Alicia Cytrinblum es periodista y docente universitaria. Actualmente dirige la Asociación Civil Periodismo Social (www.periodismosocial.net), un espacio de apoyo a los periodistas para la inclusión de los temas sociales en la agenda pública. En el año 2004 publicó el libro «Periodismo Social. Una nueva disciplina»*, cuya 2ª edición, ampliada, vio la luz a fines del […]
Alicia Cytrinblum es periodista y docente universitaria. Actualmente dirige la Asociación Civil Periodismo Social (www.periodismosocial.net), un espacio de apoyo a los periodistas para la inclusión de los temas sociales en la agenda pública. En el año 2004 publicó el libro «Periodismo Social. Una nueva disciplina»*, cuya 2ª edición, ampliada, vio la luz a fines del año pasado. En el mismo, problematiza el rol que cumplen los medios de comunicación y los periodistas. Entiende a los primeros «como escenario donde se dirime lo público», y sostiene que «tienen una responsabilidad en los destinos nacionales que no termina de ser asumida». Junto a éstos, los periodistas, asegura Cytrinblum, «si continúan en esta línea, corren el riesgo de ser percibidos como un factor más de profundización de la crisis y de acompañar en el descrédito a los actores sociales tradicionales».
-¿Cuándo nace en vos la idea de Periodismo Social como una rama del periodismo? ¿Cuándo te diste cuenta que había mucha gente que estaba jugando un papel importante en la sociedad, en la construcción de la democracia y que no estaba siendo tenida en cuenta por la prensa?
-Después de la dictadura, y después de todo el coletazo de la gran crisis que hubo en el 89, con la hiperinflación, que dio origen a un gran nuevo movimiento social en la Argentina y al crecimiento de nuevas organizaciones sociales en la Argentina post-dictadura, se rearman las organizaciones sociales con una nueva característica: ya no eran asistencialistas del tipo «vamos a ayudar a los pobres», sino que apelaban a una nueva horizontalidad. Cuando asumí la dirección de la revista Tercer Sector, en el año 94 empecé a entrevistar a todos estos nuevos líderes sociales. Veíamos que había un nuevo actor social que era diferente a lo que se había dado antes. Lo que los diarios estaban haciendo hasta ese momento era descubrir al sector social pero poniéndolos entre cuadritos de historias solidarias, como alivianando la pauta informativa: «Este es el recuadro de los buenos, les damos un espacio porque están en la sociedad». En un diario que estaban todos los malos: los políticos, la economía, de repente, «oh, hay gente buena», entonces había «historias solidarias», y a esos actores sociales les llamaban «solidarios»….
-Planteaban la idea de que todo va a seguir igual pero al menos hay gente buena….
-Claro, gente buena que contrarresta, que alivia la pauta informativa; la gente lee noticias que «alegran el alma», y según mi criterio esto no tenía nada que ver con la realidad; era gente que estaba denunciando derechos vulnerados. Tomar solamente el hecho puntual de la solidaridad es minimizar, estereotipar y básicamente no es un buen tratamiento periodístico, que es lo que a mí me importa porque yo soy periodista. O sea, de esta realidad se toma un aspecto muy ajustado, y un aspecto totalmente estereotipado. Yo no creo que la gente haga las cosas porque es buena. Hay mucha gente que hace las cosas porque es egocéntrica. No es tarea de los periodistas decir quién es bueno y quién es malo, sino denunciar una realidad en la que están vulnerados un montón de derechos: derecho a la vivienda, derecho a la salud….y esas personas lo que hacen es tratar de restituir los derechos que el Estado no está restituyendo.
-Leyendo el libro me queda la sensación de que ciertas características entre las que enmarcas al Periodismo Social (contextualización, lenguaje inclusivo, adecuado equilibrio entre las fuentes, etc), son, o deberían ser, intrínsecas al ejercicio del periodismo….
Es periodismo bien hecho. El trabajo hay que hacerlo básicamente a través de la persuasión y el servicio a los colegas, y a través de que puedan verlo por sus propios ojos y puedan percibir de verdad que tienen que capacitarse, conocer los nuevos actores sociales, los nuevos instrumentos legales de la infancia, el género. Decidimos con el grupo con el que trabajábamos poner periodismo con acento en lo social. Después hay que explicar que es un periodismo que se aplica a todas las secciones de los diarios, porque el tema social es el eje que se aplica en economía, en política, en sociedad y que no es periodismo de la sección Sociedad.
Los periodistas juegan un papel fundamental en esto, pero al mismo tiempo están bastante limitados por el medio para el que trabajan. O les pagan poco y trabajan para más de un medio, o la filiación política del medio para el que trabajan condiciona su tarea, o bueno, hoy en día los medios funcionan como empresas y priman los intereses económicos a los periodísticos…
En esto yo hago mucha fuerza en la mala formación universitaria. Porque hoy en día casi todos los periodistas, a diferencia de otras épocas, salen de universidades. Hay una formación economicista en todo lo que tiene que ver con sociedad y pobreza; es una mirada que todavía viene del Consenso de Washington, la mirada tradicional hacia las personas en situación de pobreza, y eso se ve en los medios. Va más allá del medio. El periodista por sí mismo tiene esa formación, esa mirada propia. Que los medios sean empresas viene con la historia del periodismo. Nosotros en Periodismo Social estamos trabajando con 14 diarios que son empresas, y que son de los más importantes de todo el país. Nosotros firmamos el convenio con la empresa y después trabajamos con la redacción, o sea, tenemos el aval completo de la empresa para trabajar con la redacción. Con esos diarios ya hicimos 24 notas conjuntas sobre temas sociales, y en su mayoría son temas sociales fuertes (trata de personas, presos sin condena, vivienda, derechos vulnerados). Hay un margen que es el de la libertad del periodista para no discriminar, para no usar términos peyorativos, para proponer una perspectiva de derechos en cuanto a género, a un montón de situaciones que tienen que ver con la sociedad, a sumar más fuentes informativas vinculadas a la sociedad. El periodista tiene ese espacio ya de por sí, porque es el que agarra la computadora, y si tiene la formación para hacerlo, ya de por sí no va a ser discriminatorio al momento de escribir, pero si tiene dentro de sí la discriminación, cuando escriba no se va a dar cuenta y va a ser discriminatorio.
-En el libro mencionas, por un lado, que los lectores exigen a los medios un papel «mucho más activo y más comprometido con los procesos que se viven en el país» (p. 24), pero por el otro, éstos justifican un desmedido espacio a la «crónica roja», por que es «lo que la gente quiere ver»….
-Mirá, en Brasil, en el año 2004 no se podía prender la TV porque te salpicaba. Era horroroso. Y se juntaron organizaciones sociales y anunciantes, para una TV diferente, una TV que no genere tanta violencia…y lo cambiaron. Las cosas pueden cambiar, el tema es que hay un uso político de la violencia, de la inseguridad. Buenos Aires es la segunda ciudad menos violenta de América Latina; hay un montón de asesinatos por día, pero es la segunda ciudad menos violenta de América Latina. Yo conozco gente que la robaron, hay delitos y es peligroso, todos los días. Son delitos menores. Ahora, asesinatos grandilocuentes, pueden estar semanas en la TV, y si es un famoso, imaginate. Más allá de si estás a favor o en contra de un gobierno, si todo el día estás viendo, «inseguridad, inseguridad, inseguridad», vas a estar más en contra del gobierno que si no lo ves….
En nuestro país, uno de los saldos negativos del gobierno de Tabaré Vázquez fue la seguridad pública. Se afirmaba que no se cometían tantos delitos, que se trataba de una «sensación térmica». Finalmente se terminó aceptando que se falló en ese tema. Durante ese período hubo varios cuestionamientos al papel que jugaron los medios en generar una sensación de «inseguridad» en la población….
El problema no son los diarios amarillos. El problema es cuando los diarios buenos se transforman en diarios amarillos. Cuando un diario de buena factura histórica entra en ese juego, la gente se confunde y cree que eso es la realidad. Si Clarín publica, como hizo el año pasado, en medio de un asesinato muy feo que hubo, una tapa que dice «Creció un 80% los crímenes cometidos por menores», y eso no se apoya en ninguna estadística oficial, es literalmente una mentira, no es verdad. No lo dijo nadie. Lo dijo «una alta fuente policial», y eso ayuda a crear una sensación de inseguridad, porque no es cierto. Hay datos de ese mismo año, que había decrecido la cantidad de rapiñas, hurtos, producidos por menores de 18 años. Y si además los noticieros, de una hora, le dedican 25 minutos a hablar de eso… No le veo sentido a nuestra profesión si se trata de alarmar, de asustar….
-…y con los adolescentes en conflicto con la ley eso se exacerba,….de inmediato dejan de ser adolescentes y pasan a ser «menores»…
-Claro, porque las personas menores de edad que delinquen no se pueden defender. No tienen voz para defenderse. Son «menores», «pobres», son el chivo expiatorio de una sociedad que los eligió porque no pueden defenderse de nada. Hasta la próxima Gripe A, hasta el próximo Dengue, la ligan, la ligan y la ligan…
Me parece que el desafío es ver cómo hacer buen periodismo; que tenga perspectiva de derechos, que trate los temas calientes. Y cómo hacer de la pobreza, de la inclusión y de la trata infantil, hechos noticiables, y que no sea como que llueva….ese es nuestro desafío, cómo contar lo de todos los días de una manera nueva, de una manera indignante, de una manera conmovedora, de una manera que haga que se muevan los cimientos del corazón y de la mente; de que no podamos seguir viviendo en un mundo tan inequitativo, tan insoportable. No naturalizar la pobreza, el trabajo infantil, la violencia de género… no naturalizar que alguien al lado de tu casa le esté gritando a una mujer, que sepas que dentro de cinco días la va a matar y para vos sea lo más normal del mundo….
* Periodismo Social. Una nueva disciplina. Editorial La Crujía, Buenos Aires, 2009. 224 págs.
Fuente original: http://www.brecha.com.uy/