Lo que empezó en 1991 en Londres como una idea original de trabajo social es hoy una red mundial de publicaciones a punto de transformarse en agencia de noticias. Young explica cómo se hace periodismo desde la pobreza y qué resultados inesperados se obtienen, como la Copa Mundial de los Sin Techo. -¿Qué esperaban lograr […]
Lo que empezó en 1991 en Londres como una idea original de trabajo social es hoy una red mundial de publicaciones a punto de transformarse en agencia de noticias. Young explica cómo se hace periodismo desde la pobreza y qué resultados inesperados se obtienen, como la Copa Mundial de los Sin Techo.
-¿Qué esperaban lograr de una reunión como ésta, a la que concurre gente con enormes diferencias geográficas y sociales? Ustedes son una organización que funciona con un presupuesto mínimo y pretenden abarcar el mundo.
-Creo que lo primero que hay que saber es que ésta es una reunión «familiar», de gente que se encuentra una vez al año para conversar y conocerse. Se trata de apoyarnos entre todos. No sólo es una organización que funciona con un presupuesto exiguo sino que también todas sus revistas componentes, aun las más grandes, son emprendimientos austeros. Esta es nuestra décima conferencia anual. En la primera concurrieron representantes de unos seis o siete periódicos. Ahora, en Buenos Aires se reunieron unos sesenta, si bien hay más publicaciones representadas que no son parte de la red. Han venido de distintas ciudades de América latina como observadores. La red crece. Faltó The Big Issue de Japón, y faltaron otros, por razones de organización propias. La conferencia es un evento especial porque hay conversaciones muy serias en torno a temas internacionales, y otras muy relajadas, como la cena de una noche en que hablamos hasta la madrugada acerca de cómo cambiar el mundo y ese tipo de cosas.
-¿Cuál es la publicación más grande de la red?
-La de Londres, que fue la primera de las revistas Big Issue. Pero aun en las grandes, uno puede sentirse bastante aislado por ser diferente. Por eso reunirnos hace bien y produce una gran camaradería. Nos enfrentamos a problemas parecidos en todas las ciudades donde funcionamos, dentro de las oficinas y en la calle. Los problemas son iguales, en idiomas diferentes. Por lo tanto en una reunión internacional como ésta hay intercambio de impresiones. El resultado es que todos sacamos lo mínimo, nadie saca mucho más que respaldo y apoyo moral, pero de eso dependemos. Otras cosas que se obtienen son mucho más prácticas. Tenemos esta enorme extensión geográfica que cubrir, pero a pesar de ello hay algunas similitudes, como ser en lo que atañe a los vendedores de las revistas. Aprendemos de las experiencias de otros, lo que funciona en un país no siempre es aplicable en otro, pero se aprende de lo intentado por otros, etc. Podemos copiar lo bueno, no hay patente de ideas, y se puede sugerirle a la gente que algo nos salió bien y porqué no lo prueban.
-Le pido un ejemplo, cuénteme de algo que funciona y se comparte.
-Por ejemplo, hay formas de incentivar a los vendedores en la calle, para que salgan con mayor frecuencia y con diferentes estilos, según la hora del día. Podemos detectar que una frecuencia funciona en un clima frío, pero no siempre cuando hace calor. Luego se mira el detalle y alguien ofrece un sistema de promoción que ha dado resultados. Hay que recordar que la edición, promoción y ventas se hacen con presupuestos mínimos, razón por la que hay mucho intercambio en torno a detalles para no malgastar recursos. Pero nada se rechaza de plano. A medida que nos vamos conociendo, que nos vemos las caras o escuchamos las voces en ésta o en otra reunión, se refuerza la comunicación por el correo electrónico por el que se construye el contacto humano. Esto es útil para superar problemas prácticos. También se ve el desarrollo de asociaciones entre periódicos y colectivos de trabajo. Hay una conexión entre un periódico en Munich, en Alemania, y otro en Uruguay. El periódico alemán reunió el dinero para que en Montevideo se desarrolle un taller de reciclaje de cartuchos de impresión. Eso se pacta en conferencias como ésta. Todos son desafíos, hasta el montar una conferencia y lograr que la gente venga. Hay motivación, somos gente apasionada. Eso produce logros positivos cuando hay poco presupuesto.
-Para esta conferencia se proponía lanzar una agencia de noticias internacionales alternativa con informaciones de diversas fuentes. Ahora me han dicho que esto se ha demorado unos tres meses para probar recursos en el intercambio externo.
-Hace tiempo ya que estamos probando el servicio de noticias social entre nosotros. La agencia la hemos anunciado en Buenos Aires porque el 3 de mayo es el Día Internacional de la Libertad de Prensa. Creo que uno de los problemas que enfrentan los periódicos de la calle es el entrenamiento de sus vendedores, por eso en Buenos Aires se dedicó mucho más tiempo en tratar ese tema y cómo mejorar las perspectivas para los vendedores. El otro debate, es en torno al contenido informativo de la agencia, pero requiere mucho estudio. Tenemos que ver el contenido de nuestras revistas en el contexto de nuestro rol colectivo, y a su vez, en el contexto de los medios internacionales y dónde nos ubicamos en el mundo.
-¿Cree que pueden formar una agencia informativa por Internet o e-mail y lograr un atractivo genuino, y no simplemente buscar la beneficencia para el producto?
-Naturalmente que creo, espero, que sí. Aquí el contenido es lo primordial, tenemos que asegurar que lo que producimos es bueno a nivel internacional. Y lo que podemos proveer y lo que el resto de los medios no hace es ofrecer información desde los que realmente viven en la pobreza, que la sufren, en los centros urbanos, no sólo fabricar fotos elegantes del sufrimiento. Muy pocos de los medios buscan cubrir a la pobreza como tema de profunda preocupación. Hay mucha cobertura de funcionarios que hablan de la situación, políticos que dicen lo que habría que hacer, pero no hay reacción de nuestra gente. Los medios estereotipan a la pobreza. Muestran la cara de un tipo sin dientes para ilustrar la pobreza, pero no se indica a partir del desdentado lo que puede o quiere hacer en su situación.
-Ustedes buscan ser una voz alternativa, una voz diferente. Hay una tentación de llamarse «independientes» o «libres», pero no son «independientes» ni son «libres».
-Somos alternativos, independientes y libres en alguna medida una parte del tiempo. Ninguna de las palabras se aplican totalmente, pero se acercan a lo que queremos ser. Y creo que a partir de lo que hacemos estamos diciendo que desafiamos a una concentración en aumento de la prensa en cada vez menor número de grandes corporaciones que tienen cada vez mayor número de títulos y más grandes tajadas de los medios. A eso nos enfrentamos, sea como nos llamemos. Cuando, y si nos miran, todas esas grandes corporaciones transmiten un mensaje acerca de lo que hacemos. O por lo menos es siempre muy parecido. Las fuentes no varían en gran medida. Los medios generan problemas por falta de información. Yo creo que los periodistas en las grandes redacciones son haraganes, no salen a conocer a la gente, sacan notas de los sitios Web y las reescriben o pegan. Puede haber buena información ahí en sus pantallas, pero tiene que ser ampliado por gente real. Se empobrece el periodismo. No le echo la culpa a los periodistas, dado que pueden responder con razón que el problema radica en redacciones que se achican porque los dueños invocan razones de dinero. Eso sucede porque los medios son dirigidos por gente que solamente está interesada en el dinero. Antes no era así: había gente que hacía diarios y les interesaba ofrecer «noticias». Ahora todo es guita, guita, guita, y así se produce algo según una fórmula mediocre. Queremos crear una alternativa en la que hay contacto con la gente. Vamos a hablarles, darles una voz, escucharlos, y daremos una versión diferente sobre cómo se vive. No necesita ser una visión diametralmente opuesta, pero tiene que ser otra opinión.
-¿Usted tiene una carrera en el periodismo o en el mundo editorial?
-Fui periodista free lance en Escocia, también trabaje en un periódico barrial en Edimburgo, que me dio una visión de la vida en la calle. Eso lo dejé y colaboré en periódicos en la prensa escocesa e inglesa. También fui editor durante un tiempo. Ahora tengo base en Edimburgo, si bien la revista The Big Issue de Escocia se hace en Glasgow.
-Lo que necesito de usted es que me dé una visión internacional de este emprendimiento. Usted mira al mundo desde el circuito de la pobreza en Escocia, pero en realidad, piensa en hacer una gran comunidad de pobres. ¿Cómo se construye desde la pobreza?
-Es una pregunta válida. A lo que apuntamos por ahora es agrandar una organización de base que comenzó muy pequeña. La conferencia en Buenos Aires es la más grande, como dije antes, estamos creciendo, comenzamos a ser sustentables. El desafío es cómo llevar adelante lo que tenemos y transformarlo en una institución internacional reconocida.
-¿Cómo van a lograr vender sus productos a los grandes medios?
-Ese es el gran desafío y tenemos que elaborar un proyecto. Tenemos que salir a vendernos. Tenemos que decidir el contenido, primero, hallar el equilibrio correcto, notas excelentes que son diferentes con fotografías de primera, cosa que creo que podemos lograr. Podemos acceder a fotografías que otros fotógrafos no pueden obtener, y puestos en el contexto correcto serán muy buen material. Luego lo que necesitamos es una estrategia de ventas. También creo que podemos lograrlo…
-… y entonces serán como los grandes medios…
-¿Eh? ¿Qué? Noooooo… He trabajado con los pobres en muchos lugares y he visto a gente en situaciones horrendas, y eso incluye lugares como Rusia. He trabajado con la revista The Big Issue en Escocia durante doce años y he sido presidente de la red internacional durante siete años, cosa que me ha llevado a todo el mundo. La pobreza que he visto realmente es horrenda, repito. Y la situación empeora. Las Naciones Unidas informaron recientemente que hay mil millones de personas en el mundo sin techo, creo que la categoría es «alojamiento no adecuado» o «en la calle». Eso me aleja de los grandes medios. Ese es el primer punto. El segundo punto es que nuestra posición es producto de estudio y debate. Estuve en Davos, en el Foro Económico Mundial, este año y ahí mostraron un informe elaborado entre las 1500 empresas más grandes del mundo acerca de cuál les parecía el problema de mayor atención en este momento. Uno supondría que hablarían del crecimiento industrial en China, el dólar en picada, Medio Oriente o no se qué más. Pero la preocupación que se reflejaba, por margen considerable, era en torno a la pobreza global. Los empresarios piensan que tienen que hacer algo para aliviar la pobreza. La conferencia en Davos estuvo dominada por ese problema. Lo que quiero enfatizar es que en los gobiernos y en las grandes corporaciones realmente quieren reducir la pobreza en el mundo. Es un desafío, porque tienen miedo que al mundo le va a ir muy mal. Los grandotes en las corporaciones saben lo que sucede y que sus negocios tal como están ahora, no son sustentables. Los ricos se enriquecen y se alejan cada vez más de los pobres, pero los clientes ricos no pueden sostener las grandes empresas por mucho tiempo. Hay individuos más ricos que países, grandes empresas, como Wal-Mart, que en el ranking del PBI en el mundo están en la posición 42º o 47º, no estoy seguro de la cifra. Esa es una empresa, no un país. Eso no es sustentable.
-Debemos concluir que la pobreza es mal negocio.
-Chiste feo, pero la verdad. Si los miramos en términos de intereses, las empresas necesitan clientes que puedan comprar algo y no ser rodeados de gente sin una moneda. Creo que comienzan a ver un futuro de anarquía, alzamientos, rebeliones, que surgen de la hambruna, de los que no tienen nada. La historia abunda en evidencias de esto, y la historia les da miedo. Las grandes corporaciones entienden esto. Y aquí estamos, nosotros, tocando fondo, haciendo un trabajo. Allá están ellos, allá arriba,haciendo dinero. Tenemos que llevar lo que sabemos a todo el mundo. La escala del problema está en lograr acción. Con la mejor voluntad del mundo, creo que estos tipos no tienen la menor idea de qué hacer. En cualquier lugar que doy una charla sobre problemas de pobreza, ante quien sea, el auditorio está interesado. No hay problema. Nadie ha dicho que le parece que la pobreza es buena idea. Hay consenso que quieren hacer algo para paliar el drama. El problema es qué, y cómo. Nos estamos posicionando como organización que demuestra que si hay voluntad se pueden lograr resultados prácticos. Y nosotros necesitamos hacer cambios en los medios, crear soluciones.
-¿Cuál es la circulación de The Big Issue en el Reino Unido?
-En Escocia vendemos unos 40.000 ejemplares por semana en la calle. En Inglaterra venden 170.000 ejemplares por semana, tomando todas las ciudades principales. Yo puedo hablar de Escocia, obviamente, pero creo que se va demostrando que podemos financiar la revista. En Escocia empleamos entre 25 y 30 personas, tenemos un buen semanario. Hay más títulos per cápita en Escocia que en otros lugares de Europa, y sin embargo, la gente quiere leernos. Publicamos muchas notas de contenido social. El periodista se ha acostumbrado a decir, «Se necesita mala noticia, es lo que vende.» Nosotros demostramos que la buena noticia también vende, la gente quiere leerla. Hay que conocer el público. La fórmula que tenemos en Escocia, quizás no funcione con Hecho en Buenos Aires, en la Argentina, por eso hablamos de lo que la gente quiere, de cómo le presentamos la información… Nuestra revista se impuso.
-Ustedes también se interesaron por la promoción del deporte.
-Más que interesarnos. Le puedo contar sobre la Copa Mundial de los Sin Techo. ¿Sabe algo de eso? No, bueno, con un colega inventamos esa Copa en una conferencia de la Red en 2001, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Al finalizar la conferencia estábamos con el colega charlando en un bar en la forma que le describí antes: estas conferencias son muy buenas porque el sabor internacional levanta la moral, al canjear datos en torno a cómo beneficiar a la Red. Entonces se nos ocurrió que había que hacer más por los vendedores, y pensamos en intercambios, uno de Argentina y otro de Sudáfrica, etc. Pero inmediatamente surgieron problemas en relación a visas, idiomas, disposiciones inmigratorias y de residencia, y así. Eso no anduvo. Entonces se nos ocurrió inventar un idioma internacional para la gente sin techo. Ya dije, estábamos en un bar tomando unas cervezas. Y ahí nos dimos cuenta de que existe un lenguaje internacional y es el fútbol. Mi colega interlocutor era austríaco y él comentó que en su redacción habían formado un equipo con gente de la calle. Y viajaba conmigo un escocés que trabaja en The Big Issue que dijo que también había formado un equipo parecido. Decidimos hacer un partido Austria-Escocia y a mí me pareció ideal porque Escocia nunca gana nada y me pareció que este partido lo podíamos ganar. Tomamos unas cuantas cervezas más y al terminar la noche el partido se había convertido en una Copa Mundial de los Sin Techo, y se invitaría a todos los periódicos en la Red. En 2003 se organizó la primera Copa Mundial, en Graz, Austria. Concurrieron 18 equipos, todos integrados por gente de la calle. Jugaron en estadios y en la calle (cinco de cada lado). Fue sorprendente lo que se logró. Estos jugadores actuaron fuera de todo lo previsto. Cantaron los himnos de sus países, firmaron autógrafos y jugaron en un estadio cerrado que se llenó de tal forma que hubo que poner pantallas afuera. ¿Se imagina el cambio en esta gente, el cambio en la valoración humana? Las mujeres los querían besar, era increíble. Hicimos un estudio de impacto cuatro meses después, lo que se llama «nivel de cambio». Eso también fue increíble. Muchos de los jugadores tenían trabajo, tenían domicilios fijos, algunos retomaron su educación. El porcentaje de reinserción fue mucho más alto que en todo lo demás que habíamos hecho. Cuatro jugadores fueron contratados por clubesprofesionales.Lo hicimos otra vez en Gotemburgo. Hubo 26 equipos y tuvimos 40.000 espectadores. El estudio de impacto mostró que el 92 por ciento de los participantes mostraba cambios de motivación en sus vidas. Este año lo íbamos a hacer en Nueva York, pero tuvimos problemas serios con las visas. Lo hemos trasladado a Edimburgo como emergencia, y se jugará en julio. Habrá un equipo argentino, no hubo en Graz, pero sí en Gotemburgo. En 2006 se jugará en Ciudad del Cabo. A partir de ahí queremos hacer academias de fútbol para la gente de la calle y abrirnos a todo el mundo, adhiriendo a esto programas de salud y laborales. Luego haremos ligas de fútbol en algunos países, con campeonatos locales. Lo que ayuda en esto es que hay un aspecto de la gente de la calle que ve como primer paso hacia superar su situación insertándose en un equipo. Es psicológico, el trabajo en equipo ayuda a sobrellevar la dificultad personal. Creo en estas cosas. Desarrollamos los periódicos y progresaron. Hicimos lo del fútbol por casualidad, como se lo describí, sin embargo, eso demuestra que si hay algo que funciona hay que ponerle mucha fuerza, y no quedarse en lo pequeño.
-Todo esto me suena como una mezcla de una fuerte dosis de utopía y una mentalidad comercial.
-Quizás, no voy a definirme por ese lado. Me inspiré mucho en el 2004 cuando también estuve en Davos y escuché un discurso del ex presidente Bill Clinton. Ese tipo es un comunicador muy hábil. Hablaba de la globalización y de sus efectos, cuando en un pasaje del discurso dijo algo así como, «Vean, hay grandes problemas en el mundo, el sida y la pobreza, y no sirve para nada tener un lindo proyectito de ayuda por ahí para que se congratulen los que le tiran un cheque de vez en cuando. Lo que hay que hacer con una buena idea es desarrollar un gran proyecto que abarque el mundo, usando la globalización como vía de acción, que es lo que hacen las grandes corporaciones y con eso ganan millones. Se pueden expandir los proyectos sociales siempre que estén funcionando en alguna parte.» Eso me dejó pensando y en principio estimé que era algo así como el mejor camino para crear una montaña de burocracia y que era la teoría inevitable de un político astuto. Más lo pensé más supe que Clinton tenía razón. Los periódicos de la calle son un producto simple, algo anárquico, que han crecido en muchas partes, tuvo suerte, o éxito, pero daba algo a mucha gente que los necesita, y ahora que lo de la copa tuvo éxito, tiene que ser realmente mundial. En la conferencia de Buenos Aires se ha hablado de la obra de arte como posibilidad para otras cosas (la Red montó una exposición de arte de todo el mundo durante la conferencia en el Centro Cultural San Martín). El arte se puede usar como ejercicio de talento o de rehabilitación, puede ser algo que se promueve y se vende por su calidad. Podemos organizar bienales del arte de los Sin Techo. Tuve que hablar con unos abogados en sus oficinas en Escocia, y ahí tenían colgadas obras de arte por las que habían pagado cifras enormes. Pregunté el precio pagado por una de las obras más pequeñas y me dijeron cinco mil libras esterlinas (27.000 pesos). Le pregunté por qué no pagaban cinco mil libras por una obra de un artista de la calle, seguro que era igual o hasta mejor. Bajo la organización actual los que hacen el periódico u organizan los talleres se guardarían una parte y el resto va para el artista. Los abogados se rieron, pero yo pensaba en serio y aquí en Buenos Aires se habla de esto. Además no veo porqué no se considera seriamente. Ese tipo de estudio de abogados hoy en día es una fábrica de millonarios que ganan dinero anotando papelitos. ¿Por qué no gastan algo de sus millones en producir cambios reales, como ser comprando el arte de la gente de la calle? Todo es una evolución a partir de pensar y desarrollar soluciones pequeñas y simples para los grandes problemas mundiales. Eso intentamos seguir construyendo en la conferencia de Buenos Aires. Sabemos que tenemos confianza en nuestra gente y en los que trabajan con nosotros en la Argentina en cualquier proyecto. Y para apoyarlos movilizamos, al mundo.