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Los periodistas y el juez

Fuentes: Rebelión

Hablamos mucho de la importancia de los medios en esta de­mocracia nominal (nominal, porque de democracia real tiene muy poco). Pero al frente de los medios están los periodistas, como al frente de los bancos están los banqueros. Y depen­diendo de la mentalidad del banquero y del periodista, la fun­ción social del banco o del […]

Hablamos mucho de la importancia de los medios en esta de­mocracia nominal (nominal, porque de democracia real tiene muy poco). Pero al frente de los medios están los periodistas, como al frente de los bancos están los banqueros. Y depen­diendo de la mentalidad del banquero y del periodista, la fun­ción social del banco o del medio en cuestión resulta de una manera harto diferente. 

Empezaremos por que en términos generales los medios están mucho más atentos a generar estados de opinión que a informar asépticamente. Se creen con la obliga­ción de opinar sobre todo lo divino y humano, para que su opinión coincida con las ideologías dominantes en política y según la suerte electoral de los partidos. Los partidos de la izquierda indubitada, por ejem­plo, carecen de representantes periodísticos. Esto es un dato relevante para sacar conclusiones acerca del papel de los me­dios. Pero es que luego localizamos además comportamientos mediáticos curiosos que tienen que ver mu­cho más con el «inte­rés» que todo lo justifica en este sistema económico y social nauseabundo, que con la misión de informar. La publicidad es concluyente. Otro lastre rampante. Y estirar un asunto o in­ventárselo, puede ser crucial para la suerte de un programa e incluso de una cadena, de una radio o de un periódico. Por eso, unas veces un director, otras un adjunto de dirección y otras pe­riodistas que son más tertulianos opinadores que pro­pia­mente periodistas ponen de manifiesto dos cosas: la pri­mera, que son vanguardia del partido del gobierno de turno y de sus cúpulas; y la segunda, que les importa mucho más generar «noticia» y mantenerla en el candelero cuanto más tiempo me­jor, que con­tribuir al esclarecimiento de los hechos que quizá ellos mismos han denunciado o divulgado y que coadyuvar a la condena pe­nal de los mismos. Una prueba rotunda de esto último es la crí­tica con saña que hacen algunos periodistas de la persona del juez Silva, como en otro tiempo la hicieron del juez Garzón, siendo así que la justicia no se caracteriza preci­samente por ser severa y rápida con todos los delincuentes po­derosos. Cuando la última esperanza de la ciudadanía se centra en la actuación de jueces y tribunales, y los jueces instructores han de ser muy valientes en este país para procesar a los pode­rosos, ciertos pe­riodistas se dedican a denigrar o a difamar al juez que se atre­vió a decretar prisión preventiva de uno de aquellos podero­sos…

Porque los periodistas prefieren la discusión y la protesta in­terminables (y cuanto más sordidez mejor), a que se dicte sen­tencia cuanto antes contra los culpables. Pues mientras no se dicte sentencia, unas veces las filtraciones de los sumarios, otras nuevas noticias sobre el sumario, y otras el ataque a los propios juzgadores están siendo el combustible indispensable para convertir hechos execrables que han llevado a la virtual quiebra de este país, en material del que sacar provecho diario durante años para la caja registradora del medio a que pertene­cen. Es decir, a los medios no interesa propiamente la resolu­ción de los asuntos, pues los hechos transmutados en culebro­nes están dando de comer a muchos periodistas. Por eso prefie­ren el trá­mite al fin, y la discusión continuada a que se resuel­van los innumerables casos de corrupción en este país. 

Por otro lado, ¿habéis visto u oído a algún periodista que cuando otro afirma que en este país hay tanta corrupción como en cualquier otro, y siendo así que aquí los corruptos se cuen­tan por millares y las cifras de la corrupción por miles de mi­llones, no haya callado? ¿habéis visto u oído a algún pe­riodista que ante la mención por otro de su gremio o de un político, del comunismo como sistema indeseable y la consi­guiente alusión a los crímenes habidos en la revolución en Ru­sia luego Unión Soviética extinta, haya respon­dido con alabanzas a los logros sociales de la China también comunista? ¿Habéis oído compa­rar aquellos crímenes con los perpetrados durante y después de la revolución burguesa abande­rada por Franco? Ninguno. Y si alguno piensa algo distinto a lo que se espera de él, se lo calla astutamente para no ser defe­nestrado. Siempre pendientes de lo política y mediáticamente correcto… Esta es la clase de liber­tad que se respira por aquí La confabulación de los poderosos por su ri­queza, de los poderosos en la política, de los poderosos en la justicia y de los poderosos en los medios es la resultante de lo que tan engolada como impropiamente llamamos demo­cracia en España.

La sotanas subidas a los púlpitos arengaban a los súbditos que iban a la iglesia en la dictadura precedente. Pero en este simu­lacro de democracia los periodistas les dieron un puntapié y se encaramaron a los púlpitos de radios, televisiones y prensa para arengarnos, sin escapatoria y hasta nuestras cocinas, a menudo también vergonzosamente. Y todo con la excusa de su sospe­choso deber de informarnos y por las mismas razones que las sotanas se atribuían su deber de formarnos. Francamente veo muy pocas diferencias para los que no creemos que la política sea indispensable y no pueda ser perfectamente reemplazada por la administración de gestores honestos…

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.