«No estaba preparada para ver morir a un hijo. Como él hay miles de José en Iraq. Hay muchos José iraquíes, palestinos, los hay en Fallujah, en Sudán. Cuántas madres están llorando a sus hijos y no tienen el privilegio de denunciarlo, como nosotros y toda la gente que está a nuestro lado».
El lunes 8 de noviembre se cumplirán diecinueve meses del asesinato de José Couso. Su familia y amigos han renunciado a la comodidad del hogar y se reúnen en plazas y universidades para denunciar y esclarecer cada detalle tergiversado.
Durante el Encuentro de Corresponsales de Guerra, realizado en La Habana, han sido invitados para favorecer otro intercambio con quienes pudieran ayudar a difundir la verdad. María Isabel Permuy, la madre de José conversó con La Jiribilla.
¿Qué hubiera pasado si usted hubiera decidido quedarse en casa llorando la muerte de su hijo?
Pues el asesinato de mi hijo, que es un crimen de guerra, no se conocería. Yo estaría en Cuba, quizás como turista y no hubiese tenido la oportunidad de hacer lo que hemos hecho.
No solo en Cuba, sino en otros países denunciando la invasión de los EE.UU. Un país que hace guerras preventivas y mata a periodistas para ocultar la matanza de miles de civiles.
Si me hubiese quedado en casa y no hubiese salido a denunciarlo justo al día siguiente, esto de mi hijo hubiera quedado en el silencio como ha sucedido con otros tantos que quedan impunes. Salimos junto al plante de la prensa. Ellos pusieron sus cámaras en el suelo frente a la embajada de los EE.UU. y se unieron más de quinientos profesionales del periodismo.
Es que la familia Couso tiene mucha dignidad y no nos vamos a callar y no les va ser tan fácil matar a más periodistas.
Donde nos llaman, allí estamos: en los Cursos de Verano de El Escorial que tiene mucho prestigio, en la Universidad Complutense, en los ayuntamientos. Nos invitan a cualquier foro para denunciar. Siempre estamos dispuestos, tanto mis hijos como los amigos. Como algunos medios van contando que ha sido un error y existe gente que se contenta con esa explicación, nosotros estamos aquí para denunciarlo.
Porque el asesinato de mi hijo ha sido público. Se ha visto por la televisión cómo a mi hijo se lo llevaban ensangrentado. Cuando despierto, la imagen que tengo de él es desangrándose y pidiendo que le tapen la cara, ¿entonces cómo me podría quedar yo en mi casa?
No puedo llorar a mi hijo sentada en la casa. Sí, lo lloro, lo lloro todo el día aunque me ría, pero no puedo quedarme tan tranquila o en duelo sin que se le devuelva la dignidad.
¿Este Encuentro de Corresponsales de Guerra realizado en La Habana ha contribuido en algo a su lucha?
Muchísimo. Tanto que aún no he digerido tantas emociones. Me llevo un recuerdo hermoso, aunque ya sabía cómo era el pueblo cubano. Me hubiese gustado venir bajo otras circunstancias porque estaba deseosa de conocer La Habana. Me voy llena de cosas buenas que me habéis dado los cubanos y no solamente a nivel del pueblo. Me ha recibido un Viceministro y gente muy importante de vuestro Partido. Me han tratado con una cercanía que jamás podría olvidar.
Ayer mientras estaba en un mercado de artesanía una señora me llamó y me dijo: usted es la madre de José Couso. Le pregunté si me conocía, dijo: sí; me había visto por la televisión y aseguró que mi cara nunca se le olvidaría, y puso un collar en mis manos para la suerte.
He ido al monumento del Che y me he emocionado muchísimo. Puede que muchas cosas se me estén quedando en el tintero. Segura estoy de que cuando llegue a España y pueda hacer un examen más reposado, voy a recordar muchas cosas más.
¿Ha cambiado en algo su visión hacia la vida y hacia la muerte el hecho de que su hijo sea una víctima de la guerra?
No estaba preparada para ver morir a un hijo. La ley de la vida se ha invertido porque, aunque resulte doloroso, los hijos sí están preparados para sufrir la muerte de los padres. Vi morir a mi hijo y ¡de qué manera! A lo mejor si hubiese sido en un accidente, pienso en su muerte y no la creo.
A veces pasa que hablo de él como si fuera otra persona y me pregunto, ¿por qué yo?, ¿por qué a mí? Y me respondo, ¿por qué no? Si mi hijo no es el único, a mí me llega más porque es mi hijo.
Como él hay miles de José en Iraq. Hay muchos José iraquíes, palestinos, los hay en Fallujah, en Sudán. Cuántas madres están llorando a sus hijos y no tienen el privilegio de denunciarlo, como nosotros y toda la gente que está a nuestro lado. Estamos exigiendo que esto no suceda más, porque tenemos derecho a repartir las riquezas que son nuestras y el derecho a vivir en paz.