Una investigación reciente despierta inquietudes respecto a dos tecnologías corrientemente usadas: los teléfonos móviles y hornos de microondas. La exposición a largo plazo a la radiación del teléfono celular aumenta con certeza riesgos de varios tipos de cáncer, incluyendo leucemia, y en los varones afecta la producción de esperma. La exposición prenatal a la radiación […]
Una investigación reciente despierta inquietudes respecto a dos tecnologías corrientemente usadas: los teléfonos móviles y hornos de microondas. La exposición a largo plazo a la radiación del teléfono celular aumenta con certeza riesgos de varios tipos de cáncer, incluyendo leucemia, y en los varones afecta la producción de esperma. La exposición prenatal a la radiación del teléfono celular ha mostrado que produce hematomas encefálicos y daños en el cerebro, hígado y ojos.
La radiación microonda que calienta la comida también genera radicales libres que pueden llegar a ser carcinógenos, mientras el consumo de comida «micro-ondeada» se asocia a disminución de glóbulos blancos a corto plazo. La Administración de Alimentos y Drogas (FDA, sigla en inglés) todavía tiene que reconocer los estudios indicadores de alteraciones estructurales producidas en los alimentos por los hornos microondas. Y al igual que en los peligros del uso del teléfono celular, de hecho la mayoría de los estudios patrocinados por la industria indican inexistencia de riesgos o riesgo mínimo.
Los celulares
Esta es una noticia típicamente ignorada por los grandes medios, que reciben generosa publicidad de los fabricantes de teléfonos celulares y tecnología hogareña. Incluso la aparición de un nuevo modelo de teléfono celular la convierten en una «noticia» que aparece en los programas informativos de TV de todo el mundo. Sin embargo, unos cuantos medios independientes, científicos o alternativos le prestaron atención, como Devra Davis, del Huffington Post, bajo el título «Radiación de teléfonos celulares: ¿es peligrosa?» (1 de marzo 2011).
El Proyecto Censurado rescató esta información, validada el 9 de abril por la Fundación Internacional Libertad de los Medios, bajo el titular «Investigación aclara peligro del teléfono celular»:
El uso del móvil es tan común que la mayoría de nosotros no considera que sea un riesgo, a menos que provoque distracción en la conducción de un vehículo. Sin embargo, estudios recientes sugieren otra cosa, especialmente para los más vulnerables: los niños aún no natos.
Se ha demostrado que la exposición prenatal a la radiación del teléfono celular produce permeabilidad en la barrera hemato-encefálica y daño en el cerebro, hígado y ojos. Puede estar relacionada con trastornos neuro-conductuales cada vez más prevalentes, como el TDAH (perturbación del comportamiento frecuente en niños).
La radiación del teléfono celular también genera alteraciones en la morfología del esperma, su motilidad, viabilidad y recuento. Incluso, para sujetos que no son particularmente vulnerables, la exposición crónica resulta arriesgada. Los estudios demuestran que el riesgo se multiplica en ciertos tipos de cáncer, incluyendo leucemia, para usuarios de celulares de más de diez años, a una tasa diaria intensa. Los estudios han llegado a mostrar el desarrollo de tumores en la glándula salival del cerebro que significativamente se producen con frecuencia mayor en el lado de la cabeza en que predominantemente se usa el teléfono celular.
Por el contrario, una serie de estudios financiados en gran parte por la industria, sugieren que estas «coincidencias» no son concluyentes. Sin embargo, muchos de esos estudios no se sostienen con una observación más estrecha, que muestra graves fallas en el cálculo de riesgos. Empero, son la base de la afirmación de que los teléfonos celulares son seguros, discurso que protege a la industria de un examen más detenido y costosos procesos de rediseño de sus productos. Una mayor preocupación pública debería impulsar la innovación en la industria para elaborar artículos más seguros y mejores.
¿Qué hacer? Las formas más efectivas de minimizar el riesgo recomiendan: (1) mantener una cierta distancia entre el teléfono celular y la cabeza mediante el uso de un auricular, altavoz del teléfono o mensaje de texto, (2) guardar el teléfono en algún lugar distinto a los bolsillos de la ropa, como una mochila o bolso, para proteger la función del órgano y la salud reproductiva, y (3) limitar su uso en situaciones de baja señal, ya que la radiación aumenta cuando la señal es débil o está bloqueada.
El invento nazi del micro onda
Respectos al horno de microondas, elemento común del hogar por más de 40 años, las noticias independientes revelan que al recalentar los alimentos también ser genera gran cantidad de conocidas sustancias cancerígenas. Por ejemplo, la radiación de longitud de micro onda a una velocidad de hasta 2,45 GHz interactúa con las moléculas de los alimentos.
Las ondas agitan las moléculas para producir fricción, que a su vez calienta el alimento. Con esta fricción y el calor aparece la producción de radicales libres, o células que pueden crecer y propagarse como carcinógenos. Varios estudios encontraron riesgo en la conveniencia de recalentamiento rápido. Los aminoácidos y alcaloides en productos naturales, como la leche y vegetales crudos, en presencia de la fricción molecular se convierten en carcinógenos.
Además, el estudio mostró una reducción a corto plazo de los linfocitos (células blancas de la sangre) después de la ingesta de alimentos cocinados en microondas. La FDA todavía tiene que reconocer los estudios que sugieren que los hornos microondas alteran el maquillaje nutricional de los alimentos. En su lugar, los criterios de la agencia sólo tienen en cuenta efectos específicos, el peligro de quemaduras o cataratas provocadas por exposición corporal directa a las microondas.
El horno microondas, quer es una invención nazi, se encuentra presente en la mayoría de los hogares del mundo moderno, pero los medios corporativos rara vez plantean la cuestión de si los consumidores realmente los necesitan absolutamente. Además, crece la evidencia de que este electrodoméstico común no es tan seguro como les gustaría a sus fabricantes que el público lo crea.
*) Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno
Notas y Referencias:
– Devra Davis, «Cell Phone Radiation: Is It Dangerous?» Huffington Post, March 1, 2011, http://www.huffingtonpost.com/devra-davis-phd/cell-phone-radiation-_b_828330.html.
– Tamir S. Aldad et al., «Fetal Radiofrequency Radiation Exposure From 800-1900 Mhz-Rated Cellular Telephones Affects Neurodevelopment and Behavior in Mice,» Nature, March 15, 2012, http://www.nature.com/srep/2012/120315/srep00312/full/srep00312.html.
– Carole Bass, «Cell Phones Might Cause ADHD,» Yale Alumni Magazine (blog), March 15, 2012, http://www.yalealumnimagazine.com/blog/?p=13736.
– Markham Heid, «Cell Phones Could Hurt Your Sperm,» Men’s Health, August 16, 2011, http://news.menshealth.com/breaking-cell-phones-could-hurt-your-sperm/2011/08/16.
– Markham Heid, «The Worst Place to Keep Your Cell Phone,» Men’s Health, August 4, 2011, http://news.menshealth.com/cell-phone-safeguards/2011/08/04.
– Devra Davis, «Beyond Brain Cancer: Other Possible Dangers Of Cell Phones,» Huffington Post, June 15, 2011, http://www.huffingtonpost.com/devra-davis-phd/cell-phones-cancer_b_874361.html.
– Richard Stossel, «Microwaved Water Kills Plant in Home Grown Experiment,» NaturalNews, April 2, 2011, http://www.naturalnews.com/031929_microwaved_water_plants.html.
– Christopher Gussa, «Microwaves Ovens: The Curse of Convenience,» NaturalNews, April 14, 2008,
http://www.naturalnews.com/023011_microwave_food_oven.html.
– Anthony Lane and Lawrence Newell, «The Hazards of Microwave Ovens,» Health & Science, no date, http://www.health-science.com/microwave_hazards.html.
– http://www.mediafreedominternational.org/2012/04/09/research-clarifies-cell-phone-danger/
– http://www.mediafreedominternational.org/2012/01/25/growing-research-points-to-health-risks-of-microwave-ovens/
Estudiantes investigadores: Aaron Peacock (San Francisco State University) y Todd Roller (Florida Atlantic University)
Evaluadores académicos: Kenn Burrows (San Francisco State University) y James F. Tracy (Florida Atlantic University)