Hay sitios y sitios en esta era de Internet. Sitios de corta y pega, al estilo de la radio en sus inicios, cuando las noticias se tomaban literalmente del papel periódico, con la diferencia de que ahora no hacen falta tijeras: desde una máquina conectada, alguien puede armar una publicación con solo bajarse materiales de […]
Hay sitios y sitios en esta era de Internet. Sitios de corta y pega, al estilo de la radio en sus inicios, cuando las noticias se tomaban literalmente del papel periódico, con la diferencia de que ahora no hacen falta tijeras: desde una máquina conectada, alguien puede armar una publicación con solo bajarse materiales de otras páginas y juntarlos de manera que parezca algo diferente.
Internet está llena de esos sitios, padres de los llamados blogs, casi todos huérfanos de verdaderos editores, esa especie en extinción que comenzó a morir con la llegada de las PC a las redacciones, cada vez más vacías de gente que, al elegir -cuando es posible- trabajar en solitario, contribuyen aun más a la galopante despersonalización del conjunto.
Pero hay sitios que no solo parecen, también son diferentes, incluso cuando publican algo ya publicado por otros. Son sitios con editores que le dan perfil propio al conjunto, como los buenos diarios en la era de las redacciones llenas. Sitios como ARGENPRESS.info, nombrada a sí misma como «prensa argentina para todo el mundo», un periódico electrónico al que se han suscrito más de 70 mil personas y que de alguna forma leen o consultan en algún momento del día casi tres veces esa cifra de internautas desde cualquier geografía.
Esta web nació en el año 2002, al calor de una reunión de periodistas latinoamericanos que tuvo lugar en La Habana a finales del año anterior. En la clausura, Fidel Castro pronunció un discurso tan largo como inspirador, que muchos de sus participantes hoy citan como detonante de casi todos los proyectos que, en la última década, han revolucionado la comunicación, desde la izquierda. De Telesur a ARGENPRESS.
«Nos ganábamos la vida haciendo páginas de Internet -cuenta su director Oscar Amado:- Era lo que mejor conocíamos y lo menos costoso. La idea fue de Emilio Corbiére. Mi hijo Rodolfo Oscar, que es informático, y yo, completamos el trío. En marzo de 2004 Emilio murió y creímos que el proyecto también, porque él era el alma, era todo. ..»
Las lágrimas interrumpen el diálogo a la mención de Emilio. Oscar se apoya en su esposa, sentada a su lado y explica: «es que hablar de Argenpress es hablar de Emilio. Todavía lo lloro. También entre los hombres hay amor. Nos conocimos cuando él tenía 17 años y yo 14 y estuvimos años sin vernos, pero al reencontrarnos fue como si nunca nos hubiésemos dejado de ver.»
«Al morir él empecé a anotar las altas que teníamos por día, convencido de que se irían perdiendo, porque él era la ‘materia gris’ del proyecto. Por suerte o por desgracia, no paró. Creció y llegó a 200 mil visitas por día.
-¿Se propusieron ser diferentes?
«Lo que nos propusimos fue tener perfil propio y ese perfil es la geopolítica. Sentíamos que era lo que faltaba y que se ha ido haciendo con el crecimiento de la página. En ese perfil hay exclusividades que marcan la diferencia: por ejemplo las notas de Proyecto Censurado, de Ernesto Carmona.
– ¿De qué vive Argenpress? ¿Cómo se sostiene, porque por poco que cueste, cuesta, cuestan las máquinas, la electricidad, los repuestos, la conexión a Internet?
«Hacemos nuestra página de Internet y tres portales, pero solo uno -de Geriatría- nos da algún ingreso. La verdad es que un par de máquina (ya obsoletas) fueron donadas por amigos, pero estábamos muy mal hasta hace poco.
Prácticamente hoy, cuando estábamos a punto de perderla, fue que juntamos los cien dólares que nos faltaban para registrar la marca. Estábamos a punto de perderla. Son más de 600 dólares que cuesta registrarse como diario digital y agencia de noticias.
Por suerte nuestros otros dos hijos comenzaron a trabajar y la presión económica bajó. Ningún partido político ni asociación de ningún tipo financia Argenpress.
«Pero lo más duro no han sido las penurias financieras. Lo más duro ya pasó: trabajar sin Emilio, trabajar incluso el día que él murió, ir al cementerio y a la vuelta sentarnos a hacer Argenpress. Hay cosas que no se pueden contar. Se sienten.
– ¿Cómo se logra hacer algo diferente y a la vez coherente sin dinero?
«Nos levantamos sin tener ningún proyecto de página y terminan saliendo entre 50 y 53 notas por día. Cuando pensamos que falta un tema, alguien te llama y te lo da. Hoy fue Gerardo Hernández, de México, que se indignó con lo del TLC en Costa Rica y nos escribió un artículo. Es el colaborador el que te hace cambiar.
«Un colaborador chileno nos mandó una nota sobre Miguel Enríquez y surgió la idea de hacer de hacer una efemérides. Sacamos un perfil y la nota sobre Miguel, pero para sostener una efemérides -ideal si fuera latinoamericana- necesitaríamos alguien más, solo para eso.
«Antes trabajábamos de lunes a domingo. Después de tres años, temíamos cansarnos y repetirnos, convertirnos en una máquina de copiar. Entonces decretamos descanso para el fin de semana, pero ahora se nos ocurrió Argenpress TV. Vamos a tener un programa en una TV libre. La vamos a llamar IN-mundo.
El primer tema será el petróleo argentino, porque estamos en el centenario del petróleo argentino.
-Pero hacer televisión, incluso la llamada televisión libre, es un gran desafío para gente sin recursos.
«Tratamos en lo posible de ver y hacer lo que se viene. De televisión por ahora solo sabemos apretar botones con el telemando, pero ya vino un artista plástico amigo para ofrecernos su estudio y la Fundación Servicio, Paz y Justicia (SERPAJ), de Adolfo Pérez Esquivel nos brindó apoyo con recursos.
-¿Qué esperan a cambio de todo lo que hacen?
«¿Pago? Correos como uno que acabamos de recibir donde un académico argentino nos felicita por lo que hicimos en defensa de Costa Rica. Este es un buen proyecto que ya tiene resultados. Siempre pienso que si somos capaces de hacer esto sin recursos qué no haríamos con los recursos que algunos tiran por ahí.»