«Lo que hemos realizado tiene un sentido social de transformación mucho más profundo que el que pueda tener cualquier película». El presidente de Radio y Televisión Argentina, Tristán Bauer, repasa la gestión luego de tres años y anuncia los nuevos desafíos que Canal 7 llevará a cabo desde comienzos de 2012. En una entrevista – […]
«Lo que hemos realizado tiene un sentido social de transformación mucho más profundo que el que pueda tener cualquier película».
El presidente de Radio y Televisión Argentina, Tristán Bauer, repasa la gestión luego de tres años y anuncia los nuevos desafíos que Canal 7 llevará a cabo desde comienzos de 2012. En una entrevista – del semanario Miradas al Sur- el funcionario desarrolla su sentido de la ironía y puntualiza con solidez conceptual una revolucionaria gestión al frente de los medios de comunicación nacionales.
«La primera tarea que llevamos adelante -arranca Bauer- con Daniel Filmus y bajo las órdenes de Néstor fue la creación del canal Encuentro, en marzo de 2007. Ese canal fue un hito muy importante en la televisión argentina. Mostró que en el Estado se podían hacer muy bien las cosas. Y que la televisión educativa y cultural podía ser atractiva. Después, nos pusimos a trabajar en los medios públicos en general, Radio Nacional y Canal 7».
– ¿Podría definir ese trabajo con dos o tres hechos?
-La importante definición en la norma de la televisión digital y la implementación de los dos sistemas, el de la televisión digital terrestre y el de la satelital. Y, claro, este hito fundamental que fue la sanción de la ley de medios el 10 de octubre. Fue un proceso de transformación muy marcado y muy agudo y estoy orgulloso de haber sido un protagonista más de eso.
-Se criticó al Gobierno, desde adentro y desde afuera, por sus fallas en el proceso comunicacional. Producto de esto, quizás, fue el traspié de 2009…
-Esas críticas arrancaron en 2007 y 2008. Pero hay que entender que el gobierno de Néstor atravesó dificultades gigantes. Las construcciones se hacen paso a paso y me parece que si miramos hacia atrás, vemos que no era prioritario el trabajo a nivel comunicacional en esos años. Después, sí, llegamos con nuevos canales, con el 100 por ciento de territorio con cobertura de televisión satelital, con distribución de 8.000 antenas satelitales en escuelas rurales, con la televisión digital terrestre hecha en un despliegue récord mundial, con 58 por ciento de la población con cobertura. Miro para atrás y no puedo creer lo que hicimos. Pero es cierto: la crítica en 2007 y 2008, a pesar de las otras prioridades, era justa. Una vez salidos del infierno del altísimo nivel de desocupación y de la crisis económica feroz, Néstor y Cristina decidieron asumir el tema de comunicación.
– ¿A partir de qué momento marca ese salto?
-La crisis de 2009, seguro. La 125 marca un eje donde se expresa claramente la importancia de los medios masivos de comunicación. En América latina habían desaparecido los ejércitos de ocupación para dar golpes. La nueva herramienta eran los medios de comunicación. Y ahí, en esos años y en ese período de la 125 queda claramente expresado. A partir de entonces, hubo una tarea de revertir esa situación. Y creo que, por suerte, el pueblo argentino salió victorioso de esa batalla.
– ¿Cómo era la realidad de la radio y la televisión públicas?
-Este canal se había transformado en tierra arrasada. Había desmotivación de los trabajadores de todos los rubros. Tecnológicamente parecía un museo de 1978 sin mantenimiento. Era un depósito de programas y un lugar donde el modelo cultural era Sofovich, entre culos y tetas, repartiendo plata. Revertir eso llevó tiempo. En muchas de nuestras radios nacionales tuvimos que cambiar transmisores. Llevamos cambiados unos veinte. Y algunos tenían más de medio siglo. Claro que fue un factor importante poder actualizar la tecnología.
-Las televisiones públicas extranjeras no otorgaban demasiados ejemplos. ¿De dónde se sacó letra para los cambios?
-La letra, siempre, se toma del pueblo. Y nuestro pueblo tiene distintas formas de expresión. Claro que hubo un recorrido valorativo por lo universal y un análisis de los modelos de los otros países, pero lo fundamental fue la mirada propia, que tenía que ver con una escucha atenta de lo nuestro. Y el desarrollo, el crecimiento y la propuesta de nuevas formas culturales expresadas a lo largo y ancho del país.
-El retorno de la democracia, paradójicamente, no significó el retorno de una voz mediática que apoyara los procesos populares.
-Todo había sido dominado por el Grupo Clarín, por el diario La Nación. Y las voces que se expresaban en las urnas no tenían canales de comunicación. Estamos todavía lejos de revertirlo, pero tenemos una ley de medios, 46 canales universitarios, el llamado a licitación para otras 200 señales de televisión. Y eso nos ayuda para avanzar en el modelo de diversidad y equidad.
– ¿Cómo se decodifica eso que quiere el pueblo para transformarlo en gestión? Es decir, ¿cómo leer ese pueblo que adjudica altísimos niveles de rating a Tinelli, lee Clarín y vota a Cristina? ¿Qué sí y qué no, en definitiva?
-El obispo Angelelli decía «con un oído puesto en el Evangelio y con el otro en el pueblo». Para mí, la cuestión es poner un oído en aquellos gobernantes que votó nuestro pueblo y con el otro en el pueblo mismo. Por eso esto de recorrer, de escuchar, de estar muy atento a todas las expresiones populares y a las dificultades de hacerlas oír. Y en esas dificultades buscar las soluciones. Después, agradezco mucho la formación audiovisual, mi origen cinematográfico. Con ellos pude ir narrando eso que se intuye, que se percibe y que se comprende de los reclamos concretos. Y abandonamos el concepto tradicional de la televisión del emisor gigantesco de un lado y del receptor estupidizado del otro. Esto se logró gracias a Internet. Con esta herramienta podemos empezar a sentir, a percibir y a construir un lenguaje de ida y vuelta.
-¿Qué tuvo que dejar de lado el Tristán Bauer artista, para dar paso al Tristán Bauer administrador o gestor de una tarea?
-Dejé las películas, concentrarme en una obra particular, en un guión, ensayar con actores, filmar, montar. Pero el impulso de Néstor, y ahora de Cristina, sobrepasa cualquier tipo de queja. Lo que hemos realizado tiene un sentido social de transformación mucho más profundo que el que pueda tener cualquier película.
– ¿Cómo era su relación con Néstor Kirchner?
-Lo conocí cuando estaba filmando Iluminados por el fuego y él era gobernador de Santa Cruz. No sé si podría hablar de amistad, pero sí de un diálogo cotidiano que se dio siempre desde lo afectivo y muy marcado por el humor. Claro que eso no quita que algunas mañanas me llamaba desde Casa de Gobierno para putearme en mil colores por alguna cosa que no estaba bien según su punto de vista para llevar adelante el proyecto. Pero al rato nos veíamos como si nada hubiera ocurrido y había una cosa de distensión jovial. El humor, ese humor que estaba siempre presente. Incluso a veces me tocó vivir situaciones muy difíciles que él cortaba con algún chiste o con alguna cargada. Es alguien a quien extraño muchísimo. Cada vez que voy a Olivos y no lo veo en el ala donde trabajaba, siento ese vacío. Era un ser humano de un candor excepcional.
– ¿Qué fue lo más complicado de esa relación con el poder?
-Cuando Cristina me propuso hacerme cargo de Canal 7. Yo estaba en pleno desarrollo de canal Encuentro y tuve dos o tres días de muchísima zozobra. Me llamó Cristina a Casa de Gobierno para hacerme el pedido y cuando salí de la reunión, crucé la Plaza de Mayo y entré a la Catedral para pedirle a San Martín que me diera fuerzas. Hace poco, en una entrevista que le hizo Felipe Pigna, supe que cuando asumió la presidencia Héctor Cámpora había llamado a Juan Carlos Gené para pedirle que se hiciera cargo de Canal 7. Y Gené había pensado que la televisión pública era un hueso muy difícil de roer y había ido a implorarle ayuda a San Martín.
«Puteadas y sonrisas», repite Bauer. «Como si no hubiera pasado nada», dice, aunque sabe que en entre esas puteadas y esas sonrisas, había un proyecto que se prepara, arrancaba y recibía tantas palmadas en la espalda como críticas despiadadas.
-Siempre se dice que un medio público no debe buscar el rating de manera desaforada…
-…yo sí lo busco. Mucho, siempre.
– ¿Cómo la pelea, entonces, con los canales privados?
-Haciendo bien las cosas y con calidad. Cuando me llegaban las mediciones de Encuentro y veía que superábamos a Discovery o a National Geographic sabía que habíamos laburado bien, con mucho amor y con altos parámetros de calidad. Si seguimos trabajando por esta línea en Canal 7, la audiencia va a crecer cada vez más y nuestros productos crecerán en calidad y van a ser más valorados por la audiencia. Ese es un proceso que hay que sostenerlo en el tiempo. Cuando asumimos la gestión, hace tres años, los números eran prácticamente cero. Y hoy Cocineros argentinos, al mediodía, mide 3 o 4 puntos. El programa de Lalo Mir por la tarde, lo mismo. Y ni hablar de 6, 7, 8. Todo esto va a seguir creciendo. Tecnológicamente, el estado de Canal 7 era lamentable. En los primeros tiempos hubo que dedicarse a reequiparlo. Uno no puede plantearse ningún proyecto televisivo sin buena imagen, buen sonido y buena recepción. Nosotros salimos de menos diez. Eso había hecho que los equipos de trabajo estuvieran totalmente desmotivados. Daba lo mismo hacer algo bien o mal porque no se veía. Esa etapa la fuimos dejando atrás. Y vamos a ser, hacia fin de año y comienzo del próximo, el primer canal de aire con un cien por ciento de alta definición. Nunca vamos a desestimar al público. Este Canal 7 había sido destruido. De esas cenizas llegó a recuperarse, a avanzar.
-Más allá de la restructuración tecnológica que redundó en crecimiento, ¿cree que de acá a fin de año habrá cambios artísticos en búsqueda del mismo objetivo?
-Vamos a hacerla a comienzos del año que viene. La etapa que vamos a implementar a comienzos de 2012, buscará tener los mejores programas dentro de sus franjas como canal generalista. Eso implica reestructuración artística.
-Cuáles serán los cambios?–
La dinámica de la televisión es una rueda vertiginosa. Y en esa dinámica, las necesidades cambian. Nosotros tenemos que trabajar mucho sobre la ficción y sobre noticieros. Estoy muy contento con los niveles alcanzados, pero tenemos que seguir profundizando. Vamos hacia una fidelidad de la audiencia que sabe que los domingos a tal hora va a encontrar en el Canal 7 un programa de tango, uno de folclore. Los pibes sabrán que, a determinada hora tendrán su franja infantil. Que al mediodía estará el programa de cocina que no adoptará el concepto gourmet sino que continuará con la línea de una cocina sana, popular, vinculada a los costos de los productos. Quiero decir: una programación organizada en una línea de tiempo y con franjas donde la tarea fundamental será perfeccionar y mejorar cada uno de sus segmentos.
-El tono de crítica al Gobierno, en varios canales manifiestamente opuestos al proyecto, bajó luego de las elecciones del 23 de octubre. ¿Esto redundará en algún tipo de cambio sobre el modo de encarar la televisión pública?
-Nosotros no vamos a actuar por lo que hacen o dejan de hacer los otros canales. Si los argentinos decidieron por abrumadora mayoría tener a Cristina como presidenta por los próximos cuatro años, será Cristina la que marque las normas generales y las guías fundamentales en el marco de la amplitud que tiene el directorio de RTA, donde la primera y segunda y tercera minorías están representadas y participan de las decisiones de este proyecto. Pero insisto, nuestro oído no está puesto en otros canales, sino en las necesidades concretas de nuestro pueblo. Eso, en relación concreta con la programación, podría ejemplificarse con el programa de salud que tenemos a las mañanas.
–¿Se mantendrá el año que viene se programa?
Sí, claro. Pero conceptualmente pasará a ser un programa donde la salud pública tenga peso fundamental en la narración y donde nuestros ciudadanos encuentren en ese espacio una manera de avanzar en su mejor vivir. La responsabilidad de cada uno de los trabajadores de Canal 7 logró un canal de televisión que actúa como una herramienta de transformación social en un momento de histórico extraordinario. Después, que los canales privados que ya existen y los nuevos que arrancarán trabajen sobre la segmentación que naturalmente tiene la televisión. Nosotros vamos a seguir siendo un canal generalista argentino con 60 años de historia y esa marca única que nos dio el momento de nuestro nacimiento: el 17 de octubre de 1951 con el discurso de Evita. Un discurso donde dice «aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes tomarán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria». Bueno, cuando estamos medio perdidos y no sabemos dónde ir, vamos hacia ese origen y desde ese origen nos ponemos a contar la historia.
Fuente original: http://www.elarcadigital.com.ar/modules/revistadigital/articulo.php?id=2080