Con cursos de formación, proyectos de investigación y actividades de difusión, el Centro Sean MacBride se propone intervenir críticamente en los problemas sociales y políticos relacionados con la comunicación y la información. La Universidad Nacional de Lanús (UNLa) creó el Centro para la información y comunicación Sean MacBride, que se propone como espacio de referencia […]
Con cursos de formación, proyectos de investigación y actividades de difusión, el Centro Sean MacBride se propone intervenir críticamente en los problemas sociales y políticos relacionados con la comunicación y la información.
La Universidad Nacional de Lanús (UNLa) creó el Centro para la información y comunicación Sean MacBride, que se propone como espacio de referencia para la producción de documentos y reflexiones sobre las problemáticas referidas a las comunicaciones, a partir de la recuperación y el aggiornamento de los postulados del «Nuevo orden mundial de la información y comunicación». El nuevo centro se propone intervenir críticamente en los problemas sociales, políticos y de soberanía relacionados con la comunicación, con el objetivo de no retroceder en las conquistas logradas en los últimos años.
«Entre sus actividades, el centro realizará proyectos de investigación, cursos de formación dirigidos a profesionales, actividades de divulgación, asesoramiento y cooperación con respecto a la incorporación de contenidos específicos en materias de comunicación en carreras de grado y posgrado. Además de actividades tendientes a favorecer la ética en la comunicación y en la libertad de expresión, entendida como derecho de los pueblos», contó a Página/12 el director del centro, el filósofo y escritor mexicano Fernando Buen Abad Domínguez.
El informe MacBride fue impulsado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y publicado por la Unesco en 1980; su propósito fue visibilizar la desigualdad informativa, que dominaba entonces y sigue dominando hoy en el mundo. El informe brega por un «equilibrio mundial» de la información y la comunicación. Su impulsor fue Sean MacBride, un franco-irlandés que presidió la comisión internacional que elaboró el estudio, titulado formalmente «Un solo mundo, voces múltiples», que incluyó una serie de bases y propuestas para alcanzar un Nuevo orden mundial de la información y comunicación.
«Lo que evaluó el informe MacBride tiene hoy más vigencia que nunca. Porque las condiciones que lo vieron nacer se han complejizado», opinó el director del centro. Buen Abad dijo que el informe fue un diagnóstico y un pronóstico sobre lo que pasaba en ese momento y los tiempos que se avecinaban, cuando el proceso monopólico de los medios se veía venir -ya desde los años 50- como una amenaza para la libre expresión de los pueblos. Para el filósofo, se produjo un proceso de «secuestro» de la comunicación e información por parte de los medios monopólicos y oligopólicos, que las utilizaron como mercancía en su interés particular.
Desde la UNLa se proponen ahora realizar un «segundo informe MacBride», que contemple a las nuevas tecnologías. «Necesitamos una actualización jurídica y política del derecho a estar informados», señaló Buen Abad. Y ejemplificó esto con las leyes de medios que se sancionaron en los últimos años en Argentina, Venezuela y Ecuador. «Hay que desmonopolizar y democratizar, tanto las herramientas como los discursos». El centro MacBride busca generar informes didácticos, mapas sobre medios y observatorios populares. La clave, consideró su director, es multiplicar las voces: «Más radios, más televisoras, más todo…». Y propuso cinco puntos nodales para repensar una transformación en América Latina:
– Plataformas jurídico políticas comunicacionales, para que los avances no puedan ser anulados por gobiernos que añoran pocas voces.
– Auditoría de gastos en comunicación: América latina mueve en concepto de industrias culturales 124 mil millones de dólares, mientras que el mundo entero mueve 250 mil millones, según un informe de la Unesco del año pasado. «Deberíamos desarrollar un impuesto al movimiento financiero de estas industrias -planteó Buen Abad-. Si no, es como dejarles sacar el petróleo o agua de nuestras tierras y no cobrar tarifas.»
– Descolonización tecnológica, para construir soberanía desde la producción de tecnologías para la comunicación.
– Emancipar la semántica: «Hay que descolonizar el pensamiento y empezar a pensar de manera latinoamericana.»
– Independencia epistemológica: «En toda la región se enseñan modelos de comunicación mercantiles, con predominio del funcionalista americano o el estructuralista europeo. Necesitamos nuestro propio proyecto epistemológico latinoamericano».
Escenario regional
Fernando Buen Abad Domínguez advirtió que en Argentina ya «hubo retrocesos con Mauricio Macri» como presidente en la legislación sobre medios. «La Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual fue desarticulada. Hoy no hay auditoria sobre qué se está haciendo; y deberíamos poder saber.» Remarcó que se está dando un problema a nivel continental, con medios de comunicación tan poderosos que pueden hacer tambalear gobiernos, como sucede con Dilma Rousseff en Brasil.
Para el caso argentino, Buen Abad reclamó que se «abra el 33 por ciento (del espectro radioeléctrico que les corresponde a los medios sin fines de lucro), eso va a multiplicar las voces. Hay un debe con los medios alternativos, porque quedaron en proceso de consolidar sus tramites», dijo, y sostuvo que hay mucho por resolver, sobre qué proyecto de desarrollo comunicacional va a promover la Argentina. «Las leyes que se han sancionado en Latinoamérica son una expresión de la voluntad de los pueblos y deben respetarse,»