Varios ciudadanos interrumpieron ayer por la mañana la emisión en directo del programa ‘El círculo a primera hora’ de Telemadrid con pancartas y con los lemas «Salvemos Telemadrid» y «Manipución informativa». Otros mensajes pedían la dimisión del director general de Telemadrid, Manuel Soriano. ‘El círculo a primera hora’ es una tertulia política presentada por Ely […]
Varios ciudadanos interrumpieron ayer por la mañana la emisión en directo del programa ‘El círculo a primera hora’ de Telemadrid con pancartas y con los lemas «Salvemos Telemadrid» y «Manipución informativa». Otros mensajes pedían la dimisión del director general de Telemadrid, Manuel Soriano.
‘El círculo a primera hora’ es una tertulia política presentada por Ely del Valle que se emite en directo todas las mañanas desde el Círculo de Bellas Artes de Madrid. La realización del programa intentó evitar que se vieran las pancartas realizando planos cerrados a los contertulios, que eran Vicente G. Olaya (El País), Pedro Blasco (El Mundo) y Ángel del Río (COPE).
Este hecho se produce días después de que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, mostrara su disposición a privatizar el ente público madrileño. Para ello, Aguirre se mostró decidida a pedir a José Luis Rodríguez Zapatero cambios en la legisción vigente para permitir esta privatización.
Semanas antes, Germán Yanke presentaba su dimisión como director del informativo ‘Diario de noche’ tras verse obligado a despedir a sus colaboradores por decisión de la dirección del ente público. Uno de ellos, Pablo Sebastián, denunciaba la manipución en los informativos de la cadena, obligados a comulgar con la línea de El Mundo sobre las teorías de conspiración del 11-M.
Telemadrid también tiene que hacer frente en estos momentos a una multa millonaria impuesta por el Ministerio de Industria por las emisiones ilegales en analógico del segundo canal LaOtra, cuya programación está basada en refritos de lo que se puede ver en Telemadrid. Las emisiones en analógico de LaOtra se mantienen ilegalmente desde las instalaciones del Canal de Isabel II como un pulso personal de la presidenta de la Comunidad al Gobierno central. Las emisiones digitales del canal sí son, en cambio, totalmente legales.
En defensa de Telemadrid (http://www.myblog.es/redacciontelemadrid)
El director general de Telemadrid cree que somos objeto de una conspiración, de una política de acoso y derribo. No es algo nuevo en su discurso. Siempre que ha tenido oportunidad lo ha manifestado. Lo hizo de nuevo en una carta publicada el pasado miércoles en el diario El Mundo titulada «En defensa de Telemadrid». En ella afirmaba que «este ataque tan subjetivo se produce en un contexto de hechos objetivos, de clara intencionalidad política y de intereses empresariales, que demuestran una sistemática persecución a Telemadrid porque escapa a la manipulación del PSOE y, además, ocupa una cuota de mercado muy deseada por las nuevas cadenas filosocialistas.» «No lo conseguirán», concluía rotundamente su artículo.
Soriano respondía así a otra carta aparecida el lunes en El País firmada por los ex-directores generales Francisco Giménez-Alemán y Jorge Martínez Reverte. Su diagnóstico sobre esta televisión resultaba tan preciso como preocupante: «Telemadrid ha dejado de ser un medio público, se ha convertido en un aparato al servicio de unos intereses privados que no respetan los derechos de los madrileños, se burlan del pluralismo político, y ni siquiera representan los intereses de un partido mayoritario, sino de una de sus fracciones más severas.» El Consejo de Redacción apoya la iniciativa de los dos antiguos responsables de Telemadrid, suscribe el contenido de su denuncia, y agradece un gesto que es, sin duda, valiente e insólito. Es insólito, como bien afirmaba también Manuel Soriano, que dos directivos critiquen la gestión de su sucesor. Un síntoma más de la teoría conspirativa, aseguraba el actual director general en su respuesta. Una muestra clara de que la actual dirección ha traspasado los límites éticos de cualquier medio público, decimos nosotros. La prudencia y el sentido común, que tanto escasea en nuestros responsables deberían hacerles reflexionar sobre el punto muerto al que están conduciendo esta televisión: sin credibilidad, sin audiencia y sin prestigio. Su única respuesta parece ser la de una irresponsable carrera hacia el abismo.
Perdemos los papeles
«En los conflictos confiamos en la justicia y en los contenidos televisivos deben ser los espectadores los que juzguen» escribe Soriano. Seguramente ellos desconocen su condición, pero la prensa madrileña aparecía esta semana plagada de conspiradores. ¿De que modo si no se puede calificar al ciudadano madrileño que el sábado escribía en El País una carta
al director en la que se preguntaba por qué debía pagar Telemadrid? Afirmaba: «a mi personalmente me parece de muy baja calidad, pero entiendo que esto es una opinión. Ahora bien, si al menos fuera objetiva, pero es un hecho que ha tomado descaradamente partido por las tesis más extremas de la derecha de Madrid y el tratamiento informativo es claramente partidista.»
En el diario gratuito 20 minutos un columnista (Israel Alvárez) ironizaba el miércoles sobre los eslóganes de Telemadrid. Proponía un nuevo lema: «Telemadrid, no verás la diferencia, ni de acto, ni de pensamiento ni de nada».
En el también gratuito ADN, Mariola Cubells escribía: «el miércoles en el sumario del informativo vi lo siguiente: la primera noticia, un palo al Estatut de Catalunya, la segunda, un palo a Ibarretxe, la tercera, declaración de Zaplana, la cuarta un palo al pacto por la inmigración. Ya no seguí mirando, ¿para qué?, yo también sé.»
Ignacio del Río escribía: «…la decapitación de Germán Yanke y su equipo es un perfecto ejemplo de la guerra de banderías y de la torpeza del poder político, que no sabe o no quiere permanecer incólume fuera del campo de batalla. Además, piensa que gana réditos con la guillotina cuando lo único que refleja es debilidad, inseguridad y falta de criterio. Las salidas de pata de banco las suelen protagonizar quienes carecen de capacidad para convencer con la razón y con los argumentos.»
Y Moncho Alpuente titulaba «El Ente perturbado», una columna de opinión en El País en la que escribía: «desde que Manuel Soriano fuera delegado por la máxima autoridad comunitaria para reprogramar y redecorar la casa de Telemadrid a la augusta y egolátrica manera de su jefa, la cadena de todos los madrileños se ha transformado en una canal de televenta al servicio de tan estricta señora y los suyos…»
No hay que buscar ninguna conspiración. Telemadrid está en el debate público simplemente porque los ciudadanos han pasado de la indiferencia a la indignación. A nosotros, que si nos preocupa Telemadrid y su futuro, no nos consuela en absoluto ver estos comentarios, pero lamentamos sobre todo que sea cierto lo que en ellos se afirma.
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