Un cambio léxico se está operando en la lengua castellana, y aunque no lo he estudiado, diría que también en la catalana. Que las lenguas evolucionen es algo natural, pero si la evolución ocurre en unos pocos años, de natural no tiene nada. Éste es un cambio consciente y muy reciente que beneficia a los […]
Un cambio léxico se está operando en la lengua castellana, y aunque no lo he estudiado, diría que también en la catalana. Que las lenguas evolucionen es algo natural, pero si la evolución ocurre en unos pocos años, de natural no tiene nada. Éste es un cambio consciente y muy reciente que beneficia a los intereses de la clase empresarial, concretamente a su imagen. Se trata de la sustitución de la palabra empresario por la palabra emprendedor. En inglés no hay diferencia, todo es «entrepreneur», una palabra de origen francés (1)
En un informe de marzo de 2010, el Círculo de Empresarios advierte, como si la cosa no fuera con ellos, sobre esta «creciente y reciente sustitución del término empresario por el término emprendedor», aclarando además que,
«Si bien ambos se refieren a la misma figura, el segundo parece remitir directamente a aquellas características del empresario que más valora el conjunto de la sociedad, (…)» (2)
Pero como esto huele demasiado a propaganda, ahí están los ideólogos del sistema divulgando alguna pseudofundamentación teórica. Por ejemplo, un artículo del Instituto Juan de Mariana, un think tank neoliberal, nos habla de diferencia entre la «función empresarial» y la «función emprendedora»,
«La dimensión de emprendedor es la que permite al ser humano la propia percepción del marco de medios y recursos, que constituye el punto de partida para la maximización. Esta es la parte creativa y activa del ser humano, la verdadera parte humana y rica del individuo.» (3)
En cambio, la «función empresarial» consistiría en llevar las ideas de los emprendedores a la práctica «con el objetivo de obtener beneficios económicos». En otras palabras, los «emprendedores» serían idealistas que trabajan por un mundo mejor… hasta que se montan su propia empresa y empiezan a ganar dinero. Pero entonces, ¿quién les quitará la aureola de «emprendedores»?
Este producto de marketing empresarial, el «emprendedor», ha encontrado su reflejo en el Diccionario de la Real Academia Española, algo fácil de comprobar mirando el significado de «emprendedor» en las últimas ediciones del diccionario (4). Si en la 22.ª edición «emprendedor, ra» se define así,
1. adj. Que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas.
en el avance de la 23.ª edición la palabra se modifica para quedar del siguiente modo,
1. adj. Que emprende con resolución acciones o empresas innovadoras. Es una mujer muy emprendedora. Apl. a pers., u. t. c. s. Un negocio para emprendedores.
2. adj. Propio de la persona emprendedora. Carácter emprendedor.
Es decir, se inserta la palabra en el contexto empresarial, como si éste fuera su hábitat natural. Así que ahora el emprendedor no sólo emprende acciones sino también «empresas», ilustrando el significado con el ejemplo de un «negocio».
¿Cuándo ha empezado a producirse este cambio? Seguramente no hay un momento concreto, un instante cero, pudiendo observarse el fenómeno desde finales del siglo XX y acelerándose a partir de la crisis. En efecto, si tomamos como reflejo del uso del lenguaje el que se hace en los medios de comunicación, podemos contar cuántas apariciones hace la palabra «emprendedor» frente a «empresario».
Con este fin he hecho una cuenta sencilla a partir del archivo digital de El País, calculando en qué proporción aparece cada año la palabra «emprendedor» respecto a «empresario» (tanto en singular como plural, femenino o masculino). Los resultados están en esta tabla: (5)
Año | % emprendedor / empresario |
1980 |
0,33 |
1985 |
0,90 |
1990 |
0,65 |
1995 |
0,47 |
1996 |
0,40 |
1997 |
0,32 |
1998 |
1,61 |
1999 |
2,02 |
2000 |
3,01 |
2001 |
2,29 |
2002 |
2,96 |
2003 |
3,29 |
2004 |
3,99 |
2005 |
3,63 |
2006 |
3,32 |
2007 |
4,04 |
2008 |
4,05 |
2009 |
3,73 |
2010 |
4,73 |
2011 |
8,84 |
Vemos una tendencia creciente en el uso de la palabra «emprendedor», que si hasta finales de los años 90 se mantenía siempre inferior al 1% del total de apariciones de la palabra «empresario», ahora se ha multiplicado por un factor 10, hasta casi el 10%. Por supuesto, no es de esperar una sustitución total, ni siquiera que «emprendedor» supere a «empresario», pues ambos se utilizan también en contextos distintos. Pero que la palabra «emprendedor» se está incorporando rápidamente a la cultura popular es algo innegable. Veamos cómo se produce este proceso en algunos documentos oficiales importantes.
En el plan neoliberal de la UE conocido como Estrategia de Lisboa, aprobado en el año 2000, se pide a los estados que fomenten un «clima regulador que motive la inversión, la innovación y el espíritu empresarial» (6). Pero en un documento oficial de 2006 de las Cámaras de Comercio, llamado «Fomento del Espíritu Emprendedor en la Escuela», hay un apartado titulado «Principales referencias al fomento del espíritu emprendedor en la política comunitaria» que empieza así,
«En el Consejo Europeo de Lisboa (2000), la UE identificaba cinco nuevas competencias básicas para afrontar una economía basada en el conocimiento, citadas anteriormente, una de las cuales es el espíritu emprendedor.» (7)
Es decir, se ha cambiado el «espíritu empresarial» del documento de 2000 por «espíritu emprendedor» de este documento de 2006. Hay que insistir en que este cambio sólo ocurre en castellano, porque en inglés la expresión equivalente era y es «entrepreneurship».
Si nos centramos en el apartado educativo de la Estrategia de Lisboa, el conocido Proceso de Bolonia, ahí se generaron algunos informes y estudios, como el llamado «Procedimiento Best» (8), que en noviembre de 2002 hablaba sobre la «Educación y formación en el espíritu empresarial». Sin embargo, un informe posterior de 2005 llamado «Miniempresas en Educación Secundaria» no sólo también se refieren al inexistente «espíritu emprendedor» de Lisboa 2000 sino que traducía el título del Procedimiento Best como «Educación y formación en el espíritu emprendedor» (9).
Todavía en 2003 se publica el libro más importante sobre el tema, el llamado «Libro verde. El espíritu empresarial en Europa» (10), que define el «espíritu empresarial» con estas palabras,
«El espíritu empresarial es, sobre todo, una actitud en la que se refleja la motivación y la capacidad del individuo, independiente o dentro de una organización, a la hora de identificar una oportunidad y luchar por ella para producir nuevo valor o éxito económico. Hace que la creatividad o la innovación se introduzcan en un mercado ya existente y compitan en él y lo cambien, o den lugar, incluso, a la creación de nuevos mercados.»
Es decir, en 2003 aún se llamaba «empresarial» a lo que hoy ya se entiende como «emprendedor». Por eso, en el documento antes citado de las Cámaras de Comercio cambian las palabras y se refieren al «Libro verde para el fomento del espíritu emprendedor en Europa». Significa esto que estamos ante un cambio consciente en el lenguaje, no en el concepto, y que a nivel institucional podríamos fechar hacia los años 2004 ó 2005.
Por otra parte, si el cambio ocurre en lengua castellana, en virtud de la globalización mediática y económica deberíamos esperar algo parecido en Latinoamérica. En efecto, un estudio etnográfico del investigador venezolano Leslie M. Borjas De Xena documenta esta rápida evolución. Así, en un estudio que realiza en 2005 sobre el «Significado del Espíritu Empresarial», mediante entrevistas a gerentes educativos y empresariales, constata como primera conclusión la «confusión en los informantes claves entre espíritu empresarial y emprendedor» (11).
Pero en un estudio posterior del propio autor, esta vez utilizando artículos periodísticos, describe la «lexicalización, entendida como cambio o pérdida representativa del significado de una palabra», encontrando que de los artículos analizados, «presentan el uso del término de emprendedores un 92,3% mientras que la denominación espíritu empresarial es usada solo el 7,7%, a pesar ser la terminología que recomienda la Real Academia Española de la lengua.» (12)
¿Qué consecuencias tendrá la sustitución léxica parcial de «empresario» por «emprendedor»? Al no tratarse, como hemos visto, de un cambio en el concepto sino en la imagen, sus efectos son los de la propaganda. Se pretende evocar en el ciudadano un sentimiento positivo a la hora de hablar de los empresarios, presentándolos con una palabra que suena mejor, emprendedores. Es una táctica muy corriente en la propaganda, empleada por ejemplo al hablar de las «misiones humanitarias» que provocan matanzas, descritas a su vez como «daños colaterales», etc.
El caso es que a partir de ahora todos los empresarios se reconvertirán en emprendedores y mecenas de emprendedores, comprometidos con la innovación y el progreso de la sociedad. Por eso una multinacional como Telefónica crea un «Premio Movistar Emprendedores Cloud» (13), un banco como el BBVA tiene su «Premio BBVA al emprendedor agropecuario» (14) y una petrolera como Repsol crea un «Fondo de emprendedores» para realizar el «compromiso de la Fundación Repsol con las preocupaciones y expectativas de la sociedad en materia de energía y medio ambiente» (15). Porque todos sabemos que ésas son las cosas que preocupan a las petroleras. Puede el lector poner en Google la gran empresa que desee junto a la palabra «emprendedor» y comprobar cómo todas quieren estar asociadas de algún modo a ese término, lo mismo que al ecologismo y las obras sociales. Tan asociadas en en lenguaje como disociadas en la realidad.
Por último, y para concluir en clave de política nacional, cuando Rubalcaba dice en su discurso de candidato que se va a «partir el pecho por los emprendedores» (16), o cuando Rajoy dice que «Los emprendedores serán la prioridad porque sin ellos no hay trabajo» (17), ya sabemos lo que podemos esperar: más para los empresarios, menos para la mayoría de la población.
Notas:
(1) No es mi intención en este artículo equilibrar el sesgo de género del lenguaje, casi siempre masculino en las exposiciones generales, así que evito esas consideraciones entendiendo que por supuesto también existe la empresaria, la emprendedora y la businesswoman.
(2) http://www.circulodeempresarios.org/wp-content/uploads/2010/03/DOC-EMP
RESARIO.pdf
(3) http://www.juandemariana.org/comentario/2375/funcion/emprendedora/funcion/empresarial/
(4) http://buscon.rae.es/draeI/
(5) El año 2011 contado hasta el 21 de julio
(6) http://www.consilium.europa.eu/ueDocs/cms_Data/docs/pressData/es/ec/00100-r1.es0.htm
(7) http://www.camaras.org/publicado/formacion/publicaciones/Libro_Espiritu_Emprendedor.pdf
(8) http://ec.europa.eu/enterprise/newsroom/cf/_getdocument.cfm?doc_id=3538
(9) http://ec.europa.eu/enterprise/newsroom/cf/_getdocument.cfm?doc_id=3559
(10) http://www20.gencat.cat/docs/treball/06%20-%20INICIA/Documents/Generic/Arxius/doc_43065053_1.pdf
(11) http://www.boliviaemprendedora.org.bo/public/lst_biblioteca_rbe/lst_biblioteca_rbe_12628_archivo.pdf
(12) http://www.icesi.edu.co/revista_cs/images/stories/revistaCS5/articulos/06%20Borja%20de%20Xena.pdf
(14) https://www.bancofrances.com.ar/tlal/jsp/ar/esp/institu/respsoci/premioem/index.jsp
(17) http://www.diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=591151
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