El diario El Mundo ha publicado, con fecha 23 de diciembre de 2004, un artículo de opinión, que se titula «El imam», firmado por Martín Prieto, Premio Nacional de Periodismo en 1983. El autor se introduce en el tema con la excusa que le otorga el caso Kamal -que recordemos, fue denunciado primeramente por las […]
El diario El Mundo ha publicado, con fecha 23 de diciembre de 2004, un artículo de opinión, que se titula «El imam», firmado por Martín Prieto, Premio Nacional de Periodismo en 1983.
El autor se introduce en el tema con la excusa que le otorga el caso Kamal -que recordemos, fue denunciado primeramente por las propias mujeres musulmanas (El País, julio 2000)- al que por cierto, ni siquiera nombra, pues tiene un objetivo de más envergadura. Así que, con unas pocas líneas en el primer párrafo, da por zanjado el asunto y, después de unas cuantas banderillas, entra a matar: «Con el islam, que es lo que ahora más nos ocupa…». El periodista alega rotundo la imposibilidad de entendimiento o relación cordial con los musulmanes: «Los judeocristianos no podemos aliarnos con ellos ni para tomar el té», afirma. Además, asegura que «la fe de un musulmán es incompatible con las constituciones occidentales y la Declaración de los Derechos Humanos». E insiste en este punto con una xenofobia manifiesta, refiriéndose a los hijos de los magrebíes, en una frase retorcida y digna de un esmerado psicoanálisis, compuesta por el verbo «odiar» en condicional, sugiriendo un «tripartito» diabólico, que perturba las facultades mentales: «Si yo odiara a la infancia impartiría a estos niños un tríptico de Mahoma, derechos humanos y Constitución, con lo que les quedarían las meninges como si las hubiera atropellado un tren, y no sabrían comportarse ni en sociedad ni en la intimidad». Es suficientemente explícito y no necesita comentarios…
Y sin entrar en detalles del imaginario morboso de Don Martín, sobre los deleites del paraíso musulmán, y después de un delirante y confuso relato sobre mujeres, huríes y misoginia, añade que «el cielo de Alá es sicalíptico*».
Es evidente que su palabrería es fruto -entre otras cosas- de la arrogancia, que también proyecta hacia los tribunales a los que acusa de incultura religiosa por confiar en métodos de reinserción, ya que considera inútiles los medios pedagógicos: «Estos puñeteros que procesan a Bin Laden…». Pero él mismo resuelve a su guisa y propone la pena, al más puro estilo inquisitorial: «a menos que haga apostasía de sus creencias». Según este criterio y por la línea de todo su discurso, la condena puede hacerse extensible a toda la comunidad musulmana. A pesar de que las opiniones del imam sean contrarias a las de muchos otros musulmanes, compartirán con él el mismo Sambenito. Lo más curioso que ocurre con el Corán, en cuanto a las lecturas que se puedan llegar a hacer, es que da pie a traducciones e interpretaciones muy diversas. ¿Por qué entonces son tantos los que, sin haber profundizado en el libro, extraen conclusiones de él, escogiendo para ello los comentarios más escandalosos y negativos, las caricaturas más estereotipadas?
Sigue este periodista diciendo que «las cosas raras que nos pasan», no solo se deben a la excesiva indulgencia que atribuye a los jueces, sino que cita con tono alarmante la Alianza de civilizaciones que reunía para ese fin, otro peligroso trío desde su perspectiva, a Zapatero con «Mongolia exterior y la Venezuela chavista».
Cualquiera de las observaciones citadas incurren por sí solas en flagrante delito que sería arriesgado pasar por alto, pero sumadas una a una y condensadas en tan breve tiempo, hacen de él un modelo merecedor de un análisis deontológico, con el que reflexionar sobre la responsabilidad de los medios de comunicación y el código ético mínimo en el que deberían basar su trabajo, que de hecho habrá que cumplir un servicio social, en vez de la alevosía y actitud beligerante que demuestra Prieto. Fundamenta su ensañamiento en un choque de civilizaciones que él mismo promueve, y abona el terreno para la polémica: «Para ya, para enero, se han adelantado las clases públicas de islamismo mientras se traba la enseñanza del catolicismo, con lo que el conflicto está servido de antemano». Pues… ¡misión cumplida, Don Martín!, poniendo en guardia a los católicos para que se sientan amenazados ante una supuesta «invasión islámica precipitada en las aulas». Enfrentamientos en bandeja para su insaciable apetito, si le damos crédito. Pero de esto ya hablaremos…
Para rematar la faena, apunta con el estoque y lo clava: «En esta nueva Al-Andalus… acabaremos propiciando el Mein Kampf de Adolf Hitler que también satisfacerá por su antisemitismo a nuestros hermanos musulmanes». Y así concluye su panfleto.
DERECHO A RÉPLICA:
1) El Artículo 510 del Código Penal español cita a los que hablan o escriben con maledicencia:
– Los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo. Orientación sexual, enfermedad o minusvalía, serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses.
– Serán castigados con la misma pena los que, con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio a la verdad, difundieren informaciones injuriosas sobre grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía».
2) En este sentido debemos recordar la Declaración sobre la Eliminación de todas las Formas de Intolerancia y Discriminación Fundadas en la Religión o las Convicciones (Asamblea General de Naciones Unidas, 25 de noviembre de 1981).
– Artículo 2º. 1. Nadie será objeto de discriminación por motivos de religión, o convicciones por parte de ningún Estado, institución, grupo de personas o particulares.
– 2. A los efectos de la presente Declaración, se entiende por «intolerancia y discriminación basadas en la religión o las convicciones» toda distinción, exclusión, restricción o preferencia fundada en la religión o en las convicciones y cuyo fin o efecto sea la abolición o el menoscabo del reconocimiento, el goce o el ejercicio en pie de igualdad de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
– Art. 3º. La discriminación entre los seres humanos por motivos de religión o convicciones constituye una ofensa a la dignidad humana y una negación de los principios de la Carta de las Naciones Unidas, y debe ser condenada como una violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y enunciados detalladamente en los Pactos internacionales de derechos humanos, y como un obstáculo para las relaciones amistosas y pacíficas entre las naciones.
3) Un estado democrático y laico como es el nuestro, ha de valorar siempre de forma positiva el hecho religioso y, en consecuencia, proteger el derecho de sus ciudadanos a creer o no creer, a exteriorizar o no sus convicciones, a actuar en consonancia con dichas creencias, y a no ser coaccionado para lo contrario.
4) Art. 16 de la Constitución. Podrá ser castigado todo empresario o funcionario público que actúe de manera improcedente, abusando de su condición y utilizando la religión como causa ideológica de discriminación
5) Sobre la libertad de expresión, el propio Tribunal Constitucional entiende que dicho derecho no pueden amparar manifestaciones o expresiones destinadas a menospreciar o a generar sentimientos de hostilidad contra determinados grupos étnicos, de extranjeros o inmigrantes, religiosos o sociales, pues en un Estado social, democrático y de Derecho, los integrantes de aquellas colectividades tienen el derecho a convivir pacíficamente y a ser plenamente respetados por los demás miembros de la comunidad social.
6) El Secretario General de naciones Unidas Kofi Annan inauguró un seminario realizado en la sede de la ONU en Nueva York con las siguientes palabras:
«Cuando una nueva palabra entra al lenguaje, con frecuencia es el resultado de un avance científico o una moda divertida, pero cuando el mundo es obligado a acuñar un nuevo término para tomar nota de un fanatismo cada vez más generalizado, entonces se trata de un acontecimiento triste y preocupante. Como es el caso de la islamofobia».
«Los principios del islam son frecuentemente distorsionados y sacados de contexto y se toman actos o prácticas particulares para representar o simbolizar una fe rica y compleja».
«Algunos afirman que el islam es incompatible con la democracia o que es irrevocablemente hostil a la modernidad y a los derechos de las mujeres. Y en demasiados círculos se permiten declaraciones degradantes sobre musulmanes sin ninguna censura, con el resultado de que el prejuicio adquiere un barniz de aceptabilidad».
Annan hizo un llamamiento al mundo para combatir la islamofobia, por medio de la protección legal de la libertad de credo de los musulmanes, la educación y el diálogo entre religiones.