El grupo mediático Prisa (dueña en Bolivia de La Razón y ATB) está en guerra interna tras la reciente muerte de su fundador, Jesús Polanco. Los dos bandos enfrentados que aspiran a tomar el poder del conglomerado han optado, en estrategias diferentes, por vender lo que no produce dividendos debido a la gigantesca deuda que […]
El grupo mediático Prisa (dueña en Bolivia de La Razón y ATB) está en guerra interna tras la reciente muerte de su fundador, Jesús Polanco. Los dos bandos enfrentados que aspiran a tomar el poder del conglomerado han optado, en estrategias diferentes, por vender lo que no produce dividendos debido a la gigantesca deuda que arrastra el «holding» de medios, unos 2.000 millones de dólares.
La operación en Bolivia comenzó en agosto con la venta del periódico de Santa Cruz, El Nuevo Día, a uno de los socios minoritarios de Prisa en Bolivia, el economista Alfredo Leigue Urenda. Deshacerse del periódico La Razón y de la cadena televisiva ATB es más difícil por el monto monetario que se trata, más teniendo en cuenta que Prisa aspira a recuperar, al menos, una parte de los diez millones de dólares que invirtió en 2000 cuando entró en el negocio mediático boliviano gracias a la vieja amistad entre dos difuntos: Polanco y Raúl Garafulic, ex embajador del dictador (luego elegido democráticamente en 1997) Hugo Banzer, en España.
Los rumores de compra por parte del gobierno de Evo Morales de ATB y La Razón han sido desmentidos una y otra vez por parte de personas allegadas a Palacio de Gobierno aunque el fracaso del periódico oficialista Liberación (tres semanas de vida) haya provocado de nuevo el accionar de dichos chismes. La cercanía de momentos políticos decisivos como la adopción y posterior votación de un nuevo texto constitucional para Bolivia con una probable aprobación de un nuevo mandato para Evo puede suponer la tentación de compra de dos medios tan «poderosos» como La Razón y ATB, tanto para el gobierno del MAS como para otros actores políticos de oposición al proceso de cambios. ¿Hablarán de eso Evo y Zapatero cuando el presidente español visite La Paz en noviembre?
Lo que es cierto es que los dos bandos españoles en guerra por el control de Prisa y su influencia política han decidido deshacerse de los medios deficitarios, para salvar la empresa.
Por una parte, está el grupo liderado por el consejero delegado de Prisa y ex director de El País, Juan Luis Cebrián, alias «Juanli» apoyado por el ex presidente Felipe González; y por otra parte, la familia (hijos y sobrinos) de Polanco y el socio de toda la vida del difunto magnate, Francisco Pérez González, alias «Pancho», dueño de un 30% de Timón, sociedad madre de Prisa.
El primer bando pretender deshacerse de algunos medios de Prisa y en el último término vender el grupo al empresario mexicano Carlos Slim, para el cual trabaja Felipe González.
El segundo bando liderado por el actual presidente del grupo, Ignacio Polanco, acompañado de su hermano Manuel y de sus primos (los sobrinos del difunto jefe) Jaime y Javier Díez Polanco, alias «Polanquin», verdadero hombre fuerte del grupo, tiene una estrategia parecida pero no igual: vender parte pero no todo, para reducir la deuda pero impedir que cualquiera ajeno a la familia Polanco, se haga con el «imperio» que levantó el magnate desde los tiempos de la dictadura de Francisco Franco en España.
La deuda de Prisa, unos 1.800 millones de euros, por encima de los 2.000 millones de dólares, ha crecido debido a numerosos factores, entre ellos: la televisión de pago por satélite en España (con sólo 1.8 millones de clientes, un 50% menos que la media europea) se piratea fácilmente con tarjetas asiáticas (el pirateo no había sido una «enfermedad» de países pobres); el buque insignia del grupo, el prestigioso diario El País está en crisis por el descenso de ventas, un 30%); y «last but not least», los altos costos de compra de los derechos televisivos del fútbol español y las mejores películas de las «majors» estadounidenses no son recuperables.
A todo este quilombo en Prisa, hay que añadir la guerra del fútbol, comenzada en agosto cuando la liga española comenzó a rodar por las canchas de España. La guerra que impide que tanto en España como en Latinoamerica (a través de ESPN) se vean los mejores partidos (los que juegan de local tanto el Real Madrid como el Barcelona, razón por las que se salieron del negocio la red Uno y ATB en Bolivia) enfrenta a Sogecable, de Prisa, y Mediapro, una nueva empresa que ha pasado de producir retransmisiones televisivas a comprar derechos televisivos de determinados clubes como el Real Madrid, «saboteando» a Sogecable y Prisa.
Mediapro, fundada por ex empleados de la televisión autonómica catalana, TV3, ha lanzado en septiembre un nuevo periódico, Público (ha copiado el estilo de periódicos gratuitos como ADN: con una onda más juvenil, de diseño moderno, poca letra y con un costo la mitad que los periódicos «serios»: 50 céntimos por un euro) para hacer la competencia a El País.
En el trasfondo de esta guerra interna se encuentra el actual presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que ha apostado por Mediapro y su nuevo periódico, Público, para no depender tanto en lo mediático del grupo Prisa, de El País y su nuevo director, Javier Moreno y de las intenciones del dúo Cebrián-Felipe González y su aliado mexicano Carlos Slim.