Su apellido, pornográficos juegos de palabras aparte, tiene una raíz etimológica que sugiere directo parentesco con el latino/italiano «fallacia» («engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien»). Todo, en cualquier caso, muy aplicable a su actividad pública. No en vano, Oriana Fallaci es uno de tantos incomprensibles mitos pseudointelectuales del siglo XX […]
Su apellido, pornográficos juegos de palabras aparte, tiene una raíz etimológica que sugiere directo parentesco con el latino/italiano «fallacia» («engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien»). Todo, en cualquier caso, muy aplicable a su actividad pública. No en vano, Oriana Fallaci es uno de tantos incomprensibles mitos pseudointelectuales del siglo XX sólo explicables si los suponemos prefabricados por la maquinaria de propaganda ideológica imperial. Convirtió el más ciego e irracional fanatismo, expresado mediante histérica incontinencia, en estilo periodístico y literario. Fue enarbolada en tanto que mujer pionera y triunfadora por ciertos sectores feministas que, supongo, deben ver también monumentos a la «liberación de la mujer» en Condolezza Rice y Ana de Palacio.
Panfletista obscena que Goebbels hubiera considerado demasiado burda, fue tal la violencia racista y apocalíptica de sus tesis en defensa del Sistema imperante que fue tildada, con cariñosa admiración, de «polemica», «valiente» y «políticamente incorrecta»; ¡véase cómo se pueden prostituir e invertir hasta la caricatura palabras y conceptos! Ello le ha valido los homenajes postmortem de sectores que se fingen enfrentados: de la derecha ultracapitalista-españolista-atlantista-sionista que aúlla en la COPE a la apastelada pseudoprogresía socialtraidora y demagoga que ronronea en la SER, todos han cantado loas elegíaticas a tan excelsa defensora de la (ataque de tos) Libertad.
La victoria militar y creciente popularidad de Hizbulá. El imparable y rojo despertar de América Latina, en alianza con China e Irán (exhuberantemente escenificado en la reciente cumbre de los No-«Alienados»). El patético tobogán de desprestigio por el que irremisiblemente se desliza la política yanki. La seria amenaza de quiebra que planea sobre el Imperio financiero transnacional y las estructuras políticas que lo sustentan. La «resurrección» de Fidel transfigurado en vivo retrato de Don Quijote tras una ausencia que, contradiciendo los augurios imperiales, no ha provocado en Cuba ni guerra civil, ni crisis de balseros, ni represión militar, ni siquiera inestabilidad, sino todo lo contrario… ¿No serán tantos disgustos juntos los que han fulminado a tan augusta dama? Que el Dios de la Usura y el Expolio Genocida la tenga en Su Gloria. No es la Nuestra.