En el último año, las historias periodísticas en EEUU sobre libertad de prensa citan cada vez más el trabajo de una organización asentada en París, Reporteros sin Fronteras (Reporters sans Frontières, o RSF). De hecho, a pesar de su pequeño tamaño y carencia de directivos de alto perfil, Reporteros sin Fronteras alcanza casi el mismo […]
En el último año, las historias periodísticas en EEUU sobre libertad de prensa citan cada vez más el trabajo de una organización asentada en París, Reporteros sin Fronteras (Reporters sans Frontières, o RSF). De hecho, a pesar de su pequeño tamaño y carencia de directivos de alto perfil, Reporteros sin Fronteras alcanza casi el mismo reconocido renombre que el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) de Nueva York, que puede jactarse de tener en su junta de directores a Walter Cronkite, Dan Rather y a Tom Brokaw.
Lo cierto es que RSF abraza muchas causas sentidas por los periodistas estadounidenses. Por ejemplo, estuvo entre las organizaciones que exigieron más abiertamente al Pentágono una investigación del ataque al hotel Palestina en que inexplicablemente mataron a dos periodistas. Más recientemente, criticó las demandas judiciales federales dirigidas a obligar a revelar sus fuentes a Judith Miller, Matthew Cooper y a otros periodistas.
Pero RSF, a diferencia del CPJ, es financiado sólidamente con subvenciones del gobierno que plantean interrogantes sobre su objetividad. Y un examen de cerca a las batallas más sonadas de RSF –y a las otras que ignora– sugieren con fuerza una agenda política coloreada por la opción de sus padrinos. Desafortunadamente, la organización aparece poco dispuesta a tratar estas inquietudes: El representante de RSF en Nueva York, Tala Dowlatshahi, dio por terminada una entrevista por teléfono cuando le pregunté si la organización solicitó el año pasado alguna otra subvención del gobierno de EEUU distinta a la que ya recibe del National Endowment for Democacy (Fondo Nacional para la Democracia).
RSF en Haití
Quizás sea más notable la obvia parcialidad política del grupo en sus informes sobre Haití. El 29 febrero de 2004, RSF expresó su apoyo al derrocamiento franco-estadounidense del presidente haitiano Jean-Bertrand-Bertrand Aristide, a la misma hora en que recibía del gobierno francés el 11% de su presupuesto (397.604 euros, o aproximadamente 465.200 dólares de 2003). De acuerdo con el periodista y documentalista Kevin Pina, aisgnado en Haiti, la organización documentó selectivamente ataques contra estaciones de radio de la oposición mientras ignoraba otros ataques contra periodistas y locutores para crear la impresión de una violencia de estado patrocinada contra los opositores de Aristide.
RSF culpó a Aristide de los asesinatos sin resolver de dos periodistas, llamándolo ‘depredador de la libertad de la prensa,’ y celebró su salida en un artículo de julio de 2004 titulado ‘Regresa la libertad de prensa: una victoria que se consolidará’. ‘Nuevos vientos de libertad soplan sobre las estaciones de radio de la capital’, proclamó. Agregó que Aristide –quien no tenía ningún ejército– planeaba ‘chamusquear la tierra hasta el fin’, en la crisis que comenzó cuando 300 paramilitares aparecieron armados con M-16 desde República Dominicana.
Pero RSF mantuvo silencio sobre las consecuencias sangrientas del golpe, especialmente en los descarados ataques continuos contra periodistas. Por ejemplo, el grupo no dio la noticia cuando en enero 2005 la policía mató al reportero de radio Abdias Jean, en los tugurios de Pot-au-Prince, al igual que en el ataque contra el periodista Raoul Santo-Louis, tiroteado el pasado febrero, después de recibir amenazas de muerte que ahora lo mantienen oculto. En los hechos, a diferencia de su campaña sostenida contra Aristide, RSF no culpa al actual gobierno de ninguna cosa.
Los puntudos clamores de las historias contadas en la prensa sobre la pérdida de apoyo de Aristide y la utilización de cuadrillas para sostenerse en el poder fueron una manipulación diseñada por una oposición creada por el Departamento de Estado de EEUU y por los medios nacionales e internacionales. La versión de los medios –y de RSF– rehusó demostrar que Arístide fue un Presidente con enorme popularidad, realzando sólo a los ciudadanos que quisieron acabar su mandato. Los opositores de Aristide efectuaron demostraciones que los medios cubrían y ampliaban, mientras no hacían caso a las marchas favorables a Aristide, que eran mucho más grandes. Al mismo tiempo, el movimiento político más grande del país, Lavalas, fue retratado como una multitud violenta.
RSF en Venezuela
Reporteros sin Fronteras también ha ido después contra el Presidente venezolano Hugo Chávez, alegando que amenaza a los medios privados. El conflicto entre la administración Chávez y los medios viene de antes de abril de 2002, cuando cuatro estaciones privadas de televisión de Venezuela ayudaron e incitaron activamente a un golpe militar contra el gobierno. En la noche del golpe, después de meses de discursos televisivos anti-Chávez y de llamados para un ‘gobierno transitorio’, la estación de Gustavo Cisneros fue la sede de las primeras reuniones de los confabulados, incluyendo al breve dictador Pedro Carmona.
El presidente de la asociación de radiodifusores de Venezuela firmó el decreto que disolvía a la Asamblea Nacional y durante los dos días siguientes las estaciones ocultaron información sobre el secuestro del Presidente y sobre la toma del palacio presidencial por tropas leales impulsadas por la presencia de centenares de miles de partidarios en las calles. Ningún dueño o encargado de la televisión fue procesado, ni perdieron sus licencias de radiodifusión. Sin embargo, RSF continúa del lado de los medios privados contra el ‘autoritarismo’ de Chávez.
El 26 de noviembre de 2004, RSF emitió un informe sobre un proyecto de reforma a los medios propuesto a la Asamblea Nacional de Venezuela (‘Reporteros sin Fronteras critica la amenaza a la libertad de prensa de la nueva ley’). Coincidencia o no, el informe apareció apenas dos semanas después que RSF solicitó un ‘grant’ (subvención) al U.S. National Endowment for Democracy. Aunque el NED aparece como una agencia privada, su dinero es autorizado por el Congreso y controlado por el Departamento de Estado.
La abogada de derechos humanos Eva Golinger ha documentado más de 20 millones de dólares otorgados por el NED y el USAID a los grupos y medios privados de la oposición de Venezuela, incluidos los que lideraron a los participantes del golpe. El NED otorgó casi 40.000 dólares a RSF en enero. Aunque los grupos de derecha critican a Chávez desde antes de la época del golpe de 2002, las donaciones monetarias de una agencia oficial de EEUU apuntando al Presidente venezolano por un cambio de régimen plantean preguntas sobre la independencia de RSF, así como su buena voluntad para criticar a sus benefactores.
RSF en Irak
Eso nos trae a Irak y al Informe 2004 de RSF sobre la invasión y sus consecuencias, que es trepadora y contradictoria. Divulga, por ejemplo, que el derrocamiento de Hussein ‘abrió una nueva era de libertad… para los periodistas iraquíes’, mientras el International News Safety Institute (Instituto Internacional para la Seguridad del Periodismo) informa que han muerto 44 periodistas iraquíes y personal de apoyo mientras cubrían el conflicto desde que comenzó hace dos años. Igualmente, RSF afirma que el bombardeo al Ministerio de Información –un crimen de guerra bajo la Convención de Ginebra– puso término a ‘décadas de cero libertad de prensa’. El informe del INSI contiene 11 páginas que detallan a periodistas muertos, heridos, desaparecidos y encarcelados.
Para su crédito, el informe INSI no blanquea la matanza por fuerzas de EEUU de cinco periodistas extranjeros o los ataques de misil de EEUU contra Al Jazeera y Abu Dhabi TV. Pero éstos y otros ataques contra la prensa en Irak, tal como el cierre del Al Jazeera, al parecer no han lastimado demasiado gravemente la posición de EEUU en el ranking de RSF sobre países con libertad de prensa, actualmente en la razonable y respetable posición 17. En comparación, Venezuela es una de las más bajas de la lista con el número 77.
Y un ejemplo que dice cómo RSF apaga sus críticas a las políticas de EEUU es la manera cómo ha respondido a la abducción del camarógrafo Sami Al Haj, de Al Jazeera. Al Haj desapareció en diciembre de 2001, mientras cumplía una asignación en Afganistán, y terminó ubicado en el campo de concentración de EEUU en Guantánamo, en donde permanece hasta el día de hoy. Al Haj no solamente ha desaparecido físicamente, también desapareció del sitio web de RSF, en donde fue mencionado sólo una vez en un comunicado de prensa del 27 de enero sobre Al Jazeera. Por el contrario, RSF emprende rutinariamente campañas de alto perfil en nombre de los periodistas europeos secuestrados por los combatientes de la resistencia iraquí.
Traducción de Ernesto Carmona
http://www.newsguild.org/gr/gr_display.php?storyID=2213