No lo decimos nosotros, sino Le Monde Diplomátique en su edición española y en portada, dando paso a un amplio y detallado informe en el que se señalan los problemas financieros y estructurales de Prisa, su alto endeudamiento y pérdida de influencia. Un interesante reportaje firmado por Pascual Serrano, quien culpa de las desgracias […]
No lo decimos nosotros, sino Le Monde Diplomátique en su edición española y en portada, dando paso a un amplio y detallado informe en el que se señalan los problemas financieros y estructurales de Prisa, su alto endeudamiento y pérdida de influencia. Un interesante reportaje firmado por Pascual Serrano, quien culpa de las desgracias de Prisa a su excesiva injerencia en política, y entre otras cosas escribe: «Ahora, sin los muchos favoritismos que (Prisa) obtuvo en los años 80 bajo el gobierno de Felipe González, y con una línea editorial en América Latina de agresividad permanente contra los gobiernos progresistas, que ha superado a medios tradicionalmente de derechas, su futuro se encuentra más en peligro que nunca».
Y concluye el autor del artículo: «Los ejecutivos de Prisa pretendieron algo más que crear un gran grupo empresarial de comunicación, quisieron -y necesitaban para continuar sus negocios- gobernar en muchos lugares y ámbitos sin presentarse a las elecciones; y ahí es donde han fracasado. Sus cuentas de resultados terminaron dependiendo demasiado de poderes políticos a los que no se pudieron imponer. El emporio necesitaba, para seguir avanzando, concesiones de radio y de televisión, exclusividades millonarias para la difusión de fútbol, contratos editoriales privilegiados. Al final no fueron tan poderosos para garantizarse todo ello».
Ahí queda eso, y Juan Luis Cebrián con un gigantesco cabreo que ha llevado a la dirección del diario Le Monde, del que el País es accionista, lo que a su vez ha provocado las iras de la redacción del rotativo galo por lo que denuncian como una intromisión ilegítima y nada democrática en su trabajo e independencia. O sea, y nunca mejor dicho, Le Monde ha organizado la mundial, y menos mal que el artículo apareció cuando ya parece que los de Prisa han renegociado sus créditos, de cerca de 2.000 millones de euros, que vencían en estos días.
Y a la espera están de ver si venden o no Sogecable al tándem Vivendi-Telefónica por lo que ellos dicen que vale, y no por lo que se refleja en su cotización bursátil (ayer a 1,4 euros las acción), a ver si reducen, al menos a la mitad, su deuda, aunque saben que si venden el grupo reduciría mucho sus ingresos y su valor, especialmente en estos tiempos de recesión. Y a no perder de vista otras cuestiones como la posible venta de su división editorial (Santillana) o la posibilidad de una ampliación de capital a la que concurrirían posibles editores -Slim o Berstelmann- si Prisa abriera el núcleo duro del grupo, es decir, la propiedad, hoy blindada, del diario El País.
Corren malos tiempos para todo el mundo, y especialmente también para los medios de comunicación, y nadie está exento o libre de problemas. No obstante, cuando la crisis afecta de una manera tan intensa al que ha sido el gigante español de la comunicación de los largos años de la transición, el asunto tiene un mayor interés económico, político y social. No en vano estamos hablando de un famoso gigante de la comunicación, aunque en los tiempos que corren los gigantes son los que suelen tener los pies de barro y los más propensos a su desestabilización. No vamos a recordar aquí lo ocurrido con las primeras entidades financieras del mundo, o con los mastodontes de la construcción, o con los fabricantes de automóviles. La crisis, esta vez, no se para en tamaño ni en influencias y todos, desde el más enano al más gigante, pueden ucumbir ante cualquier sacudida, especialmente en el mundo cambiante y sorprendente de la comunicación.
No creemos, como titula Le Monde Diplomatique, que Prisa se tambalea, pero sí que está afectada por un alto endeudamiento, víctima de la ciega soberbia de comprar a crédito en tiempos de vacas godas, pero cuando ya se veían venir las flacas. Y eso, unido al vuelco tecnológico, al final de Jesús Polanco y a la impericia empresarial de sus sucesores, hace que, si Prisa aún no tambalea, sí que empieza a temblar, como lo prueba que está en las portadas de la prensa internacional, y no precisamente por lo bien que lo hacen y les va.
http://www.estrelladigital.es/ED/diario/103336.asp