El pasado 8 de marzo miles de personas conmemoraban el Día Internacional de la Mujer. Algunos con obsequios y regalos, estimulando al comercio y al sistema, mientras otros mostraban su inconformidad con el gobierno por la firma del Tratado de Libre Comercio finiquitado diez días antes en Washington. Ante este acuerdo, que desfavorece la economía […]
El pasado 8 de marzo miles de personas conmemoraban el Día Internacional de la Mujer. Algunos con obsequios y regalos, estimulando al comercio y al sistema, mientras otros mostraban su inconformidad con el gobierno por la firma del Tratado de Libre Comercio finiquitado diez días antes en Washington. Ante este acuerdo, que desfavorece la economía nacional, con el derecho legítimo de protestar y conmemorando el día de la mujer, en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá se congregaron decenas de estudiantes para romper el silencio que se quiere imponer. Bastaron 35 minutos de protesta para que los miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la Policía Nacional, reprimieran brutalmente a los estudiantes y asesinaran a uno de ellos como en otras ocasiones.
Dentro del campus, Oscar Leonardo Salas Ángel, nuestro estudiante de cuarto semestre de lingüística de la Universidad Distrital, junto con otros compañeros (incluido su hermano) presenciaban las arengas y los intentos de dispersarlas. Oscar, apasionado por las artes escénicas, oriundo del Líbano (Tolima), recibió un impacto en el ojo izquierdo que le causó un derrame cerebral en el momento. Era la una de la tarde. Fue llevado a la clínica Los Fundadores, presentando como cuadro clínico «daño cerebral severo e irreversible», que le causaría la muerte en la madrugada del viernes 10 de marzo. Al enterarse del hecho, en protesta frente a ésta brutal forma de represión, centenares de estudiantes taponaron el centro de la ciudad, bloquearon las troncales de transmilenio, pintaron la alcaldía, rompieron listados de votación en la Plaza de Bolívar…
Su nombre estuvo circulando por diversos medios. Se comentaban y especulaban muchas cosas de él, sobre la protesta y sus asesinos. Aspectos que hoy en día siguen por esclarecerse, pese a la presión de estudiantes y organizaciones ante el silencio de autoridades distritales con indiferencia y un proceso investigativo que siempre deja impunidad y más si la policía está implicada. Se trató falsamente de inculpar a los estudiantes del impacto que sufrió Oscar, con la complicidad de los medios tradicionales.
Es sabido que el ESMAD ha agredido en otras ocasiones a los estudiantes con balines, canicas e incluso con balas, llegando a causar la muerte de los manifestantes. Así ocurrió con Carlos Giovanny Blanco, justo en el mismo sitio donde atentaron contra Oscar, en la entrada a la Universidad Nacional en la carrera 30, en noviembre de 2001. Así también lo hicieron al agredir la minga indígena de octubre de 2005 en Remolinos (Risaralda), cuando asesinaron a Marcos Soto, y durante el operativo de desalojo de la hacienda El Japio en Caloto (Cauca), asesinando al joven indígena Belisario Camayo Guetoto, quien luchaba por liberar la madre tierra . También cayó de esa forma (a balazos del ESMAD) el estudiante de 21 años de la Universidad del Valle Jhony Silva. Pero no sólo con balas o canicas asesina el ESMAD, también lo hace a garrotazos, como lo hizo con el joven de 15 años Nicolás Neira en la manifestación del Primero de Mayo del año pasado en Bogotá, cuando le quitaron la vida a golpes entre varios «robocops», en plena carrera séptima de la capital. En todos estos casos ha habido impunidad, quedando en evidencia la manera salvaje en la que opera este escuadrón, y la necesidad y urgencia de su desmonte.
Oscar era un joven artista que tenía reconocidos dotes como teatrero, mimo, zanquero, músico y poeta, dotes que desarrollaba en su tierra natal, el Líbano (Tolima), y también en Bogotá, ciudad que lo acogió para que realizara sus estudios y demás actividades. Cercano a nosotros como comunicador alternativo, su participación en la construcción de la Radio Comunitaria Municipal Café 93.5 FM, en el Líbano, es fruto de la necesidad de crear medios comunicativos propios y con intereses comunitarios. También entendía que su labor no se limitaba a transcribir lo que sucedía sino que tenía el compromiso de incidir en la vida social y política de su tierra. Así lo hizo como representante al Consejo Municipal de Jóvenes del Líbano con sus 20 años. Oscar también participaba del Centro de producción radial de Bogotá, de la Red Colombiana de radio comunitaria «Recorra», del Colectivo Aldea, de la Asociación de estudiantes de la provincia de los Nevados, de la tertulia amigos de Telesur, espacios desde donde buscaba aportar a construir un nuevo país.
Su memoria perdurará para sus padres Ana Benilda y Alberto, sus hermanos: César Julián, Laura Carolina; Marlon Leonardo, Manuel Alejandro, Ricardo Lizarazo, Guillermo Cadena y para quienes realizamos acciones artísticas, políticas y comunicacionales a su lado. Su figura, pese a su corta existencia, realizó valiosos aportes que son para nosotros motivo de memoria, lucha y acción política. Hoy los comunicadores alternativos y comunitarios le rendimos un homenaje a su memoria y retomamos su legado para seguir adelante.
Bogotá, 4 de abril de 2006
Coordinación Colombiana de Medios Alternativos, CCMA