Recomiendo:
0

¿Terroristas o pijos aburridos? La prensa no se aclara sobre “los antisistema”

Peligro, antisistema suelto

Fuentes: Diagonal

Según qué periódico lea, pueden ser gamberros «sin nada que hacer» o parte de una siniestra «multinacional del terror». Pero hay algo más siniestro: además de sembrar la destrucción, los manifestantes «usan internet».

JPG - 32.1 KB

¿Qué clase de criatura surgida de los abismos se encuentra bajo la capucha? Tras el estallido social en Grecia, y como si se tratase de una película de Spiderman, la prensa de masas ha puesto en marcha su maquinaria deductiva para averiguar la verdadera identidad de los «antisistema», una palabra que conviene pronunciar con un efecto de truenos y relámpagos. Los resultados aún no son concluyentes, pero de momento la palma se la lleva ABC. En una galería de imágenes que podría titularse ‘cámbiese de acera si ve a esta gente’, el diario deleita al lector con un retrato robot de ñetas, latin kings, grafiteros y neonazis, donde también se describe el kit del perfecto antisistema (imprescindibles el forro polar con capucha y pañuelo palestino).

En El Economista tienen claro el perfil social: «Joven, con estudios, mileurista… así es el antisistema español». Sin embargo, tras este titular tipo JASP (joven aunque sobradamente preparado), el diario económico apunta un trasfondo escalofriante. Según una fuente objetiva (un político del PP) las protestas callejeras forman parte de una Internacional del mal: «Gustavo de Arístegui los conoce. Lleva en torno a dos años investigando lo que él denomina la multinacional del terror (…). Lejos de ser algo improvisado que parte de la mente de cuatro gamberros, está perfectamente estructurado y cuenta con cabecillas con buen nivel educativo que en algunos casos dan clase en universidades como la de Columbia».

Telemadrid, en cambio, considera que el plan está menos elaborado. En el programa 7 días, el presentador José Antonio Ovies, encuentra un ADN diferente tras las protestas: «Esos jóvenes que viven sin hacer nada, nacidos al amparo del bienestar social y que, sí porque sí, deciden que deben asaltar los comercios, los bancos, robar todo lo que encuentren a su paso y recordarnos que son capaces de provocar un lío tremendo».

No es la única contradicción. Si varios medios destacan el perfil universitario, Telemadrid señala su «nivel de estudios bajo». En las tertulias, es posible oír a documentados todólogos hablar de «familias desestructuradas» donde se origina la violencia, pero también, sin cambiar de cadena, de «jóvenes que lo tienen todo». Ovies, además, parece tener algo personal. «Volvamos a los ultraizquierdistas y antisistema, esos que han nacido en un Estado democrático, pero que, por lo que parece, prefieren vivir en uno donde se encuentren mejor, como en la Alemania de los años ’30». Esta frase, junto a otros siete minutos de bilis se puede encontrar en www.kaosenlared.net/noticia/telemadrid- sobre-antisistema.

Otro dato que nunca falta. A pesar de ser descritos como fanáticos con «la violencia como único objetivo» o «encefalogramas planos» (Telemadrid), los medios consideran que su uso de las nuevas tecnologías roza los superpoderes. «Llama la atención su poder de convocatoria instantáneo», afirma El Economista. Telemadrid va más allá: «Se organizan a través de internet (…); utilizan también redes como Facebook, y por supuesto, los teléfonos móviles».

Pero el estereotipo burdo no carece de lógica. Lo explica, a su modo, el editorial de La Razón: «Buscar en el aumento del desempleo entre los jóvenes europeos o en la incomprensión de la clase política hacia estos sectores juveniles la raíz de un vandalismo inaceptable sólo ayuda a legitimar la violencia».

Dicho de otro modo: encontrar causas coherentes para lo que sucede es peligroso. La imagen del antisistema sediento de sangre, surgido de no se sabe dónde, puede ser terrorífica, pero en el fondo es más tranquilizadora. Evita, después de todo, que los prosistema se pregunten si algo puede estar fallando.