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La cadena Cuatro e Intervida, venden a jóvenes con problemas como pescado fresco

Oído cocina

Fuentes: Insurgente

«Quien no aguante la tensión tiene que salir». «Vosotros que sois mi resultado, me definís. Y por ahí no paso. Esto tiene que cambiar». «Necesitamos definir quién vale y quién no vale». Estas frases, que en su contexto visual multiplican los tonos cuartelero y darwinista, son algunas de las perlas que pueden oirse en el […]

«Quien no aguante la tensión tiene que salir». «Vosotros que sois mi resultado, me definís. Y por ahí no paso. Esto tiene que cambiar». «Necesitamos definir quién vale y quién no vale». Estas frases, que en su contexto visual multiplican los tonos cuartelero y darwinista, son algunas de las perlas que pueden oirse en el programa Oido cocina , que proyecta desde el pasado viernes 16 de diciembre la cadena televisiva Cuatro , propiedad del Grupo PRISA . El programa, una colaboración de la ONG Intervida y la productora australiana Grundy -subsidiaria del Pearson Group -, según sus promotores pretende la integración de un grupo de jóvenes «con un pasado muy duro y lleno de dificultades». El objetivo es el aprendizaje de las habilidades de la hostelería durante ocho semanas, un proceso que culminaria en la apertura de un restaurante. Pero el programa, que reproduce la desgraciadamente exitosa fórmula «Gran Hermano», sobrepasa varias fronteras, levanta algunas sospechas, y sobre todo, convierte la llamada «reinserción social» en un espectáculo mas del mercado audiovisual.

La ONG Intervida ha traspasado una frontera que al menos a esta hora no tenemos noticia que haya sido denunciada por ninguna otra organización de este carácter.

El programa, que puede verse todos los viernes a partir de las 22:00 en Cuatro , es una permanente intromisión en la vida privada y el pasado de las personas involucradas, saltándose el mínimo código ético que debería regir una entidad de estas características en su relación con las personas objeto de ayuda.

La función es, de principio a fín, una apología de la disciplina empresarial como vía de «integración a la sociedad».

A lo largo del programa, sin ninguna cortapisa, se desgranan las vidas de los chavales, con juicios de valor que llegan a dejarlos en carne viva ante el espectador y cuyo encaje en el programa no parece otro que el de aliñar el aburrido circo en el que puede quedarse una clase de cocina.

Uno de los jóvenes, que proviene de un reformatorio, es definido por el sacerdote responsable del centro: «bebe un poco», «tiene un poco de delirios de grandeza».

La cámara persigue al grupo desde las habitaciones hasta las salidas colectivas a algún bar, desde la cocina hasta el interceso de un examen, a veces jugando con una ambiguedad, que luego, en la mesa de montaje se convierte en traición. En el mismo caso citado mas arriba, se capta un momento en el que el mismo chaval le dice a otro, con cierto grado de nerviosismo, «pon eso bién antes de que enciendan la cámara».

Como en cualquier programa del estilo minuciosamente inquisitivo creado por esta formula, las miserías del carácter se van desvelando a brochazos de corta y pega, pero en este caso con los conceptos de «pobreza» y «marginalidad» en el punto de mira.

De principío a fín, el programa maneja una lógica instrumental y competitiva de las personas seleccionadas, que llega a reflejarse en la música filomilitar con las que se aderezan las imágenes dedicadas a una evaluación, o en los comentaríos implacables de las personas que conforman el equipo: «Necesitamos definir quien vale y quien no vale», «quién no aguante la tensión tiene que salir».

El autoritarismo, el chantaje sobre la continuidad en «el proyecto», y el miedo, son la constante del cocinero responsable de la formación de los jóvenes. En una de las escenas, y después de dar un golpe en la mesa, dice «aquí no quiero a nadíe que no quiera estar a tope».

En la misma intervención, que corresponde a una valoración de los exámenes oral, escrito y práctico, él mismo se dirige a los peor parados: «Yo no tengo que decir que llegas tarde, TU tienes que venir acojonado por qué llegas tarde».

Patrocinadores de Intervida , como Josep Lluís Bonet Ferrer Presidente de FREIXENET , o Jesús Monroy y Morante Jefe de Comunicaciónes Internas de la CEOE , deben estar la mar de contentos con los contenidos y la filosofía tanto de fondo como superficial del programa.

Hasta ahora la ONG, la productora Grundy ni Cuatro , han hecho público que tipo de contrato ni que relación con los derechos de imagen tienen unos chavales cuya vida ha sido y será expuesta ante miles de personas durante, como mínimo, ocho semanas.

No obstante, la catadura de Intervida queda en evidencia, tanto por el paso dado, como por la nula preocupación por proteger la integridad personal y biográfica de los involucrados en este experimento.

http://www.insurgente.org/modules.php?name=News&file=article&sid=3185