Indymedia -es por todos sabido- nació del movimiento contra la globalización. Si bien tal postura puede haber sido intencionadamente radical en un inicio, y quizás (y sólo quizás) haber propugnado una ruptura con la sociedad existente en un comienzo, se ha convertido en la actualidad en una mercancía más de la oferta que este sistema […]
Indymedia -es por todos sabido- nació del movimiento contra la globalización. Si bien tal postura puede haber sido intencionadamente radical en un inicio, y quizás (y sólo quizás) haber propugnado una ruptura con la sociedad existente en un comienzo, se ha convertido en la actualidad en una mercancía más de la oferta que este sistema nos propone dentro de su diversidad permitida. En Chile, el país desde donde formulamos estas críticas, la antiglobalización se ve apoyada y financiada por el gobierno (neoliberal) de turno. La antiglobalización es, simplemente, la expresión de una economía que privilegia lo local a lo global. Por el contrario, nosotros llevamos las cosas un poco más lejos: no criticamos la extensión de la economía, sino su misma razón de ser y configuración. Criticamos y condenamos a la economía misma, transformada en un fin que no tiene otro propósito que seguir existiendo. Hemos decidido no transar ni un milímetro con la dominación existente, y, así mismo, hemos llegado a un punto insalvable: ya no nos interesa la crítica básica hacia la globalización capitalista, sino aquella que esta enfocada hacia el capitalismo en sí.
Identificamos a los males que aquejan a los individuos con un período histórico preciso, con el capitalismo. Y nuestra incorporación al proyecto Indymedia se vio motivada por ese rechazo al sistema dominante: porque queríamos, mediante informaciones antagonistas, combatir a esta relación social que se evidencia culpable de la destrucción ecológica, social y cotidiana de todos quienes se ven inmersos en ella. Sin embargo, hemos llegado a un punto en que, como decíamos, hemos alcanzado una posición irreconciliable con esta sociedad del capitalismo. Y tal postura, es reconocida por la red Indymedia en nosotros, y consecuentemente, ha generado temor.
De un tiempo a esta parte, las críticas que como colectividad hemos publicado han molestado a una serie de individuos e Indymedias locales. Tales críticas duelen y son peligrosas tanto debido a su radicalidad como a su simpleza: cuestionan las bases de la dominación. Mediante un proceso interno, la red Indymedia ha disfrazado una crítica a nuestra posición radical con un llamamiento a que nos apeguemos a las reglas comunes a todo Indymedia local. Así mismo, una demanda a que nos transformemos en periodistas técnicos, que mediante la objetividad tan sólo describan acontecimientos sin impregnarlos de opinión alguna. Del momento preciso en que oímos hablar de periodismo independiente (y de Indymedia), el proyecto nos interesó precisamente dada la diferencia que este tenía con el periodismo oficial: mientras para nosotros, el periodismo oficial se enseñaba objetivo y pluralista en universidades, academias e institutos restringidos del saber; el periodismo independiente se componía de todo lo contrario, esto es, de una subjetividad que ahora si le daba una razón de ser a la actividad periodística: el opinar para criticar y, consiguientemente, aportar a una abolición de estas relaciones sociales que nos son impuestas.
El periodismo independiente (para nosotros) siempre fue aquel que se salía de las lógicas del capitalismo, porque ser independientes significa bastante más que no recibir financiamiento del estado (de hecho, si tan sólo así fuera todas las empresas serían independientes). Por el contrario, siempre asumimos esa conciencia que poco a poco fuimos forjando, de concepción de la necesidad de abolición de las clases sociales mediante el enfrentamiento de ellas, como la independencia de la que hablaba el periodismo de Indymedia. Siempre tuvimos la sensación de que la postura ideológica que compartíamos como grupo, de insalvable irreconciliación con la sociedad de clases, era el verdadero espíritu que movía a la prensa realmente independiente. Sin embargo, a tres años de haber conformado nuestro núcleo local de la red, nos damos cuenta de que no es así, de que nuestra crítica anticapitalista escapa y desborda los criterios de Indymedia. Y que así mismo, a nadie en la red global de Indymedia le importa el que llevemos varios años de arduo funcionamiento, a la hora de cuestionar nuestra permanencia.
Nos da una pena enorme, el ver a diario como cientos de periodistas independientes se posicionan en un ciclo eterno del periodismo supuestamente independiente convertido en un fin en sí mismo. El periodismo -lo decimos con la autoridad que nos confieren varios años de labor- no significa nada si no tiene un propósito, y este propósito es banal en tanto no sea la destrucción del capitalismo.
Indymedia niega la independencia al propugnar un periodismo levemente diferente al que realizan los mass-medias, en donde la única distinción se haya en el que acontecimientos cubrir, y lamentablemente no en el como hacerlo. Repite las mismas lógicas de los medios masivos de comunicación oficial, cada vez que pretende fomentar la indiferencia política, y por consiguiente, el desinterés en tomar partido en la guerra necesaria de librar contra los responsables de nuestra miseria. Así mismo, Indymedia se anula como propuesta crítica o intento de independencia al enaltecer un reglamento ficticio convertido en religión.
Indymedia, al utilizar como estandarte (que internamente coarta crítica radical alguna) a la diversidad y al pluralismo para pretenderse diferente, no hace más que volverse una mercancía post-moderna más entre las ya tantas disponibles.
Nosotros nunca quisimos ser periodistas objetivos, ni nunca lo seremos. Nuestra postura crítica nos ha valido el haber sido amenazados de la expulsión de la red Indymedia, y es en concordancia con la consecuencia hacia nuestra convicción el que formulamos esta declaración: Nosotros no queremos informar, sino contribuir al debate y a la crítica a este sistema injusto. A nosotros no nos interesan lectores apasionados por nuestras columnas objetivas, sino partícipes. Y cuando hablamos de partícipes no nos referimos al simplismo (al que por cierto adherimos como medio) de que cualquiera pueda publicar, sino de que mediante un cuestionamiento radical de lo existente, los individuos abandonen su condición pasiva y asuman una activa. Que abandonen su calidad de espectadores y se transformen en actores, pero no de una simple página web, sino de sus propias vidas y de la historia.
Anunciamos nuestra inminente salida del proyecto Indymedia dada la incompatibilidad que tenemos con la serie de criterios comunes que conforman la red: la independencia de Indymedia se contradice a sí misma ya que es una concepción burguesa y no cambia absolutamente nada en la forma de ejercer el periodismo.
De la misma forma, anunciamos a los y las interesados(as) que el colectivo que integramos y que sigue creciendo se mantendrá en funciones críticas y contrainformativas, continuando la labor que hemos realizado durante largo tiempo en Santiago Indymedia (antes en Chile Indymedia) ahora en un nuevo sitio, el que a su debido tiempo anunciaremos.
Esperando que la presente opinión sea fructífera en el debate con respecto a los fines del periodismo independiente, tanto en los otros Indymedias como otros proyectos afines,
Colectivo Indymedia Santiago que hace abandono de la red Indymedia (junto con todos sus miembros).