El despido de Carmen Aristegui, conductora del noticiario de la cadena radial MVS de México, por presiones del gobierno de Felipe Calderón, muestra que los grandes medios y los gobiernos de América Latina castigan a los periodistas que se salen del libreto, tal como ocurre en países desarrollados como EEUU y el Reino Unido. Al […]
El despido de Carmen Aristegui, conductora del noticiario de la cadena radial MVS de México, por presiones del gobierno de Felipe Calderón, muestra que los grandes medios y los gobiernos de América Latina castigan a los periodistas que se salen del libreto, tal como ocurre en países desarrollados como EEUU y el Reino Unido. Al fin de cuenta, los gobiernos otorgan las concesiones de radio y televisión para el lucrativo negocio de la «libertad de expresión».
Aristegui regresó al trabajo el lunes 21, un final que no consiguieron «Los chicos malos en la guerra de Iraq» (1) descritos en el libro del cubano José Bodes Gómez, un texto que todo periodista debería conocer. También debería leerlo cualquier ciudadano interesado en saber cómo el poder viola su derecho a la información veraz y oportuna.
Cinco historias
Centrado en la invasión de Iraq, Bodes describe 4 casos en que medios o periodistas desafiaron al poder, contaron la verdad y desoyeron presiones. Pero tras esas rebeliones por el periodismo libre en EEUU y Reino Unido hubo retractaciones, disculpas y el implacable despido. La lectura de este libro provoca reflexiones sobre el rol del periodista en el tiempo en que vivimos.
Bodes relató: 1°) el conflicto entre el ex premier Tony Blair y la BBC, que cuestionó «informes de inteligencia» falseados para justificar la participación británica en la invasión a Iraq, 2°) el despido de la cadena NBC del corresponsal Peter Arnett por haberse dejado entrevistar por la televisión iraquí, 3°) la ruina del vicepresidente de CNN Edson Jordan tras decir en Davos 2005 que en 2003 EEUU mató periodistas en Iraq, y 4°) el arrepentimiento del semanario Newsweek por haber revelado torturas en Guantánamo.
BBC vs Blair
El periodista Andrew Guilligan reveló el 22/05/2003 que «una fuente de inteligencia» estimó exagerada la peligrosidad atribuida por Tony Blair al Iraq de Sadam Hussein en su informe al Parlamento del 24/09/2002, cuando aseguró que podía atacar Londres «en 45 minutos» y, por tanto, se debía ir a la guerra con Bush. Otro informe sobre Hussein fue divulgado el 2/08/2003, pero luego se supo que fue copiado de una tesis doctoral de 10 años atrás. La invasión comenzó el 20/03/2003, pero la BBC siguió fastidiando a Blair. Hubo debates parlamentarios y cuestionamientos, con una opinión pública que no se entusiasmó con la guerra. El ex canciller Robin Cook renunció y el avispero político exigió una investigación independiente sobre la real peligrosidad de Iraq.
Guilligan invocó «una fuente de inteligencia» para proteger a su informante de Defensa, el experto David Kelly -conocedor de Iraq como inspector de la ONU- e identificó al jefe de prensa de Blair, Alastair Campbell, como el autor del informe y la teoría de «los 45 minutos». El gobierno exigía desmentidos y disculpas, pero la corporación pública BBC defendió su libertad de informar sin propaganda de guerra, pese a que su jefe era el banquero Gavyn Davies, políticamente afín a Blair, quien lo nombró en septiembre de 2001.
El 30/06/2003 Kelly le confesó a su jefe que era la fuente de la BBC. El 8/07 el ministro de Defensa Geoff Hoon ordenó divulgar su nombre como informante y la presión estresó tanto al experto, que salió a caminar el 17/07 y jamás regresó a casa. Al otro día hallaron su cadáver: oficialmente, suicidio por corte de venas. Su viuda dijo que fue traicionado por sus superiores que le aseguraron que su nombre nunca saldría en los medios. La investigación estuvo a cargo del juez Brian Hutton, el mismo que en 1999 consideró extraditable a España a Pinochet, reclamado por el juez Garzón.
El epílogo fue que el 28/01/2004, Hutton exculpó al gobierno de Blair de la muerte de Kelly y… censuró a la BBC. Su presidente -Davies- renunció y el sustituto -Richard Ryder- pidió disculpas por los «errores» de la emisora. El 4 de febrero Blair admitió en el Parlamento que no sabía que los datos de inteligencia aludían armas convencionales de corto alcance. Salió del cargo en 2007 con el estigma de haber sido comparsa de Bush.
Peter Arnett pierde su empleo
Peter Arnett se desgració por dejarse entrevistar en la TV de Iraq en 2003, cuando cubría la invasión para la cadena NBC, MSNBC y National Geographic. Antes cubrió la guerra de Vietnam desde 1962 hasta la derrota de EEUU en 1975. En 1998 denunció el uso de gas sarín en Laos en 1970 por CNN y revista Time. Pulitzer 1966, cubrió la invasión soviética de Afganistán en 1979 y la Guerra del Golfo de 1991 para CNN, junto a Bernard Shaw. Después de reportar que EEUU bombardeó una planta de leche, el gobierno Bush exigió desmentidos y «disculpas» por su trabajo. Trabajó 18 años en CNN, hasta 2001.
Regresó a Iraq en febrero de 2003, para cubrir la guerra que comenzó el 20 de marzo y que Bush prometió rápida, «un paseo» de una semana. El 31 de marzo aceptó una entrevista en la TV de Iraq que causó escozor: «Ahora EEUU está revaluando el campo de batalla, retrasando la guerra contra Iraq, quizá por una semana y reescribiendo el plan de guerra», observó. «El primer plan ha fallado debido a la resistencia iraquí. Ahora están intentando escribir otro plan…» No se lo perdonaron. Primero, la NBC lo defendió diciendo que la entrevista fue una cortesía a sus colegas iraquíes y sus observaciones eran «de naturaleza analítica», pero luego despidió al corresponsal, al igual que MSNBC y National Geographic. Desde entonces, Arnett está excluido de las grandes cadenas de EEUU.
Carmen Aristegui se reincorporó el 21 a su trabajo de conductora de noticias de la cadena mexicana MVC después de 18 días de despido, en un final feliz inusual cuando los periodistas de grandes medios desafían a empleadores y gobiernos. Como ilustra el libro «Los chicos malos de la guerra de Iraq», del corresponsal cubano José Bodes Gómez, no hubo final feliz para las rebeldías de la BBC contra las mentiras de Blair para llevar al Reino Unido a la guerra, ni para el corresponsal de NBC en Iraq Peter Arnett.
Eason Jordan era vicepresidente de CNN cuando el 27/01/2005 contradijo el discurso de EEUU sobre las muertes de periodistas en la invasión de Iraq en el Foro Económico Mundial de Davos, que reúne a la elite del planeta. Contradijo al congresista demócrata Barney Frank quien calificó tales asesinatos como «daño colateral». Jordan citó la muerte intencional de tres corresponsales el 8/04/2003 cuando un tanque atacó el Hotel Palestina de Bagdad. (Murieron el camarógrafo español José Couso, 37 años, de Telecinco; el ucraniano Taras Protsyuk, 35, de la agencia británica Reuters; y el jordano Tarek Ayoub, 35, de Al Jazeera. Los responsables fueron el capitán Philip Wolford, el sargento Thomas Gibson y el teniente coronel Philip de Camp). Jordan pidió disculpas, se excusó, alegó que no quisto decir que EEUU mataba periodistas intencionalmente, pero no fue perdonado. Dimitió el 12/02, después de servir 23 años a CNN. Ahora trabaja en el sitio de negocios IraqSlogger.
En otra desobediencia periodística, Michel Isikoff y John Barry revelaron en Newsweek, en enero y mayo de 2005, información oficial sobre torturas y ofensas al Corán en Guantánamo que el FBI se vio forzado a desclasificar por una orden judicial obtenida por la Unión Estadounidense de Libertades Civiles que invocó la Ley de Libertad de Información. Los agentes FBI en la prisión reportaron a sus jefes las torturas de militares para no verse involucrados a futuro. En repudio por los libros sagrados tirados a la poceta hubo manifestaciones en Gaza (Palestina), Paquistán, Yemen, India, Indonesia, Afganistán y otros países. La Casa Blanca y el Pentágono lo negaron y pidieron desmentidos a Newsweek. El 16, su director Marc Whitaker dijo que los informes de profanación del Corán en Guantánamo eran «erróneos». Pidió disculpas y salió del cargo.
Adenda ético-etílica
La conductora Carmen Aristegui, del noticiario Primera Emisión de radio MVS, uno de los más populares de México, fue despedida el 4F por comentar una denuncia real sobre la inclinación etílica del presidente Felipe Calderón. Tras semanas de protestas públicas y gritos «¡Carmen Sí; Borracho No!», amplificadas por la prensa, twitters, redes sociales y afines, la empresa MVS y Carmen Aristegui dieron a conocer el 15F un acuerdo que pactó su regreso a partir del 21F.
Todo comenzó cuando Aristegui relató que legisladores del opositor Partido del Trabajo, encabezados por Gerardo Fernández Noroña, extendieron el 3F un lienzo en la Cámara de Diputados con la leyenda «¿Tú dejarías conducir a un borracho tu auto? No, ¿verdad?, ¿Y por qué lo dejas conducir el país?». La noticia fue real: la pancarta existió y también fue captada por la televisión.
Conocida por su programa «Aristegui», en CNN en Español, la autora del libro Marcial Maciel, historia de un criminal -sobre el fundador de la Legión de Cristo-, comentó así la noticia: «No hay información específica, por lo menos que dispongamos de ella, para saber si el presidente de la República tenga o no problemas de alcoholismo. Pero es un tema delicado. Por supuesto, hay que verlo con la gravedad del asunto». Y pidió cortésmente que la Presidencia aclarara la cuestión:
«¿Tiene o no problemas de alcoholismo el presidente de la República? Debería realmente la propia Presidencia de la República dar una respuesta nítida, formal, al respecto. No hay nada de ofensivo cuando alguien, si es que fuera el caso, atraviesa por un problema de esta naturaleza. El alcoholismo, que es un fenómeno de salud muy estudiado, muy conocido, tiene diferentes explicaciones cuando sucede en las personas. Requiere tratamiento; es una situación que no debe ser vista como una caricatura».
MVS acusó a la periodista de «transgredir el código ético» de la cadena. Aristegui alegó que no hubo transgresión y su despido era, «a todas luces, un hecho autoritario, desmedido e inaceptable», producto de «la ira presidencial». Y añadió: «un hecho así sólo es imaginable en las dictaduras que nadie desea para México, castigar por opinar o por cuestionar a los gobernantes».
Ante una multitud frente al complejo cultural Casa Lamm, el 9F la periodista expresó: «La Presidencia tendrá que hacer una valoración de lo sucedido. Serenamente. Sin odios. Con la seriedad que implica tomar decisiones a nombre de los otros, y aceptando, aunque no agrade, que los ciudadanos y los periodistas tenemos derecho a preguntar, inquirir y criticar sobre lo que juzguemos pertinente». El 15F la misma cadena MVS anunció como un «triunfo de la libertad de expresión» el regreso de Aristegui a su programa matutino a partir del lunes 21F. Increíble: la Presidencia y la empresa echaron pie atrás, sin que la periodista tuviera que pedir perdón por usar el derecho a la información.
Epílogo
Aristegui venció gracias a su popularidad y al apoyo que recibió en México. Otros periodistas menos conocidos libran en silencio batallas clandestinas por la libertad de expresión y la verdad mientras sirven a los grupos mediáticos. El periodismo corporativo se muestra cada vez menos interesado en informar, embriagado en su afán de controlar las mentes para que los ciudadanos obedezcan a los centros de poder local, como la Presidencia de México, o neocolonial, como Washington. Quienes se salen del libreto deben pedir perdón, humillados, ultrajados y… despedidos. Aún hay unos pocos que se atreven a luchar por la verdad, en solitario y de manera clandestina.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.