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La Xarxa de Xarxes d’Acció Social y la Unió de Periodistes Valencians debaten sobre el tratamiento informativo de la pobreza

Prejuicios, estereotipos y exclusión social

Fuentes: Rebelión

La Xarxa de Xarxes d’Acció Social i Cooperació del País Valencià, creada por diferentes redes en representación de más de 800 ONG, ha elaborado unas recomendaciones sobre el tratamiento informativo de los colectivos en riesgo de exclusión social. El documento consta de cinco puntos. El primero, usar una terminología adecuada, dado que con las palabras […]

La Xarxa de Xarxes d’Acció Social i Cooperació del País Valencià, creada por diferentes redes en representación de más de 800 ONG, ha elaborado unas recomendaciones sobre el tratamiento informativo de los colectivos en riesgo de exclusión social. El documento consta de cinco puntos. El primero, usar una terminología adecuada, dado que con las palabras se construye la realidad. Se pide, por tanto, evitar los prejuicios y los estereotipos (expresiones como «inmigrante ilegal», «minusválido» o «mendigo»; además, se trata de fomentar el sustantivo «persona»). El segundo punto insta a que los medios den voz a las personas afectadas, para que sean las protagonistas de las informaciones; por otro lado, se requiere una contextualización de las noticias (historias de vida de los protagonistas, causas y consecuencias de los hechos…); por último, se pide un esfuerzo por contrastar las fuentes oficiales, así como por tener en cuenta la responsabilidad social del periodista. En algunos aspectos se ha visto una mejora. «Con la crisis la sociedad empezó a empatizar con situaciones que antes vivía mucho más lejanas», explica Gabriela Sánchez, periodista que coordina la sección de Derechos Humanos de eldiario.es («desalambre»). Y esto trascendió al periodismo. «Eran situaciones que pensábamos que nunca nos iban a afectar, y el periodismo tenía que contarlas». En cuanto a la inmigración, ha ocurrido algo parecido: «Observamos una mejora bastante notable en términos generales, aunque queda mucho por hacer», opina la periodista. 

En muchos casos se trata de subvertir la agenda de prioridades, ya que seguramente un caso de corrupción desplazará de la portada a una tragedia en el Estrecho. El 14 de abril murieron 400 personas (según Save the Children) cuando pretendían ingresar en Italia. Los periódicos en papel no dieron relieve a este hecho. ¿Cómo evitar que un medio de comunicación establezca tales criterios de selección? «En eldiario.es, apunta Gabriela Sánchez, se apostó por contar con una sección y gente especializada en Derechos Humanos; y así nació la sección Desalambre: para que si una patera llega a Perejil y no es rescatada, no se olvide el asunto porque coincida con una abdicación real o un caso de corrupción; también porque las noticias de Derechos Humanos no figuran en la agenda del día, y hay que salir a buscarlas; son más difíciles de elaborar».

Otro de los motivos consiste en hacer lobby dentro de la redacción, para que se tomen en consideración estas cuestiones. Para evitar el empleo de terminología o enfoques poco adecuados («muchas veces «sin mala intención, más bien por las prisas y porque no todo el mundo tiene por qué saber de todo», aclara la coordinadora de «Desalambre»). La idea es ocuparse de que en el periódico no se utilicen fórmulas como inmigrante «en situación irregular». Se «negocia» para que así ocurra. Gabriela Sánchez define así una parte del trabajo de la sección de Derechos Humanos en la redacción: «Somos los que hacen que se cumplan las recomendaciones de las ONG para las situaciones de exclusión».

La pelea contra las perversiones (ideológicas) del lenguaje es muy lenta aunque, poco a poco, se hace camino. En la redacción de eldiario.es se ha asumido que no ha de escribirse sobre inmigrantes «ilegales». «Abogamos también porque no se citara la nacionalidad en casos como el de las amenazas en la estación de Atocha», apunta la redactora (Europa Press tituló el pasado 2 de enero: «El magrebí detenido en Atocha tras amenazar con inmolarse no llevaba explosivos»). En ocasiones la sección «Desalambre» ha de terciar en las informaciones que, aunque correspondan estrictamente a Política o Interior, afectan a los Derechos Humanos. Otras veces intentan que las noticias de su sección tengan más realce en la portada, o un lugar más destacado en el periódico.

Una de las prioridades es dar voz a las personas directamente implicadas. En el día a día en muchas ocasiones son las ONG las que sugieren al periodista con quién se puede hablar. O si conviene o no tomar una determinada fotografía. «También se aprende diariamente a base de errores», señala la redactora. El objetivo es ir más allá de las fuentes oficiales. «En la valla de Melilla era preocupante ver como algunos medios reproducían la versión de la policía y las fuentes gubernativas», afirma Gabriela Sánchez. «Pero tampoco es siempre un problema de los medios; a veces se ponen muchos problemas para contrastar las informaciones.

El planteamiento quedaría alicorto, sin embargo, si no se abordaran las causas de la exclusión: «Quién podría hacer algo y no lo hace». Se trata de dar la voz a los afectados, también contrastar lo que dicen las ONG, pero no quedarse en la empatía. «No hacemos periodismo para la pena, sino para la culpa, para explicar quién tiene la responsabilidad de lo que ocurre». Para apuntar a los responsables. Por ejemplo «Europa no tiene dispositivos para el salvamento de las personas, pero sí para el control de las fronteras», remata la periodista de eldiario.es.

Otro planteamiento podría ser el siguiente. El periodista no deja de ser una persona con su vida y su ideología; no es, por tanto, un ser etéreo por encima del bien y el mal. Sea uno policía, funcionario, periodista (o cualquier otra profesión), la objetividad no existe. El profesional de la información tiene una responsabilidad que ha de asumir cuando realiza su trabajo. Éste es el punto de partida del periodista y activista Miquel Ramos, que ha participado con Gabriela Sánchez y Claudia Zavala (periodista y miembro del Observatorio de Cooperación y Medios de Comunicación de ISCOD), en el debate organizado por la Xarxa de Xarxes y la Unió de Periodistes.

Según Miquel Ramos, «no creo que el periodismo sea ajeno a la política; es más, el periodismo fabrica realidades». A esto no es ajena la formación de los profesionales (el anhelo de algunos compañeros de carrera era terminar presentando debates del «corazón», apunta Ramos). Sin embargo, en el frontispicio del periodismo está la frase del periodista de investigación (recientemente fallecido), Xavier Vinader: «Yo no me limito a la versión oficial, y eso molesta». La responsabilidad social ante la información que se proporciona: «Más de 40 niños musulmanes de Alzira dejan el comedor escolar porque su menú no sigue el rito» (Levante, 7 de diciembre de 2014). «Me espanta el tratamiento que se hace de algunas informaciones», comenta Miquel Ramos. «Los comentarios en las redes sociales fueron terribles; ante una sociedad con prejuicios como es la española, a lo mejor el periodista se tendría que plantear cómo dar la noticia».

El planteo de Miquel Ramos apunta al fondo del problema. «La desigualdad es algo inherente al sistema actual, el capitalismo neoliberal». Así pues, «no puede reducirse la desigualdad sin ponerse en cuestión el sistema; el resto es puro parche». El periodista revela abiertamente su posición personal: «Me niego a asumir estas desigualdades como algo «. El sistema fomenta la competitividad, y eso genera excluidos (migrantes, mujeres, personas con alguna discapacidad…). Muchas veces los medios trazan una divisoria radical entre «nosotros» (occidental, blanco y de clase media) y «ellos». Esta frontera atraviesa el constructo mental de cualquier persona, «y los periodistas -de manera consciente o no- son correas de transmisión de esta ideología».

La mutación de las noticias en puro espectáculo también afecta a la información sobre los marginados y excluidos. Por ejemplo los programas sobre un rico que se marcha durante un mes a colaborar con una ONG. El planteamiento no es inocente. «Al final se nos quiere decir que la exclusión es como un fenómeno atmosférico», sostiene Miquel Ramos. «En todo ello, síntomas de una sociedad enferma, tiene una gran responsabilidad el periodista», agrega. Un problema superpuesto es el del eurocentrismo de muchos programas e informaciones. «Europa dando lecciones de superioridad moral», apunta el activista.

O también el estado español, por ejemplo frente a colectivos como el gitano (no se recuerda que 800.000 gitanos fueron asesinados durante el holocausto nazi). Una mirada altiva repasa la figura de Hugo Chávez cantando, Evo Morales con el jersey de cuello alto o las mujeres islámicas con velo. Se informa de magros repartos de comida por ultraderechistas en barrios como Orriols, en Valencia, donde el Centro Islámico lleva mucho tiempo haciéndolo (sin ninguna publicidad). El PP de l’Hospitalet acaba de anunciar una campaña para limitar locutorios y kebabs, dado el rédito electoral que han tenido iniciativas de la misma guisa en Badalona. Ante ese panorama Miquel Ramos subraya que la exclusión social «no se elimina con la caridad; los derechos nos pertenecen y no hay que mendigar nada».

El observatorio de Cooperación y Medios de Comunicación de la Fundación Instituto Sindical de Cooperación al Desarrollo (ICOD) ha publicado un análisis sobre el tratamiento de la prensa española a las noticias relacionadas con la cooperación para el desarrollo. Se seleccionaron 561 noticias que abordaban las temáticas «desarrollo», «cooperación» y «ayuda humanitaria» en los diarios El Mundo, El País, eldiario.es, Europa Press, Las Provincias, Levante-EMV, Publico.es y Valencia Plaza entre enero y junio de 2014.

En el apartado de conclusiones, el informe señala que un buen número de noticias sobre el trabajo que realizan las ONG reflejan una visión «instrumental» de los medios de comunicación. Es decir, las ONG se centran más en promover sus actividades que en hacer pedagogía de las causas que afirman defender. Otra conclusión del trabajo es que algunas organizaciones, dados los efectos de la crisis, están volviendo a las labores asistencialistas. Se constata asimismo la diferencia entre las ONG «grandes» (que presentan informes elaborados y cuentan con portavoces cualificados) y las de tamaño menor. Por otro lado, sólo un 10,3% de las informaciones analizadas cuentan con una voz del sur; en un 60,3%, no se explican las causas de los problemas planteados.

Agregan las conclusiones del estudio que en un 70% de los casos analizados aparecen imágenes o recursos gráficos acompañando a las noticias, sin embargo, les falta contexto. «Las noticias sobre las personas inmigrantes, en su mayoría, hablan sólo de la que se vive en los países del norte, y no de las causas que originaron el movimiento migratorio en los países del sur», remata el informe.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.