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Periodismo de imputación: el «antisemitismo» de Chávez

Fuentes: Acrimed

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Juan Vivanco

Sábado 24 de diciembre de 2005. Hugo Chávez visita el Centro de Desarrollo Endógeno Integral Humano «Manantial de los Sueños», en el Municipio Acevedo – Estado Miranda, y pronuncia un discurso al que se han agarrado varios medios y organizaciones para decir que ha expresado opiniones antisemitas. Todo este revuelo se basa en una sola frase, que conviene citar textualmente, pues se ha mutilado y también se ha alterado. Es esta:
«El mundo tiene para todos, pero resulta que unas minorías, los descendientes de los mismos que crucificaron a Cristo, los descendientes de los mismos que echaron a Bolívar de aquí y también lo crucificaron a su manera en Santa Marta, allá en Colombia. Una minoría se adueñó de las riquezas del mundo […]»

Dado que varias organizaciones y ciertos periodistas han instruido una causa por antisemitismo, conviene examinar con detalle los documentos del expediente, no para evaluar la retórica del presidente venezolano sino para ver lo que queda de ella después de pasar por la pluma de unos informadores sin escrúpulos [1].

¿Cómo se transforma en declaración antisemita una frase entresacada de un discurso de 26 páginas? Vale la pena examinar el proceso. No es la «circulación circular de la información» de que hablaba Pierre Bourdieu para explicar que los periodistas acuden a otros periodistas para informarse, sino más bien la degradación degradada de la desinformación.

1. Lo que dijo Chávez… (y no se dice que lo dijo)

Cada cual es libre de defender o no la «revolución bolivariana» o de compartir las referencias religiosas de Hugo Chávez. Pero de los periodistas cabría esperar que antes de ponerse a comentar nada recogieran fielmente el sentido y situaran en su contexto las palabras sospechosas de antisemitismo.

El discurso de Chávez era fácil de encontrar, bastaba con ir directamente a la fuente [2].

Chávez aprovecha la celebración del nacimiento de Cristo la noche del 24 de diciembre para hacer esta metáfora: «así como Cristo resucitó con la ayuda de Dios […] estamos resucitando la Patria, Venezuela está resucitando» (p. 15 del discurso). Para quien se tome la molestia de leer este discurso de 26 páginas la comparación es clara: la Venezuela revolucionaria de los pobres, en su camino hacia el «socialismo del siglo XXI» [3], tiene un modelo y un predecesor en la figura de un Cristo que nació «entre los pobres» (p. 2) y es «redentor de los pueblos» (p. 11).

Este enfoque, extraño quizá para el etnocentrismo imperial que esgrimen, cual necesidad imperiosa, ciertos periodistas, no lo es para un público latinoamericano, porque la imagen de un Cristo humilde que camina junto a los pobres enlaza directamente con la Teología de la Liberación, que «partía de la conflictiva realidad social latinoamericana y empleaba un método marxista para analizar dicha realidad social» [4].

Chávez no inventa nada nuevo, pues, cuando dice: «Cristo fue y es uno de los más grandes revolucionarios de la historia y el primer socialista de nuestra era, el primer socialista y por eso lo crucificaron» (p. 14). ¿Quiénes lo crucificaron? Los que no entrarán en el reino de los cielos, los ricos [5].

Y prosigue Chávez, actualizando su interpretación:

«Acabo de leer esta madrugada el último informe de la Organización de Naciones Unidas sobre la situación del mundo y es alarmante, por eso digo que hoy más que nunca antes jamás en 2005 años nos hace falta Jesús el Cristo, porque el mundo, el mundo, se está acabando el mundo cada día, cada día, la riqueza del mundo, porque Dios, la naturaleza es sabia, el mundo tiene agua suficiente para que todos tuviéramos agua, el mundo tiene riquezas suficientes, tierras suficientes para producir alimentos para toda la población mundial, el mundo tiene suficientes piedras y minerales para las construcciones, para que no hubiera nadie sin vivienda. El mundo tiene para todos, pues, pero resulta que unas minorías, los descendientes de los mismos que crucificaron a Cristo, los descendientes de los mismos que echaron a Bolívar de aquí y también lo crucificaron a su manera en Santa Marta, allá en Colombia. Una minoría se adueñó de las riquezas del mundo, una minoría se adueñó del oro del planeta, de la plata, de los minerales, de las aguas, de las tierras buenas, del petróleo, de las riquezas, pues, y han concentrado las riquezas en pocas manos: menos del diez por ciento de la población del mundo es dueña de más de la mitad de la riqueza de todo el mundo y a la… más de la mitad de los pobladores del planeta son pobres y cada día hay más pobres en el mundo entero. Nosotros aquí estamos decididos, decididos a cambiar la historia…» (p. 15).

Se ve claramente que Chávez pronuncia la frase resaltada en negrita en un contexto de denuncia de la apropiación de las riquezas del mundo; pero esta frase, separada del contexto, triturada, troceada, interpretada abusivamente, va a convertirse en la materia de una gran lección de periodismo negativo, que combina la desinformación con la superchería.

2. Guysen Israel News y el Centro Simon Wiesenthal al ataque

El 3 de enero de 2005 Guysan Israel News, que se presenta como «una agencia de prensa independiente de cualquier tutela, política o de otro tipo», publica un artículo de Albert Bellaïche «para Guysen Israel News» en el que se puede leer esto:

«Una mosca cojonera a la que nadie ha dado vela en el entierro, el Presidente en ejercicio de Venezuela, un tal Hugo Chávez hasta hace poco conocido en su casa a la hora de comer, suelta como quien no quiere la cosa su parida inesperada, con la boca en forma de A como Le Pen en sus mejores tiempos: «Más que nunca necesitamos a Cristo… Hay suficiente para saciar a todo el mundo, pero algunas minorías, los descendientes de los que crucificaron a Cristo, se han apoderado de las riquezas mundiales. Menos del 10% de la población del mundo posee más de la mitad de esas riquezas. Estamos decididos a cambiar el curso de la historia…» ha declarado Hugo Chávez, el venezolano, ante el auditorio del Centro Manantial de Los Suefos (sic)».

La cita, como vemos, está mutilada por el celo del redactor de la «agencia de prensa independiente de cualquier tutela política o de otro tipo» que hace un ejercicio de estilo insultante y rencoroso, con el fin de presentar a Chávez como un fanático antisemita aliado de todos los que quieren destruir el Estado de Israel.

El 4 de enero de 2006 el Centro Simon Wiesenthal publica en Buenos Aires un comunicado titulado «El Centro Simón Wiesenthal condena declaraciones antisemitas de Hugo Chávez y reclama disculpas públicas». Es la misma cita, pero mutilada (falta el final, la referencia al exilio y la muerte de Simón Bolívar): «el mundo tiene para todos, pues, pero resulta que unas minorías, los descendientes de los mismos que crucificaron a Cristo, se adueñaron de las riquezas del mundo».

El comunicado del Centro Simon Wiesenthal prosigue: «En una carta al primer mandatario de la República Bolivariana de Venezuela, Shimon Samuels (Director de Relaciones Internacionales del Centro Wiesenthal) y Sergio Widder (Representante para América Latina) señalaron que «en sus palabras convergen dos argumentos centrales del antisemitismo, tanto en lo que respecta a la acusación a los judíos de haber matado a Jesús, como la asociación de ellos con las riquezas. Ambos elementos han servido como excusa para justificar las más crueles persecuciones y matanzas a lo largo de dos milenios»».

Pero resulta que ninguno de los dos argumentos aparece en la frase mutilada que los portavoces del Centro citan sacada de su contexto. En efecto, no hay ninguna referencia a los judíos, como revela Associated Press.

Da igual: el comunicado no se limita a exigir excusas (y no una simple aclaración), sino que amenaza: «El silencio sólo puede ser interpretado como una reafirmación de un pensamiento racista». Además hace un llamamiento a los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, así como a la Presidencia de Mercosur, para que «se suspenda el proceso de incorporación de Venezuela a este bloque regional mientras Chávez no se disculpe públicamente por sus manifestaciones antijudías». Por último el Centro considera «paradójico que el presidente del país que en pocos días más servirá de anfitrión al encuentro más renombrado del pensamiento progresista, el Foro Social Mundial, utilice una retórica reaccionaria y medieval». ¡Acabáramos, el comunicado es una contribución progresista al Foro!

3. Libération se apunta y echa leña al fuego

El lunes 9 de enero de 2006 Jean-Hébert Armengaud, el adalid, publica en Libération un artículo titulado «Le credo antisémite de Hugo Chávez» [6], un «credo» cuya paternidad corresponde… al periodista de Libération.

Jean Hébert Armengaud no ha escrito ni una línea sobre la situación social y política de Venezuela [7], pero hace refritos de los artículos del corresponsal «permanente» de Libé en Caracas (quien escribe algunas cosillas, seguramente en el tiempo que le dejan libre sus largas temporadas playeras) y remienda los despachos de agencia en editoriales vindicativos, plagados de aproximaciones; lo cual, lejos del periodismo de información o investigación, le convierte en un

(ínfimo) panfletario, algunas de cuyas hazañas ya hemos tenido ocasión de destacar aquí [8].

Pero en este caso se supera. Remendón distraído, confunde una ciudad con un estado [9]. Traductor malintencionado, para acreditar la idea de que Chávez se refiere concretamente al pueblo judío, transforma, como ha señalado Romain Mingus, «unas minorías» en «una minoría», y así da a entender que es la judía. Lector de tijeras afiladas, corta de la cita todo lo que pueda estorbar su interpretación. Esto es lo que queda: «Más que nunca nos hace falta Cristo […], pero resulta que una minoría, los descendientes de los mismos que crucificaron a Cristo […] se adueñó de las riquezas del mundo […] y ha concentrado las riquezas en pocas manos».

Luego hace un resumen de la protesta del Centro Simon Wiesenthal, adobado con dos insinuaciones suplementarias -presentadas como informaciones- que encontraremos más adelante en el escrito de Alexandre Adler: 1) la influencia que habría tenido unos diez años antes el personaje de Ceresole, un revisionista; 2) el sentido (antisemita, por supuesto) de una intervención policial en el Centro Judío de Caracas. Todo esto, según la delicada pluma de Armengaud, constituye un «credo antisemita». ¡Ni más ni menos! La pregunta que abre el artículo precisa el carácter de dicho credo: «¿Antineoliberal, antiimperialista… y antisemita?». Porque es evidente que no se puede ser las dos primeras cosas sin ser, potencial o realmente, antisemita [10].

4. Le Monde recicla y se retuerce

Citando como fuente un despacho de la agencia Associated Press del 6 de enero de 2006, lemonde.fr titula así un artículo del 9 de enero de 2006: «Le centre Wiesenthal accuse Hugo Chavez d’antisémitisme«. Correcto. Pero ya la primera frase sentencia: «El presidente venezolano […] pronunció unas palabras antisemitas en su discurso de Navidad» (la negrita es nuestra). El reciclado del despacho de agencia se transforma en una reescritura lamentable. Porque mientras Associated Press reproduce fielmente las palabras de Chávez, lemonde.fr no se digna a verificarlas y las escribe a su conveniencia: «El mundo pertenece a todos pero una minoría, los descendientes de los que crucificaron a Cristo, se adueñó de las riquezas mundiales […]». Mientras el despacho de AP dedica cuatro líneas a la acusación del Centro Wiesenthal y otras seis a las declaraciones del rabino Arthur Waskow, quien «tiene serias dudas de que se trate de un desliz antisemita», esta última referencia ha desaparecido en el artículo de la edición electrónica [11]. En cambio Le Monde hincha las velas del buque insignia de la flotilla del «periodismo de cargo»: Libération, al que cita, aunque sin dar ninguna consistencia a las alegaciones sobre el papel atribuido al personaje de Ceresole -ya nos ocuparemos de él-, cuyo revisionismo sería una prueba del antisemitismo de Chávez. Cita amputada, traducción mal hecha, fuentes sin verificar, referencias manipuladas: un verdadero cúmulo… «de referencia».

Pero Le Monde también es un periódico de papel. En su edición del 10 de enero publica un artículo titulado… «Le centre Wiesenthal accuse M. Chavez d’antisémitisme»: el mismo título que el del artículo de la víspera, publicado en la red. Pero Le Monde se rectifica a sí mismo a la chita callando. ¿Acaso entona el «media culpa»? Qué va: para Le Monde las aproximaciones y los errores del artículo anterior nunca existieron. Sea como fuere, Marie Delcas, corresponsal del periódico en Bogotá, desinfla la acusación como un globo.

No sólo la cita -esta vez correcta- del discurso de Hugo Chávez equivale a un desmentido del artículo de lemonde.fr, sino que el periódico de la tarde «corrige el tiro» y devuelve la palabra al mismo que había silenciado el día anterior… el rabino Arthur Waskow, quien, recordemos, «pone en duda el antisemitismo del presidente venezolano». Y añade (¿para desquitarse?) que «el 9 de noviembre de 2005 David Bachenheimer, secretario general de la comunidad judía, declaraba a uno de los principales diarios de Caracas, El Nacional, que en Venezuela no hay antisemitismo».

5. Y en esto llegó Adler…

No podía faltar: Alexandre Adler se lanzó golosamente a sus interpretaciones mañaneras, buena ocasión para ostentar su clarividencia de predicador sabelotodo [12].

¿Qué podríamos destacar de la dulce melopea de este autor, que ya había denunciado el supuesto antisemitismo de Chávez atribuyéndolo a su contacto con los miembros de la OPEP [13]? De entrada una confirmación implícita de la acusación de antisemitismo: «Ya sospechaba que tenía las peores ideas. Las tiene.» ¿Cuáles? Las «de la película de Mel Gibson sobre el pueblo judío». Lo completa con una cita patchwork que atribuye a Chávez: «Navidad es un día para la rebelión, la revolución. Cristo es un rebelde revolucionario y los descendientes de quienes crucificaron a Cristo han tomado hoy, se han apropiado de las riquezas del mundo que se han concentrado en unas pocas manos.» Luego matiza (qué detalle) esta cita inventada con una aparente concesión: «Tampoco es para poner el grito en el cielo, pues efectivamente hay riquezas en el mundo que están concentradas en unas pocas manos y se podría decir que ellos, judíos y no judíos, son los que crucificaron a Cristo».

Entonces, si Chávez, según Adler, es antisemita pero no ha pronunciado palabras antisemitas, ¿qué nos queda? Una probabilidad: la «probabilidad de que se trate realmente del pueblo judío»… pronto transformada en certeza: «No cabe duda de que la visión [que tiene Chávez] del mundo es (…) totalmente compatible con el antisemitismo». Conclusión adleriana: Chávez es antisemita porque podría serlo. ¿Por qué podría serlo, más allá de su visión del mundo? Porque fue aconsejado por Ceresole. Punto redondo. La montaña de acusación está pariendo un ratón [14].

Libération, citado por Le Monde, ya nos había avisado: «Norberto Ceresole inspiró durante mucho tiempo al presidente venezolano». Adler se une al coro y denuncia al supuesto «gurú» de Chávez que «pretendía construir una Latinoamérica postdemocrática». Adler se pavonea: «Soy el único que, hace años, escribió el nombre de Ceresole en la prensa» antes de rematar su frase con un ¿vale? de un patetismo casi enternecedor. Pero esta revelación no es tal. En efecto, Ceresole fue consejero de Chávez… durante un año, hasta que le agradecieron los servicios prestados. Nada hace pensar que inculcara a Chávez sus desatinos revisionistas. Si se menciona a Ceresole es para respaldar una acusación sin pruebas con una insinuación, que se reduce a esto: 1) Ceresole era revisionista; 2) Ceresole aconsejó a Chávez; 3) luego Chávez es antisemita. Semejante (sin)razonamiento desprende un tufo de macartismo…

6. Lo que Chávez no dijo… pero se lo hacen decir

Recapitulemos. Chávez habla de «unas minorías» dominantes que crucificaron a Cristo (en sentido propio) y a Bolívar (en sentido figurado) «que murió con su cruz, como Cristo» (p. 25). Pero como la retórica antisemita identifica a estas minorías con el pueblo judío y la dominación judía, basta con hacerle decir a Chávez lo que no dijo para atribuirle expresiones antisemitas que no pronunció, pero, se afirma, podría haber pronunciado. Chávez, como destaca Associated Press, no habla de los judíos ni como comunidad de fieles de una religión concreta, ni como pueblo. A falta de palabras, ¿sólo quedaría la música? ¿No ya declaraciones, sino resonancias antisemitas? Pero entonces, para oírlas, ¿es preciso que uno mismo, so pretexto de destapar el antisemitismo, califique de «judías» a esas minorías dominantes?

A veces conviene no fiarse. Pero una cosa es no fiarse y otra acusar a tontas y a locas. ¿Hemos de ver una alusión a los judíos cada vez que se pronuncie la palabra «banquero» sólo porque el antisemitismo siempre atribuyó al origen de algunos banqueros la función nefasta del capitalismo financiero? ¿Hemos de renunciar a juzgar al imperio romano, cuya minoría dominante es responsable de la muerte de Cristo, sólo porque los antisemitas siempre han presentado a los judíos como un pueblo deicida?

¿Ha cometido una imprudencia Hugo Chávez, a sabiendas de cómo se las gastan los medios dominantes y en especial los de su país? No corresponde a los propios medios decidirlo, como tampoco jugar a adivinos o consejeros de los gobernantes, sean cuales fueren. El caso es que muchos periodistas y sobre todo editorialistas, de Francia y otros países, tienen contratos indefinidos para desempeñar ese papel.

¿Qué queda, entonces, de la causa instruida contra Chávez (a la que se han sumado con solicitud otros medios que no hemos mencionado aquí)? La ocultación del sentido general del discurso antiliberal pronunciado por el presidente de la República Bolivariana. Un periodismo que en vez de informar hace conjeturas sobre unos prejuicios atribuidos alegremente, sin la menor prueba. Unos intentos de desacreditar el proceso de transformación social en Venezuela y el Foro Social Mundial que va a celebrarse allí. Una lección de desinformación.

Notas:

[1] Nos reservamos la posibilidad de completar este artículo. Todos los complementos estarán fechados.

[2] En el sitio del Ministerio de Comunicación e Información: : «Visita al Centro de Desarrollo Endógeno Integral Humano «Manantial de los Sueños««, Municipio Acevedo – Estado Miranda, Sábado, 24 de diciembre de 2005.

[3] Discurso pronunciado en Porto Alegre durante el Foro Social Mundial de 2005.

[4] François Houtard, «Les pontificats de Jean Paul II et de Benoît XVI face à l’Amérique latine», en el sitio de RISAL.

[5] Chávez cita el Sermón de la Montaña (seguimos en la p. 14): «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos».

[6] Atención: este vínculo es comercialmente biodegradable.

[7] Libération, salvo que se nos haya escapado, no lo ha hecho nunca.
[8] Véase «Quand Libération enquête au Venezuela « y «Quand Libération suggère de destituer Chávez».

[9] «»Hugo Chávez visita un centro de albergue y reinserción de personas sin domicilio fijo en Miranda, Estado de Zulia». El 24 de diciembre, en compañía del alcalde de Caracas y varios ministros, el presidente visitó el Núcleo de Desarrollo Endógeno, modelo bolivariano de una economía alternativa, en las proximidades de Acevedo, Estado de Miranda. El Núcleo de Desarrollo Endógeno no es un albergue y el Estado de Miranda, evidentemente, no puede ubicarse en el Estado de Zulia», «Chavez, antisémitisme et campagne de désinformation: à propos d’un article calomnieux de Libération «, por Romain Migus, en el sitio «Le Grand soir».

[10] Precisión hecha el 12 de enero (H. M.).

[11] Reproducimos las opiniones del rabino Arthur Waskow (The Shalom Center, por correo electrónico), que son de su entera responsabilidad: «… Todo esto es increíblemente peligroso. De ser cierta mi hipótesis, esta actitud de organizaciones que tienen predicamento en la comunidad judía norteamericana puede convertir a Chávez y a quienes le apoyan en enemigos sin el menor motivo. Si mi presentimiento está justificado, podemos saber más comprobando los hechos en Venezuela. Estas simplificaciones sólo benefician a dos partes: el gobierno de Bush, enemigo acérrimo de Chávez, y las organizaciones judías que obtienen ventajas políticas y económicas con estas olas de indignación. Insisto: no afirmo categóricamente que las palabras de Chávez no tengan nada que ver con los judíos. Pero afirmo que la ética judía, la voluntad de proteger con prudencia los intereses de los judíos y un periodismo honrado reclaman una investigación más profunda».

[12] Véase nuestra rúbrica: «Les facéties d’Alexandre Adler».

[13] Véase nuestro artículo: Les facéties d’Alexandre Adler: Hugo Chavez, «gorille populiste» et «antisémite».

[13] La demostración de agilidad mental de Alexandre Adler casi nos hace olvidar las inexactitudes que encierra su razonamiento. He aquí un ejemplo: Adler habla del «primer golpe de Chávez», como su hubiera habido otro después de que fracasara la intentona de 1992. No hubo tal.

http://www.acrimed.org/article2241.html