Ciertos editores de medios son los peores enemigos de lalibertad de expresión… Es perfectamente válido que tengan una línea editorial, perono pueden obligar a los periodistas a que se hagancómplices de asesinatos morales o para sembrarcontroversias.» Teodoro Petkoff (El Universal, 27 de Septiembre de 1996) Los medios privados venezolanos son enemigos de la democracia y […]
Ciertos editores de medios son los peores enemigos de la
libertad de expresión…
Es perfectamente válido que tengan una línea editorial, pero
no pueden obligar a los periodistas a que se hagan
cómplices de asesinatos morales o para sembrar
controversias.»
Teodoro Petkoff (El Universal, 27 de Septiembre de 1996)
Los medios privados venezolanos son enemigos de la democracia y la libertad de expresión. Su misión no es informar ni entretener, sino acabar con el proceso político bolivariano, desmontar las instituciones democráticas y usurpar las funciones de los legítimos representantes del pueblo para imponer sobre la sociedad una suerte de neocorporativismo donde el Estado esté subordinado al dictamen de banqueros, inversionistas y empresarios en detrimento del colectivo.
La negación de la ‘política’ como vehículo para administrar y resolver conflictos, constituye la esencia de la «filosofía» mediática, cuya práctica sistemática fulmina la capacidad de los partidos opositores en administrar las demandas de sus simpatizantes, al tiempo que convierte a las organizaciones privadas financiadas por Washington, en los únicos portavoces del antichavismo, aunque solo defiendan los intereses capitalistas de las grandes corporaciones.
Diversos especialistas en la materia, incluso dentro de la propia oposición, han coincidido en señalar a los medios privados como los primeros y más conspicuos promotores de la antipolítica. De acuerdo al profesor de la UCAB y duro critico del gobierno, Andrés Cañizález (El Nacional, 26 de Julio de 2005), los medios privados implementaron una perversa campaña mediática ‘que durante década y media apostó por la demolición de los partidos políticos y la demonización de la política y de los políticos,’ quienes al degenerar en centros de clientelismo y corrupción, ‘dependían cada vez más de la pantalla de televisión para trazar estrategias y convocar acciones.’ De igual manera, el columnista opositor Pablo Antillano (El Nacional, 19 de Mayo de 2002) advierte en su excelente articulo ‘La Mediocracia’, que los medios privados han pretendido desplazar a las instituciones democráticas cuando a través de sus espacios se disponen a impartir justicia, absolver y condenar de acuerdo a su ‘verdad’ obtenida mediante la difusión de videos; construir lideres de pantalla con sus asesores de imagen, quienes prefieren acudir a los programas de opinión en lugar de visitar barriadas y comunidades; privilegiar los titulares sobre el contenido; y suplantar al ciudadano con la audiencia y al periodista con el raiting. En este sentido, la profesora Maryclen Stelling (2003) sostiene que los medios privados han pretendido ‘establecerse como actores centrales y cambiar las relaciones tradicionales entre el poder político, los propios medios de comunicación y el resto de los actores socio-políticos.’ De allí que los medios se alzaran como los máximos protagonistas del golpe de abril, desplazando a la vieja clase política puntofijista en la dirigencia de las manifestaciones antichavistas así como en la planificación y ejecución del derrocamiento y secuestro del presidente; y que una vez autojuramentado Carmona, asaltaran el poder político, imponiéndole al dictador los criterios que regirían para la escogencia del gabinete y en el diseño de su plataforma comunicacional.
Recientemente, la antichavista Milagros Socorro (El Nacional, 25 de Mayo de 2006), criticó duramente a las ‘élites y formadores de opinión’ por persistir en la ‘satanización de los partidos políticos’ y negar la discusión política que aporte soluciones a los problemas del país. Socorro además revela el drama de la oposición y su subyugación al poder mediático cuando señala muy acertadamente que ‘mientras se descuenta el tiempo para la fecha electoral, el debate es acaparado por las condiciones técnicas de esos comicios, un asunto complicadísimo que debería ser materia de expertos pero que queda en manos de los propios candidatos y de los medios de comunicación, porque no hay partidos que se pongan al frente del problema.’
En efecto, los medios y organizaciones privadas como Súmate se han establecido como los actores «políticos» de la oposición. Más allá de su meta abstencionista, el objetivo que persiguen es el de implantar una nueva relación de subordinación de los ciudadanos para con los centros de poder económico en Venezuela y Estados Unidos, convirtiéndose así en los principales enemigos de la democracia y la libertad de expresión.