El periodismo no es una profesión. Es un oficio que se aprende con la experiencia en los medios. Pero al contrario que la construcción, los becarios son los que logran que los medios funcionen. Mientras, las estrellas mediáticas se llevan el dinero. Es la paradoja de una profesión reconocida como servicio público en la Constitución […]
El periodismo no es una profesión. Es un oficio que se aprende con la experiencia en los medios. Pero al contrario que la construcción, los becarios son los que logran que los medios funcionen. Mientras, las estrellas mediáticas se llevan el dinero. Es la paradoja de una profesión reconocida como servicio público en la Constitución pero que no actúa conforme a sus derechos.
Después de estudiar durante cinco años la carrera, en quinto, los profesores reconocen que el periodismo es un oficio. No una profesión. Así este «oficio» se prende por la experiencia que se adquiera en los medios. No es necesaria una titulación académica que capacite para ejercer la profesión. ¡Por favor, quemen y cierren la facultad! No sirve para nada.
Hace unos años se aprobó una normativa europea en la que iban a converger los estudios universitarios de toda Europa. El periodismo no estaba en aquella lista. El estudiante de periodismo de los próximos años no se podrá beneficiar de las ventajas de estudiar sus cinco años de carrera en cinco universidades distintas de la Unión Europea. Tampoco existe una Asociación Profesional de ámbito nacional ni un Código Deontológico. Tenemos cláusula de conciencia. Y silencio. Mucho silencio.
Todo ello provoca la situación actual del periodismo. No es algo nuevo. A principios de siglo los periodistas cobraban entre 75 y 100 pesetas al mes. Sobrevivían vendiendo sus pases de prensa y las invitaciones que recibían. Pero se convocó una huelga en 1919. Cambió la situación. Se consiguieron algunos derechos. Y el sueldo mínimo se situó entre las 200 y 300 pesetas Décadas después la situación se repite. Se retrocede. Las empresas de comunicación esclavizan becarios para aumentar sus beneficios. Una agencia de prensa apodada Explota Press paga 200 euros al mes por media jornada (20 horas semanales). Estudiantes y personal en práctica realiza el mismo trabajo que un periodista en otras agencias. La diferencia es sólo económica. No es el único medio. Radio Marca ni siquiera paga. Ni mucho menos hace contratos. Pero tienes que ser agradecido. Tienes trabajo. La moda se está extendiendo sin nadie que le ponga freno.
Ahora en verano las «prácticas» inundan los tablones de las facultades. Los periodistas abandonan sus puestos de trabajo. No así su profesión. Los estudiantes llegan a las redacciones. Cuatro horas y 300 euros en el contrato. La realidad indica que la información no tiene horarios. Y en septiembre, te agradecen los servicios prestados.
Por el contrario, las empresas de comunicación representan el tercer sector de la economía española, tras el sector automovilístico y el turismo. Hay estrellas mediáticas que cobran en torno a los 300.000 euros mensuales (50 millones de pesetas) Además copan varios puestos de trabajo. Por la mañana aparecen en prensa, por la tarde en radio, por la noche en televisión. Y con suerte, saludan en algún anuncio.
Es el periodismo. Esa profesión de «negritos». No es la letra de la canción del Cola-Cao. Es la realidad. Y es el momento de que el contraste económico entre estrellas, famosos e hijos del micrófono disminuya con los periodistas. Trabajar y callar no significa tener oficio y dignidad sino ponerse del lado de las injusticias.