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Cronopiando

¿Paradojas?

Fuentes: Rebelión

Definía un comentarista como «paradójica» la doble cara que han ofrecido los medios de comunicación en relación a Hugo Chávez y los insultos racistas. Le parecía «paradójico que el sagrado compromiso de los medios de abolir el insulto racista de la nómina de agravios publicables, pasara a convertirse en una súbita adicción por el insulto, […]

Definía un comentarista como «paradójica» la doble cara que han ofrecido los medios de comunicación en relación a Hugo Chávez y los insultos racistas. Le parecía «paradójico que el sagrado compromiso de los medios de abolir el insulto racista de la nómina de agravios publicables, pasara a convertirse en una súbita adicción por el insulto, incluso, el más soez y miserable, dado que, al parecer, lo que diferencia un insulto de una opinión es que el ofendido sea yo o sea el otro.

«Y sí -hubiera dicho Roosvelt- son insultos racistas, pero son nuestros insultos».

La misma paradoja, supongo, que se revela cuando esos medios, cuya complicidad en el desastre medioambiental que se avecina y del que ya se perciben sus primeros síntomas es más que manifiesta, pretenden erigirse, al igual que algunos políticos como Al Gore, en la salvaguarda de la humanidad, en los abanderados de la lucha contra el cambio climático. Los representantes de los mismos intereses que han provocado el caos se postulan ahora como su remedio. Los grandes medios, estrechos colaboradores de ambos, ni siquiera esconden su cínico e irresponsable juego. Medios de comunicación que en sus espacios, por ejemplo, mientras editorializan sobre la necesidad de economizar recursos naturales o contaminar menos o contribuir al reciclaje de basuras, dan amplísima cobertura publicitaria a la adquisición de toda suerte de vehículos contaminantes, en pública demostración de que las buenas intenciones siempre terminan donde comienzan los mejores negocios.

La misma paradoja que hace que algunos grandes medios de comunicación se lamenten constantemente por la secuela de muertes que provocan los llamados accidentes de coche y que no evita, sin embargo, la cobertura publicitaria que alquilan a reclamos tan lamentables como los que confunden la velocidad con la diversión, la irresponsabilidad con el libre albedrío y la naturaleza con el aburrimiento.

La misma paradoja puesta de manifiesto en el llamado del gobierno a los medios de comunicación para «frenar los malos tratos», tras el caso de la mujer asesinada días después de haber intervenido junto a su ex novio en un programa de televisión, como si la turbación de los medios fuera sincera y creíble el interés del Estado. Son decenas los programas con el mismo formato que «El diario de Patricia» y parecida producción que, como elefante en cacharrería, entran en las vidas de eso que han dado en llamar «audiencia» para no insultar a nadie, y especulan, como si fueran humanos y no gurús mediáticos, con los sentimientos y las emociones del prójimo. Difícil sería determinar cuál entre todos ellos es más perverso y dañino. Lo «paradójico» es que, gracias a ese mismo Estado y a esos mismos medios, el programa que cuenta con más audiencia nacional sea, precisamente, la más repulsiva e inconveniente síntesis del machismo más procaz y miserable en la historia de la televisión española: «Diálogos de matrimonio». Programa diario de Canal-5 que consiste en montar alegados chistes de rancio machismo en desuso sobre grotescas parejas y ponerlas a agredirse, a insultarse e insultarnos a los que no tenemos vergüenza ni buen gusto para cambiar de canal o apagar esa mierda con la que se dan las buenas noches en España más de cuatro millones de parejas. Supongo que no hace falta estudiar psicología para entender, sin entrar en consideraciones literarias ni faltarle al respeto al mundo del teatro, que programas tan indecentes como el señalado, en el mejor de los casos, deslegitima la lucha contra la violencia machista…y que hay casos peores.

La misma paradoja que expresan los medios en su defensa a ultranza de los sagrados principios de la tolerancia y el respeto, de la no violencia, padrinos como son de cualquier banda, de la que multiplica los accidentes laborales, mientras aumenta la Banca sus valores; de la que santifica y silencia la tortura, la más execrable de todas las violencias; de la que absuelve con las manos y condena con los pies; de la que desarrolla su industria de armamentos y mata y muere en misiones de paz y humanitarias guerras; de la que hace y deshace las Américas y pretende, además, que se le den las gracias…

El que los medios de comunicación se hayan dado a la labor de repasar todo el árbol genealógico de los primates para insultar a Hugo Chávez, luego de tanto apelar a las buenas maneras y decires no es una paradoja, un disculpable exabrupto que tuvo su epicentro en el monarca y al que sus súbditos en los medios secundaron con generosa largueza; como tampoco fue una paradoja que los mismos medios que llamaran a rebato contra el gobierno de Venezuela por no renovarle la licencia a un canal de televisión de ese país, especializado, por cierto, en cine porno, no se hayan todavía dado por enterados de los cierres de periódicos, revistas, emisoras de radio y canales de televisión en el País Vasco y en el Estado español donde, curiosamente, tienen sus franquicias; como no son paradojas sus desfiles de escrúpulos, sus convenciones de náuseas, sus disparos al aire.

No son paradojas, es cinismo, el despreciable cinismo de los medios.