Durante casi dos semanas, desde el 8 de abril pasado, una delegación de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) visitó China: algunas de sus ciudades y zonas de desarrollo económico. Se entrevistó con los principales miembros de la Asociación Nacional de Periodistas del país, con directores de diarios, radios, agencias de noticias y medios televisivos. […]
Durante casi dos semanas, desde el 8 de abril pasado, una delegación de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) visitó China: algunas de sus ciudades y zonas de desarrollo económico. Se entrevistó con los principales miembros de la Asociación Nacional de Periodistas del país, con directores de diarios, radios, agencias de noticias y medios televisivos. Y, en un fructífero intercambio de ideas, que habrá de prolongarse en futuros encuentros y actividades compartidas, escuchó a las periodistas y a los periodistas de China cuestionar el rol de la prensa occidental, por su insistencia en deformar y mentir respecto de lo que piensa y hace China en este mundo.
Gran parte de la prensa occidental al referirse al rol de los medios de comunicación chinos y al ejercicio de la profesión, sostiene que «la libertad de prensa es inexistente, a partir de que el Estado y el Partido Comunista, digitan y manipulan la información». Después de haber estado en China, después de haber escuchado a las y los colegas de dicho país explicar de qué se trata su tarea y cuál es el rol de los medios, la FELAP no hizo más que corroborar que, hoy como antaño, las luchas ideológicas y políticas no han sido sepultadas, por más que en los últimos treinta años el «pensamiento único» de los dueños del dinero lo haya intentado con muchísimo ahínco y repetidos crímenes masivos. Ahogando en sangre -periodistas desaparecidos, asesinados, perseguidos- la libertad de expresión de millones de personas, sometidas a injusticias, comúnmente analizadas por la prensa de los dueños del dinero como problemas del «desarrollo» y el «subdesarrollo». Y como consecuencias colaterales e «indeseadas» de la expansión capitalista a escala global. Es decir, esto que tenemos: un planeta al borde de su desaparición en pocas décadas más, y a tres cuartas partes de la humanidad padeciendo diferentes formas de miserias y epidemias, en medio de distintas escalas de violencia, real y virtual.
«La libertad de prensa» es buena cuando acompaña la entrada de las tropas de invasión a Irak, y transmite y retransmite, con lujos de detalles, las bondades de la tecnología de exterminio. «La libertad de prensa» es mala cuando, por ejemplo -para citar tan sólo un ejemplo entre millones- los medios de comunicación y las/os periodistas de China explican y acompañan, hasta donde se lo entiende conveniente a partir de los secretos de Estado, el despliegue posicional en las aguas del Océano Indico, para controlar rutas de petróleo que figuran en el mapa del insaciable deseo del Pentágono y de sus medios de comunicación, defensores de la «libertad de prensa».
La idealización de la «libertad de prensa» en abstracto es, convengamos, una mojigatería. Sigue sin ser ociosa la pregunta: ¿libertad de prensa para qué, para quiénes?
Juan Carlos Camaño es Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).