Otamendi afirma que no cesará de denunciar las torturas que sufrió a manos de la Guardia Civil, y en ese camino, acaba de interponer una denuncia ante el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo. Lo único que espera el tolosarra es que «se actúe de manera independiente y que se investiguen, de una vez […]
Otamendi afirma que no cesará de denunciar las torturas que sufrió a manos de la Guardia Civil, y en ese camino, acaba de interponer una denuncia ante el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo. Lo único que espera el tolosarra es que «se actúe de manera independiente y que se investiguen, de una vez por todas, las denuncias de tortura».
Martxelo Otamendi acaba de presentar una denuncia contra el «Reino de España» en el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, por no llevar a cabo un proceso judicial correcto en torno a su denuncia de torturas. Otamendi acude a Estrasburgo después de agotar todas las fases del procedimiento judicial español, pero acude solo ya que sus compañeros del «caso Egunkaria» no han agotado aún las vías judiciales del Estado español.
¿Por qué decidió denunciar al Estado español en el Tribunal Europeo?
Para que se investiguen, de una vez por todas, las denuncias de tortura. En mi caso concreto, yo y el resto de compañeros de «Egunkaria» fuimos sometidos a malos tratos y a la hora de denunciarlo hemos encontrado una manifiesta, preocupante y escandalosa falta de responsabilidad judicial en el Estado español. Estrasburgo no va a dirimir si ha habido o no torturas, sólo entrará en si el proceso judicial cursado tras mi denuncia fue correcto y se ajustó al proceso que debe llevarse a cabo para investigar si ha habido torturas. Nosotros consideramos que la supuesta investigación judicial tiene muchos agujeros y por eso lo voy a denunciar en Europa.
¿Qué es lo que espera?
Que actúe independientemente y que si considera que nuestros argumentos son válidos, que lo condene, que es lo que hay que pedir a cualquier tribunal. Pese a todo, creo que en este tipo de tribunales cada vez es más difícil ganar una sentencia, la presión que tiene que haber en Estrasburgo tiene que ser terrible. Será complicado.
¿Qué acarrearía una sentencia favorable ?
En algunos casos hay una sanción económica, pero lo más importante es que una condena de este tipo es una vergüenza diplomática y judicial para el Estado español. Al fin y al cabo son los jueces europeos los que dicen a los españoles que están actuando mal y que no han hecho su trabajo, y eso es lo que más molesta a un juez; eso les duele.
¿Cómo describiría el momento en el que le informaron de que su denuncia había sido archivada?
Sientes que estás luchando contra todo un aparato que encubre la tortura. Recuerdo cómo una vez, un magistrado de la Audiencia Nacional dijo que existe por parte de algunos jueces una dejación muy clara de su responsabilidad a la hora de evitar que se torture. Y es así. Es más, hay un interés judicial, policial y político en la práctica de la tortura. No se tortura gratuitamente y por venganza, hay todo un aparato que lo encubre. Y eso es un escándalo en un estado que se cree democrático.
¿No es desalentador?
Sí. Si el caso de Unai Romano no ha acabado en sentencia condenatoria es que hay mucho por trabajar. Pero hay dos opciones: o te quedas en casa lamiéndote las heridas, o sigues denunciándolo. Nosotros decidimos perseguir, hasta el último minuto de nuestras vidas, a los que nos torturaron y a los que permitieron que nos torturasen.
Nosotros, ingenuamente, pensamos que con todo el nivel de presión que se creó con nuestras denuncias de tortura, las nuestras iban a ser las últimas. Pero luego te das cuenta de que no, que independientemente de quién esté en el gobierno, aquí seguimos asistiendo a denuncias de torturas.
¿Quién cree que permitió las torturas que padecieron?
Siempre se habla de la Policía, de la Guardia Civil, y es verdad que ellos son los que la practican, pero alguna responsabilidad deberá tener el juez, ¿no? En mi caso fue el juez Del Olmo el que decidió que esa noche no durmiera en mi casa y que la Guardia Civil me custodiara durante cinco días. Luego, llegué ante él hecho un trapo. ¡Algo tendrá que decir!
¿Se trabaja lo suficiente en contra de esta práctica?
Sí, sí que se trabaja. Hay personas u organizaciones como el TAT, Behatokia… que trabajan muchísimo e incluso jugándose la cárcel pero, en contra, existe una aceptación social de la tortura por parte de estamentos políticos y judiciales. Yo lo que lamento es que en este país no hayamos conseguido una barrera contra la tortura. Convivimos con la existencia de 7.000 torturados en Euskal Herria, ese dato es una barbaridad y no se está haciendo nada para evitarlo.
Habla de aceptación social…
La tortura existe y se habla de ella; incluso el obispo de Donostia o el lehendakari Ibarretxe. ¿Pero cómo es posible que se asuma una realidad así? Además, la tortura es el único delito en el que se sabe quién va a cometer el delito, dónde, cuándo, contra quién y cómo lo va a cometer. Es el único en el que se sabe todo y nunca se actúa.
¿Qué se debería hacer para que la tortura dejara de existir?
A mí, personalmente, me escandaliza que los jueces españoles se vayan hasta Chile o Tibet a investigar casos de tortura. ¿Por qué no existen jueces y fiscales vascos, con suficiente coraje judicial, para investigar los casos de tortura que se dan aquí? Está muy bien que haya jueces por la democracia, en favor de la mujer, de la homosexualidad…. pero ¿cuándo van a hincar el diente a la tortura? Yo aspiro a tener un día jueces y fiscales que hagan el libro negro de la tortura, un libro judicial donde se recojan todas las denuncias. Lo que no vale es hacerlo dentro de treinta años.