Los trabajadores infantiles categorizados por UNICEF hoy como infancia invisibles, es el colchón en el cual toda una sociedad se recuesta, y que conforma el imaginario disciplinador máximo como es tener una alta población, sobre todo muy joven, desocupada. Carga demasiada pesada para una niñez que no puede tener como proyecto otra cosa que ofrecer […]
Los trabajadores infantiles categorizados por UNICEF hoy como infancia invisibles, es el colchón en el cual toda una sociedad se recuesta, y que conforma el imaginario disciplinador máximo como es tener una alta población, sobre todo muy joven, desocupada. Carga demasiada pesada para una niñez que no puede tener como proyecto otra cosa que ofrecer su pequeño cuerpo también como mano de obra. En este intento no todos los nin@ y adolescentes sobreviven, como si lo hace, por ahora, el proyecto impuesto por el imperialismo en nuestras calles y vidas cotidianas, golpeando cada mejilla hambrienta con impunidad diaria.
En un panorama de crecimiento continuo del PBI, de aumento de la brecha entre ricos y pobres, de jornadas de trabajo mayores al promedio mundial, con una estructura tributaria por lo mas regresiva, encontramos a la niñez y adolescencia hija de trabajadores ocupados o desocupados, creciendo y tratando de desarrollarse en un contexto que para algunos solo invita a huir de la muerte. Los sobrevientes de semejante realidad constituirán el cuerpo de la nueva fuerza de trabajo a incorporar en la pujante Argentina marcadamente fragmentada en lo económico y en lo social. Sobre estos cuerpos sobrevivientes, expropiados de toda justicia, quiere implementarse una vez mas la formula que de por si es escuchada como dadora de resultados mágicos, la educación. La universalización de la enseñanza secundaria, es un nuevo intento, en un contexto de país exportador de comodities, de elevar el valor agregado de la nueva fuerza de trabajo a incorporar en unos años al mercado laboral argentino. Este proceso de incorporación en la intención masiva al nivel secundario de enseñanza, no esta desvinculado de la necesidad empresarial de continuar con la baja de costos laborales, al facilitarles la obtención de una mano de obra calificada, maleable y dúctil de la cual se podrá sacar provechos máximos a través del carácter polivalente del empleo hoy en día ofrecido. La adaptabilidad a turnos extensivos sin horas extras, jornadas sin francos semanales, rotación de actividades y ritmos propios de la empresa capitalista actual, como así también a los magros salarios que se pagan necesita de una renovación casi constante de fuerza de trabajo joven.
¿Cuanto puede tolerar el cuerpo de un joven sin rebelarse, ni cansarse o enfermarse?
Recordemos que las jóvenes cajeras con nivel de estudio secundario completo en los supermercados medianos dentro del ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, están cobrando entre 400 y 450 pesos por jornadas de 8.30 horas diarias sin francos semanales y en negro.
La necesidad de ir teniendo un stock de fuerza de trabajo joven y productiva para ser renovada en ciclos de corta duración hace pensable a la universalización del secundario como la institución dadora de una conjunción de repertorios de conductas e ideas universalmente validadas por el capitalismo y sobre todo un disciplinamiento propio para el mundo laboral. Estos objetivos del capital en relación a la pregunta que interpela sobre que fuerza laboral que necesita el capitalismo hoy y que fuerza específica necesita en Argentina, podríamos contestarnos que será aquella con ductilidad extrema, esto significa que pueda rotar en distintos tipos de repertorios de acciones que conforman distintos requerimientos en el mundo del trabajo en una misma empresa, pero además poseer la cualidad de no ser crítica, se necesita un joven que realice el repertorio de acciones de los mas variados y encuentre soluciones puntuales pero que a niveles mas generales no pueda relacionar mucho mas. Estos objetivos, necesidades de los dueños del capital, se abren camino fácilmente sobre una población de jóvenes y adolescentes menores de 18 años en la pobreza e indigencia que oscila la cifra de 3,4 millones en centros urbanos y en la indigencia más de 1,4 millones. Este panorama se complejiza si observamos las cifras de trabajadores infantiles hoy en Argentina: «Nosotros calculamos una cifra de 2 millones sólo en la zona urbana, si se considera a los chicos que «ayudan» a los familiares o reparten cosas.» (Carolina Abrales, Mundo Docente). Esta ayuda económica que realizan los niños con su trabajo a la economía familiar está enmarcada en la región latinoamericana que continúa siendo una de las más desiguales del mundo y donde casi la cuarta parte de la población vive con menos de US$2 al día. (Banco Mundial reducción de la pobreza y crecimiento: Círculos virtuosos y círculos viciosos)
La disrupción de las unidades domésticas por la inutilidad de estrategias de sobrevivencia que ya no posibilitan la reproducción diaria de las necesidades vitales mas elementales, induce a procesos y tendencias que van provocando la destrucción del particular vínculo que nos erige como humanos, la crianza. Este último bastión de sobrevivencia de niños y adultos al extremo empobrecidos al verse obstaculizado, limitado y destruido deja a la infancia sin redes mínimas de protección y contención, quedando librada a la suerte de lo que encuentre en el afuera.
En tanto los procesos sociales de pauperización extrema se consolidan en vastos sectores de la población, otro sector esta de fiesta
El 10 por ciento más rico de la población argentina tuvo ingresos 31 veces superiores al mismo porcentaje más pobre en el tercer trimestre de 2005 (INDEC). En el lapso que va de fines de 2001 y el segundo trimestre del pasado año, esa distancia se ubicó entre 25 y 30 veces, con cada aumento de la canasta básica, que no es mas que la medida de la mínima porción de comida diaria para sobrevivir, se impone en estos núcleos humanos mas horas de trabajo para adultos y niños en el intento cotidiano para llegar a los ingresos que permitan satisfacer las mas elementales necesidades. Con cada aumento de la canasta básica de alimentos, pan, leche, papas, algunos cortes de carne, en cada movimiento inflacionario las acciones pensadas para llevar el alimento cotidiano a los hogares más empobrecidos sufren reacomodamientos que pueden llegar en algunos momentos en dejar sin alimentos a los más adultos para que coman los más pequeños. Cuando estas estrategias no alcanza al objetivo para el cual fueron pensadas, destinadas, consensuadas y dolorosamente sentidas, como es incorporar a un niño al mundo del trabajo, los vínculos entre los mas pequeños y los adultos que componían sus lazos y redes cotidianas se rompen, quiebran, dejando en el mayor de los desguardos a los de mas corta edad, en este estado físico, psíquico y emocional son reclutados fácilmente para trabajos en redes llamadas clandestinas u ocultas pero que a esta altura no queremos ver.
Veamos, para tomar un ejemplo, que citó la prensa en el transcurrir del año 2004:
En Palermo chico, en el cruce de las calles Tedín y Mariscal Castilla y a 5 metros del terraplén, fue encontrado el jueves 17 de junio del 2004 un niño de 10 años muerto a golpes en la cabeza. Cuenta el relato periodístico que «por la ropa se cree que era un niño de origen humilde» y que «el estudio de las huellas digitales no dio resultado, el chico no tenía ni cédula ni pasaporte». Era un niño indocumentado, del que nada sabemos, que tuvo su historia familiar, social y laboral en una Argentina que devora sus muertos desde muy tempranas edades. No es un caso puntual, ni aislado: «En el norte del país hay cementerios con chicos enterrados como NN. El Estado debe hacer un esfuerzo para darle identidad y dignidad a todos los chicos.» Rivera Pizarro UNICEF Argentina.
Los organismos internacionales continúan con sus eternos diagnósticos sobre los cementerios realizando análisis demográficos para el control social y paradojalmente ponen en duda las cifras manejadas por los mismos organismos en cuanto a la magnitud de niños trabajadores: No hay siquiera estimaciones sobre la cantidad de chicos indocumentados en nuestro país, ni sabemos que tipo de trabajo deben realizar para salir de su situación cotidiana de vulnerabilidad con respecto al hambre, analfabetismo, el tráfico y otros flagelos.»Jorge Rivera Pizarro, representante de UNICEF/ Argentina.»
El proyecto de universalización del nivel secundario obviamente no alcanza a estos trabajadores infantiles que no llegan siquiera a terminar la primaria, la institución prevista para su represión y finalización de este nivel elemental de educación es la institución carcelaria para la producción de mercancías, producción con bajísimo costo laboral ya que disminuiría al extremo el costo de la reproducción de la fuerza de trabajo. En tanto continúan los proyectos presupuestarios para la construcción de cárceles en el país. En Mendoza, provincia que hace de soporte experimental a proyectos sociales en perspectiva a nacionalizarse, será 700.000 pesos para un riguroso cierre perimetral y a la instalación de torretas de vigilancia en el Centro de Orientación Socio Educativo (COSE) que aloja en la actualidad a una población de entre 170 y 230 menores de edad. Esa población excede la capacidad real del instituto.
Otros proyectos incluyen a los jóvenes brutalmente empobrecidos en la institución militar, el senador mendocino Daniel Cassia propuso dar «instrucción militar, cívica y deportiva a jóvenes sin trabajo, a cambio de $150, equivalentes a un Plan Jefes de Hogar». La propuesta del senador de finales del 2005 sería la de proponer la obligatoriedad del servicio militar sólo para los desocupados. Entre los argumentos, destaca que «el componente militar es básico para los hábitos de la obediencia y hoy se hace necesario disciplinar al joven».
Los trabajadores infantiles categorizados por UNICEF hoy como infancia invisible es el colchón en el cual toda una sociedad se recuesta y que conforma el imaginario disciplinador máximo como es tener una alta población, sobre todo muy joven, desocupada. Carga demasiada pesada para una niñez que no puede tener como proyecto otra cosa que ofrecer su pequeño cuerpo como mano de obra. En este intento no todos los niñ@s y adolescentes sobreviven, como si lo hace, por ahora, el proyecto impuesto por el imperialismo en nuestras calles, sobre nuestras narices, enlodando nuestras vidas, golpeando cada mejilla hambrienta con impunidad diaria.
El desplazamiento geográfico continuo de fuerza de trabajo esclava
América Latina, además de ser la región del planeta más desigual, es luego de África, Asia, los antiguos países de la Unión Soviética y el este y centro europeo, es la región desde donde el tráfico de personas hacia los países industrializados es más activo. En Brasil, casi 70% de las víctimas de tráfico son pobres y no completaron los cuatro primeros años de educación básica, mientras el 60% de los intervinientes en el trafico de personas poseen educación media y universitaria completa, este negocio mueve en el mundo, según estimaciones de la ONU, unos US$ 9.000 millones al año. Por cada persona que es retenida contra su voluntad por los traficantes, éstos y sus bandas llegan a obtener hasta 30 mil dólares.
El desplazamiento de población continuo para ser utilizada como mano de obra esclava tiene su soporte en las condiciones de vida impuestas por el imperialismo a grandes masas de personas arrojadas a decidir en contexto de inanición. Avalando la funcionalidad de la fuerza de trabajo esclava en el modo de producción del capitalismo actual, observemos en que temas estuvo centrada la Conferencia de Defensa del Cono Sur, realizada en Buenos Aires en junio del 2005 con participación de altos jerarcas militares de la región y de Estados Unidos. La agenda de la conferencia estuvo centrada en el incremento del trabajo de los estados mayores conjuntos en Ejercicios militares combinados de los países miembros, Argentina, Brasil, Chile y
Paraguay, y en la situación de Haití, asuntos de interés del Pentágono, ¿tal despliegue militar no registra el desplazamiento forzoso de población? ¿La temática del tráfico de personas es otra excusa para el despliegue de tropas y que a la vez alimenta los circuitos de plusvalor imperial?
De cada 10 chicos que se denuncia como perdidos, 9 son encontrados, no todos con vida
Durante el año 2005 , Missing Children Argentina, registró 1900 chicos denunciados como perdidos. Entre los niños y adolescentes ubicados fueron encontrados sin vida veintinueve. Los niñ@s que permanecen desaparecidos ascienden a 250. De los 1900 niñ@s desaparecidos, 1174 (61%) eran mujeres y 726 (39%) varones. El grupo etéreo con mayor incidencia en desapariciones corresponde a los adolescentes de 13 a 18 con 1209 personas (63%). Los niños desaparecidos en Provincia de Buenos Aires durante el 2005, ascendieron 1331 (70%), en Capital Federal 417 niños (22%) y en las provincias de Argentina, llamadas interior del país, 152 niños (8%). Dentro de Provincia de Buenos Aires, Bahía Blanca tiene una alta incidencia con respecto a las estadísticas de chicos denunciados como perdidos y a los chicos encontrados muertos. ¿Por qué?
Al 2004, cita Missing Children, cada 24 horas se perdía un chico en tanto en el 2003 cada 48 horas, cada 36 días un chico era encontrado en tanto en el 2003 cada 48 horas, cada 81 días se cometía el crimen de un niño en el 2003 cada 90 días se cometía el crimen de un chico.