La clara victoria del pueblo venezolano en el referendo celebrado en Venezuela tiene una trascendencia que excede las fronteras del país. Se suma a otros hechos ocurridos en estos años en el continente latinoamericano y también en distintos lugares del mundo que muestran un cambio notable en la correlación de fuerzas especialmente en América latina. […]
La clara victoria del pueblo venezolano en el referendo celebrado en Venezuela tiene una trascendencia que excede las fronteras del país. Se suma a otros hechos ocurridos en estos años en el continente latinoamericano y también en distintos lugares del mundo que muestran un cambio notable en la correlación de fuerzas especialmente en América latina.
Merecen un análisis de conjunto, la realidad venezolana antes y después de Hugo Chávez, la latinoamericana a partir del agotamiento cada vez más evidente de los viejos par idos tradicionales que fueron el instrumento de las oligarquías subordinadas al imperio y el escenario mundial. Queda pendiente.
En esta crónica me referiré al comportamiento de los medios «democráticos» europeos, especialmente los de Suecia, con relación a este proceso. La referencia al comportamiento mediático no es arbitraria ni está movida por ningún «anti», descalificación habitual que aplican los «señores del pensamiento único» a quienes disienten con las «verdades» del poder, sino que obedece al hecho de que los medios, que siempre fueron un poder por su capacidad de «formar opinión», constituyen en el marco de los progresos tecnológicos actuales, por su diversidad de gestión y su tendencia a la concentración, el mayor soporte del proyecto genocida conocido bajo el eufemismo de «economía de mercado»,y en uno de los mayores enemigos de la democracia y los derechos humanos que permanentemente invocan. Peor todavía, en»soldados» enmascarados de las aventuras terroristas del imperio en Irak y Afganistán.
Con esa empecinada vocación de vasallaje intelectual que los lleva a convertir en realidad sus propios deseos, o mejor dicho, los deseos del poder al que sirven, la mayoría de los medios apostaron en los cálculos previos al referendo, por el triunfo de la oposición al gobierno de Chavez.
Una oposición compuesta por la vieja corrupta oligarquía venezolana, representada en los dos grandes partidos tradicionales, Acción Democrática, de tendencia socialdemócrata y la Democracia Cristiana, Copei, que se alternaron en el poder desde la iniciación del país independiente. Una oligarquía que ha saqueado al país y sumido en la miseria al 70% del pueblo venezolano. Uno de sus más destacados representantes, Carlos Andrés Pérez cumplió condena de cárcel por ladrón del patrimonio nacional. A esa oligarquía, dueña de diarios y canales de televisión se han sumado grupos heterogéneos de extrema derecha, sindicalistas corruptos, terroristas cubanos de Miami y, no podía faltar, la cada vez más desprestigiada CIA que siempre pone los dólares y a veces también las bombas.
Esa coalición «democrática» protagonizó un golpe de Estado hace dos años y destituyó a Chavez. La Unión Europea no protestó contra la destitución violenta de un presidente que en 1998 había sido elegido en las urnas por amplia mayoría. Y los columnistas de los medios «democráticos» aplaudieron o justificaron el golpe. Algunos como Per T. Olsson, redactor jefe de la página política del diario sueco Sydsvenskadagbladet, dando muestras de no tener muchas condiciones para el cargo y menos convicciones democráticas se apresuró a escribir un artículo, Adiós Hugo Chavez , con el que hizo el ridículo. Porque al día siguiente Chávez fue restituido por el pueblo venezolano a su cargo de presidente.
Ni siquiera estos antecedentes, muy sintéticamente señalados, libraron a los medios de volver a tropezar con la misma piedra. Tras «demonizar» como es su costumbre al presidente venezolano en los días previos al referendo, destacaron la importancia que para Venezuela y el mundo, por el carácter de quinto productor de petróleo, tenía el referendo.
La concurrencia a las urnas fue masiva y cuando los resultados confirmaron el triunfo de Chávez por una mayoría que no dejaba lugar a dudas y el resultado fue convalidado por el Centro Carter, la OEA y los observadores internacionales, «nuestros» medios procuraron silenciar o disminuir la importancia que ellos mismo le había adjudicado horas antes. Y cuando la oposición venezolana acusó, sin ninguna prueba, de fraudulentos los resultados, se jugaron a esta carta. Los titulares en su casi totalidad, pusieron el acento en el supuesto fraude, y no en la aplastante mayoría que le había dado el triunfo a Chávez.
El noticiero Aktuell del canal 2 de la televisión pública, batió las marcas. En la emisión de la hora 21 del día lunes, su redactor jefe le hizo leer a una subordinada una sumarísima información en la que enfatizaba el «fraude».e ignoraba lo central que era el resultado del referendo.
Una falta total de respeto a los millones de televidentes suecos que pagan una importante suma anual para ser objetivamente informados.
Con total falta de ética los medios adjudicaron la autoría de un tiroteo en una cola de votación en el que murió una persona, a los «partidarios de Chávez». Después se supo que había sido un incidente entre delincuentes comunes. Todavía «el patrón» («América») no había dicho la palabra definitiva y se hacía eco «por compromiso» con las denuncias de fraudes. Empantanado hasta el cuello en las aventuras terroristas en Irán y Afganistán.
La falta de profesionalidad de los «informadores» quedó al desnudo cuando estos ignoraron que el precio del petróleo había bajado al conocerse el triunfo de Chávez. Y las Bolsas que estaban medio asfixiadas, habían respirado.
Cegados por su ignorancia y su odio a todo lo que sea un triunfo popular, siguieron apostando al fraude el martes 17 y hasta el miércoles. El Ekot de las 6 de la mañana del miércoles no hizo ninguna mención a Venezuela y la televisión textada seguía con el impreso de los disturbios en Caracas. Pese a que ya en la noche del martes, la Administración Bus reconocía que «la mayoría había votado por Chávez». Y este a su vez garantizaba la continuidad del suministro de petróleo. Los presidentes latinoamericanos, hasta Uribe de Colombia, felicitaban a su colega venezolano y destacaban la limpieza democrática del referendo. Todavía en la mañana del miércoles 17 el programa de la mañana de Canal 4, privado, trajo una impresentable «antichavista» sin un mínimo de nivel político para «testimoniar» sobre el «fraude», en su afán de encontrar «disidentes».
Ya para entonces el «fraude gigantesco» anunciado por un líder de la coalición opositora se había convertido en una «investigación» en algunos circuitos, lo que también convalidó el resultado.
Luego se sumarían al reconocimiento del triunfo popular la patronal venezolana y el presidente de España, Rodríguez Zapatero que felicitaba al colega venezolano y le anunciaba una pronta visita. Los líderes de la UE, que tan triste papel tuvieron cuando el golpe contra Chávez, en abril del 2002 todavía no se había pronunciado.
Mal sintonizados con sus «mandos naturales», el poder mediático ha quedado una vez más quedado «con las ruedas para arriba». Sin moral ni profesionalidad.