El autor de esta frase es Julio Cerón Ayuso, diplomático de profesión y secretario del Frente de Liberación Popular en tiempos de la dictadura. Cosa rara eran publicadas en el ABC y, si mal no recuerdo, ésta es del año 1986. Muchas de ellas no conseguí descifrarlas y eran un reto para la inteligencia de […]
El autor de esta frase es Julio Cerón Ayuso, diplomático de profesión y secretario del Frente de Liberación Popular en tiempos de la dictadura. Cosa rara eran publicadas en el ABC y, si mal no recuerdo, ésta es del año 1986. Muchas de ellas no conseguí descifrarlas y eran un reto para la inteligencia de cualquiera. Aprovechábamos la hora del café en la oficina para hacernos con un ejemplar del ABC y leer a Cerón.. Concretamente ésta se me ha quedado grabada porque considero que es de lo más duro que se haya escrito.
Este preámbulo viene a cuento porque el 21 de octubre de 2007 escribí una carta al director de El País, Javier Moreno, en el que le acusaba de traicionar el espíritu fundacional del periódico y a los lectores del mismo. Naturalmente no ha sido publicada.
A este nuevo director le cooptaron a la dirección en mayo de 2006 y, desde el primer momento, tuve malos presentimientos. Adelgazó la mancheta del periódico con lo que supongo se granjeó un «especial» afecto del personal, al fin y al cabo todos tienen su corazoncito y son personas, no «recursos humanos» como acostumbran a decir los propietarios de algún «master» expedido por las grandes compañías expendedoras, universidades del régimen global.
Pero también los lectores y suscriptores nos vimos afectados por su aterrizaje: suprimió servicios e informaciones de interés para los ciudadanos lectores y que eran de suma utilidad sobre todo en momentos de apuro o de emergencia: farmacias de guardia, teléfonos de interés de bomberos o taxis, etc etc- No tuvimos que esperar como en la poesía de Bertold Brecht, desde el primer momento sacrificó los intereses de los lectores para reducir los gastos de producción y aumentar la cuenta de resultados, que, en definitiva, es lo que persiguen desde hace tiempo.
El 21 de octubre han estrenado un nuevo formato. Tiene una cosa buena: ha dejado de definirse como independiente cuando todos sabíamos desde hace mucho tiempo que dependían de sus anunciantes, máxime si son grandes empresas transnacionales.
Ahora se califica como «el periódico global en español». Frase horrible que no entiendo como ha podido pasar por el filtro del consejero delegado que es miembro de la Real Academia de la Lengua, cosa que entiendo porque desconozco los méritos que tiene para ocupar un sillón de la, hasta ahora, docta casa.
Pero volvamos al adjetivo «global». En la actualidad puede tener dos acepciones:
- La que se deriva de los postulados del llamado Consenso de Washington preconizados por los neocons norteamericanos y su satélite, la FAES de Aznar.
- La que se deriva de los movimientos sociales que piensan que otro mundo es posible y deseable y preconizan unos postulados definidos en los Foros Sociales Mundiales como los de Portoalegre. Por cierto El País o bien ha ignorado la celebración de esos Foros a los que acudían miles de personas o bien ha sacado alguna reseña redactada por algún periodista que parecía reponerse de la resaca de un coma etílico porque lo que contaba no tenía nada que ver con lo realmente tratado.
Tengo la impresión que, en la actualidad; El País está más cercano a la primera acepción que a la segunda. Al fin y al cabo se ha convertido en un emporio económico con intereses en muchos países y para sobrevivir es ineludible que traicione sus ideales primigenios; «la pela. es la pela».
El 21 de octubre se ha celebrado en muchos países manifestaciones contra la pobreza. En España más de 50 ciudades se movilizaron bajo el lema «Rebélate contra la pobreza: más hechos menos palabras» Las convocaban más de mil organizaciones sociales, ONGs, sindicatos pero ningún partido político. Pues bien El País, en su edición del 21 de octubre, no mencionaba la campaña. En la edición del día 22 sale una pequeña reseña, 30 veces inferior a la dedicada a Alonso y McLaren. Pero lo peor es la foto que encabeza la noticia. En ella aparecen cuatro políticos de distinto signo, que no convocaban la manifestación pero que se personaban por si podían salir en la foto. Quiero destacar, porque fui testigo presencial, que en la manifestación del año 2006, una de fotografiadas (Ana Pastor del PP), quería formar parte de la cabecera de la manifestación, cosa que no logró porque los organizadores tienen un protocolo muy estricto. Se personó en la manifestación para salir en la foto, cosa que ha conseguido este año con un pie de foto sumamente equívoco: «todos los partidos representados en la marcha de Madrid». ¿Ignorancia, mala intención, manipulación?: que el lector juzgue.
Dos muestras más de la traición de El País a sus lectores son dos recientes editoriales.
En uno de ellos defendía un interés particular del Grupo Prisa sobre los derechos de retransmisión de ese submundo del fútbol en litigio con otra empresa.
El otro editorial que ha levantado ampollas ha sido el dedicado al Che Guevara y que ha supuesto la valiente reacción de la redacción, cosa nunca vista hasta ahora.
Toda regla tiene su excepción y esta traición a los lectores no supondrá la supervivencia ineludible del periódico. No soy el único que piensa así. Muchos han dejado de leerlo y para la derecha El País es un periódico maldito.