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Los medios no son libres en Pakistán

Peligro, gente informando

Fuentes: IPS

El periodista pakistaní Dilawar Wazir Khan, de 38 años, sufrió el secuestro y la tortura por ejercer su profesión. «Fue porque informé la verdad», dijo tras ser liberado. Es el último periodista que quedó informando al resto del mundo desde Waziristán del Sur, una de las regiones tribales más conflictivas en la frontera con Afganistán, […]

El periodista pakistaní Dilawar Wazir Khan, de 38 años, sufrió el secuestro y la tortura por ejercer su profesión. «Fue porque informé la verdad», dijo tras ser liberado.

Es el último periodista que quedó informando al resto del mundo desde Waziristán del Sur, una de las regiones tribales más conflictivas en la frontera con Afganistán, y trabaja para el servicio en idioma urdu de la BBC de Londres y para el periódico pakistaní en inglés Dawn.

«Muchos de mis colegas dejaron su profesión y otros abandonaron el área», dijo, entrevistado telefónicamente por teléfono.

Luego de sobrevivir a dos atentados contra su vida, Dilawar Khan se convirtió, según numerosos periodistas, en el objetivo de la infame agencia de inteligencia pakistaní ISI.

A comienzos de este mes, la Corte Suprema de Justicia había reprendido al gobierno por no considerar los derechos de los ciudadanos luego que las familias de 41 personas que estaban desaparecidas presentaron pedidos de habeas corpus.

Después que un atentado contra Dilawar Khan causó la muerte de dos colegas –Allah Noor Wazir y Amir Nawab– y del secuestro y asesinato de su hermano Taimur, de 15 años, Khan consideró prudente mudarse de su pueblo natal, Wana, en la región pakistaní de Waziristán del Sur, a Dera Ismail Khan, en la Provincia de la Frontera Noroccidental.

«Ahora no sé dónde encontrar refugio. Ningún lugar parece suficientemente seguro. Esta vez tuve suerte y llegué a casa casi indemne, pero no estoy seguro de que sea tan afortunado la próxima vez», declaró.

Sin embargo, se niega a dejar de escribir. «Continuaré informando desde aquí. No escribo contra el ejército o los rebeldes, solamente informo lo que está ocurriendo y doy puntos de vista de ambos lados», dijo.

Encadenado y con los ojos vendados, fue torturado durante 30 horas antes de ser liberado. Probablemente lo salvaron las protestas de sindicatos de periodistas y un llamado a boicotear los procedimientos parlamentarios.

También intervinieron organizaciones de medios internacionales. El servicio en urdu de la BBC informó sobre su secuestro durante dos días consecutivos, y el director del servicio mundial de la cadena, Nigel Chapman, llamó al gobierno pakistaní a determinar su paradero.

Tras la liberación, ocurrida el 21 de noviembre, Joel Simon, director ejecutivo del Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York, dijo que «la protesta pública que siguió a la desaparición de Dilawar Khan no debería terminar ahora que ha sido liberado».

«Las autoridades dejan sin explicar, sin investigar y sin informar los casos de desaparición y muerte de varios periodistas pakistaníes. La policía y los tribunales deben llevar a la justicia a quienes atentaron contra los periodistas o los intimidaron.»

Aunque está libre, Khan se niega a divulgar cualquier información sobre quiénes lo secuestraron o qué le hicieron.

«No se los puedo decir porque he sido amenazado con serias consecuencias. No tengo miedo por mí, pero le he causado suficiente trauma y dolor a mi familia por mi profesión. Temo por sus vidas. Fue por mí y por mi trabajo que mi hermano fue asesinado. Fue para darme una lección y ponerme de rodillas», expresó.

«Dilawar fue secuestrado porque demostró en una nota publicada en Dawn que el tratado de paz en Waziristán del Norte no fue firmado por los ancianos de la tribu local sino por insurgentes. Y lo liberaron Dawn publicó el número del vehículo perteneciente a ISI en que se lo llevaron», explicó Hamid Mir, columnista y presentador de un programa televisivo sobre actualidad.

Luego de librar una guerra contra el movimiento islamista Talibán en las escarpadas áreas fronterizas de Pakistán, en apoyo a la «guerra contra el terrorismo» liderada por Estados Unidos en Afganistán, el presidente Pervez Musharraf firmó una tregua en junio con quienes alegaban ser los ancianos de la tribu.

Mir dijo que él mismo fue considerado «un elemento anti-Estado» por el ejército de Pakistán y que recibió numerosas amenazas por su cobertura sobre la insurgencia en la sudoccidental provincia de Balochistán, así como por escribir sobre el asesinato de su amigo Hayatullah Khan, otro periodista de Waziristán del Norte.

Rastreando la historia de los secuestros de periodistas, Mazhar Abbas, secretario de la Federación de Sindicatos de Periodistas, afirmó que el primero de esos incidentes ocurrió en los años 90, cuando ISI detuvo a Humayun Fahr, de Islamabad, a quien acusó de «trabajar contra el interés nacional».

Arrestado bajo la Ley de Secretos Oficiales, fue condenado a muerte por una corte marcial. Pero fue liberado luego de una «fuerte protesta de la Federación de Sindicatos de Periodistas, y considerando su deteriorado estado de salud», dijo Abbas. Fahr murió poco después.

Aunque las detenciones ilegales de periodistas ocurren en todo el mundo, quienes se desempeñan en zonas peligrosas están en mayor riesgo, aseguró Abbas. La última ola, según él, es un «obsequio» de la «guerra contra el terrorismo».

«Pero mientras las organizaciones internacionales de prensa velan por el bienestar de sus profesionales, asignando fondos extra a quienes trabajan en zonas de conflicto y brindando un seguro completo, los periodistas locales carecen de esos beneficios», explicó.

«Los asesinados o secuestrados no eran empleados regulares ni estaban asegurados, y la compensación fue pequeña. Los que trabajan en áreas de conflicto no tienen la capacitación necesaria», destacó.

Calificando a esos secuestros de «acoso e intimidación», Kamila Hayat, directora de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, dijo que este año la entidad registró al menos 20 denuncias de atrocidades contra periodistas, cuatro de los cuales murieron.

«Incluso en los casos en que el gobierno o las agencias no están directamente involucrados en las amenazas, es obvio que no lograron brindarles la seguridad que requieren para llevar a cabo sus responsabilidades profesionales», señaló.

«Eso es parte de una campaña más amplia para reprimir las voces opositoras y las noticias embarazosas a través de la intimidación», aseguró.

Los canales privados de televisión le han dado en los últimos años un nuevo significado al periodismo ejerciéndolo con libertad, pero al precio de exponer a sus periodistas a los peligros de informar desde áreas delicadas.

«Inicialmente, Musharraf les dio total libertad a los medios porque quería aprovechar esa libertad contra (el ex primer ministro) Nawaz Sharif. Pero la situación cambió luego del 11 de septiembre de 2001, cuando Musharraf se convirtió en aliado de Estados Unidos y Occidente le dio vía libre», dijo Mir.

«Los medios no son libres en Pakistán. Sí, algunos columnistas critican abiertamente al gobierno, y dirigentes opositores aparecen en programas de televisión. Esta libertad no es un obsequio de Musharraf. Esto es una ola internacional. Al ejercer esta libertad, asumimos una cantidad de riesgos», continuó.

«Todos están pagando esa libertad. Tomemos el ejemplo de los canales de televisión privados Geo y ARY. ¿Por qué sus centros de transmisión no están en Pakistán? ¿Por qué pagan fuertes sumas por sus instalaciones en Dubai?», preguntó. «Porque no tienen una licencia permanente de transmisión satelital para Pakistán. La autorización les es otorgada cada mes. El gobierno puede prohibir a cualquier canal en cualquier momento, como lo hizo hace poco con Sindh TV».

El periodismo se ha vuelto «una profesión peligrosa no solamente en Wana sino también en Islamabad», comentó Mir.

Él, que tiene experiencia de informar desde áreas devastadas por guerras, como Afganistán, Iraq, Líbano, Sri Lanka, Bosnia-Herzegovina y Chechenia, considera que Waziristán del Norte y del Sur son lugares donde trabajar es aun más difícil.

«Es más fácil para un pakistaní viajar a Afganistán con documentos legales que por las áreas tribales del propio Pakistán», opinó.