Las detenciones el pasado fin de semana de Zugaitz Izagirre y Regina Maiztegi han sido presentadas ante la opinión pública española como dos nuevos «trofeos de caza» que engordan la estadística y alimentan el discurso de la eficacia policial. Una de ellas, contra la que ni siquiera existía orden de detención, ha sido ya liberada; […]
Las detenciones el pasado fin de semana de Zugaitz Izagirre y Regina Maiztegi han sido presentadas ante la opinión pública española como dos nuevos «trofeos de caza» que engordan la estadística y alimentan el discurso de la eficacia policial. Una de ellas, contra la que ni siquiera existía orden de detención, ha sido ya liberada; y la otra, que se encontraba de vacaciones, había sido condenada, no recurrió la sentencia y teniendo cumplida casi la mitad de su condena, hacía vida normal y firmaba semanalmente en el juzgado. Pero eran «pistoleros» que habían «huido después de su condena». No importan el rigor ni el respeto a la deontología periodística, ni el daño al buen nombre e integridad de las personas afectadas. Si sirve para la construcción del discurso policial, la verdad y los derechos de las personas, y más si estas defienden la causa abertzale, se pueden sacrificar. La opinión pública española no sólo lo entiende, sino incluso lo premia. De hecho,los ministros de Interior son los que mejor valora.
Presentar ante la opinión pública española lo que hace la izquierda abertzale, más que desde su propio análisis, desde sus propias decisiones y su convencimiento, como fruto de la eficacia policial y porque «no les queda otra», es de manual. Refleja la debilidad de quienes se sienten cómodos y ganadores en la espiral de confrontación e ilegalización.
Sin embargo, a medida que madura la posibilidad de confrontar y materializar todos los proyectos en un nuevo escenario sin violencias, el discurso policial y el enroque en el «no» como principio se debilitan, no conectan con el sentir mayoritario de la sociedad vasca. Entonces, parapetan su inmovilismo en una «opinión pública española» no preparada ni educada para el cambio.
Pero a quienes están comprometidos con un futuro de soluciones para Euskal Herria también se les plantea el reto de trabajar específicamente la opinión pública española. Si bien no de manera permanente ni prioritaria, sí de posicionar la solución democrática como bien común, y hacer pedagogía constructiva. El último proceso de negociación ya lo evidenció.
Fuente orignal: http://www.gara.net/