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Entrevista a Thierry Deronne, vicepresidente de Formación Integral

Nueve preguntas sobre una televisión revolucionaria

Fuentes: La Revolución vive

Mariana Requena – ¿Cómo se construye el discurso audiovisual en los programas de Vive? Thierry Deronne – Siempre se decide la forma en función del contenido, el cual no sólo depende de nosotros, sino también de la inteligencia colectiva, del movimiento social y de su decisión de participar. La investigación participativa es fundamental. Y ya […]

Mariana Requena – ¿Cómo se construye el discurso audiovisual en los programas de Vive?

Thierry Deronne – Siempre se decide la forma en función del contenido, el cual no sólo depende de nosotros, sino también de la inteligencia colectiva, del movimiento social y de su decisión de participar. La investigación participativa es fundamental. Y ya que la realidad cambia, se trata de una estética en movimiento. La forma televisiva predominante, vale decir la del noticiero comercial (con su sucesión de primeros planos de bustos entrevistados entrecortados con planos de apoyo del lugar «desde el cual se está hablando» cómo para conferir a las declaraciones alguna «autenticidad») proviene del modo de producción: el tiempo es dinero. En la empresa privada de la televisión no hay pues tiempo para investigar, ni para analizar, ni para reconstruir una realidad autónoma, puesto que ello alentaría una peligrosa reflexión por parte del televidente.

En Vive tomamos el tiempo: el de dialogar, el de entender, el de escuchar para poder armar una dialéctica audiovisual de la realidad y posibilitar la construcción del sentido por parte del público. Al frotar estos pedernales sonoros y visuales autónomos, el televidente vuelve a ser el ciudadano que saca sus propias «chispas» a partir de las relaciones que teje entre estos materiales. En los sonidos, en el montaje, en los programas, siempre permanece la búsqueda de una nueva relación entre lo individual y lo colectivo, entre lo local y lo global. El uno no puede desarrollarse sin el otro. El socialismo en televisión no es otra cosa: a cada programa le corresponde una vida propia, un estilo, un rostro, una forma particular, una voz diferente dentro de una programación polifónica. La programación misma se convierte en una figura de montaje en general: se puede también «frotar» los programas entre ellos para aprender algo del mundo.

M.R. ¿Por qué no se ve nunca al periodista de Vive TV en las entrevistas o en el noticiero?

T. D. – En la mayoría de los casos, el periodista colocado en el centro de la pantalla corresponde a la necesidad de «vender» una información. Es la prótesis que vende la información-mercancía. Por esto él mismo se ha vuelto mercancía, «modelo» que sigue vendiendo productos en comerciales que se insertan en el noticiero. La necesidad social, contemporánea, de informarse ya no puede ser satisfecha por el arcaico narcisismo de un individuo solitario, que quiere «salir en cámara» para su placer personal y castigando a millones de hambrientos de saber. La información nace del choque entre puntos de vista. Un «moderador» no puede estar orientando o cortando la palabra del colectivo. El sociólogo Pierre Bourdieu mostró cómo y por qué, en la televisión dominante, el locutor tiene un papel de castrador, cómodamente instalado en su superioridad simbólica.

La pulsión de poder pueril -querer estar en el centro de la pantalla- lleva a mucho(a)s jóvenes a preferir las carreras de comunicación audiovisual, soñando con convertirse en estrellas del telediario. «Periodistas» sin cultura histórica, sin formación sociopolítica, que no investigan, no informan, y formatean la realidad en un mínimo de tiempo, sin tomarse el tiempo para conocerla. En Vive las personas que más se resistieron a generar una información participativa, trabajando en este sentido con la mayoría social, venían de las academias del periodismo y del marketing político.

Pero Augusto Boal decía que el locutor debe ser un dinamizador, un mediador socrático de la palabra del pueblo. En Vive tenemos seis años de experiencia en la materia, como en el programa de debate Construyendo República, en el cual el moderador proviene de la comunidad: es un aprendizaje para la comunidad que empieza a animar sus propios debates, toda una escuela política, de poder popular.

La ideología dominante dice «la política es una cosa, la técnica otra» y quiere mantener la división entre esos dos «mundos», así como la división social del trabajo como horizonte de la humanidad. Pero hace tiempo que los pensadores revolucionarios rompieron con esa mitología idealista y vieron que el modo de producción o el ser social determinan en gran parte la ideología, la conciencia. Porque «sólo de una técnica se puede deducir una ideología» (Louis Althusser), porque «la forma no es sino el fondo que sube a la superficie» (Víctor Hugo), porque «el medio es el mensaje» (Mac Luhan), etc. Nuestro noticiero deja de ser la relación de un vendedor solitario de noticias adornado con fetiches de poder (laptop, plasma, ropa, voz de locutor), aquel que ve a los ojos al que acepta consumir «noticias-mercancías».

Se organiza como un círculo de discusión en el cual las cámaras extienden la mirada hacia un círculo más amplio, el de los trabajadores de Vive en torno al estudio que hacen posible este noticiero, y hacia un segundo círculo, aún más amplio, el del pueblo y de su trabajo que hace realidad esta televisión y que se insertan en el primer círculo a través de los reportajes y de los pases en vivo. Por fin, viene el gran círculo de las sedes regionales, de los movimientos sociales de todo el país, y de los movimientos de toda América Latina y del mundo… Pero tales círculos concéntricos no tienen un centro fijo como el estudio de los news de CNN en Atlanta. El Imperio tiene un centro, pero en la República, el centro está en todas partes donde se encuentre una asamblea de ciudadanos y ciudadanas.

La otra noche en el Eje 3 de Gramoven Ricardo Márquez, vicepresidente de producción de Vive TV, lo decía : «la próxima vez estaremos transmitiendo desde una comunidad de pescadores, desde una planta de Fama de América, desde una comunidad Yukpa, etc. Vive TV, con sus equipos de producción integral que viajan en autobús, con sus unidades móviles de de transmisión, persigue su «centro» de manera incesante, itinerante.

Todos estos círculos no sólo son espacios, son tiempos: al pasar de un círculo a otro, se hace no solo un montaje de espacios (el «aqui y afuera, lo local y lo global») sino también de TIEMPOS : el «hoy-y-ayer», el «hoy-y-mañana»). En fin, volvemos a encontrar como esencia de esta forma el movimiento del ojo mecánico de la cámara en movimiento de Dziga Vertov, el de poder reunir lo que no podemos ver individualmente, el poder de construir una «conciencia comunista del mundo». TELE-VISIÓN, VER DESDE LO LEJOS para ver mejor. El mismo Bolívar dice: «Para juzgar a las revoluciones y a sus jefes, debemos observarlos desde cerca y juzgarlos desde muy lejos».

Pasar del «idealismo» del periodismo comercial («el mundo es lo que percibo y lo que digo al público») al materialismo del periodismo socialista («el mundo existe independientemente de mí, me moldea, y debo investigarlo para aprender de él junto al público») fue pues uno de los mayores descubrimientos de los primeros cineastas revolucionarios. Lo que hace el montaje, según Vertov, es llevar la percepción a las cosas, desde ellas, poner la percepción en la materia, de tal manera que cualquier punto del espacio perciba él mismo todos los puntos sobre los cuales actúa o que actúan sobre él, por lejos que se extiendan esas acciones y esas reacciones. Tal es la definición de la objetividad, «ver sin fronteras ni distancias». En este sentido, pues, todos los procedimientos estarán permitidos, ya no son trucajes. Lo que el materialista Vertov realiza por medio del cine es el programa de una «televisión socialista auténtica». El cine-ojo, el ojo no humano de Vertov, no es el ojo de una mosca o de un águila o el de cualquier otro animal.

Es, por el contrario, el ojo de la materia, el ojo en la materia, capaz de descifrar el mundo desde sus relaciones sociales, para poder transformarlo. Es como decía Vertov el enlace visual entre trabajadores del mundo entero. Para Vertov la cámara es un ojo preciso que el ser humano generalmente adormecido le presentaría la evidencia de una realidad visible, actuando sobre todo el espacio y el tiempo y ligando mediante el montaje elementos distintos. En el kino glaz el montaje atraviesa todas las etapas de la realización de una película, desde la observación de los acontecimientos hasta el diseño de imágenes y eventualmente también de sonidos.

De ahí la obligación para el productor integral de Vive TV de desarrollar un tercer ojo sociopolítico, a través de la formación permanente y de la discusión colectiva («como los círculos de realización junto con la comunidad»), esto le permite saber adonde colocar su cámara, su micrófono, cómo y qué investigar, saber cómo y qué editar.

Decía el filósofo Jean-Paul Sartre que el periodista es ante todo «el que articula las diferentes fuentes del pensamiento popular», el que ayuda «al pueblo a hablar con el pueblo», este pueblo que mejor conoce las causas y las soluciones pero que, mientras trabaja, no tiene tiempo para comunicarse. El periodista puede entonces forjar este vínculo entre los trabajadores, entre los creadores del mundo en general. Claro, eso era antes de July y de Rotschild. En Vive el periodista no desaparece, pero su papel no es igual: como el de todos los trabajadores, se vuelve más digno, más creativo. De productor integral pasa a ser formador integral, o sea, lo que nunca tendría que haber dejado de ser: un organizador, un «dinamizador» de las diferentes fuentes sociales, siempre y cuando desaprenda el formateo de las escuelas de periodismo y se abra a la Historia, la Economía, la Filosofía, la Sociología, para facilitar al pueblo una imagen más nítida del mundo, que nutra la lucha para transformarlo, que lo profundice.

M. R. – ¿Podemos olvidar tan rápido el placer de la identificación?

T. D. – No. La Iglesia Católica sabía lo que hacía al inventar la figura frontal de los santos en la Edad Media, porque ella entendió que «Dios» seguía siendo un concepto demasiado abstracto para el pueblo. Carne, sangre, reliquias barrocas y hoy, silicona y cara fontal transfigurada por la luz y el lífting, cuyo sudor debe desaparecer bajo el maquillaje, son factores de identificación, de placer inmediato. Pero existe también el placer de reunirse entre amigos para conversar, la belleza de descubrir juntos la realidad detrás de las apariencias, el placer del conocimiento por saltos (Brecht). El círculo del estudio de prensa se vuelve un pequeño foco de saber, un mediador hacia lo invisible -en este caso, hacia la inteligencia del mundo por el televidente-, hoy el oro de la «conciencia comunista» de Vertov nos espera detrás de «puerta dorada» detrás de los santos en los iconos bizantinos.

M. R. – ¿Pero por qué no aparece el nombre del productor en los créditos de los programas de Vive TV?

T. D. – Somos un servicio público y republicano. Reproducimos todavía la mala costumbre de la Cuarta República venezolana, la de fabricar vallas publicitarias que ostentan los rostros y los nombres de los mandatarios para «vender» obras públicas o «líderes naturales». Al ver siempre a los mismos voceros dañamos la democracia participativa, porque fabricamos nuevos monstruos mediáticos, «representativos». Como si el Estado fuera privatizable por individualidades contingentes. Como si se pudiera privatizar la República, cuando esta es una función abstracta, colectiva. Cada trabajador de Vive experimenta el honor de estar al servicio de la República. Por eso no hay motivo para que se privaticen los créditos e involucionen otra vez hacia la división del trabajo o a la rivalidad pueril de los egos. Los programas de Vive dan forma al pensamiento popular, son su «firma colectiva», al modo de la «polifonía» de Rabelais.

M. R. – ¿Por qué no se ve en Vive TV las mismas informaciones que en los otros noticieros?

T. D. – La información, como lo señaló Armand Mattelard en los años 70, se ha convertido en una mercancía como otra, al sustituirse el valor de uso de la información por el valor de intercambio de las imágenes y sonidos, con la introducción de la publicidad capitalista. El noticiero se convirtió pues en una puesta en escena del mundo. Su dramaturgia es simple, binaria: caos-orden, norte-sur, nosotros-los otros, violencia-represión, sufrimiento colectivo-placer individual. La trampa de la burguesía consiste en ocultar el mundo del trabajo y en darle a la mercancía vida propia, para que aparezca como caída del cielo (desde el misterioso mercado), y que se ponga a hablarnos, haciéndonos olvidar que la produjeron manos, cuerpos, sudor, tiempo de trabajo, explotación.

En Vive, en cambio, creemos que los pueblos hacen la Historia, que el individuo es un ser concreto, social, creador. En Vive existe una relación entre los planos colectivos y los planos individuales: el montaje de estos planos construye la verdadera dimensión de la persona. En los canales comerciales, se individualiza las imágenes, se da vida a las mercancías.

La información en Vive no se define por la lógica de la mercancía o del orden, sino con respecto a la construcción de una sociedad liberada de la lógica del mercado. En nuestros talleres de formación integral se representa a la Nación con la imagen de una célula. Es una célula que necesita reproducirse, crecer, defenderse contra las amenazas externas, y que para ello necesita estar siempre al tanto de su entorno. La célula viva, en biología, reclama información y crea para ello unos canales que detectan las amenazas potenciales de destrucción, pero también las posibles alianzas vitales. Por eso, un canal comercial, con su información fragmentaria, superficial («efecto contra causa»), efímera, sin seguimiento, sin contexto, sin participación social, popular, basado en la competición y por ende en contra de la solidaridad, es enemigo de la Nación. En una televisora participativa, la contradicción ayuda la célula a crecer, tiene un valor nutritivo incomparable. El porvenir de la información está necesariamente en la democracia participativa ya que el cerebro colectivo produce más información que el cerebro aislado. Por eso, la recuperación del tiempo es un movimiento estratégico de la televisión socialista.

M. R. – ¿Por qué no hay ninguna publicidad en Vive TV?

T. D. – Somos un servicio público financiado por los impuestos de la colectividad, y la creación de Vive es una manera de redistribuirlos bajo la forma de información, de conocimiento, de poder de actuar. Nuestra responsabilidad es desarrollar programas liberados del rating, e invertir la ley de la nivelación hacia abajo. Con la intrusión histórica de la publicidad en el servicio público, quedó tanta diferencia entre una televisora pública y una televisora privada como entre un banco público y un banco privado. El concepto de ciudadano crítico en el sentido de Simón Rodríguez o de Ernesto ‘Che’ Guevara, el del republicano necesario a la nueva república, no puede desarrollarse en una empresa comercial y no se puede medir por cualquier rating sino por la evaluación cualitativa de la transformación cotidiana, individua y colectiva, de la realidad.

M.R. – ¿Por qué Vive da la prioridad a la participación de la comunidades organizadas sobre la de los mandatarios públicos?

T. D. – En nuestro modelo de república bolivariana, el pueblo y el Estado deben trabajar según un esquema de corresponsabilidad. Por ejemplo, el tema del programa Construyendo República es el necesario diálogo pueblo-Estado tal como lo define la Constitución. El presidente Chávez habla del Estado como de un instrumento de la población, citando a Bolívar que creía más en la sabiduría popular que en los consejos de los expertos. Los funcionarios, los mandatarios públicos, los elegidos vuelven a cobrar su verdadera dimensión y su dignidad al dialogar con el pueblo.

M. R. – A menudo en Vive se ven programas donde el contenido prevalece en relación a la estética de la imagen.

T. D. – La «estética» es la forma ideal de una clase social. El tiempo de las clases populares se puede percibir como «aburrido». Al decir que Vive es «lento» en comparación con la cultura profundamente arraigada en la velocidad comercial, estamos diciendo que Venezuela todavía vive bajo la hegemonía capitalista. El problema no radica en la «lentitud» o la «rapidez» sino en la relación que se establece entre el medio de comunicación y el televidente. Un programa parece lento al que no está interesado en lo que está viendo. Y «demasiado breve» cuando dicha relación existe. Por eso las nuevas formas, como la ficción popular, son unos proyectos en construcción apasionantes, adormecidos bajo el capitalismo.

M. R. – ¿Cuál es el sentido del plano-secuencia en Vive?

T. D. – Para usar los términos de la gramática, se trata de un movimiento continuo de la cámara que vincula varias actividades autónomas. El plano-secuencia apareció en Vive como una respuesta al dogma que mantiene que los tiempos muertos no pueden existir en la televisión. Como lo dice Blanca Eeckhout, presidente de Vive TV, este tiempo aparentemente «muerto» para el capitalismo es en realidad un tiempo de la vida y no se justifica excluirlo de la televisión. ¿Por qué no dar a sentir que el trabajo y las tomas de decisiones se efectúan a través de tiempos no tan «muertos» sino que son más bien unos intervalos?

Al caminar de casa en casa, se anuda un diálogo entre tal y tal persona y así las cosas van evolucionando. Claro que nada es sencillo, el modelo dominante siempre vuelve a surgir, las palabras vuelven a colonizar la imagen, la actividad y el tiempo vuelven al segundo plano. El plano-secuencia vuelve a caer entonces en una ida y vuelta entre profesor y alumno. Pensamos que el plano-secuencia puede ser un laboratorio para la televisión del futuro. Va más allá del tiempo «eficaz» que desemboca en la nada, para privilegiar un tiempo que nutre, que permite participaciones inesperadas. Ocurren cosas que nunca se verían en otro formato, un tiempo que se prolonga en la memoria viva del televidente, que conserva una vida más allá del programa.

Traducción : Katia Tosco, para www.larevolucionvive.org.ve
Fuente original: http://www.larevolucionvive.org.ve/spip.php?article742
La autora es coordinadora de Unidad Digital

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa de la autora, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.