Después de haber pretendido hacer creer, en enero, que no podía ubicar la contabilidad de los subsidios a Reporteros sin Fronteras, la UE exige del escritor francés Maxime Vivas, quien reclama una investigación sobre este tema, que rellene el formulario 1049/2001 de 7 páginas, con 15 artículos subdivididos en 80 puntos. Han pasado ya trece […]
Después de haber pretendido hacer creer, en enero, que no podía ubicar la contabilidad de los subsidios a Reporteros sin Fronteras, la UE exige del escritor francés Maxime Vivas, quien reclama una investigación sobre este tema, que rellene el formulario 1049/2001 de 7 páginas, con 15 artículos subdivididos en 80 puntos.
Han pasado ya trece meses de la denuncia inicial de Vivas ante las más altas autoridades europeas acerca de las actividades anticubanas del grupo francés y de su secretario perpetuo, Robert Ménard, que recibieron 779 304 euros en el 2003 y 513 999 euros en el 2004, para realizar campañas que responden a orientaciones norteamericanas.
El 3 de febrero del 2005 dirigía su demanda al Mediador de la Unión Europea, Nikiforos Diamandouros, para que fuera investigado el caso de Reporteros sin Fronteras, organización abiertamente asociada a las maniobras de la Casa Blanca para intentar desestabilizar al gobierno de Cuba y a la cual la propia UE ha pagado hasta ahora cerca de un millón tres cientos mil euros.
En su solicitud, Vivas señalaba cómo el día primero de febrero del 2005, RSF invitó, en una carta abierta a la presidencia de la UE, a participar de manera activa en su acción para derribar al Gobierno cubano, retomando la retórica desarrollada por los propagandistas del Departamento de Estado a favor de una llamada «transición democrática».
Tanto el vocabulario como el contenido de la carta de Ménard corresponden sistemáticamente a la formulación del proyecto anexionista y beligerante presentado en el informe de la Comisión norteamericana para la «Asistencia a una Cuba Libre» redactado y publicado en el 2004.
¿Dónde estará la contabilidad del millón de RSF?
El colmo de lo absurdo, la UE empezó su última maniobra con la pretensión de que no se llegaba a encontrar el dossier de esos subsidios. En una carta abierta publicada hace unos días, Vivas cuenta cómo el Mediador europeo le contesta ahora acerca de su solicitud de febrero del 2005, que «por un correo electrónico fechado el 12 de diciembre del 2005», la Comisión Europea lo había informado de que «era imposible para el servicio en cargo de su queja identificar los subsidios» a los cuales hacía referencia… y solicita ols datos del contrato «o el título del proyecto».
Vivas contestó de inmediato que el servicio de contabilidad de la UE tenía que conocer «las referencias numeradas y los títulos de contratos» pagados «fuera de la presencia y contra la voluntad» del contribuyente. En trece meses, el autor de la queja ya ha tenido que dirigirse a seis interlocutores distintos sin que su queja haya obtenido ni el principio de un estudio de parte de la UE.
El 8 de marzo último, finalmente, el escritor recibe un nuevo correo de Diamandouros. Tiene cuatro características, apunta Vivas:
1) «No me pide más informarle sobre los contratos que firma la UE»;
2) Le indica que no puede satisfacer sus preguntas sobre estos documentos porque «no han sido precedidas de los debidos trámites administrativos ante las instituciones y órganos implicados»;
3) Pretende ahora que se debe llenar el formulario 1049/2001 de 7 páginas, con 15 artículos subdivididos en 80 puntos.
4) No hace referencia alguna al objeto de la queja inicial. De manera evidente, a través de esta última pirueta, la UE, representada por su mediador Diamandouros, se refugia detrás de procedimientos burocráticos a los cuales nunca se hizo referencia en los mensajes anteriores, para evitar una investigación que desenmascara la vinculación existente entre los personeros que gestionaron estos subsidios y la administración norteamericana.
Los lazos entre RSF y los servicios estadounidenses de inteligencia están ampliamente documentados, en particular por las relaciones fraternales existentes entre Robert Ménard y Frank Calzón, cuya trayectoria con la CIA es ya célebre. Hace unos meses, en respuesta a la investigadora californiana Diana Barahona, la representante de RSF en Washington, Lucie Morillon, no tuvo otro remedio que confirmar que el grupo recibió una cantidad de 125 000 dólares del Cuba Solidarity Center, organización fachada de la CIA.
La representante de la National Endowment for Democracy ya ha confirmado públicamente que una cantidad de 39 900 dólares estadounidenses fue entregada a RSF el 14 de enero del 2005. Se conoce además de la existencia de un contrato secreto firmado por Ménard con nada menos que Otto Reich. Máxime Vivas reclama una investigación de la Unión Europea sobre un personaje y una organización que viven, en gran parte, de la desinformación contra Cuba.
Las maniobras burocráticas con las cuales la UE responde a la solicitud legítima de Vivas confirman la presencia en su inmensa y vertiginosa maquinaria burocrática de un importante lobby que responde a las órdenes de Washington y Miami.