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Manual de Estilo: cómo cubrir un conflicto

Fuentes: Agencia ConoSur

Hace tiempo circula en las redacciones, estudios y gerencias de los medios masivos de información un Manual de Estilo, que señala ciertas pautas que los periodistas deben seguir para enfocar las coberturas de los conflictos que involucran a trabajadores, desocupados, estudiantes y demás sujetos colectivos que propongan algún tipo de interrupción a la normalidad vigente […]

Hace tiempo circula en las redacciones, estudios y gerencias de los medios masivos de información un Manual de Estilo, que señala ciertas pautas que los periodistas deben seguir para enfocar las coberturas de los conflictos que involucran a trabajadores, desocupados, estudiantes y demás sujetos colectivos que propongan algún tipo de interrupción a la normalidad vigente en el país.

Ante la abrumadora cantidad de conflictos que sufre nuestro país, brindamos un adelanto con algunos de los puntos salientes del Manual de Estilo que ya tienen en su poder la mayoría de los periodistas, especialmente aquellos que cubren conflictos sociales.

– Este es un país NORMAL. También puede decirse «País en serio». Es decir, la crisis ya terminó, los problemas de hoy son remanentes y, en todo caso, deben atenderse los graves inconvenientes de la clase media, la GRAN golpeada por la crisis de nuestro país. Ejemplo de un problema de estos días: la imposibilidad de conseguir una vivienda en la Capital Federal por sus altos costos.

– Se deduce de lo anterior que el CONFLICTO siempre es introducido en la vida de nuestra sociedad por agentes de por sí conflictivos, como trabajadores, desocupados, estudiantes, indígenas, etc. Pese a que pretenden llamarse a sí mismos como «Pueblo», no debe caerse en tentaciones: no son Pueblo, y tampoco son GENTE, porque la GENTE es la víctima de sus acciones y, a la vez, son los que compran lo que nosotros hacemos. Es decir, nos debemos a la GENTE y no a los trabajadores, desocupados, etc.

– Por ello, nunca se debe señalar a la pobreza, la desocupación, la violación de los Derechos Humanos y la miseria como conflictos: son FLAGELOS de los que se aprovechan algunos para hacer política.

– En situaciones extremas, estos grupos pueden ser denominados «activistas», se los puede calificar como «ideologizados» y/o «politizados». En ningún caso, este tipo de calificación se puede aplicar a grupos tales como empresarios, funcionarios oficialistas, economistas, etc.

– La Economía es una ciencia de la que sólo pueden hablar especialistas. La suba de salarios puede atentar contra la gobernabilidad, pues dispara la inflación. El control de precios, en tanto, supone una intromisión estatal sobre el sector privado.

– En cada conflicto, lo que importa es la GENTE. Por tanto, hay que ponerse del lado de la GENTE. Nuestra línea editorial no debe ser un obstáculo. No es una contradicción justificar una guerra y defender a los niños indefensos del Garraham.

– Fuentes de información: nuestras fuentes de información deben ser plurales. No hay nada más plural que la Gente, los que siempre quedan en el medio de los conflictos. Ellos son nuestra fuente. En caso de paro de transporte, por ejemplo, no importa cuan repetitivo sea, debemos acercarnos a la GENTE y preguntar: ¿lo perjudica el paro?

– En cuanto a los manifestantes, hay que atender a su reclamo, estamos en democracia. Nunca se debe desatender un reclamo, pues los reclamos siempre son JUSTOS, lo que se discute es su metodología. Se debe puntualizar el perjuicio que provocan para la GENTE.

– Debemos recordar que hacer Periodismo Independiente requiere de una gran sensibilidad. Para ello hay que estar atentos a todo tipo de encuestas. Nunca se sabe dónde puede ubicarse hoy la GENTE.

– Las fotografías, cortinas musicales y demás agregados deben ser constructores de sentidos: como los que hacen marchas y paros habitualmente son feos y antiestéticos, se prefieren las fotografías de las víctimas: la GENTE. Las cortinas musicales deben dar cuenta de la anarquía, el desorden y la violencia de todo reclamo. Al contrario, las marchas de la GENTE (como la del Ingeniero Blumberg) en lo posible deben acompañarse de música sacra.

– En caso de Represión: en primer término, y de no mediar una contraorden, se debe hablar siempre de «incidentes», pues las fuerzas del orden pudieron haber sido agredidas por activistas violentos. Siempre hablar de «enfrentamiento», que nos sitúa en una posición objetiva e independiente, fiel a nuestra tradición.

– El reclamo de empresas y/o empresarios tiene otro estatus. No son conflictos, dado que la necesidad de ganar más dinero de los empresarios es NATURAL. Por tanto, no perjudican nunca a la GENTE. En cualquier caso, habrá que utilizar nuestros medios para explicar que los empresarios son BUENOS y DAN trabajo.

– A los empresarios les PREOCUPA la conflictividad. Eso traba inversiones que dan trabajo a los argentinos.

– Nunca debe saberse que los directivos de este medio de comunicación integran asociaciones empresarias.

– El problema de este país es que la GENTE se perjudica por estos conflictos, que muchas veces devienen en paros de actividades. Se debe puntualizar claramente que los que realizan estas medidas NO son GENTE. De otra manera, podría haber acciones solidarias y de esa manera se extenderían los paros, lo que perjudicaría aún más a la GENTE.

– Regla de oro: No hay relación, de ningún tipo, entre la riqueza y la pobreza. Hay ganadores y perdedores. No hay relación entre el reclamo de más dinero para estos grupos y las supuestas ganancias de los más exitosos. Nuestro mensaje debe ser: si quieren ganar más plata, deben capacitarse para este mundo globalizado.

– Debemos abogar por la vuelta a una cultura del trabajo, pero a un trabajo del Siglo XXI, es decir, agil, pro-activo, competitivo, dejando de lado arcaísmos setentistas como la sindicalización y las huelgas salvajes.

– Los únicos que pueden hacer política son los políticos. Los empresarios no hacen política: presionan, hacen «lobby», trabajan por sus intereses. Los grupos conflictivos intentan «politizar» sus problemas. Eso los deslegitima. Esto significa que no son los que verdaderamente tienen problemas. No olvidar el apotegma que evitará muchos dolores de cabeza: el verdadero pobre no protesta.

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