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No es fraude es el camino del golpe blando

Fuentes: Rebelión

En medio de toda la vorágine de inventos de la nada para instalar la existencia del fraude no se puede perder de vista que el verdadero eje de la situación es un ensayo de ir instalando un golpe blando. ¿Hay fraude o no? No lo hay, y aunque lo hubiera ese no sería el tema. […]

En medio de toda la vorágine de inventos de la nada para instalar la existencia del fraude no se puede perder de vista que el verdadero eje de la situación es un ensayo de ir instalando un golpe blando.

¿Hay fraude o no? No lo hay, y aunque lo hubiera ese no sería el tema.

Antes de las elecciones en Tucumán la oposición de derecha unificada, el Acuerdo para el Bicentenario, sabía que no podía ganar, que la diferencia en votos era demasiado grande. Y ya desde antes de las elecciones comenzaron a instalar la falsa conciencia de que iba a haber fraude. La quema de urnas fue otra forma de enturbiar la elección, indirectamente de fundamentar que hubo fraude, aunque como dijo un juez electoral quema de urnas no es fraude.

Como siempre, todo está dirigido a crear una falsa conciencia en la población. No importa si lo que se dice tiene algo de verdad o es todo mentira. Lo importante es si funciona, es decir, si una buena parte de la población lo cree.

La existencia de golpes blandos es un fenómeno mundial que data de unos cuantos años. En el artículo El capital concentrado contra el proyecto de crecimiento industrial se detallan muchos aspectos de los mismos. [1] Las llamadas «revoluciones democráticas» que promovieron la caída de la URSS y los países del Este de Europa, y que en realidad lo que hicieron fue facilitar la restauración del capitalismo en esos países, forman parte de la elaboración de estos golpes blandos. Lo mismo las llamadas «revoluciones naranja», muchas de las cuales se hicieron para lograr que muchos países abandonaran la influencia de Rusia y pasaran a depender de EEUU. Ensayos parecidos se hicieron en lo que fue finalmente la guerra en Afganistan que desplazó a la Unión Soviética. La guerra civil en la ex-Yugoslavia incluyó muchas tácticas de estos golpes blandos, dividiendo al país en varios estados capitalistas restaurados, cada uno bajo la influencia de algún gran país imperialista, EEUU, Alemania. etc.

Una de las principales características de estos golpes blandos es que el capital internacional más concentrado, tomando nota de que no en todos los países podía derrocar regímenes o gobiernos con golpes de Estado o invasiones militares, se dedicó a desarrollar técnicas de imitación de las revoluciones democráticas auténticas. Se estudió (y se estudia) como surgen y se desarrollan las revoluciones democráticas a través de la historia contemporánea, y se implementan mecanismos para desarrollar movimientos que aparenten ser verdaderas revoluciones democráticas. Libros, manuales, todo tipo de escritos, fundaciones, ONGs., la promoción de movimientos pseudodemocráticos en distintos países, promovidos e infiltrados por miembros de estas organizaciones y servicios de inteligencia y apoyados desde la prensa hegemónica, propiedad del capital más concentrado, es hoy una realidad insoslayable.

Se puede tomar como ejemplo el caso actual de Ucrania. Al disolverse la Unión Soviética todas las repúblicas que formaban parte de ella pasaron a ser formalmente independientes. Pero al principio la mayoría seguía bajo la influencia política y económica de Rusia, algo que ésta estaba interesada en mantener. La política de EEUU y los principales poderes de Europa era por el contrario lograr que todas esas naciones pasaran a estar bajo su influencia. Golpes de estado o invasiones militares hubieran significado un enfrentamiento con Rusia de consecuencias imprevisibles. Había que inventar otras maneras de lograr que esos países dejaran de estar bajo la influencia rusa.

Los gobernantes como en el caso de Ucrania, no eran precisamente democráticos, y en general tampoco populares. Coincidían muchos factores, como el hecho de que esos pueblos en gran medida idealizaban los beneficios del mercado occidental. Promover movilizaciones «democráticas» contra gobiernos como el de Ucrania fue la estrategia de los golpes blandos. El gobierno de Ucrania, cercano a Rusia, vio surgir crecientes manifestaciones en su contra. Pero los impulsores de estas movilizaciones eran en gran medida nazis, ligados a Occidente, y avalados directamente por funcionarios de EEUU. Las movilizaciones se mezclaban con operaciones de fuerzas de choque. Los grupos se fueron armando, todo con armas y financiación de EEUU y finalmente se provocó una guerra civil en la cual renunció el gobierno y asumió uno nuevo de composición netamente nazi. Rusia atinó a preservar la península de Crimea, en la que tenía una gran base militar y naval, esencial para su geoestrategia, mediante la convocatoria a elecciones en que el pueblo, mayoritariamente ruso, decidió pertenecer a Rusia. La masacre en Ucrania de alguna manera continúa aún hoy en día.

Esta táctica de golpes blandos genera una enorme confusión política en la población. Y también en la izquierda de todos los países en donde se aplica. Las consignas democráticas que se utilizan cautivan a mucha gente bien intencionada. Las promesas de acceder a los mercados de consumo de occidente, hábilmente mistificados, también seduce a gran parte de la población. La combinación de acciones supuestamente democráticas con acciones directamente de fuerzas de choque, de características típicamente nazis, no espanta a todos los seguidores, que no alcanzan a percibir bien qué es lo que realmente está pasando. Es característico que mezclados con las movilizaciones haya grupos organizados con el expreso propósito de provocar la represión para después acusar a los gobiernos de represores. Esto ha pasado en todos estos países, y también por ejemplo, en Venezuela. Y en alguna medida en Tucumán, aunque nada de esto justifica la represión gubernamental. De hecho especulan que al ser gobiernos capitalistas, algunos progresistas como en Venezuela, y otros muy reaccionarios como el de Ucrania pro-ruso, no se necesita mucho para hacer actuar el aparato represivo del Estado capitalista.

¿En dónde se ubica en medio de todo esto un ciudadano común, aún con cierto grado de conocimientos políticos? En gran medida en la emigración. Pero muchos de los que no emigran se dividen en los dos bandos, o se generan distintos movimientos en los que predomina la desorientación.

Todo esto es parte de la política del capital más concentrado internacional. Cuando triunfan estos falsos movimientos democráticos, los golpes blandos, se instauran invariablemente feroces dictaduras al servicio del saqueo más despiadado del gran capital mundial.

En el caso de América Latina no es cuestión de hacerle seguidismo a gobiernos como los de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil o Argentina, pero sí es imprescindible que toda política revolucionaria democrática, de defensa incondicional de los intereses del pueblo se ejerza sin hacerle el juego a estos golpes blandos. Cómo desarrollar en la práctica esta política es una asignatura pendiente que abarca a toda la izquierda mundial, y también a la de nuestro país.

En el caso de la izquierda argentina, educada en un reformismo estructural pretendidamente disimulado con una fraseología pseudorevolucionaria, resulta muy difícil para un militante honesto sinceramente revolucionario saber qué hacer, cómo diferenciar lo verdaderamente revolucionario democrático de lo reaccionario disfrazado. La esencia de la política de los golpes blandos no es nueva en la historia, pero la dimensión que han alcanzado sus mecanismos a nivel mundial nunca se había dado antes.

Hoy, por ejemplo, es muy frecuente que la izquierda realmente existente considere toda movilización popular como progresiva, a la que es necesario apoyar. Esta concepción, que no tiene nada que ver con el socialismo científico, es característica, por ejemplo, del morenismo, de los partidos autoreivindicados trotskistas que siguieron y siguen la orientación de Nahuel Moreno. Pero no es exclusiva de estos sectores.

Para dar un solo ejemplo extremo que permite visualizar el error de esta concepción movientista acrítica podemos citar al nazismo hitleriano. Nadie puede negar su gran capacidad de movilización ni tampoco reivindicar esas movilizaciones.

Aunque no es tarea fácil, es imprescindible saber estudiar, analizar, comprender el origen material, político y económico de estas «movilizaciones», cual es su eje, su finalidad, su sentido, etc.

No es tarea fácil, pero es un trabajo que en la izquierda real todos eluden. Y en la práctica con frecuencia participan de estas movilizaciones, haciéndole el juego a las maniobras desestabilizadoras y los ensayos de golpes blandos. Y al mismo tiempo que colaboran con la confusión generalizada, se niegan obstinadamente a estudiar científicamente estos movimientos y eluden todo compromiso de oponerse a los golpes blandos, generalmente con la excusa de que son enfrentamientos intercapitalistas.

El progresismo generalmente repudia y denuncia estos golpes blandos, pero a costa de caer en el seguidismo de los gobiernos populistas actuales de América Latina. Y hay una parte de la población, de origen progresista que cae en la trampa y se transforma en instrumento de los golpes blandos.

Teniendo en cuenta todo esto hay que analizar y tomar posición sobre lo sucedido y que sigue sucediendo en Tucumán, alrededor de las últimas elecciones.

Está claro que el eje central de los acontecimientos en relación a las elecciones en Tucumán es iniciar el camino del golpe blando, con el objetivo primario de intentar impedir el triunfo del FPV en las elecciones nacionales.

Está claro que los opositores se han reunido bajo las órdenes del capital más concentrado.

¿Hubo realmente fraude? Desde el punto de vista institucional, judicial, no hubo ninguna denuncia, no se aportó ninguna prueba. Todo fueron denuncias mediáticas y campaña antes y después de las elecciones para influenciar en la población y deslegitimar el triunfo inapelable del FPV.

Hay mucha información en los medios acerca de que la elección fue complicada por el sistema de acoples, y por otro lado que deja en evidencia que la denuncia de fraude no tenía fundamento y que su intención era invalidar una elección irremediablemente perdida. Se pueden mencionar algunos hechos significativos.

Parece probado que en la quema de urnas tuvieron que ver enfrentamientos entre fracciones electorales menores.

27 y 40 urnas quemadas sobre 3601 en toda la provincia evidentemente no afectan el resultado final electoral, no se puede hablar de fraude.

El objetivo de invalidar las elecciones se revela también en que el macrismo denunció fraude en Salta, con boleta electrónica, y en Santa Fe, con boleta única y que no hubo ninguna queja en los distritos donde triunfó la oposición

Es cierto que la elección fue complicada, hubo más de 25 mil candidatos para 345 cargos, entre gobernador y vice, 19 intendentes, 49 miembros de la Legislatura unicameral, 184 concejales y 93 comisionados rurales. Como en la provincia rige un sistema de acoples (ley de lemas) en el cuarto oscuro había 1275 combinaciones electorales, pero todo esto no tiene que ver con que haya habido fraude.

Está admitido por ambas partes que hubo cierto grado de clientelismo, pero no se sabe a ciencia cierta que dimensión tuvo.

Pero el clientelismo y distintas maniobras non sanctas en las elecciones no es nada nuevo, es practicado en mayor o menor medida por todos los partidos burgueses, gobernantes o de la oposición. Parece improbable que el FPV haya recurrido centralizadamente a estas metodologías, dado que no tenía ninguna necesidad de hacerlo teniendo en cuenta la diferencia en votos que daban las encuestas previas. En la «radio pasillo» todos sabían que iba a ganar el FPV. De ahí la campaña de la oposición para deslegitimar las elecciones y en una apuesta de máxima lograr una nueva convocatoria.

En cuanto a la represión, es absoluta y totalmente repudiable, pero hay que señalar que se produjo en el marco de la estrategia de los golpes blandos, grupos organizados buscando provocar la represión para después victimizar la movilización del conjunto y acusar al gobierno. Los titulares de La Nación y Clarín dejan bien en claro esta utilización. Un gobierno del aparato del PJ como el de Alperovich, profundamente reaccionario, no necesitaba mucho para reprimir con ferocidad.

El FPV está asociado con Alperovich. Constituye uno de las limitaciones reaccionarias de la política kirchnerista, someterse a los límites del capitalismo y la democracia burguesa, en cuyo marco resultan inevitables acuerdos con sectores más reaccionarios. Si, dentro de su política general, el kirchnerismo pudo haber evitado el acuerdo general con Alperovich es materia de discusión, pero sus lineamientos políticos generales incluyen la necesidad de acuerdos con sectores de la burguesía mucho más reaccionarios que el propio kirchnerismo «duro». No es una justificación, es una descripción de la realidad, porque tampoco sería acertado confundir al kirchnerismo poniendo un signo igual con el «alperovicismo».

Desde ya, este tipo de acuerdos son inadmisibles para todo socialista, aunque no se pueda renunciar en general a los acuerdos, empezando porque para un socialista está prohibido aceptar cargos ejecutivos en un gobierno de un estado capitalista, aún cuando fuera una democracia burguesa muy avanzada (en el aspecto democrático), porque sería hacerse responsable del aparato estatal represivo del estado capitalista.

Dicho sea de paso, presentarse a puestos ejecutivos (presidente, gobernador, intendente) por parte de la izquierda es una certificación más de su profundo reformismo, de su abandono del socialismo científico, agravado por las promesas electorales de realizar profundos cambios sociales si son elegidos, como si se pudiera construir el socialismo sin revolución social.

En cuanto a lo que constituye una verdadera revolución democrática y su diferencia con la ficción democrática de los golpes blandos hay mucho por decir. Cuando la insoportable realidad material que vive un pueblo lo lleva a rebelarse masivamente contra el principal poder responsable de esa situación estamos ante una revolución democrática. No actúa por manipulación ideológica sino por comprensión profunda de la situación. Cuando el pueblo en general es engañado y llevado a arremeter contra chivos expiatorios, como sucedió en el caso del nazismo y los judíos, estamos ante el verdadero poder manipulando a las masas. Las diferencias son profundas y radicales, pero hay que aprender a conocerlas y detectarlas.

Todos los que nos consideramos verdaderos socialistas tenemos la obligación inexcusable de tener una posición frente a estos desarrollos de golpes blandos, de estudiar sus características, no hacerles el juego, oponernos a su política, sin por eso dejar de criticar al kirchnerismo y movilizarse en todo lo que haya que hacerlo, proponer las alternativas que dentro de una estrategia de revolución social son aplicables en la actual situación no revolucionaria, dentro de la democracia burguesa, e impulsar en consecuencias todas las medidas y acciones que vayan en ese sentido.

Nota:

[1] El capital concentrado contra el proyecto de crecimiento industrial se puede leer en Rebelión, Kaos en la red, o en el blog wwwnudosgordianos.blogspot.com en el que están todos los artículos del autor. En las notas al final del artículo se aportan datas sobre muchas de las personas, instituciones, fundación, ONGs, encargadas de promover en todo el planeta estos golpes blandos.

Blog del autor: wwwnudosgordianos.blogspot.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.