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Intervención en el IV Seminario Internacional “Nuestro Patrimonio Común”. “La Venezuela Bolivariana: Transformaciones y resistencias”. Cádiz (España). 21-23 Abril 2004

Los medios de comunicación y la realidad venezolana

Fuentes: Rebelión

Hablar del papel de los medios de comunicación en la información sobre Venezuela es hacerlo del país donde estos medios ha alcanzado el nivel más desarrollado de su nueva función en el siglo XXI. La de sofocar las iniciativas populares, la de servir a los grupos empresariales dominantes, la de poner al servicio de Estados […]

Hablar del papel de los medios de comunicación en la información sobre Venezuela es hacerlo del país donde estos medios ha alcanzado el nivel más desarrollado de su nueva función en el siglo XXI. La de sofocar las iniciativas populares, la de servir a los grupos empresariales dominantes, la de poner al servicio de Estados Unidos los recursos naturales, industriales y humanos de un país y la de silenciar a los intelectuales honestos y líderes populares. En una palabra el papel que en el siglo XX cumplían las Fuerzas Armadas de las dictaduras latinoamericanas.

En el siglo XXI, la conjura mediática logra silenciar lo que hace décadas hacían las prisiones, concede el absoluto poder a los grupos económicos tal y como antes hacían los dictadores. Mantienen al frente del país a gobernantes y partidos corruptos igual que los hicieron en otras épocas los militares represores.

Así, podemos decir que el periodismo honesto en los grandes medios se encuentra con dos grandes trabas: los intereses estructurales (los dueños interconectados que están detrás de los medios) y las servidumbres de la publicidad y los grandes grupos de poder.

Los medios hace tiempo que han dejado de ser empresas propias de información para convertirse en vastos imperios comerciales donde se entrecruzan inversores, anunciantes, financieras, empresas tecnológicas, etc…

Así, una de las estrategias de los medios de comunicación para servir al poder establecido es satanizar a los díscolos. Bien para desautorizar todo el ideario o acciones que éstos lleven a cabo, bien para preparar su derrocamiento por la vía que sea necesaria. Esos «diablos mediáticos», según la terminología del profesor Ramón Reig (1) son, por ejemplo, Gadafi, Milosevic, Fidel Castro y, por supuesto, Hugo Chávez. Sin embargo, otros personajes cuyas acciones son mucho menos democráticas y acumulan mayores violaciones de derechos humanos son silenciados: Putin, el rey Mohamé VI de Marruecos o los emires de las petromonarquías del Golfo. ¿Por qué no cesan de replantearse la legitimidad del presidente de Venezuela y les parece indiscutible la de Putin o Mohamé?

Y llegamos al caso Venezuela. Mucho se ha hablado sobre los medios de comunicación venezolanos. Mientras éstos y la oposición denuncian acoso por parte del gobierno de Hugo Chávez, los que hemos estado en Venezuela, conocemos de sobra el papel enloquecido que están jugando en contra del gobierno y del sistema democrático del país.

A pesar del escrupuloso respeto a la libertad de expresión existente en Venezuela, las acusaciones de actuar contra la libertad de expresión no cesan ni allí ni aquí. En octubre del 2003 se publicaba en España que el gobierno venezolano había cerrado el canal de televisión opositor Globovisión. Lo que sucedió es que esa cadena no utilizaba la frecuencia de transmisión que le correspondía y no tenía los permisos oportunos, se le abrió un procedimiento administrativo y por supuesto no se le impidió emitir. En lugar de recurrir por la vía administrativa el procedimiento y solicitar los oportunos permisos, cortaron la emisión y dijeron que estaban sufriendo un atentado contra la libertad de expresión. Era la segunda vez que Globovisión hacía algo parecido, anteriormente también acusó al gobierno de atentar contra la libertad de expresión porque se le abrió otro procedimiento por no pagar impuestos. Esa denuncia fue ampliamente recogida en los medios españoles, incluso en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Mientras eso sucedía, una emisora de televisión comunitaria, Catia TV, sí que fue clausurada por el alcalde opositor de Caracas, Alfredo Peña, sus equipos fueron confiscados y la prohibición de emitir dictada en firme. Sobre esta última, nada se dijo nunca a excepción del independiente Observatorio Global de Medios de Venezuela que así lo denunció. (2)

La loca obsesión de los medios venezolanos ha sido también denunciada por alguien no precisamente chavista, el subdirector de Le Monde Diplomatique Maurice Lemoine, quien se encontraba en Caracas cuando el golpe de Estado. Según afirma en una entrevista a Thierry Deronne publicada en Rebelión, «viajé a Venezuela para observar lo que pasaba y olvidar mi condición de europeo, pues aquí la situación y la cultura son muy distintas. Lo que me impresionó, en primer lugar, fue la campaña mediática. La observé como periodista. Y me pareció increíble semejante grado de violencia, deshonestidad y desinformación». «La clase media ha sido totalmente descerebrada por los grandes medios de comunicación», añadió (3).

Si hay algo escandaloso del gobierno de Hugo Chávez es su nivel de tolerancia con los medios. Podemos encontrar, como yo pude ver, desde acciones burdas como intervenciones televisadas en las que los locutores dicen que la cara del presidente se está deformando hasta parecer un primate, en un tono claramente xenófobo sin que suceda nada. hasta la falsedad sistemática. Hace unos días proyectaban un mapa de Latinoamérica en el que se reflejaba el deterioro económico de los países y se destacaba Venezuela como uno de los que habían sufrido un mayor retroceso, en un fugaz momento, se pudo ver un dato en una esquina del gráfico. Decía «Periodo 1994-1998», es decir, antes de la llegada al poder de Hugo Chávez.

Lo de internet ya es espectacular. Mientras en España se procesó a un profesor de la Universidad y su colectivo de estudiantes para editar una web con la foto de los diputados del PP a los que acusaba de llevar a España a la guerra, lo que emite la oposición venezolana en internet con total impunidad es deplorable. Es el caso de la diputada progubernamental Iris Varela en una web con montajes fotográficos obscenos o fusiones fotográficas con la imagen de Linda Blair, la niña protagonista de la película El Exorcista (4).

También existe una web titulada «Reconócelos» en la que aparecen las fotos de miembros del gobierno, diputados, activistas sociales o personajes internacionales que apoyan el proceso venezolano junto con unos miserables y falsos datos biográficos para desautorizarlos y todo tipo de comentarios e insultos de quien desee hacerlo con absoluta impunidad y anonimato (5).

En cambio, en España se cerró y multó la web de la Asociación contra la Tortura porque publicaba los datos de los policías y guardias civiles con sentencia firme de torturas, información toda ella pública y rigurosa puesto que procedía de sentencias judiciales.

Los opositores también aportan en sus web fotos que se supone confirman sus tesis sobre la responsabilidad de militares y guardaespaldas chavistas en algunas masacres. En una de ellas se limitan a presentar una foto de un tipo vestido de paisano en el umbral de una puerta con un fusil como prueba de que «los círculos (bolivarianos) de terror disparaban contra los efectivos (de la policía opositora)». (4)

A continuación, la foto supuestamente probatorio y el texto que lo «razona» (el difuminado del rostro es mío):

ESTE ES EL GUARDA ESPALDA DE IRIS VARELA

En las inmediaciones de la Alcaldía Mayor cuando los círculos chavistas estaban atacándola… La PM no usó armas de fuego aunque los círculos del terror disparaban contra los efectivos… Y fíjense de qué manera! ¿más pruebas?

Pero es importante que conozcamos lo que están haciendo los medios no venezolanos. Veamos los medios internacionales. El seis de marzo el portal MSN de Microsoft se hace eco de una noticia de la agencia Reuters, en la que se incluye una foto. La noticia la titulan: «Oposición venezolana marcha para mantener viva demanda referendo», dando a entender las movilizaciones de la oposición para pedir un referéndum revocatorio contra Chávez. En el texto de la noticia se afirma «Varios centenares de miles de opositores al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, marcharon el sábado en Caracas para exigir que se realice un referendo contra el jefe de Estado, luego de una semana de choques con tropas que dejaron al menos ocho muertos a balazos y decenas de heridos. Los manifestantes empuñaban banderas y cantaban consignas contra el gobierno «revolucionario» de izquierda de Chávez». Detallan las consignas de la marcha y se recogen declaraciones de los opositores. La noticia se ilustra con una fotografía de una manifestación. Si uno la observa con atención descubre que se trata de una manifestación a favor de Chávez, lo contrario de lo que se anuncia en el titular (6).

Y seguimos. Anteriormente, el 2 de diciembre del 2002, la CNN publica una fotografía con el titular «La oposición venezolana firma contra Chávez». El texto que sirve de soporte afirma «Opositores al presidente de Venezuela, Hugo Chávez esperan en línea en Caracas para firmar una petición pidiendo la realización de un referéndum sobre el mandato del mandatario (1-12-2003)». En la fotografía, firmada por la agencia AP, se aprecia en primer plano a dos militares, tras los cuales se alinean algunas decenas de personas.

Días después el portal alternativo venezolano Aporrea publica la foto original de AP, en la que se puede comprobar que la función de los dos militares del primer plano es distribuir unos pollos envasados en lo que no es otra cosa que un mercado público creado por el gobierno en los barrios pobres. La CNN ha distribuido como colas para firmar contra Chávez, las filas de gentes de los barrios populares que reciben suministro gracias a los militares que distribuyen alimentos procedentes directamente de los productores. Para poder hacer viable la mentira debió de cortar un tercio de la foto donde aparecían los pollos que estaban distribuyendo (7).

Vayamos ya a estudiar los medios españoles. Sin duda, el clímax de la manipulación mediática se consiguió el 11, el 12 y el 13 de abril del año 2002, durante el golpe de Estado. Veamos cómo se informaba en España de estos acontecimientos. El mismo día 13 de abril, tras hacerse con el poder los golpistas, aparecen panegíricos del presidente golpista Pedro Carmona: «Nacido para el diálogo» (El Mundo), «Un hombre tranquilo» (El País). Mientras, para el presidente constitucional votado por los venezolanos se reservan en los editoriales calificativos de «caudillo» (editorial de El País) o «estrafalario» (editorial de El Mundo). Ese mismo día, El País, para intentar darle legitimidad democrática, afirma que el golpista Pedro Carmona es presidente de la Federación de Cámaras de Venezuela (Fedecámaras), «que agrupa a casi el 80 % de los 10 millones de trabajadores venezolanos». Pero Fedecámaras es una agrupación de empresas no de trabajadores. El País, incluye a los trabajadores de las empresas como miembros de la organización empresarial, como si la CEOE en España agrupase al 80 % de los trabajadores por el hecho de que en ella estén el 80 % de las empresas (8).

En televisión la estrategia ese día fue diferente. Una vez colocado el empresario y aparentemente consumado el golpe el objetivo era correr un tupido velo y no mover mucho el asunto. Apenas unos segundos en los informativos de la noche de Tele 5, Antena 3 y TVE y ¡sin corresponsal!.

Todos los medios aceptaban sin margen de duda la versión golpista de la renuncia de Hugo Chávez sin prueba alguna ignorando las declaraciones públicas de su hija, sólo recogidas en Cuba por Granma. Ningún medio se molestó en recoger las versiones de las embajadas venezolanas, presumiblemente leales al gobierno que las nombró. Es lo mismo que volvió a suceder de nuevo con Aristide, la versión del expresidente haitiano de que abandonó la presidencia de su país y de su despacho encañonado por dos marines norteamericanos apenas se difundió.

A los manifestantes arengados por empresarios y sectores militares que piden la disolución de las instituciones democráticas, destrozan la embajada cubana y agreden a los ministros de Chávez se les denomina «resistencia civil» (Editorial de El País 13-4-02) o «indignación popular» (Editorial de El Mundo 13-4-02). A los que al día siguiente piden la restitución del presidente constitucional y de las instituciones democráticas se les denomina «muchedumbre» o «manifestantes desquiciados» (El País 15-4-02).

En esta estrategia del mundo al revés, a los militares que se mantienen leales al presidente elegido democráticamente y a la Constitución se les llama «focos aislados de insurrección castrense» (El País 14-4-02).

Legitimar el golpe requiere buscar desesperadamente argumentos que desautoricen al presidente Hugo Chávez. Veamos cuáles eran. Ante todo recordar y recordar su intentona golpista de 1992. El editorial del sábado 13 de abril de El País habla de «deterioro de la situación económica que creció con la aprobación en diciembre pasado de 49 decretos-leyes de inspiración castrista. Chávez introdujo varios centenares de asesores cubanos en Venezuela, al tiempo que suministraba a La Habana petróleo gratuito». Ningún dato que precisara un deterioro mayor de la economía venezolana que el que tenía hace tres años, a pesar de haber sufrido el país unas inundaciones devastadoras o de la caída del precio del petróleo, principal fuente de ingresos de Venezuela. Las legislaciones aprobadas pueden compartirse o no, pero no pueden justificar golpes militares por ser de «inspiración castrista». Nuestros gobernantes y medios de comunicación critican de Cuba que no haya elecciones o libertad de prensa, ambas condiciones se cumplen en Venezuela, por lo que su gobierno democrático es libre de inspirarse en sus decretos económicos en quién quiera. Los asesores cubanos son, fundamentalmente, médicos y maestros cedidos gratuitamente por Cuba a cambio del petróleo. Se trata de un convenio lícito y razonable, un país pone profesionales civiles cualificados de los que tiene suficientes, a cambio de un petróleo que necesita y al otro le sobra.

Continúa el editorial de El País: «Chávez no parecía haberse percatado de cómo ha cambiado el mundo tras el 11-S: evitó condenar los atentados de Nueva York y el Pentágono, viajó a Bagdad para expresar su apoyo de Sadam Hussein (sic), apoyó la guerrilla colombiana de las FARC, estrechó sus relaciones con Castro y acogió a Montesinos, la mano negro de Fujimori». ¿Qué debe cambiar Venezuela después del 11-S?, nos preguntamos. Es mentira que Venezuela no condenara los atentados de Nueva York, lo que hizo fue criticar la intervención en Afganistán tal y se puede ver en múltiples documentos informativos, discrepancia con EEUU imperdonable al parecer. Venezuela no apoyó la guerrilla de las FARC, pidió una solución dialogada al conflicto colombiano (8).

El Mundo del 13 de abril también destaca las acusaciones de un ex coronel golpista que denuncia tener «un vídeo que muestra a oficiales chavistas reunidos con cabecillas de las FARC colombianas». Todo el mundo se ha reunido con las FARC durante los meses que han durado los diálogos, sobretodo el presidente colombiano, además de representantes norteamericanos, europeos, líderes de todos los países. Incluso el que fuera presidente de la Comunidad Valenciana y ministro de Trabajo español Eduardo Zaplana recibió Raúl Reyes, el segundo de las FARC en su despacho de la presidencia de la Generalitat Valenciana. Chávez viajó a Iraq y se reunió con Sadam Hussein en una gira por todos los países de la OPEP con los que intentaba coordinar una política petrolera común. Si de amistades peligrosas se trata, imaginémonos la pléyade de déspotas monarcas del Golfo Pérsico que va a invitar nuestro jefe de Estado a la boda del príncipe dentro de unos meses con el dinero de todos los españoles.

Y respecto a acoger a la mano negra de Fujimori, quien ha acogido al cuerpo entero de Fujijmori es Japón, quien lo tiene protegido a pesar de la orden de captura internacional emitida por la justicia peruana.

Los medios no cesan de humillar a Chávez reproduciendo imágenes de su afición a cantar, parece que ese es el principal argumento audiovisual para justificar un golpe de Estado. A algunos nos parece más peligroso un presidente italiano haciendo el payaso poniendo cuernos a los ministros de la UE en la sesiones fotográficas o alcohólicos presidentes rusos o norteamericanos controlando todo un arsenal nuclear. Todos ellos bien aceptados por la UE y EEUU (8).

Una de los elementos informativos más destacados de aquella jornada, fueron las imágenes de unos chavistas disparando con armas cortas desde el lugar denominado Puente Llaguno en la capital venezolana el 11 de abril del 2002. Con ellas se elaboró el documental de apenas diez minutos titulado «La masacre del centro de Caracas». Por ese reportaje ese mismo año se le concedió el premio Rey de España de Periodismo, dotado con seis mil euros, al periodista del canal Venevisión Luis Alfonso Fernández.

El audio del locutor del documental recoge expresiones como «Obsérvese a los pistoleros, a los asesinos, cómo descargan la pistola y la vuelven a cargar, sobre la marcha indefensa».

Este documental, esgrimido como prueba de la implicación de los sectores prochavistas en la muerte de diecienueve personas durante los disturbios y posterior golpe de Estado el mes de abril de 2002, fue emitido todos los días una media de tres veces durante todo un año por las emisoras de televisión hostiles al gobierno de Hugo Chávez.

Las cinco personas que protagonizan esos disparos fueron encarceladas y enjuiciadas resultando ser absueltas. Yo entrevisté a esos encausados y tuve acceso a los cientos de folios del sumario y la sentencia.

Ellos nunca negaron la autenticidad de las imágenes ni haber sido los autores de esos disparos. Sin embargo, la primera cuestión a destacar es que la fiscalía no les acusaba de ninguna muerte ni de ningún herido, es decir, los denominados «asesinos» en el documental premiado, ni siquiera fueron presuntos porque ninguna de esas balas hirieron a nadie.

Según se ha demostrado en el juicio, entre otras pruebas por las propias declaraciones del periodista premiado, las imágenes, nunca se emitieron en directo, fueron recogidas y llevadas a las instalaciones del canal de televisión por un cámara del equipo de Venevisión, no por el periodista premiado. Este tampoco participó en la edición y producción del vídeo, ni siquiera supervisó la producción. El audio del documental, que simula la emoción del directo, fue añadida en el estudio por un locutor que nunca estuvo allí, el cuál leyó un texto preparado por sus superiores, ninguno de los cuales fue testigo de los hechos.

De este modo, el periodista galardonado, que ni siquiera dijo saber quien era ese locutor, ni rodó esas imágenes, ni las llevó a la emisora, ni incorporó ningún testimonio de los acontecimientos, ni revisó ni supervisó la producción del documento emitido, todo esto lo reconoce en el juicio. Simplemente compartía azotea con el cámara que las rodó.

Por otro lado, como bien recoge la sentencia, el vídeo «no muestra hacia quien, quienes o hacia qué y por qué estas personas esgrimen y disparan sus armas», a pesar de que el documento premiado habla de «descargar las armas sobre la marcha indefensa». Ha sido el juicio y su posterior sentencia con su relato de hecho probados la que ha aclarado que los acusados («asesinos» según el relato periodístico premiado), actuaron «movidos por la defensa de su persona, procedieron a esgrimir sus armas de fuego, a los fines de repeler una agresión que ilegítimamente estaban recibiendo por parte de algunos funcionarios de la policía metropolitana», la policía municipal mandada por el alcalde opositor Alfredo Peña. La sentencia establece «justificado el medio empleado por los acusados para impeler o repeler» la agresión, calificado como «legítima defensa de terceros, estado de necesidad, situación necesaria o auxilio necesario».

Es más, la sentencia también esclarece que los dos muertos de ese tiroteo, junto con una veintena de heridos eran los acompañantes de los acusados. Es por ello, que ahora hay en prisión pendientes de juicio, ocho de aquellos policías municipales.

La sentencia también establece que la marcha de la oposición, aquella sobre la que, según la voz del documental premiado, disparaban los acusados, «no llegó a las inmediaciones del Puente Llaguno». El propio periodista premiado lo reconoció en el juicio: «yo no vi a quien le estaban disparando». En el juicio también declaró una periodista del canal Globovisión quien también tomó imágenes de aquellos hechos, imágenes en las que se veía la avenida supuestamente ocupada por los manifestantes opositores y objetivo de los disparos, vacía. Imágenes que nunca más se volvieron a emitir por esa emisora, pero sirvieron de prueba en el juicio.

Año y medio de investigaciones, declaraciones, testimonios y documentos filmados han permitido descubrir la verdad. Una verdad diametralmente opuesta a la premiada en España por un jurado integrado por la agencia Efe y la Agencia de Cooperación. El único premio que correspondería al documental «La masacre del centro de Caracas», sería al del engaño y la manipulación. Y quienes deberían sentarse en el banquillo junto con la policía metropolitana que disparó y provocó los muertos, son los directivos y periodistas que utilizan los medios de manipulación para la conspiración y la incitación a la violencia y al odio (9).

Y mientras en España se premiaba ese montaje, otro documental, «La revolución no será transmitida» recoge el testimonio excepcional durante una hora de duración de todo lo acontecido esos días fuera y dentro del Palacio Presidencial, imágenes históricas en el interior del Palacio de los momentos precedentes al golpe, del grupo conspirador que ocupa la presidencia durante 48 horas y de la movilización popular que restituye al presidente constitucional. El responsable de la Casa de América que autorizó la emisión de ese vídeo en esa institución ha sido cesado. Las presiones de la oposición consiguieron que Amnistía Internacional accediera a no emitirlo en un festival de Canadá a pesar de llevar recogidos decenas de galardones.

Si uno se deja caer por Caracas durante esas fechas de abril, verá que la prensa escrita recoge en sus portadas titulares como «Aniversario de la masacre en la impunidad», «Los asesinos siguen gobernando» o «Queremos justicia». Es decir, siguen imputando al presidente y a sus partidarios las muertes de aquel día, muertos a los que ellos consideran manifestantes opositores. No obstante, el 11 se convoca una concentración en el lugar de los hechos, en Puente Llaguno. Allí estuve yo el 11 de abril del 2003 y el 11 de abril del 2004. Lo que allí pude ver, era una concentración de partidarios del gobierno rindiendo homenaje, allí están las fotos de las víctimas en las pancartas, sus familiares, agrupados en una asociación, y los datos sobre su militancia. Todos ellos, como sus familias, eran sindicalitas, activistas políticos o estudiantes bolivarianos, es decir, partidarios de Chávez. Te lo están contando, no sólo los militantes chavistas o los testigos, te lo están contando, sus hermanos y sus padres. Si uno no fuese por Puente Llaguno y se limitara a ver la prensa de Caracas pensaría justo lo contrario.

De nada ha servido esa sentencia y esa evidencia a los grandes medios. Poco después la BBC afirmaba «hace nueve meses una corte de apelaciones liberó a cuatro pistoleros simpatizantes del gobierno que fueron grabados por cámaras de televisión disparando a la manifestación antichavista» (10).

Ni que decir tiene que ningún medio ha dicho en España que de los dieciséis muertos, catorce eran militantes del movimiento bolivariano, simpatizantes por tanto del gobierno de Hugo Chávez. Por lo que como alguien dijo en un acto de solidaridad con la revolución bolivariana el pasado mes de abril en Caracas, «pusimos los muertos y los presos», triste ironía.

Y así continúan las mentiras cada vez que se habla o escribe de Venezuela. El tema durante los últimos meses es la campaña de recogida de firmas para la convocatoria de una referéndum revocatorio, una figura jurídica de gran enjundia democrática establecida por Hugo Chávez y que tiene por objeto acercarse a un modelo de democracia participativa que no limite la intervención y decisión ciudadana al voto cada cuatro años, sino que permita actuar sobre un cargo público a mitad de su mandato si no cumple las expectativas ciudadanas. Para la convocatoria de un referéndum para revocar al presidente se requiere recoger 2’4 millones de firmas. Con el objetivo de garantizar la normalidad en ese proceso de recogida de firmas, oposición y gobierno consensuaron un árbitro imparcial, el Consejo Nacional Electoral. Y el propio gobierno, solicitó la existencia de dos instituciones como observadores, la OEA y el Centro Carter. Pues bien, terminado el plazo de recogida de firmas, la oposición afirma haber presentado 3’4 millones. De ellas, el CNE considera válidas, solamente 1’9 millones, dudosas 870.000 y fraudulentas por pertenecer a fallecidos, menores o extranjeros 630.000. Una cantidad de firmas falsas así de alta ya demuestra todo un operativo de fraude organizado y planificado. Fíjense que esa es la cantidad de firmas recogidas durante meses por los sindicatos españoles e Izquierda Unida por todo el país mediante una Iniciativa Legislativa Popular para pedir que el Congreso debatiese una ley a favor de la jornada laboral de las 35 horas. Una cantidad igual de firmas, pero todas falsas, ha presentado la oposición venezolana. Por su parte, los observadores internacionales, nada amigos de Chávez, es decir, la OEA y el Centro Carter, ya se pronunciaron el 24 de febrero sobre la «preocupación acerca de la validez de las firmas» y su respeto a «la autonomía de las decisiones del CNE». Durante la recogida de las firmas lo que se iba informando en España era lo siguiente. El martes 2 de diciembre del 2003, cerrado el plazo de recogida, el diario El Mundo subtitula «La oposición venezolana podría pactar una victoria por la mínima en el referéndum revocatorio para que el presidente se marche con dignidad». Y continúa: «A pesar de que no hay datos oficiales, tanto Chávez como la oposición conocen perfectamente las cifras. El domingo por la noche habían firmado en su contra 2.900.000 venezolanos, medio millón más de los necesarios para poner en marcha el mecanismo constitucional que sacara al presidente del poder». Y sigue: «Fuentes estadounidenses han desvelado a un grupo de periodistas internacionales que el próximo jueves, puede tener lugar una reunión secreta en la residencia presidencial de Miraflores para pactar la transición con el propio Chávez» (11). Pues se está retrasando esa reunión porque ya han pasado cuatro meses y medio. «Su última estratagema -continúa el brillante análisis de El Mundo- podría ser convocar elecciones anticipadas, con lo que se detendría el proceso de destitución. Pero aún queda una decisión del Tribunal Supremo, que tiene que dictaminar si en este caso podría presentarse. De todas formas Chávez no es tonto y sabe que su mejor jugada puede ser retirarse y esperar tiempos mejores. Cualquier movimiento anticonstitucional por su parte llevaría a Venezuela a un baño de sangre del que probablemente no saldría vivo».

Los medios españoles no dudan en servir de megáfono a cualquier opositor a Chávez que pase por Madrid. El furibundo enemigo de Chávez, el obispo Baltasar Porres, presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela estuvo en la capital española el pasado 26 de septiembre de paso hacia Roma. El titular de El Mundo a toda plana eran unas declaraciones del religioso: «Chávez se cree la reencarnación de Cristo» para insistir en la supuesta locura del presidente. Eso a pesar de que la declaración textual era «… se cree la reencarnación de Cristo y Bolivar». Lo que no dice el diario español es algunas de las peculiaridades de este obispo y el sector de la Iglesia que representa. Que convocaron un campanazo en todas las iglesias del país en apoyo al paro contra Chávez, que cerraron la Universidad y los colegios católicos para apoyar ese paro, que dieron su aprobación a la prohibición de la celebración de la Navidad del año 2002 como medida desestabilizadora del país y que cuando el paro que apoyaron provocó colas interminables en las gasolineras, él organizó «una procesión ante la escasez de gasolina» (12). Un peculiar modo de entender el Evangelio.

En cambio, los religiosos españoles que hay en Venezuela, como el sacerdote Vives Zuriá, y que apoyan la labor social del presidente, incluso subiéndose a los estrados públicos como yo puede comprobar, son silenciados en España a pesar de que, como parecería lógico, ayudarían más explicar desde la perspectiva de nuestro país lo que está sucediendo allí.

Nuestra televisión tampoco se queda atrás. El domingo 8 de junio se emite por TVE2 el documental «Venezuela, por ahora», de la serie «En Portada», dirigido por Daniel Peral. El reportaje se explaya en imágenes de Chávez con Gadafi, abrazando a Fidel Castro o paseando por Bagdad con Sadam Hussein. Ya he comentado antes la estrategia de satanización. Posteriormente, el periodista afirma que Chávez «se encarama al poder por medio de unas elecciones». Especial modo de interpretar la mayoría absoluta de un presidente que se ha sometido a varias elecciones y todas las ha ganado. A lo largo del documento no faltan las imágenes de manifestaciones de la oposición, escenas de violencia, heridos, etc.. que servirán para presentar un país víctima del caos. Y a la hora de recoger las opiniones sobre la situación del país y del presidente, a favor declaraciones de gente humilde que pertenece a los círculos bolivarianos, frente a profesores y periodistas de la oposición (13). Es decir, vulgo miserable frente a intelectual ilustrado para que la audiencia europea que ve documentales políticos en la segunda cadena inconscientemente se identifique con los segundos.

El 2004 tampoco sirvió para que la calidad informativa sobre Venezuela mejorara en España. El País Semanal del 18 de enero publica un colorido reportaje sobre este país firmado por Juan Jesús Aznárez bajo el cacofónico título «Las caras de Caracas».

El reportaje lleva como texto de apoyo un artículo de un venezolano que analiza la situación de ese país. Adivinen. Boris Izaguirre, el casposo showman de un programa de telebasura español cuyo momento más estelar suele ser cuando se baja los pantalones. El analista político de Venezuela del periódico más leído en España es Boris Izaguirre.

El texto de Aznarez arranca en el residencial Altillo de Caracas con las declaraciones de una estudiante de leyes, Patricia. Se le olvida decir que es la hija del magnate venezolano Rafael Poleo, directora de un periódico propiedad de papá, el cual fue nombrado Primer Notario General durante la escueta presidencia de Pedro Carmona. Sin duda, una ejemplar y neutral representante del sentir del pueblo venezolano. Más tarde, el periodista de El País compara a Hugo Chávez con Idi Amin y con Mussolini al puro estilo del rigor informativo venezolano. Se recogen rigurosamente los calificativos despectivos de «zambo» (mezcla de indio y negro) para Chávez o de «lumpen» para sus partidarios. Se afirma sin rubor que ante la radicalización de la sociedad «no sorprenden las invocaciones al magnicidio». Y se califica a los partidarios del presidente de «infelizaje oficialista» o «el baratillo y el hampa» (14). En una palabra, el estilo de los días del golpe.

Y ya para terminar, un último ejemplo. El editorial de El País del pasado 8 de marzo. A pesar de los datos que ya he citado antes sobre el alcance de las firmas para el revocatorio en los términos considerados por el organismo arbitral, el CNE, y los observadores internacionales, este editorial insiste en dar como hechos probados que «era claro que la oposición recogería sin problemas los 2’4 millones de firmas necesarias para su convocatoria» y que «el presidente se ha distanciado del experimento, al que ahora considera un fraude», en alusión a lo que ha dicho no el presidente si no el CNE. Desautoriza el editorial al Consejo Electoral afirmando que «Chávez tiene mayoría», algo rotundamente falso, se consensuó y se impidió que lo eligiera la Asamblea Nacional para evitar que el partido gobernante tuviera esa mayoría y lo eligió el Tribunal Supremo de Justicia. Se dice que ese consejo tiene «el aval de las Fuerzas Armadas» para presentarlo como una institución títere del ejército, otra mentira. Y se afirma que los «organismo mediadores como la OEA y la Fundación Carter opinan que la autoridad electoral está abusando de los tecnicismos», cuando no existe ninguna afirmación en ese sentido. Al contrario han reconocido la existencia de firmas fraudulentas. El editorial califica de «comatosa» la economía venezolana para afirmar dos líneas después que el país es el «quinto exportador mundial de petróleo». Y termina su editorial proponiendo «una válvula de escape constitucional que permita a los venezolanos sustanciar en las urnas la opinión que les merece su turbulento liderazgo», es decir que haya referéndum independiente de si existen o no las firmas que establece la ley o si los venezolanos lo quieren o no. Ya lo ha decidido El País (15).

Creo que estos ejemplos pueden dar una idea de hasta donde pueden llegar los medios de comunicación al servicio de poderosos gobiernos y grandes empresas multinacionales. Venezuela es sólo un ejemplo. Sucede en mayor o menor grado con otros presidentes, Aristide, Noriega, Milosevic, Sadam Hussein o Fidel Castro. No es que sean igual todos ellos, lo que sí es igual es el diseño de campañas internacionales destinadas a preparar el terreno que justifique una intervención militar o un golpe de Estado.

Por eso es imprescindible que los ciudadanos sepamos que mienten hasta el éxtasis y que tras esa mentira justificarán todos los crímenes que crean necesarios para lograr sus objetivos.

www.pascualserrano.net

Notas:

(1) Ramón Reig. «Dioses y diablos mediáticos». Urano Tendencias. 2004

(2) www.rebelion.org/venezuela/030723observatorio.htm y

www.rebelion.org/venezuela/020721serrano.htm

(3) Thierry Deronne. «De los náufragos de Esquipulas a la Revolución Bolivariana». Entrevista a Maurice Lemoine, reportero y director adjunto de Le Monde Diplomatique

http://www.rebelion.org/venezuela/030930thierry.htm

(4) www.irisvarela7p.com

(5) http://www.reconocelos.com

(6) Tomás Sarmiento. «Oposición venezolana marcha para mantener viva demanda referendo»

http://latam.msn.com/noticias/articulo/default.asp?id=2004-03-06T184840Z_01_N06493463_RTRIDST_0_PORTADA-VENEZUELA-SOL

(7) www.aporrea.org/imprimir_noticia.php?docid=12149

(8) Pascual Serrano. «El día que los medios en que la UE y sus medios de comunicación fueron golpistas». Capítulo del libro «Periodismo y Crimen». Editorial Hiru.

(9) Pascual Serrano. «La mentira premiada». www.pascualserrano.net 10-12-03

(10) Aporrea / Venpres / Sutraparlatino. «BBC se une a la manipulación mediática internacional sobre Venezuela»

www.rebelion.org/venezuela/031212bbc.htm

(11) Mario Silva García. Aporrea. «Diario El Mundo de España manipula información sobre el referéndum de la oposición» www.rebelion.org/venezuela/031204elmundo.htm

(12) Antonio Doctor «El Mundo, con la jerarquía eclesiástica venezolana»

www.rebelion.org/venezuela/030929elmundo.htm

(13) Antonio Doctor. «Manipulación en TVE sobre Venezuela» www.rebelion.org/venezuela/030610adoctor.htm

(14) José Daniel Fierro «El País continúa acosando al gobierno de Hugo Chávez»

www.rebelion.org/medios/040121jdf.htm

(15) Pascual Serrano «Las ocho mentiras de un editorial de El País sobre Venezuela» www.rebelion.org/medios/040308pas.htm