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Ante los comicios electorales en México

Regulación de encuestas

Fuentes: El Economista/Limac

Casi cada semana los medios de comunicación nos bombardean con lo que parece ser «el pulso político» de los candidatos presidenciables a dos años de las mentadas elecciones. Las encuestas de opinión se han convertido en el barómetro común, lo vemos en México y en otros países, aunque en nuestro caso la práctica de aplicación […]

Casi cada semana los medios de comunicación nos bombardean con lo que parece ser «el pulso político» de los candidatos presidenciables a dos años de las mentadas elecciones. Las encuestas de opinión se han convertido en el barómetro común, lo vemos en México y en otros países, aunque en nuestro caso la práctica de aplicación de encuestas no es regulada, los métodos no son transparentes, los patrocinadores, y a veces hasta los resultados completos se ocultan.

Existen empresas dedicadas especialmente al diseño y aplicación de encuestas para medir la popularidad de los candidatos, y por alguna extraña razón, les creemos. En este grupo se encuentran las famosas Gallup, IBOPE, Mitofsky que se dedican internacionalmente a encuestas electorales, entre miles de medianas empresas en el mismo mercado. Cada una tiene estándares de calidad, metodologías y políticas de publicidad. Pero hay que tomar en cuenta que estas empresas son privadas y deben, en primer lugar, los resultados al que pagó por su realización. Los conceptos de rendición de cuentas y transparencia sobre la realización de las encuestas realizadas por estas empresas no corresponden a los parámetros de apertura de un gobierno democrático.

Pero también existen periódicos, programas de radio y televisión que hoy en cadena nacional lanzan preguntas básicas por internet a manera de «encuesta» y sacan conclusiones radicales al aire. La supuesta credibilidad de estos resultados descansa sobre el prestigio de los mismos medios, sin embargo, ¿están usando la metodología adecuada para sacar tales conclusiones? ¿es válido decir que porque 700 personas afirmaron que prefieren el helado de fresa al de chocolate, por lo tanto el de fresa es el mejor helado?

Es que las encuestas de opinión hoy en día, más que representar una herramienta útil para el análisis político, estratégico, e incluso personal del ciudadano sobre la ventaja en aceptación de un candidato, son un disuasorio. No hay ninguna garantía de que no sean los medios y las empresas a través de sus encuestas las que lancen candidatos a la arena (como sucedió con Andrés Manuel y Marta Sahagún, a su decir desde luego), y pongan a competir a los que les interesa (hoy pelea AMLO y Creel, mañana Madrazo y AMLO, y pasado Calderón y Medina, o los que el editor del periódico decida).

Algo tiene que pasar porque definitivamente cada vez se hacen menos creíbles los resultados que presentan medios y empresas, y con más razón si la metodología que se aplica es inexacta. Un ejemplo rescatable en este campo es el Consejo Británico de Encuestas, un organismo de la sociedad civil conformado por grandes empresas de encuestas británicas e internacionales que surgió en noviembre de este año. Este consejo, en un esquema de autorregulación que conlleva responsabilidad social, tiene por objeto establecer los estándares de calidad de diseño y aplicación de encuestas electorales, transparentar las metodologías y resultados completos cuando se trata de asuntos públicos (evidentemente las elecciones son un ejemplo claro) y crear bases justas para la interpretación de encuestas. Con estos objetivos se evita que los medios hagan sus propias interpretaciones (editorializadas) de las encuestas, que las técnicas empíricas sean las adecuadas, que exista independencia en el sector y menos corrupción a la hora de presentar los resultados. Todo esto da como resultado encuestas que son verdaderas herramientas de análisis para los ciudadanos en un estado democrático.

Las campañas electorales están en puerta, si existen normas para gastos y formatos de publicidad electoral, definitivamente debemos pensar en regular las prácticas de encuestas electorales, o promover que las empresas se autorregulen anticipando la tempestad.