Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
En un discurso reciente, el ministro de exteriores de Canadá informó a Naciones Unidas que su gobierno «se guía por principios inconmovibles,» compartidos por los canadienses – «valores como libertad, derechos humanos, democracia y el imperio de la ley.» Dijo que son estos principios los que están detrás de la presencia de Canadá en sitios como Haití y continuó declarando: «Estos no son conceptos abstractos. Son concretos, con efectos tanto inmediatos como profundos. No basta con promoverlos. Deben ser protegidos y defendidos, particularmente cuando están bajo ataque.» [1] Recientes eventos ofrecen una oportunidad de probar la sinceridad de semejantes afirmaciones oficiales.
Si ha tomado un periódico o visto las noticias en la televisión durante las recientes semanas, sin duda sabe lo que ocurre en Myanmar (conocido anteriormente como Birmania), uno de los Estados más represivos del mundo. En septiembre, grandes manifestaciones por la democracia estallaron cuando el gobierno duplicó el precio del combustible. Previsiblemente, el régimen militar actuó para aplastar las manifestaciones, pero han persistido durante semanas a pesar de la represión.
No es necesario hacer un estudio detallado de la cobertura en los medios de los eventos en Birmania; ha sido extensiva y comprensiva, como debiera ser. Ha habido repetidamente cobertura en primera plana, condenas editoriales, y esfuerzos serios por desvelar los detalles de la represión del gobierno birmano.
La reacción inicial del gobierno canadiense ante la represión del gobierno birmano fue condenar el arresto de activistas por la democracia, solicitar su liberación inmediata, y llamar al gobierno birmano «a respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales de los manifestantes» y a «iniciar un diálogo genuino con los miembros de la oposición democrática.» [2]
Unos pocos días después, cuando la narcodictadura de Birmania recurrió a la fuerza letal contra los manifestantes por la democracia, fue nuevamente condenada por el gobierno canadiense, que recordó al régimen birmano «su obligación de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales de su pueblo como están consagradas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.» [3]
En su más reciente floreo simbólico, el parlamento canadiense declaró unánimemente a la dirigente de la oposición democrática de Birmania ciudadana honoraria canadiense. [4] Pero no se espera que la pose retórica del gobierno canadiense tenga mucho impacto.
Con el apoyo de China, los generales birmanos están «firmemente afianzados en el poder, y no están demasiado preocupados por las condenas en Occidente.» [5] Los comunicados de prensa del gobierno canadiense también evitan mencionar las limitadas opciones que tiene si estuviera sinceramente preocupado de limitar los abusos de los derechos humanos birmanos. Después de que la última medida de fuerza de los militares dejó a miles de muertos en 1988, Canadá prohibió la exportación de armas a Birmania. [6] Actualmente, el gobierno canadiense podría solicitar a su socio comercial, Israel, que cese su actual apoyo militar y de inteligencia a la junta birmana, [7], pero prefiere no hacerlo.
De modo que, cuando se trata de dictaduras militares respaldadas por China, el gobierno canadiense hace que se escuche su voz, pero evita las pocas opciones a su disposición para una acción que tenga sentido. Mientras tanto, los medios suministran una cobertura extensiva, de alta calidad y comprensión. Pero ¿cómo manejó el gobierno canadiense y los medios ataques similares contra manifestaciones por la democracia en Haití durante 2004 y 2005?
El gobierno canadiense jugó papeles importantes en el derrocamiento del gobierno democrático de Haití en febrero de 2004 y en los eventos desde entonces, así que tiene una responsabilidad significativa en lo que sucedió allí durante la ‘vacación’ de la democracia impuesta por extranjeros a Haití. Los antecedentes gubernamentales y mediáticos son relevadores.
Dejando a un lado la carnicería que siguió de inmediato al golpe respaldado por Canadá de febrero de 2004, se dejaron pasar en silencio, o algo peor, numerosas oportunidades de defender la democracia y los derechos humanos en Haití. Manifestaciones por el retorno del desterrado presidente Aristide por parte de la mayoría pobre de Haití fueron violentamente reprimidas, de modo que no difiere de lo que sucedió con las manifestaciones por la democracia en Birmania de las que hablan tanto nuestro gobierno y los medios.
CBC informó a mediados de mayo de 2004: «La policía utilizó gases lacrimógenos y disparó rifles de asalto para dispersar una masiva manifestación en apoyo al presidente deportado de Haití, Jean-Bertrand Aristide.» Marines de EE.UU. ayudaron a la policía haitiana a dispersar a la multitud; por lo menos un manifestante fue muerto. [8] El principal periódico de Canadá, el Globe and Mail, no informó sobre esta represión política. El gobierno canadiense no dijo nada y prefirió no hacer nada a pesar de que tenía a cientos de soldados en el terreno en Haití.
En septiembre de 2004, una pandilla (financiada, armada y protegida contra la policía por un acaudalado propietario de un sweatshop [maquiladora que paga salarios de hambre] y líder del grupo político de la elite que agitó por el derrocamiento de la democracia haitiana) abrió el fuego contra manifestantes por la democracia que habían dejado su vecindario pobre para unirse a una marcha hacia el Palacio Nacional. Varios fueron muertos y sólo unos pocos lograron llegar a la marcha, [9] En el Globe and Mail, se informó sobre esos ataques por una pandilla respaldada por la élite contra partidarios del gobierno derrocado como «choques políticos,» en los que «estalló un tiroteo en un barrio marginado haitiano que pululaba de leales al ex presidente derrocado Jean-Bertrand Aristide.»[10]
Un año después del golpe, una tal represión estatal contra manifestaciones pacíficas por la democracia se ha convertido en un hecho regular y cada vez más mortífero:
* El 1 de marzo de 2005, el Miami Herald informó: «La policía haitiana abrió el fuego contra manifestantes pacíficos el lunes, matando a dos; [11]
* Días más tarde, cuando las fuerzas de la ONU protegieron a manifestantes haitianos por la democracia, el ministro de justicia del régimen golpista acusó a la ONU de violar su mandato; [12]
* Tres semanas después, la policía haitiana abrió el fuego contra una marcha que exigía el retorno de Aristide, matando a por lo menos una persona e hiriendo a dos; [13]
* Un mes más adelante, policías con máscaras negras abrió el fuego contra una manifestación pidiendo la liberación de prisioneros políticos, matando a cinco. [14]
Y la represión tampoco se limitó a atacar manifestaciones. De un modo muy parecido a los monasterios en Birmania, los vecindarios pobres haitianos fueron regularmente atacados porque albergan el abrumador apoyo para el gobierno derrocado de Haití y fueron el origen de numerosas manifestaciones por la democracia:
* A comienzo de junio de 2005, incursiones de la policía en los vecindarios pobres en Puerto Príncipe causaron hasta 25 muertes. «La policía mató a mucha gente e incendió varias casas,» dijo un residente. [15]
Es sólo una pequeña muestra de la represión política que ocurre en Haití pero los principales servicios noticiosos informaron sobre cada una de esas ocasiones, de modo que los editores del Globe and Mail no pueden pretender que las ignoraban – simplemente decidieron no informar al respecto. También es interesante señalar hasta qué punto fueron pobres esos informes de las agencias noticiosas. La información no fue profunda. Los periodistas nunca se molestaron en hablar del tipo de grupos que fueron citados masivamente cuando se trató de la represión birmana.
Un informe de Associated Press, elegido al azar, como ilustración de la calidad de la información sobre Birmania. Cita a Human Rights Watch en el tercer párrafo, seguido por la Campaña por Birmania de EE.UU. (un grupo por la democracia basado en Washington), la Voz Democrática de Birmania (una organización noticiosa disidente basada en Noruega), a la Generación Estudiantil 88 (un grupo por la democracia que opera dentro de Birmania), y a la Liga Nacional por la Democracia- Área Liberada (otro grupo disidente). [16]
Se podría haber revelado mucha más evidencia sobre la represión realizada por el régimen golpista respaldado por Occidente en Haití si los medios hubieran hablado con el mismo tipo de grupos citados cuando se trató de Birmania – pero esas fuentes fueron ignoradas cuando se trató de Haití.
Cuando se trató de la represión respaldada por China en Birmania, el gobierno canadiense elogió los esfuerzos de la ONU orientados a terminar con la violencia. [17] Pero cuando se trató de la represión respaldada por Canadá, EE.UU. y Francia en Haití, Canadá se unió a llamados para que las fuerzas de la ONU desencadenaran una violencia aún mayor contra la mayoría pobre de Haití.
En diciembre de 2004, el jefe brasileño de las fuerzas de la ONU en Haití declaró ante una comisión del Congreso: «Nos vemos bajo extrema presión de la comunidad internacional para utilizar la violencia.» Citó a EE.UU., Francia y Canadá entre los países que presionan a los soldados de la ONU para que sean más agresivos. A fines de junio, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, pidió más tropas extranjeras para ayudar a la misión de la ONU en Haití. «Queremos soldados más temibles,» dijo un alto responsable de la ONU al Washington Post. [18]
El 6 de julio de 2005, la ONU se hizo más temible, al lanzar la «Operación Puño de Hierro.» Según un informe confidencial de la ONU sobre el ataque, 1.400 mantenedores de la paz de la ONU fuertemente armados, respaldados por dos helicópteros, dispararon más de 20.000 balas en el vecindario densamente poblado Cité Soleil de Puerto Príncipe. [19] En la cuenta final, investigaciones de derechos humanos determinaron que el ataque durante 12 horas de la ONU había matado a 63 haitianos. [20] Ni siquiera un solo soldado de la ONU fue herido.
La primera mención de esta masacre en la prensa dominante norteamericana apareció cerca de un mes después de los hechos, cuando el principal periódico de Canadá dedicó todo un párrafo a la masacre. Vale la pena citarlo en su integridad:
«El gobierno interino respaldado por EE.UU. no ha logrado reestablecer el orden, y la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití, Minustah, de 7.400 miembros ha sido criticada por no reprimir la violencia.» (El 6 de julio, sin embargo, Minustah mostró su verdadera fuerza en una operación de ocho horas en el barrio marginado de Cité Soleil que resultó en la muerte de seis líderes de bandas). [21]
Por lo tanto existen algunas aparentes contradicciones en la reacción del gobierno canadiense ante la represión de manifestaciones por la democracia. En Birmania, vemos retórico pero sin acción, con una amplia cobertura mediática, mientras que en Haití vemos silencio oficial y mucha acción destructora con un bloqueo mediático virtual. Todo esto provoca serias preguntas sobre el papel de los medios y sugiere que hay algo muy diferente de la democracia que impulsa la política exterior canadiense. Los canadienses deberían ocuparse de descubrir lo que motiva a sus medios y a su política exterior.
Regan Boychuk colabora con: HaitiAnalysis.com
Referencias
[1] Foreign Affairs and International Trade Canada, «Notes for an address by the honourable Maxime Bernier, minister of foreign affairs, to the United Nations General Assembly», Speech no. 2007/30 (2 October 2007).
[2] Foreign Affairs and International Trade Canada, «Canada calls upon Burmese regime to engage in dialogue with democratic opposition», News release no. 129 (24 September 2007).
[3] Foreign Affairs and International Trade Canada, «Canada condemns violent crackdown in Burma», News release no. 131 (26 September 2007).
[4] «Burma’s democratic heroine named honorary Canadian», CBC News, 17 October 2007.
[5] Beril Lintner, «The Burmese way to fascism», Far Eastern Economic Review (Hong Kong), vol. 170, no. 8 (October 2007).
[6] Foreign Affairs and International Trade Canada, «Canada’s policy on Burma», 19 September 2007.
[7] William Ashton, «Myanmar and Israel develop military pact», Jane’s Intelligence Review (Coulsdon), vol. 12, no. 3 (March 2000).
[8] «Haitian police break up pro-Aristide rally», CBC News, 18 May 2004 and Amy Bracken, «Haitians call for return of Aristide in demonstration that leaves one dead», Associated Press, 18 May 2004.
[9] Thomas M. Griffin, «Haiti human rights investigation: November 11-21, 2004», University of Miami School of Law Center for the Study of Human Rights, 8 February 2005, p. 3.
[10] Associated Press, «Pro-Aristide protests marked by gunfire», Globe and Mail (Toronto), 4 October 2004, p. A11.
[11] Joe Mozingo, «Two killed as police fire on Port-au-Prince rally», Miami Herald, 1 March 2005, p. A10.
[12] Stevenson Jacobs, «Haitian official criticizes UN actions», Associated Press, 5 March 2005.
[13] Stevenson Jacobs, «Police open fire during pro-Aristide protest in Haiti, killing at least one, witnesses say», Associated Press, 24 March 2005.
[14] «Gunfire kills five people in demonstration in Haiti», Associated Press, 27 April 2005.
[15] Joseph Guyler Delva, «Up to 25 people killed as police raid Haiti slums», Reuters, 4 June 2005.
[16] Michael Casey, «Groups struggle to tally Myanmar’s dead», Associated Press, 1 October 2007.
[17] Foreign Affairs and International Trade Canada, «Canada welcomes statement by the United Nations Security Council on Burma», News release no. 141 (12 October 2007).
[18] Andrew Hay, «Brazil rejects US call for Haiti crackdown», Reuters, 2 December 2004; Chantal Regnault and Joe Mozingo, «US official: Troops must be proactive», Miami Herald, 10 June 2005, p. A10; Colum Lynch, «Annan makes plea for troops in Haiti», Washington Post, 30 June 2005, p. A18.
[19] Lynch, «UN peacekeeping more assertive, creating risk for civilians».
[20] San Francisco Labor Council, «Growing evidence of a massacre by UN occupation forces in Port-au-Prince neighborhood of Cite Soleil», 12 July 2005. The total of Cite Soleil residents killed was determined in follow-up investigations by Seth Donnelly, principle author of the SFLC report; email to Regan Boychuk, 15 January 2006.
[21] Marina Jiménez, «Haiti’s spiral of violence picks up speed», Globe and Mail (Toronto), 1 August 2005, p. A3.