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Nicaragua: Comunicación para la promoción de la ciudadanía y cambio social

Fuentes: Rebelión

Después de trabajar la temática de comunicación para la promoción de ciudadanía, se comprende la influencia que han ejercido los medios y los comunicadores para reflejar, influir y «modelar» conductas, actitudes y prácticas ciudadanas sobre diversas temáticas de la agenda publica en diversas coyunturas desde el inicio de la década de los 90. De la […]

Después de trabajar la temática de comunicación para la promoción de ciudadanía, se comprende la influencia que han ejercido los medios y los comunicadores para reflejar, influir y «modelar» conductas, actitudes y prácticas ciudadanas sobre diversas temáticas de la agenda publica en diversas coyunturas desde el inicio de la década de los 90. De la transición a la paz. La reconciliación. A la reconstrucción. Búsqueda del camino al «desarrollo». De la violencia a la ternura. Al desarrollo humano. Al enfoque de género. Denuncia de la corrupción. A los derechos de la niñez y adolescencia. A la superación de la pobreza. A la lucha contra la violencia intrafamiliar. Etc. Una transición larga. Un giro grave y profundo a la corrupción, a la confrontación y la polarización política, a la desmovilización popular y de la sociedad civil. La privatización de los servicios públicos básicos y elementales de una población empobrecida y de posguerra.

Del 2001 al 2006, divorcios, guerras intestinas, desarticulación del Estado. Fragmentación. Ausencia de consensos. Más denuncias de la galopante corrupción. Pactos. Desintegración social. Profundización de inequidades y pobreza. Nuevas intromisiones externas. Pérdida de la eficacia y autoestima colectiva. Desilusión de anhelos compartidos. Todo ello sumado a otra secuela de fenómenos casi incontenibles como el crecimiento en los niveles de violencia, migraciones, desastres naturales, concentraciones urbanas, desintegración familiar, violencia intrafamiliar, maltrato infantil. Falta de oportunidades para los jóvenes. Impunidad, desigualdad en el ingreso, deterioro ambiental, más corrupción gubernamental. Carencia de políticas de Estado para beneficio ciudadano, inseguridad ciudadana. Debilidad Institucional, Impunidad vs justicia, desconfianza en las Instituciones. Altos índices de criminalidad. Carencias de programas de prevención.

A estas precariedades se suman conflictos limítrofes latentes en una región geográfica «naturalmente unida». Hoy por hoy, ningún país centroamericano esta libre de conflictos de soberanía y controversias territoriales. Estas controversias territoriales abonan a que los esfuerzos de integración «bajo una sola casa y una misma bandera» se posterguen. Expositores autorizados trabajan sobre estos temas.

Para los comunicadores sociales «la comunicación para el cambio social es la llave para el desarrollo y participación política de las personas y comunidades para jugar un rol activo en la solución de los problemas de su comunidad y del país, si se fomentaran políticas de información, a nivel nacional y municipal». Si se animaran procesos de dialogo, basados en la tolerancia, respeto, equidad, y participación activa de los involucrados. Este camino, más que el modelo de uso intensivo de medios de comunicación, es inclusivo, y ánima a las comunidades a elevar su calidad de vida.

Este enfoque estratégico de la «comunicación para el cambio social», hace énfasis en que las comunidades sean sus propios agentes de cambio. Aviven el diálogo, el debate, planifiquen de manera compartida cómo resolver problemas comunes. Obtengan información publica oportuna y puedan elevar sus conocimientos y por ende su calidad de vida, a través de una movilización comunitaria informada y conciente. El dialogo como medio para incidir en las normas sociales, las políticas, la cultura, e ir mas allá de las demandas coyunturales y de las «orientaciónes» que se le da a la gente sobre lo que debe o no hacer.

La comunicación para la promoción de la ciudadanía y el cambio social, debe «acompañar» activamente a los más pobres no solo en satisfacer sus necesidades básicas, sino que en destrezas , conocimientos y capacidades para que asuman y lideren sus procesos de desarrollo, y motivarlos a salir de la pasividad y se agrupen para actuar sobre propuestas e iniciativa en la búsqueda de soluciones, la toma de iniciativas y la acción individual y colectiva, con el respaldo del Estado, las organizaciones de sociedad civil y comunitaria y los medios masivos de comunicación.

Las características de la «transición» que vive hoy Nicaragua para muchos ya son «conocidas» y para otros novedosas. Lo «conocido» y lo novedoso, conlleva responsabilidades para los actores. Para los empresarios, la relevancia mediática que sobre los asuntos públicos adquieren sus medios, no les debe hacer pensar que ellos son los que definen «la democracia». Evidentemente los medios no ejercen el gobierno, pero es innegable la influencia que sobre las masas tienen a la hora de ventilar asuntos públicos. Por su parte el Estado, el gobierno y los políticos deben de corregir las causas del debilitamiento y la crisis de las instituciones que administran, para cumplir con su función mediadora, ante las necesidades y demandas de sus ciudadanos.

Creer que los medios resolverán los problemas de la democracia o de la ciudadanía o que el Estado y sus instituciones lo harán sin un funcionamiento adecuado de sus instituciones, exacerbará las pugnas entre políticos y medios por la legitimidad. ¿Por qué no trabajar juntos en comunicación para la promoción de ciudadanía y el cambio social? Hay periodistas de prestigio reconocido y ciertos lideres de opinión, que trabajan en esta direccion y tienen como fin la reconciliación, el fomento del dialogo, consenso o disenso en el marco del robustecimiento del proceso democrático nacional. No obstante ello genera otras contradicciones. No obviar los conflictos de intereses, y crear asi espacios de comunicación proactivos, en medio de la diversidad. No es tarea fácil.

El paradigma del periodismo en el nuevo contexto de Nicaragua es el de desarrollar enfoques que contribuyan a resolver desavenencias presentes y pasadas, sin muerte de personas, sin destrucción ni violencia, y con énfasis en la importancia de la gobernabilidad democrática. Tarea tampoco fácil, cuando se aspira a abordar las controversias desde el imperativo de la reconciliación, que implica la aceptación, por todas las partes, de la legitimidad de una parte del voto del pueblo.

Un desafío consiste en abordar los diferendos no como conflictos entre ganadores y perdedores, sino como una comunidad de intereses en la que toda Nicaragua gana o toda Nicaragua pierde y que la reconciliación enriquece a la sociedad, tanto como la aceptación de puntos de vista diferentes. Se trata pues de no acrecentar ni atizar conflictos, la confrontación y la exclusión. No comprometer la seguridad y la vida de la gente en el lugar del conflicto, incrementándolo a través del uso necio de la radio y televisión. Este enfoque de trabajo cierra el camino al diálogo y la concertación, se empantana la reconciliación. Que cuando hablamos de aceptar las diferencias y la diversidad no estamos hablando de unanimidades. Sino que por el contrario, se trata de potenciar la riqueza de la diversidad. ¿Es este un enfoque iluso?

Otros retos de periodistas y empresarios de medios es el de evitar presentar hechos aislados, no ubicar los contextos, usar de manera alarmista los medios, darse al sensacionalismo, puesto que no ayuda, menos aún, cuando no se piensa ni se valora cual será el desenlace final de los acontecimientos. También es un grave riesgo el silenciamiento de los sucesos, ello mutila la veracidad, el dialogo, alimenta la confrontación innecesaria, los periodistas se hacen rehenes del mercado y los empresarios de medios arguyen que eso es lo que disfruta la gente, y se reparten los mercados y las audiencias.

Todo ello termina resultando en que la información que se produce es «para darle gusto al público» y que este «es el gusto de la gente», y por ello no se requiere ni de análisis, ni de investigación, ni de estudio del conflicto o fenómeno y por lo tanto, se deseduca y desinforma. Pareciera ser que existen pocos empresarios de medios que piensan en la educación e instrucción de gente y su imperativo comunicacional es político y comercial. Importa más el suceso que el proceso. No la gente.

Mientras esto sucede se invisibiliza al hombre, la mujer, el niño y la niña, a los jóvenes en su actividad creativa constante. Se acalla la voz y se intercepta la imagen de aquella población de héroes cotidianos y anónimos que hacen frente a la vida diaria con fe y trabajan por una sociedad más democrática, más prósperas y con menos inequidades. La comunicación para la promoción de la ciudadanía y el cambio social busca la inclusión de los actores olvidados en un país que nos puede abrigar a todos.

Comunicadores y empresarios debemos de asumir nuevas responsabilidades. Abrir puertas y contribuir a la construcción de un nuevo orden nacional inspirado en la solidaridad, estimulando un «optimismo realista» a través de nuestro trabajo de comunicación bajo criterios educativos, y humanísticos. Destacando las raíces comunes y todo aquello que contribuyan a forjar un nuevo lector, un nuevo televidente o radioescucha. En fin. Una nueva practica ciudadana. Todo ello para contribuir al desarrollo humano de nicaragua, alentar procesos democratizantes y de participación activa de las personas y sus comunidades, y que nuestros hijos aprendan a convivir y nos superen también en las nuevas diferencias.