Recomiendo:
0

Movistar, te llamas Movistar

Fuentes: Rebelión

«Movistar no quiere que Facua mencione su nombre», informan el 11 de noviembre desde Periodistas en Español.com (http://periodistas-es.com/movistar-no-quiere-que-facua-mencione-su-nombre-60958). Y añaden: «Movistar ha amenazado a Facua, Consumidores en Acción con interponerle una querella si vuelve a mencionar su nombre. La multinacional responde así al llamamiento de la asociación a los cerca de 4 millones de afectados […]

«Movistar no quiere que Facua mencione su nombre», informan el 11 de noviembre desde Periodistas en Español.com (http://periodistas-es.com/movistar-no-quiere-que-facua-mencione-su-nombre-60958). Y añaden: «Movistar ha amenazado a Facua, Consumidores en Acción con interponerle una querella si vuelve a mencionar su nombre. La multinacional responde así al llamamiento de la asociación a los cerca de 4 millones de afectados por la subida de Movistar Fusión para que se personen de forma gratuita en su demanda, admitida a trámite por el Juzgado de lo Mercantil número 8 de Madrid, informa la asociación de consumidores». Más adelante, la misma información indica que la amenaza ha sido planteada por el apoderado general de Telefónica de España a través de un burofax recibido por la asociación este lunes y le da de plazo hasta el jueves para cesar en «la utilización de nombres, marcas, signos y logotipos, o cualquier otro distintivo o identificación, titularidad de las empresas del Grupo Telefónica España».

Hace ya bastantes años, en Estados Unidos apareció el Decálogo Sandford, un texto deontológico periodístico que aconsejaba denunciar con nombres y apellidos en lugar de afirmar eso de «fuentes de toda solvencia», «fuentes generalmente bien informadas», «al parecer», «todo parece indicar», y demás especulaciones que consumamos los periodistas para tirar la piedra y esconder la mano. Topar con el Poder -éste es el Poder y no Mariano Rajoy, «El Silente»- tiene un precio. No se puede mencionar el nombre del gran señor igual que un «lacayo» no podía pronunciar el nombre del Inca o del Faraón ni mirarlo a la cara siquiera.

Sin embargo, el 11 de mayo pasado, el boletín de la Federación Española de Sindicatos de Periodistas (http://www.fesp.org/index.php/noticias/item/6217-el-pa%C3%ADs-da-publicidad-como-noticia), editaba un texto donde podía leerse: «El portal de análisis de medios «Mèdia.cat» publicaba el pasado 5 de mayo que el diario El País daba como información un contenido de claro perfil publicitario.

El artículo -seguía diciendo la FESP- señala que el título publicado «Los clientes de Movistar Fusión triplican su velocidad desde el viernes», «bien serviría para un anuncio de la compañía de telecomunicaciones. Por si esto no fuera suficiente, la imagen que ilustra la información es publicidad de la empresa extraída de la misma web corporativa. Sólo en el subtítulo se informa que este argumento de velocidad va acompañado de una subida de la tarifa de cinco euros para pasar, rápidamente, a una nueva oferta de televisión».

De inmediato, la FESP proseguía: «asimismo, señala que «Facua, ha emprendido una campaña de denuncia que ha recibido el apoyo de más de 300.000 firmas en línea. Además la compañía ha amenazado con multas de 270 euros a los clientes que traten de rescindir el contrato las condiciones del cual acaba de modificar unilateralmente».

De muevo el portal Periodistas en Español.com nos ofrece una noticia del día 10 de noviembre según la cual, basándose de nuevo en fuentes de Facua, «el regulador de telecomunicaciones en México ha comunicado este lunes, 9 de noviembre de 2015, una multa récord de 410,9 millones de pesos (22,7 millones de euros) a la unidad de la española Telefónica [Pegaso, filial de Telefónica en México] por incumplir los niveles mínimos de calidad en la prestación de servicios de móvil en la ciudad de León, Guanajuato, el centro del país».

También en mayo, la Asociación Española de los Operadores de Telecomunicaciones Locales, Asociación Nacional de Operadores de Telecomunicaciones e Internet (AOTEC), pensaba que la adquisición del segundo operador de televisión de pago, Canal+, por parte de Telefónica, dañaba la competencia en las condiciones actuales del mercado. Como se sabe, Telefónica-Movistar posee ahora el 100 por 100 de la propiedad de Canal+ tras adquirirle poco a poco sus acciones a Prisa y a Berlusconi.

Telefónica-Movistar, Movistar-Telefónica, ¿hay que silenciar estos nombres cuando una información no le guste? El Poder, acostumbrado a construir la noticia porque de él son los medios de comunicación más seguidos, se incomoda y reacciona bruscamente cuando se ejerce el auténtico periodismo, es decir, cuando se actúa de verdad como contra-Poder, de ahí la casi ausencia de periodismo de investigación -que se confunde con la filtración- y la presencia del periodismo político «de batalla» como despiste para el ciudadano, acompañado por las catástrofes, los deportes (o mejor, Madrid y Barcelona) y el clima.

A nivel personal, a Movistar no le importa que un bufete de picapleitos -cuyo nombre no recuerdo, de lo contrario iría aquí mismo- haya estado utilizando su nombre -el de Movistar- y me haya estado amenazando continuamente en plan «asustaviejas» con que me iba a citar un juez porque le debía dinero a Movistar.

La última llamada de los picapleitos asustaviejas se produjo a mi móvil un par de días antes del pasado 30 de octubre, día en que se supone que me iban a colocar ante un juez del que no había recibido citación ni entonces ni después ni todavía. ¿Motivo? Hace unos cinco años una chica me vendió un aparato (una especie de modem), por unos 30 euros al mes, con estas palabras: «Donde esté Movistar tendrá usted Internet por 30 euros al mes». Y en efecto, yo tenía Internet donde estaba Movistar. Nada me dijo del extranjero, de manera que en México DF, aeropuerto, vi una publicidad de Movistar, conecté mi portátil con su modem y tuve Internet sin aviso alguno ni advertencia de la compañía (no había zonas wifi así como así). A mi regreso a España me querían clavar casi 2.000 euros por unas pocas conexiones pero frené la tropelía derivada de una publicidad engañosa.

Movistar, te llamas Movistar, en Perú, en 2009, hiciste una campaña publicitaria basada en un concurso de nalgas femeninas para promocionar la marca. Pero no te llamó ningún juez que yo sepa.

 

Concurso de nalgas en Perú, 2009. Fuente: Reig, Ramón: Los dueños del periodismo, Barcelona, Gedisa, p. 238.

Durante el mandato del Partido Popular, a partir de 1996, en España, con el asesoramiento de periodistas como José María García, intentaste poner en pie un multimedia para apoyar a ese partido, comprando Onda Cero, Antena 3 y con influencia accionarial en el diario El Mundo.

¿Sabes una cosa, Movistar? Yo te deseo suerte en esa selva de la ley del más fuerte que es el mercado en el que estás y lo hago porque procedes de España, te fundaron en los años veinte del siglo XX (más o menos en la dictablanda de Primo de Rivera), te nacionalizó totalmente Franco, te privatizaron Felipe González y José María Aznar (a favor de La Caixa y del BBVA, entre otros), tienes conexiones con prácticamente todas las telecomunicadoras importantes del mundo, incluyendo a China.

Soy hasta cliente platino tuyo porque, como todas sois iguales, yo apuesto por la de toda la vida, si echara cuenta a vuestras continuas e impertinentes llamadas (de todas) me volvería loco y no cumpliría con mi obligación de funcionario público del Estado español que es investigar y atender a mis alumnos en la universidad (docencia y tutorías). Pero no me jodas en mi intimidad ni me engañes ni te metas con la libertad de informar ni de interpretar las noticias, no atentes contra los derechos humanos de forma tan descarada, sé que lo tienes que hacer porque habéis creado entre todos un monstruo que os domina -este sistema- pero a ver si es posible que os controléis porque los ciudadanos no somos ya esos súbditos que nos limitábamos a levantar un auricular y a preguntar: «¿Sí?, ¿dígame?».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.