos y más eficientes organismos de dirección, con una autoridad centralizada que garantice un mundo más controlable y por supuesto con una población mundial reducida y adecuadamente adoctrinada que impida disidencias, protestas y revueltas sociales.
A nuestro modo de ver esta macro-estrategia persigue tres objetivos fundamentales:
1-. Eliminación de los actuales organismos internacionales que sostienen el ejercicio del derecho internacional y reemplazarlos por un único y selecto «Areópago» al estilo del actual Consejo de Seguridad de la ONU (sin Rusia ni China por supuesto) cuyos miembros serían los más conspicuos «Eupàtridas» representantes del reestructurado modelo de dominación;
2-. Eliminación progresiva de la autodeterminación de los países e imponer una Autoridad Supranacional Centralizada y Dependientes Gobiernos Regionales actuando en sintonía y sustentados en el poder militar y policial; y
3-. Disminución drástica de la población del mundo para garantizar la sostenibilidad ambiental del planeta y la recuperación de los recursos naturales peligrosamente agotados por sustentar un volumen de personas que se consideran no necesarias.
James Paul Warburg, relevante miembro del Council of Foreign Relations y connotado representante de la clase dominante estadounidense, declaró en el Senado de los EE UU hace ya unos años: «El único interrogante de nuestro tiempo no es si el Gobierno Mundial será alcanzado o no, sino si será alcanzado pacíficamente o con violencia. Se quiera o no, tendremos un Gobierno Mundial, la única cuestión es saber si será por concesión o por imposición». Strobe Talbott, otro «insigne» representante del poder global, Secretario Adjunto de Estado en la administración Clinton y miembro de la Comisión Trilateral, en un artículo para la revista Time planteó lo siguiente: «El concepto de nación tal como lo conocemos será obsoleto y todos los estados deberán reconocer una sola autoridad mundial. Una breve frase de moda a mediados del siglo XX, «Ciudadano del Mundo», cobrará un significado real a finales del Siglo XXI», la soberanía nacional tal vez no era una buena idea después de todo.» David Rockefeller, plutócrata estadounidense, quizá la figura principal del Club Bilderberg y la Comisión Trilateral, planteo recientemente en una de sus tantas entrevistas a los medios: «Estamos al borde de una transformación social, solo se necesita la crisis correcta y la gente aceptará el nuevo orden mundial»
En 1991 George Bush padre expreso: «El Nuevo Orden Mundial se aproxima ante nuestros ojos», el nuevo orden tal y como estos desalmados seres lo conciben no es un reordenamiento del mundo en función de lograr equilibrios sociales, políticos y económicos, al contrario se pretende establecer nuevos mecanismos para mantener la primacía de las actuales estructuras de poder global a través del control psicológico intensivo, la guerra permanente y amenaza militar a todo aquello que se oponga a sus intereses geoestratégicos y económicos. En razón de estos planes el Departamento de Defensa Estadounidense y la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) delinearon estrategias para manejar los retos que deberían enfrentarse como potencia dominante en el mundo, en una parte de estas estrategias se plantea que uno de los objetivos principales de los Estados Unidos será evitar a cualquier costo el ascenso de cualquier superpotencia emergente en Asia, Europa, Medio oriente o de cualquier parte del territorio de la ex-Union Sovietica. Diseñaron para ello el desarrollo de un amplio y sofisticado poder militar como elemento primordial que garantice su perpetua supremacía y como mecanismo para disuadir a cualquier nación o grupo de naciones si desafían su predominio económico, tecnológico o militar. El principal ideólogo de esta política fue Paul Wolfowitz, Subsecretario de Defensa de la administración de Baby Bush, reconocido miembro del Grupo Bilderberg y de la Comisión Trilateral. El Pentágono, a su vez, elaboró en el 2000 un informe llamado «Visión Conjunta 2020» en donde igualmente se delinean las estrategias para mantener la dominación imperial en el mundo especialmente en el ámbito militar para derrotar contundentemente a cualquier enemigo que esté donde esté ponga en peligro sus intereses; plantea igualmente el reforzamiento prioritario de la red mundial de información, comunicación e inteligencia que garantice el control de la opinión pública, las personas y las organizaciones político-sociales adversas, así como también rapidez en la toma de decisiones adecuadas y oportunas.
Estos y muchos otros representantes de la elite y el poder mundial son los que han diseñado el vigente sistema de dominación capitalista y son igualmente las figuras principales que planifican la nueva concepción del Nuevo Orden. Son conscientes de los actuales riesgos a su posición dominante como consecuencia previsible de los antagonismos, injusticias y métodos coercitivos del sistema imperante que generan crecientes tensiones sociales, políticas y económicas alrededor del mundo. Se prevé en razón de estas inconformidades sociales un reforzamiento programado de los mecanismos de control militar y policial para apaciguar las inevitables protestas de los ciudadanos del mundo exigiendo mejores niveles de vida y participación política, incluyendo a los propios ciudadanos del imperio. Bajo el nuevo esquema de dominación difícilmente se podrá lograr satisfacer estas exigencias y la solución para este problema será represión, bala y cárcel. Se planifica trastocar la estabilidad de los Estados Nacionales para colocarlos bajo la subordinación de estructuras supranacionales en las cuales no se tendrá ningún tipo de participación en sus decisiones, la Democracia como base teórica de la organización de la sociedad será socavada desde la raíz para justificar un nuevo estado totalitario puesto que para ellos «La democracia es enemiga de la movilización imperial.» (Zbigniew Brzezinski «El Gran Tablero Mundial.
Este Nuevo Orden Mundial, como ellos mismos lo denominan, es un proyecto transnacional ya que no está limitado a los Estados Unidos sino que es un proyecto impulsado por la sociedad capitalista avanzada, es ademas supranacional porque pretende establecerse por encima de los estados nacionales y de los organismos que garantizan el derecho internacional. Este proyecto se sustenta en tres elementos fundamentales: El poder económico y tecnológico; El inmenso poderío militar que detentan; y el control de los medios informativos y de comunicación de masas. El poder económico está sufriendo hoy una crisis sin precedentes, muy compleja y de mayores alcances que la sucedida en 1929, que está demoliendo la perspectiva de la eficiencia del modelo neoliberal capitalista como rector de las relaciones de producción y comercio en el mundo. Los inconmensurables capitales acumulados en los últimos veinte años al amparo de las desregulaciones legales y del apoyo irrestricto de los gobiernos de los países desarrollados están orientándose en volúmenes importantes a los mercados especulativos, hacia actividades de dudosa legalidad y hacia operaciones ilegales como el narcotráfico y la venta de armas. Esto seguramente reforzará la crisis y el empoderamiento de la economía financiera en detrimento de la economía real que es la que verdaderamente genera valor agregado. Por su parte, el poderío militar a pesar de que en términos tecnológicos y disponibilidad de recursos navega «viento en popa», presenta múltiples problemas relacionados con el apoyo de los ciudadanos del mundo, el rechazo a las intervenciones militares del imperio son cada vez más evidentes y activas en razón de la destrucción y muerte de civiles inocentes que causan. El mundo de hoy entiende que estas acciones militares tienen objetivos económicos de apoderamiento de recursos naturales y no causas de justicia o humanitarias como pretenden hacer ver. En cuanto al tercer elemento de sustentación del nuevo poder imperial, los medios de comunicación, están desarrollando y consolidando hoy como nunca antes, una descomunal estructura de concentración, manipulación y control de las personas a escala mundial que persigue un reforzamiento del coloniaje mental de los ciudadanos apalancada en el desarrollo de sofisticadas tecnologías. Estamos en presencia de la más acentuada estrategia y aplicación de «Guerra Psicológica Intensiva» que jamás se haya realizado en favor de mantener y justificar nuevos estándares y modelos de dominación de la sociedad a escala planetaria.
Zbigniew Brzezinski, fundador de la Comisión Trilateral y personaje muy influyente en la política estadounidense de los últimos veinte años, escribió en uno de sus libros: «Una sociedad como ésta será dominada por una elite cuyo reclamo por el poder político estará basado en un sentimiento de superioridad científica. Esta elite buscará todos los medios para lograr sus fines políticos, tales como las nuevas técnicas para influenciar el comportamiento de las masas y para lograr el control y la sumisión de la sociedad». Es evidente que este connotado «Halcón» del imperio se está refiriendo al uso los medios de comunicación como arma de control social, además confirma el plan para un nuevo modelo de dominación y reafirma la primacía de la clase dominante como casta dirigente que debe controlar, direccionar y usufructuar las sociedades del mundo.
En este reordenamiento de las estructuras dominantes los medios de comunicación juegan un activo y esencial papel, hoy se los ha convertido en dinámicos y eficientes mecanismos de control social y político que reproducen de manera global y concertada la primacía del actual sistema capitalista-neoliberal y así seguirá siendo pero en un grado aún más acentuado. Los medios de comunicación en el nuevo orden cumplirán definidas y muy planificadas funciones, desde la difusión e implantación de la agenda política global para todos los países del mundo hasta la ocultación, manipulación o invención de información vital o cotidiana, todo con el objetivo de justificar y defender las acciones y los intereses de las neo-reformadas clases dominantes. Serán punta de lanza para continuar distorsionando y atomizando la sociedad del mundo orientándola al conformismo y la aceptación del nuevo orden, impondrán a través de sus mecanismos sutiles la nueva ideología de poder cuyo objetivo es el sometimiento total y sin restricciones. Estos medios de comunicación concentrados bajo un proyecto unificado restringirán sin duda aún más la libertad de pensamiento, información y la libre expresión, e igualmente limitarán la autodeterminación de los pueblos rebasando y cuestionando la legitimidad de la autoridad y gobernabilidad de los estados. El poder de los medios será usado para magnificar el peligro de un gran caos económico que, según ellos, impactará severamente el ámbito social y político planetario, impondrán la tesis de la ingobernabilidad del mundo y la necesidad de nuevos órganos de control y dirección para corregir las dificultades, también justificarán y legitimarán el uso de la fuerza para reprimir la «subversión social generalizada» producto de la perturbación económica y política, el nuevo orden será presentado como la solución más efectiva para manejar los problemas globales. Por supuesto serán desvirtuadas y ocultadas las verdaderas causas y los verdaderos responsables que dieron origen a esos desequilibrios socio-económicos y muy posiblemente se le endilgará al terrorismo, la subversión y a los desadaptados sociales la culpa de tales problemas.
Se usará el poder de los medios para demoler los principios de la democracia y la libertad, estos principios que tan cínicamente defienden hoy, se convertirán en una camisa de fuerza para sus planes y estrategias del futuro próximo, el nuevo orden es por definición «Antidemocrático y Coercitivo», los medios de comunicación se convertirán en la más poderosa arma de control ideológico y político para imponer sin contemplación alguna el nuevo modelo totalitario globalizado.
Asímismo se desarrollará y aplicará como nunca antes la estrategia militar de guerra permanente la cual se centrará en el desarrollo y control de sofisticados sistemas de información y vigilancia global; los medios digitales e informáticos y diversas formas de guerra psicológica intensiva, a su vez toda la estrategia comunicacional se regirá por el principio absoluto de la seguridad pública internacional, el éxito de la nueva maniobra dependerá en gran parte de la capacidad de control de la opinión pública y del dominio en los procesos de producción, orientación y transmisión de información a través de los medios de comunicación a nivel globalizado. El nuevo orden establecerá nuevas formas de producción y transmisión de mensajes e información y por supuesto nuevas formas de expresión cultural generalizada y alineada con las nuevas estrategias de dominación; corresponderá a los medios difundir estos nuevos preceptos para reordenar la conciencia colectiva de los ciudadanos del mundo en favor de la aceptación de esta nueva concepción política de poder global.
Sin embargo la aplicación de estas aventuradas y nefastas estrategias que hoy delinea la clase dominante del mundo todavía están algo lejos de poder concretarse de manera definitiva, el empuje de muchos líderes y países emergentes que luchan por alcanzar una sociedad más digna y equilibrada, así como la resistencia de una buena parte de los ciudadanos del mundo a ser considerados como simples elementos pasivos en la dinámica socio-política se constituyen en las más factibles alternativas para impedir que la libertad y la verdadera democracia sean arrolladas por estos poderes fácticos. Como nunca antes se están conformando y organizando movimientos sociales que exigen y luchan por sus derechos políticos y económicos, hoy los ciudadanos del mundo están más concientes de sus derechos y de la necesidad de su activo rol en la sociedad, si bien es cierto que se les restringe y se les niega el libre acceso a los medios de comunicación tradicionales, las redes sociales se están convirtiendo en un mecanismo de expresión y difusión de las ideas muy eficiente para denunciar y exponer a la opinión pública las manipulaciones, tergiversaciones y desinformación que las grandes corporaciones mediáticas del imperio tratan de imponerle al mundo con el fin de continuar ejerciendo su dominación global. Muchos países están dando impulso a los medios alternativos como estrategia efectiva para contrarrestar la perversa y distorsionadora gestión de los grandes conglomerados mediáticos, a pesar de que esta lucha por la dignidad y el derecho de los pueblos es muy desigual frente a los inmensos recursos logísticos y tecnológicos de la clase dominante del mundo. Es importante entender que debemos mantener esta cruzada como la más viable posibilidad para impedir el establecimiento de una dictadura plutocrática global. Al luchar contra la concentración de los medios de comunicación e información y por nuestro inalienable derecho a recibir y emitir información veraz y oportuna, no solo se lucha contra las grandes corporaciones mediáticas del mundo y todo su soporte económico, se lucha también en contra de los gobiernos de las grandes potencias como elementos multiplicadores y sostenedores del poder de la elite mundial.
El mismísimo Zbigniew Brzezinsky define este proceso de apertura y aprendizaje en los ciudadanos del mundo cuando dice que «Existe un desarrollo nuevo y único en la historia de la humanidad que está teniendo lugar en todo el mundo; no tiene precedentes en alcance y volumen, y también es la mayor amenaza para todas las estructuras de poder actual: El Despertar Político Global»…. «Por primera vez en la historia casi toda la humanidad está políticamente activa, políticamente consciente y políticamente interactiva. El activismo global está generando un aumento en la búsqueda de respeto cultural y oportunidades económicas en un mundo marcado por los recuerdos de la dominación colonial o imperial». «Este Despertar es socialmente masivo y políticamente radicalizante»… » La humanidad políticamente despierta anhela dignidad política, étnica o la autodeterminación nacional en un mundo ahora plenamente consciente de las desigualdades económicas, sociales y étnicas. La búsqueda de la dignidad política, especialmente a través de la autodeterminación nacional y la transformación social, es parte del impulso de autoafirmación por parte de los desfavorecidos del mundo»; y es sin duda a este renacer de la conciencia política-social de los pueblos que el imperio y su clase dominante le tienen más temor, es por esto que quieren imponer un Estado Hegemónico Global como vía para mantener sus privilegios bajo un nuevo esquema. Este despertar es sin lugar a dudas un serio desafío para los poderes de la globalización y es muy importante porque está reforzando la dignidad y la conciencia social de muchos pueblos alrededor del mundo.
Sigue diciendo Brzezinsky, «La población de gran parte del mundo en desarrollo está políticamente agitada y en muchos lugares esperando por disturbios. Es una población muy consciente de la injusticia social en un grado sin precedentes, y a menudo resentida por su percepción de falta de dignidad política. El acceso casi universal a la radio, la televisión y crecientemente al Internet, está creando una comunidad de percepciones compartidas que pueden ser galvanizadas y encausadas por las pasiones demagógicas políticas o religiosas. Estas energías trascienden las fronteras soberanas y representan un desafío tanto para los Estados existentes, así como para la jerarquía global existente, sobre la que Estados Unidos aún se posa».
Esta es la actual realidad geopolítica de hoy, las estructuras del poder mundial institucionalizado enfrentan un reto monumental para mantener los mecanismos de dominación, este despertar de la conciencia de los pueblos es el principal desafío a vencer para establecer un Estado Hegemónico Supranacional con Estados Unidos a la cabeza como potencia dominante. Para ellos la presente crisis no está originada en las contradicciones e injusticias del sistema imperante, sino que es efecto de la «Subversión Social» que pretende eliminar el actual estado de orden y crear anarquía en el mundo civilizado. Pero la realidad es otra y muy contundente, por un lado las mayorías del mundo viven en niveles de pobreza degradante, por el otro las riquezas está siendo dilapidadas y usufructuadas por las pequeñas minorías de los países desarrollados, muchos pueblos están siendo atropellados por el poder militar del imperio en aras de secuestrarle sus riquezas naturales al amparo de los organismos internacionales que deben velar por la aplicación del derecho internacional. Todo esto está activando y reforzando la conciencia o despertar global de los pueblos en su lucha permanente por alcanzar dignidad e igualdad social, política y económica, la elite mundial está entendiendo que sus privilegios de clase son hoy más difíciles de mantener y en razón de esta realidad percibida planifican nuevas formas y mecanismos de control social abiertamente cercanos a la barbarie- Usarán sin compasión alguna sus inmensos recursos de la guerra y las armas para sostener este aberrante modelo de dominación y ya han demostrado que son capaces de hacerlo.
La historia de la civilización en los últimos 100 años ha sido de absurdos contrastes entre una sociedad capitalista excluyente y depredadora que ha impuesto a sangrienta rajatabla su poderío económico-militar y una sociedad con derechos suprimidos, relegada a un futuro de pobreza y explotación inmisericorde de sus recursos humanos y naturales. Hoy nuestra civilización, si así se le puede llamar, está más dividida que nunca, las grandes mayorías están alienadas en los placeres del consumismo y los goces corporales desenfrenados como objetivo preferencial de existencia. Nunca hubo una época de tanto dolor humano e injusticias, no tanto por su intensidad sino por su extensión geográfica. El neoliberalismo ha demostrado con creces su incapacidad como estrategia de desarrollo para los países periféricos y por el contrario acentuó las diferencias entre los pocos que todo lo tienen y las grandes mayorías que padecen de todo lo necesario para vivir con dignidad. Particularmente estamos de acuerdo con un nuevo orden mundial, pero no este sofisma orientado para el beneficio de una impúdica elite capitalista, creemos en un nuevo orden que este dirigido hacia el logro de una sociedad en paz, más justa y equilibrada, un nuevo orden donde todas los pueblos y ciudadanos del mundo sean sus protagonistas y beneficiarios directos, pero para orientarlo en este sentido el pueblo debe rescatar el poder político que hoy detenta el capital y sus defensores. Siempre ha sido largo y peligroso el camino hacia la liberación de los pueblos, la lucha por la independencia política, económica y mental debe ser ahora mucho más enérgica y en principio debemos trabajar para recuperar nuestra propia conciencia e identidad nacional, lo que está en juego es nuestra libertad y nuestro futuro y eso bien vale la pena el sacrificio de lucha sin descanso.
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